Identificación de Jesucristo con el pobre. Parte II, Capítulo 1

Francisco Javier Fernández ChentoFormación VicencianaLeave a Comment

CREDITS
Author: José Sendra, C.M. · Year of first publication: 1983.
Estimated Reading Time:

Parte II: La identificación en san Vicente de Paúl

Hemos estudiado a la luz de las divinas páginas la doc­trina admirable de la identificación de Jesucristo con los más pequeños.Veamos ahora como segunda parte esta misma doctrina realizada. Iluminada por el esplendor de la santidad.

Porque los santos son ésto precisamente: el evangelio llevado a la acción. Ellos saben profundizar esta mina in­agotable.

Ellos llevan al límite máximo de la dimensión humana la virtualidad evangélica.

El exégeta, el teólogo nos dan el sentido preciso de un pasaje escriturístico. Pero el santo hace mucho más: nos lo da vivido, realizado1.

Su fe profunda les hace tomar al pie de la letra palabras del Evangelio2, cuando una fe menos viva tendería a atenuar el sentido.

Ellos son modelados por el Don de Piedad que les hace descubrir y vivir sin esfuerzo, de un modo intuitivo, verdades cuya comprensión para el común de los cristianos necesita largo estudio.Este Don de Piedad y espíritu de fe resplandecen de mo­do particular en el alma de San Vicente de Paúl. Por esto y porque fue por excelencia el santo de la caridad tiene en él gran relieve la doctrina de la identificación de Cristo con el pobre, una doctrina orientada a la práctica de la mi­sericordia.

San Vicente estará en primera fila entre los de la derecha en la escena del juicio, que si preguntará: ‘Señor, ¿cuándo te vimos…?’ será por su humildad profunda. Ya lo había visto antes cuando, como Martín de Tours, vistió a Cristo desnudo. Será también por sorpresa, por la revelación paten­te de una verdad que aun sabida por fe, sorprende.

He aquí, pues, el porqué de esta segunda parte.

No intento con ello, como queda dicho, dar una visión completa de la vida del Santo, ni de su doctrina; sino tomar de esta vida fecunda un solo aspecto para considerar mejor la doctrina que venimos estudiando y viceversa, ver cómo las palabras de San Vicente toman particular relieve a la luz evangélica.

I. El imitador de Jesucristo

Al abrir el libro de la vida de San Vicente da la impre­sión de que este hombre ha nacido para servir al hombre. Su actividad toma mil formas, cuantas son las necesidades humanas a las que ha de aportar remedio3.

No hay duda que Vicente estaba dotado de un corazón ancho, profundamente humano.

Pero como se ha dicho, Vicente de Paúl fue algo más que un filántropo. Si bien ha sido admirado aún por los ene­migos de la fe bajo este aspecto de bienhechor de la huma­nidad, no obstante no bastaría el simple entusiasmo del bien, si no estuviera sostenido por la caridad evangélica4.

Su caridad es profunda y específicamente cristiana. Al fondo de la vida de Vicente, en su base y centro, no están los pobres, propiamente hablando, está sí el único Pobre, Jesucristo.He aquí la clave y explicación de su fecundidad.

Jesucristo polariza todos sus pensamientos. La vida del Hijo de Dios ha llegado a fascinar a Vicente de Paúl en sus más mínimos detalles. Medita y medita en ella y ese su ha­blar, su venirle a la mente y a los labios a cada momento el nombre de Jesucristo nace de la abundancia de su corazón y nos recuerda a otro gran enamorado de Jesucristo que tiene con Vicente en común el mismo nombre, Pablo de Tarso.

De manera que un autor ha podido decir de él: «Este maestro que es San Vicente tiene a su vez un Maestro que es Jesucristo. Se podría recoger en su correspondencia y sus discursos toda una serie de líneas sabrosas, a veces impre­vistas y formar con ello un libro que se llamaría: «La Imi­tación de Jesucristo según San Vicente de Paúl».

«En el horizonte de Vicente se yergue siempre el Hijo de Dios. Repasa su vida episodio por episodio, casi diría minuto por minuto, para hallar en ella lecciones de con­ducta»5.

Otro autor que ha estudiado profundamente al Santo propone también lo que podría llamarse «Una Imitación de Jesucristo según San Vicente», pero notando al mismo tiem­po la profunda diferencia que lo separaría del librito clásico del Kempis. Este en efecto trata especialmente de un tipo de perfección monástica, se nota en sus diversas partes una especie de ‘santo egoísmo’ que se ocupa ante todo de la pro­pia vida interior prescindiendo y aún evitando el consorcio humano. San Vicente en cambio muestra una orientación contraria en este punto y estudia en N. Señor la vida apostó­lica y la caridad activa6.

1. Un tesoro de espiritualidad

Sus conferencias son una riqueza inagotable de la lite­ratura espiritual de su tiempo. Piezas inimitables de aquel su hablar cálido y paterno de lo que él había meditado y asimilado en su espíritu, conferencias dialogadas a veces de aire pintoresco, siempre en una atmósfera de sencillez. Letra viva en la que se siente todavía palpitar el espíritu del Santo.Es a sus cartas y conferencias donde hay que acudir para descubrir su alma. Pues las vidas y estudios con su di­visión más o menos artificiosa que impone el método corren fácilmente el riesgo de dar una visión fragmentaria, conven­cional y envuelta en el estilo del autor que si puede ayudar a poner en relieve los rasgos de un santo también puede fácilmente desfigurarlo.

Es la lectura de las fuentes la que ha despertado tantas veces la admiración, más que cualquiera de los estudios aunque escritos con arte7.

Una doctrina no aprendida por capítulos en un manual de escuela, no recitada de memoria sino vivida y sentida profundamente, calcada sobre la vida del Hijo de Dios, ob­servaciones a veces con su punto de malicia, nacidas de su experiencia de los hombres8, lenguaje que revela una psi­cología, interpretaciones a veces envueltas en una cierta in­genuidad como acomodándose a la simplicidad de sus pri­meras hijas espirituales.Veamos a modo de ejemplo algunos detalles de ello: Hablando de la sobriedad, como siempre el primer y máxi­mo motivo es el ejemplo del Hijo de Dios:

«¿De qué pensábais que vivía el Hijo de Dios? De pan. Dice el Santo Evangelio que entró en casa de Simón el fari­seo a comer pan. Tan sólo una vez dice el Evangelio que comiese carne: el día de la cena del cordero pascual»9.

¿Le objetaríamos que la Escritura usa la expresión «co­mer pan» para indicar cualquier comida, que puede in­cluso designar todo un banquete oriental?No vamos a turbar con preocupaciones exegéticas la ex­presión y la piedad del Santo que se complacía en ella buena­mente. Además ¿no era todo el contexto de la vida pobre de Jesús, éste era en realidad el fondo, el que le inducía a meditar así?

De igual modo ¿qué significará esta misteriosa expresión de San Marcos, el evangelista de la realidad humana de Je­sús: «quoniam in furorem versus est, ¿está fuera de sí?». Para San Vicente el sentido es claro: ante el espectáculo triste, el más triste quizá de todas las condiciones humanas, de unos pobres alienados que él albergaba en San Lázaro, no podía menos de llevar su pensamiento a aquel enigmático momento de la humanidad de Jesús para honrarlo en sus pobres10.

San Vicente pues se complacía en referir todos los esta­dos humanos de pobreza y desdicha a determinados momen­tos de la vida de Nuestro Señor, para honrarle en ellos.

San Vicente trae en apoyo de la práctica de la caridad razones que escaparían al que no tuviera como él, junto con ingenio y corazón, esta vista atenta siempre al ideal ca­ritativo.

A propósito de la asistencia a los niños expósitos explica:»¿Quién puede prever lo que pueden llegar a ser esos niños?

Rómulo y Remo fueron expósitos.

Moisés fue un expósito puesto que lo recogió la hija del Faraón de las aguas del Nilo.

Igualmente el gran sacerdote Melchisedec, que aparece en la Sagrada Escritura ‘sin padre, sin madre, sin genealo­gía…’ Es decir, un expósito».

Se nota continuamente unida en la mente de San Vicen­te el pensamiento de las miserias y pobreza que afectan a gran parte de los hombres con la consideración de la vida pobre y abatida del Dios-Hombre. Son aquellas que le re­cuerdan estados similares por los que pasó el Hijo de Dios. Es la meditación de los sufrimientos de Jesús durante toda su vida mortal que le mueve a consagrar su vida entera al alivio del sufrir humano.

Su divisa era ésta: «Ver a Jesucristo en los pobres y a los pobres en Jesucristo».

Otra expresión que viene a su boca como un estribillo es ésta: «Debemos honrar en los pobres los estados de aba­timiento del Hijo de Dios».

2. La devoción a los «estados» de Jesucristo

Son precisamente estos estados de abatimiento como su pasión y su vida pobre, los que mayormente conmueven la devoción de Vicente.

Su profunda piedad le llevaba a vivir en constante adhe­sión a los estados de abatimiento del Verbo Encarnado.

Y su fe viva le hacía ver en el pobre los rasgos divinos de Jesús.Esta devoción, esta «adhesión» —éste era el término empleado— a los estados de abatimiento del Verbo Encar­nado, era una doctrina propia de la escuela francesa de es­piritualidad del siglo XVII que tuvo por fundadores al Car­denal Bérulle, Condren, Olier y San Juan Eudes, todos con­temporáneos.

San Vicente discípulo asiduo durante un tiempo de Pedro de Bérulle que tuvo bajo su dirección lo más selecto del clero de París, no podía menos de ser influenciado por esta doctrina. Tanto más cuanto que la asimilación de esta forma de devoción a Jesucristo encuadraba perfectamente en la línea de espiritualidad que iba a caracterizar a San Vicente: devoción que no permanecía solamente en la esfera mística como tendería en la piedad aristocrática de Bérulle, sino que tendría reflejo en la devoción y caridad activa, en la ve­neración práctica de estos estados de abatimiento del Hijo de Dios en sus miembros y su ‘memoria viva’, los pobres. Esta devoción que serviría más bien como pábulo de la con­templación, para Vicente era además de ésto y principal­mente un estímulo a la acción11.

¿En qué consistía esta forma de devoción?

En el vocabulario de la escuela francesa significaba la participación en los misterios del Verbo Encarnado. Estos misterios son los acontecimientos de la vida del Salvador.Para mejor entender la expresión «estados del Verbo Encarnado», es necesario distinguir lo exterior de lo interior de estos misterios. Lo exterior era transitorio y consistía en las acciones de Jesús durante su vida mortal. Estas acciones pertenecen al pasado, al corto período de la vida de Jesús y no se renuevan más. Al contrario el elemento interior es permanente y consistía en las disposiciones y sentimientos de Nuestro Señor en cada uno de estos misterios. Estas dis­posiciones permanecen en Jesús porque son inherentes a la Encarnación.

Este elemento interior es lo que constituye el «estado», en oposición a los «actos» que pasan.

He aquí a grandes rasgos lo que los autores espirituales de esta escuela francesa quieren significar cuando hablan de «comunicar con los estados de Jesucristo», adorarlos, imitar­los, adherirse a ellos12.

¿Cuál fue la influencia sobre San Vicente de estas doc­trinas?

Aunque el alma simple del humilde sacerdote no se ave­nía bien con doctrinas siempre algo sutiles, constituidas en sistema de escuela; aunque amaba con preferencia las for­mas más sencillas de la piedad cristiana, lo cierto es que su lenguaje mismo aparece influenciado con las expresiones de la escuela de Bérulle.

De aquí deriva sin duda alguna la devoción especial del Santo al Misterio de la Encarnación que transmitió a su familia religiosa.

Pero el punto particular de este misterio, el «estado» del Verbo Encarnado que mayormente le conmueve es la vida de pobreza y humildad que quiso llevar.Podríamos multiplicar aquí sus expresiones: «Honremos la pobre condición del Niño de Belén y de sus santos pa­dres»13. «Es preciso honrar la vida escondida de Nuestro Señor, su trabajo penoso»14. «Debemos honrar el desamparo en el que se ha hallado, siendo abandonado de sus más alle­gados y privado de todo consuelo sensible, hasta creerse abandonado de su Padre eterno»15.

«Es bondad especial de Dios que tengamos ocasión de honrar el estado de su Hijo que no tenía morada alguna sobre la tierra»16. «Es preciso honrar la pobreza de Jesu­cristo17, imitar su estado de pobre18, y su amor por los pobres»19.

3. Dios se reservó para sí mismo enseñar la pobreza

Es en la vida del Hijo de Dios que Vicente hallaba cons­tantemente pábulo de su apasionamiento por los pobres y la pobreza.

Hablaba de ello hasta dar la impresión a veces, recorrien­do las páginas de sus conferencias y cartas, de que el Santo «llevaba siempre el agua a su molino».

En una conferencia decía: «De todos los estados del Hijo de Dios no hay otro que haya amado más que el de la pobreza». Y continuaba: «Esta ha sido la virtud del Hijo de Dios; la ha querido tener como propia; ha sido El el pri­mero en enseñarla: El ha querido ser el Maestro de ella. Antes de El no se sabía qué cosa era la pobreza; era desco­nocida. Dios no ha querido enseñárnosla por los profetas; se reservó para sí mismo el enseñárnosla…»20.Este pensamiento, que la primera virtud de que Jesús nos haya dado ejemplo es la pobreza y que la primera pala­bra de su predicación ha sido: «Beati pauperes, Bienaventu­rados los pobres», viene machaconamente a sus labios.

Dejemos a San Vicente que continúe explicándonos: «Nuestro Señor no tenía ni bienes ni provisiones para sí ni para sus apóstoles. Tiempo hubo en que no tenía nada abso­lutamente. Sólo cuando su grupo comenzó a aumentar fue advertido de la necesidad de tener alguna cosa para aten­der a sus necesidades pues él no quería tener nada»21.

¿Y la poética frase de las zorras y los pájaros del cielo? Cierto, no la olvida: «El se hizo el más pobre de todos los hombres, poseyó menos aún que los más insignificantes ani­males: ‘las zorras tienen sus madrigueras y las aves del cielo, nidos. Pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza'», Mt 8, 2022.

En fin, Vicente ha glosado, ha meditado mil veces una por una las circunstancias todas de la vida del Hijo de Dios.

4. La escuela de S. Vicente

Vicente de Paúl formó sin proponérselo su propia escue­la de espiritualidad. No de modo sistemático, pero repasan­do su obra y sus escritos se delinea claramente en el conjun­to, una concepción propia original en cuanto pueda hablarse de originalidad en lo que está basado en el Evangelio. Uno solo es vuestro Maestro, Mt 23, 8. Los santos son a su vez discípulos y maestros.

¿En qué consiste?

Podría definirse brevemente: «La práctica efectiva de la caridad como escuela de santificación propia».

Es decir, ir a buscar a Dios en ‘los más pequeños’ del Evangelio.

El origen de este impulso y orientación de su vida que debía dejar una larga estela de posteridad lo hallamos como todos los movimientos providenciales en la moción de la gracia, pero además en la naturaleza de San Vicente, espe­cialmente dotada, y tal vez en un episodio particular de su vida.

San Vicente en su juventud pasó por una de esas prue­bas de espíritu en que la visión de la fe se oscurece y el alma queda sumergida en angustias23

Halló la serenidad cuando prometió dedicar su vida a los pobres.

5. Un remedio eficaz para las almas inquietas

En adelante Vicente encaminará a todas las almas ator­mentadas que vengan bajo su dirección a salir de sí mismas, de sus infinitos problemas e inquietudes de espíritu e ir a buscar a Dios en los pobres. Y lo hallarán. Como lo halló él mismo. Con ello la serenidad espiritual volverá junto con una paz indefinible.

Este es el rasgo típico de Vicente como director de con­ciencia, lo que formará el distintivo de su espíritu.

Así la señora de Gondi, que no podía prescindir de su director para la quietud de su conciencia. Vicente puesto como capellán de la noble familia, no sabe estar por mucho tiempo entre paredes de un palacio. Su instinto le llama a la campaña, a las pobres gentes de los dominios de la familia Gondi. Y allá encamina también en pos de él a aquella alma que buscaba a Dios sinceramente.También Luisa de Marillac. Envuelta en inquietudes de espíritu se elevará a las regiones de la paz y la santidad, yendo al encuentro de Dios en los pobres24.

De igual modo el joven Ozanam conocerá también las torturas de la duda y una vez se haya hecho la luz en su espíritu resolverá entregarse a la práctica de la misericordia con los pobres. Siguiendo el ejemplo y el espíritu de San Vi­cente bajo cuyo nombre y patrocinio puso la institución ca­ritativa por él fundada: «Las conferencias de San Vicente de Paúl»25. Pues como él decía «es preciso esforzarse en realizar este modelo como él (S. Vicente de Paúl) imitó el ejemplo divino de toda virtud, y hallar en este corazón fuer­za y estímulo».Esto es lo propio de los santos. Abrir un camino que se­guirán después innumerables almas.

San Vicente supo dar un impulso vital a la caridad en medio de las turbulencias de su tiempo, sacando partido de una sociedad frívola y egoísta26.

6. Demostración de la vitalidad de la fe

Era ésta precisamente la acusación que había oído el mismo Vicente de boca de un hereje. Este dijo públicamen­te que no creía en la Iglesia de Roma porque veía las ciuda­des llenas de sacerdotes y religiosos que no hacían nada mientras las pobres gentes del campo vivían abandonadas27.

Esta acusación que hizo profunda impresión en el áni­mo del joven sacerdote acabó de determinarle a darse a los pobres.

¿No lo había dicho ya el Apóstol Santiago?: «La reli­gión pura e inmaculada ante Dios Padre consiste en visitar los huérfanos y viudas en su tribulación», St 1, 27.

He aquí el rasgo dominante de la escuela de San Vicen­te: manifestar y hacer vivir la fe por la práctica de las obras de misericordia. Porque sin la caridad ¿no había peligro de perder la misma fe? «Es la caridad que se llama en Teología fe viva; es la llamada a las obras que la fe sincera no puede dejar de preferir… La vocación de San. Vicente nos parece un triunfo puro de la fe»28.

El amor y la asistencia a los pobres, como prueba de la vitalidad de la fe, y la fecundidad de la religión.

Pero no sólo para demostración externa.

En ella hay algo más íntimo. Vicente busca el comple­mento de la caridad debida a Dios amando al prójimo. Es decir, la parte efectiva de la caridad que él no concibe en modo alguno como un simple afecto. En otras palabras, él ama a Dios en el prójimo: La caridad íntegra.

La expresión más viva de ésto la da el mismo San Vicen­te con una frase de un tono algo rudo y enérgico: hablando un día sobre las falsas maneras de concebir el amor de Dios que pudieran resentirse de sentimentalismo o quietismo, fue animándose hasta exclamar:»Amemos a Dios, hermanos míos, amemos a Dios, pero que sea a expensas de nuestros brazos, que sea con el sudor de nuestra frente»29

  1. «San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac dijeron más sobre ésto (el amor a los pobres y la pobreza) con su servicio concreto a los pobres día y noche que con largos tratados…». JUAN PABLO II, Alocución a la As. Gen. de las HH. de la Caridad, Roma, enero 1980.
  2. Así se expresa un autor a propósito de la doctrina que nos ocupa: «Divine substitution que les Saints savent prendre au pied de la lettre, et dans laquelle ils voient non pas une fiction de droit, fondée sur la volonté arbitraire de Jésus, mais une réalité reposant sur un fait indéniable: nótre incorporation au Christ. Divina sustitución que los santos saben tomar al pie de la letra, y en la cual ellos ven, no una ficción jurídica fundada sobre la voluntad soberana de Jesús, sino una realidad fundamentada sobre un hecho innegable: nuestra incorporación a Cristo». JOSEPH ANGER, La doctrine du Corps Mystique de lésus-Christ, d’aprés les principes de la théologie de Saint Thomas. Paris 1946, p. 394.
  3. «Nullum fuit calamitatis genus cui paterne non occurrerit. No hubo género alguno de calamidad que no socorriera paternalmente». Officium S. Vicentii a Paulo, II Noct.
  4. «Vous avez présenté l’áme de cet humble et héroique saint qui a trouvé gráce mame aux yeux des ennemis, et qui est le modéle des serviteurs de l’humanité souffrante. L’ardeur, l’enthousiasme du bien, la bienfaisance sensible ne suffisent pas: il faut la foi vive, l’humilité pro­fonde, la charité évangélique, les vues surnaturelles pour se préserver des sympathies, des antipathies et des découragements qui atteignent la philan­tropie purement humaine. Habéis presentado el alma de este humilde y heroico sacerdote que halló gracia incluso a los ojos de los enemigos, y que es el modelo de los servidores de la humanidad que sufre. El ardor, el entusiasmo del bien, la beneficencia sensible no bastan: se precisa la fe viva, la humildad profunda, la caridad evangélica, las miras sobrenatu­rales para preservarse de simpatías y antipatías y del desánimo que alcan­zan a la filantropía meramente humana». BOUDIGNON J. B., Saint Vincent de Paul, modéle des hommes d’action et d’oeuvres, Paris, 1896, p. IX. Carta del Obispo de Lausanne-Genéve al autor.
  5. GEORGES GOYAU, La vie des libres et des lunes, Paris, 1923, p. 24. En términos parecidos se expresa la generalidad de biógrafos y estudiosos del Santo antiguos y recientes. Estos, como Román, Ibáñez, Coluccia, Mezzadri, Ribot, Corera, etc., lo relacionan con la situación social y corrientes espirituales de su tiempo.
  6. «Chacun sait que l’imitation de Neare-Seigneur a été écrite, qu’il y a précisément sous ce titre un livre éxtraordinaire. On en a fait tous les éloges. Il les mérite tous. Mais on ne peut s’empécher d’y remarquer comme un saint égoisme spirituel. L’Écoie de sainteté des temps moder­nes, avec saint Vincent pour chef, si elle ellt voulu faire prendre corps á ses théories dans un livre, aurait pu lui donner pour titre aussi: l’imita­tion de Jésus-Christ; elle aurait pu pareillement produire un chef-d’oeu­vre; mais il est certain que ce n’e& pas été le mame. Vincent de Paul et les saints de l’école de l’action, que nous avons appelé ses disciples, ont vu l’éternel modéle sous un autre jour qui est celui de la vertu labo­rieuse et de la charité agissante. Todos sabemos que la imitación de Nuestro Señor se ha escrito, que existe precisamente con este título un libro extraordinario. Se han hecho de él todos los elogios. Los merece todos. Pero uno no puede menos que descubrir en él, como si dijéramos, un egoísmo espiritual. La escuela de espiritualidad de los tiempos mo­dernos con San Vicente como cabeza, si hubiera querido dar cuerpo a sus doctrinas en un libro, hubiera podido también darle por título: ‘La imitación de Jesucristo’; hubiera de igual manera podido producir una obra maestra; pero una cosa es cierta, y es que no se trataría de lo mismo. Vicente de Paúl y los santos de la acción que nosotros hemos llamado sus discípulos, han contemplado al modelo eterno bajo otra luz, la de la virtud laboriosa y de la caridad activa». J. B. BOUDIGNON, op. cit., p. 179.
  7. Así lo confiesa el citado autor: «Je lus la Vie du saint Fondateur… Je fus assez heureux, surtout, pour avoir communication de l’édition compléte, en quatre volumes, des Lettres de saint Vincent de Paul. La fut pour moi la mine aux pépites d’or; a Vincent m’apparut avec tout son coeur, toute son ame, toute sa sainteté, tout son génie et toute son oeuvre. Au cours de cette lecture qui me captiva bientót, je fus frappé par des phrases ou des demiphrases ren­fermant des pensées plus saillantes, les exprimant avec concision, netteté, force et parfois un tour original. Je remarquai des conseils, des principes d’action et des regles de conduite qui me semblaient admirables et pres­que nouveaux. Leí la vida del Santo Fundador… Me sentí particularmen­te dichoso al hallarme en posesión de la edición completa, en cuatro vo­lúmenes, de las Cartas de San Vicente de Paúl. Aquello fue para mí la mina de pepitas de oro; allí aparecía Vicente con toda su alma, todo su corazón, toda su santidad, todo su genio y toda su obra. A lo largo de esta lectura que me cautivó desde el primer momento, me impresio­naban frases o medias frases que contenían pensamientos más relevan­tes, expresadas con limpidez, concisión, fuerza, y a veces con un giro ori­ginal. Constataba consejos, principios de acción y reglas de conducta que me parecían admirables y punto menos que nuevos». J. B. BouffiGNort, op. cit., p 89 (Introd.).
  8. «Ce qui me frappe dans les Entretiens et dans les Lettres de saint Vincent de Paul touchant la chanté c’est cette exquise connaissance des hommes et des choses qui lui permet d’éviter les entrainements du coeur, sans jamais poner atteinte á la fraicheur de ses sentiments. C’est un mélange étonnant de douce malice et de douceur malicieuse, dont je ne trouve nulle part l’équivalent, sauf dans l’incomparable Francois de Sales. Lo que más me llama la atención en las Conferencias y las Cartas de San Vicente de Paúl al referirse a la caridad, es este exquisito conoci­miento de los hombres y las cosas que le permite evitar las efusiones de corazón, sin menoscabar jamás la espontaneidad de sus sentimientos. Es una curiosa mezcla de dulce malicia y de dulzura maliciosa, de la que no hallaría equivalente en parte alguna, a no ser en el incomparable Francisco de Sales». J. CALVET, La charité de Monsieur Vincent, art. en «La Vie spiri­tuelle» (1933) p. 132.
  9. «Savez-vous, mes Soeurs, de quoi vivait la Sainte Vierge quand elle était sur la tene, de quoi vivait Nótre-Seigneur? De pain. Il est entré chez le pharisien, pour manger du pain; et en plusieurs autres lieux de méme. Il n’est dit qu’une fois qu’il ait mangó de la viande; ce fut lorsqu’il mangea l’agneau pascal avec ses apótres; et une autre fois, du poisson rbti. ¿Sabéis, hermanas mías, de qué vivía la Santa Virgen cuan­do se hallaba en la tierra, de qué vivía Nuestro Señor? De pan. Entró en casa del fariseo a comer pan; y lo mismo en otros muchos lugares. Solamente una vez se dice que haya comido carne; fue cuando comió el cordero pascual con sus apóstoles; y en otra ocasión, pescado asado». SVP. IX, 85: Conf. sur l’imitation des filies des champs.
  10. «Il faut honorer N6tre-Seigneur en l’état auquel il s’est trouvé Iorsqu’on le voulait fermer en disant «quoniam in furorem versus est» pour sanctifier cet état en ceux que sa divine Providente y mettait. Hay que honrar a Nuestro Señor en el estado en que se encontró cuando que­rían sujetarle y decían: ‘está fuera de sí’, para santificar un tal estado en aquellos a quienes su divina Providencia ha colocado». SVP V, 146, Lettre au Frére Jean Barreau.
  11. Calvet dice de su espiritualidad: «…Sa spiritualité se trouve bérullienne dans ses principes géneraux…; nous verrons ailleurs cambien elle est originale moins nourrit de mé­taphysique que celle de Bérulle, plus orientée vers Pactian. Su espiritua­lidad aparece como beruliana a grandes rasgos…; vamos a ver por otra parte de qué modo es original, menos alimentada de metafísica que la de Bérulle, más orientada a la acción». Op. cit., p. 58.
  12. Conf. JEAN GAUTIER, La spiritualité de l’école frarwaise au XVIlém siécle, La spiritualité Catholique, pp. 219-261. También los citados AA. más recientes.
  13. SVP I, 192, Lettre d Jean de Fonteneil.
  14. SVP X, Confer. sur l’amour du travail.
  15. SVP IX, 501, Confer. sur les difficultés.
  16. SVP IV, 128, Lettre á René Almeras.
  17. SVP III, 464, Lettre á Hugues Perraud.
  18. SVP VII, 392, Lettre d Edle Jolly.
  19. SVP X, 221, Réglement de la conf. des mardis.
  20. «Cette vertu a ravi le coeur et les affections du Fils de Dieu. C’a été la vertu du Fils; il a voulu l’avoir en propre; il a été le premier qui l’a enseignée; il a voulu en étre le maitre. Devant lui on ne savait ce que c’était que la pauvreté; elle étais inconnue. Dieu n’a pas voulu nous l’apprendre par les prophétes; il se Test reservée, et lui-méme il est venu nous l’enseigner…». SVP XI, 246, Conf. sur la pauvreté.
  21. SVP XI, 213, Conf. sur la pauvreté.
  22. «Bien qu’il fut le seigneur de tout le monde, il s’est fait le plus pauvre de tous les hommes; il en a eu mame moins que les moindres animaux. Siendo como era señor de todo el mundo, se hizo el más pobre de todos los hombres; ha tenido menos posesiones aún que los menores animales». SVP. XI, 224, Conf. sur la pauvreté.
  23. Todos los historiadores del Santo, empezando por su primer biógrafo Abelly dan particular relieve a este episodio. Valga por todos el testimonio de algunos de los más recientes:

    J. M.a Ibáñez se detiene especialmente en él. Lo designa como ‘co­yuntura decisiva de su vida’ que lo lleva ‘al descubrimiento de los po­bres’. Punto culminante de su conversión que consistirá en frase del autor ‘en pasar en adelante a ocuparse Vicente de Paúl de los asuntos de Dios’ (es decir la asistencia a los pobres) ‘en vez de que Dios debiera ocuparse de los asuntos de Vicente’ (es decir la consecución de algún importante beneficio eclesiástico que le permitera una vida holgada y aún una mediocre virtud al estilo de tantos eclesiásticos de la época).

    Añade un detalle particularmente significativo: Y es que fue la expe­riencia del consuelo hallado en la visita a algunos enfermos, en medio de las angustias de su prueba contra la fe, lo que le indujo a entregarse de por vida a la causa de los pobres. Resolución que puso término inmediato a su prueba.

    Cfr. J. M.a IBÁÑEZ, Vicente de Paúl y los pobres de su tiempo. Ed. Sígueme, Salamanca, 1977, pp. 209 ss.

    Cfr. también la excelente biografía de J. M. RomÁN, San Vicente de Paúl, B.A.C., Madrid, 1981, t. I, pp. 104-5. Orcajo y Pérez Flores en la II Par­te de la obra dan un relato sobrio y completo de la misma relacionándo­la con la doctrina y experiencias de San Juan de la Cruz, San Francisco de Sales y Pascal y con expresiones posteriores del propio San Vicente. Op. cit. t. II. pp. 57-8.

  24. «…Louise de Marillac. C’étais le jeune veuve d’un bourgeois robin, une áme fervente qui trouva dans la charité la réponle á ses doutes et ses angoisses… Luisa de Marillac era la joven viuda de un magistrado burgués, una alma ferviente que halló en la caridad la respuesta a sus dudas v angustias». DANIEL-ROPS, L’Eglise des temps classiques, Paris, Fayard, 1958, p. 40.

    Sin embargo conviene superar la imagen de un alma frágil y tormen­tada que ha prevalecido. La realidad es más compleja. De hecho, al encontrar a Vicente de Paúl, Luisa de Marillac se hallaba ya en una fase de su vida de relativa madurez; había atravesado distintas etapas en su vida espiritual y si es cierto como afirma ella misma, que durante su vida sólo había conocido el sufrimiento, que había llegado a debilitar su salud física y exacerbar su sensibilidad, también le había dado experiencia, maduración y esta fuerza superior que nace de las pruebas. San Vicente halla en ella desde buen principio la más eficaz colaboradora y le confía la dirección práctica de lo más delicado de su obra, la incipiente Com­pañía de las Hijas de la Caridad. No tiene más que dar una nueva orien­tación a su espiritualidad, que hasta entonces había girado excesivamente en torno a sí misma. Luisa de Marillac hallará la plena expansión de su natural e incluso el gozo y prontitud de alma.

    Cfr. la excelente conferencia de BENITO MARTÍNEZ: SVP y la oración de Sta. Luisa de Marillac, en la Semana Vicenciana de Salamanca, reco­pilación con el título gen. Vicente de Paúl, la inspiración permanente, CEME, Salamanca, 1982, pp. 317 ss.

  25. «Frédéric connut lui-méme comme Saint Vincent les tortures du doute: ‘Les bruits d’un monde qui ne croyait pas vinrent jusqu’á moi. Je connus toute Phorreur de ces doutes qui rongent le coeur pendant le jour et qu’on retrouve la nuit sur un chevet mouillé de larmes… Je m’attachais avec désespoir aux dogmes sacrés, et je croyais les sentir se briser sous ma main’. Aprés la victoire, il se tourne vers la pratique des oeuvres de la foi. ‘Touché d’un bienfait si rare, je promis á Dieu de vouer mes jours au service de la vérité qui me donnait la paix. Federico conoció también como San Vicente las torturas de la duda: ‘El fragor de un mundo incrédulo llegó hasta mí. Conocí todo el horror de estas dudas que roen el corazón durante el día y que uno halla nuevamente por la noche sobre una almohada húmeda de lágrimas… Me aferraba con desesperación a los dogmas sagrados y me parecía percibir como si se rompieran en pedazos bajo mi mano…’ Obtenida la victoria, se da de lleno a la práctica de las obras de la fe. ‘Favorecido por un beneficio tan singular, prometí a Dios dedicar mis días al servicio de la verdad que me daba la paz'». MGR. BAUNARD, Frédéric Ozanam, d’aprés sa correspondance, pp. 14-15.
  26. «Le miracle de Monsieur Vincent est qu’il sut faire face á toutes les détresses que les événements et l’inconscience des hommes provo­caient, et que pour l’aider dans sa grande táche, il fit surgir de cette so­ciété égoiste, frivole et brutale, des trésors de chanté. Car le mystérieux rayonnement qui émanait de lui attira vers ses entreprises des milliers de dévoúments. El prodigio del Seriar Vicente es que supiese hacer frente a las desgracias que los acontecimientos y la inconsciencia de los hom­bres provocaban, y que para ayudarle en su gran tarea, hizo surgir de esta sociedad egoísta, frívola y brutal, tesoros de caridad. Pues la miste­riosa influencia que emanaba de él atraía hacia sus empresas millares de generosas entregas». DANIEL-ROPS, op. cit., p. 39.
  27. SVP XI, 34.
  28. PIERRE DEFRENNES, La vocation de Saint Vincent de Paul. art. en Revue Asc. et Myst. (1932) 404-10.
  29. «Aimons Dieu, mes fréres, aimons Dieu, mais que ce soit au dé­pends de nos bras, que ce soit á la sueur de nos visages…». SVP. XI, 40, Extrait d’Entretien.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *