El venerable Ozanám vivió en la primera mitad del siglo X1X, durante apenas 40 años, cuando la situación política en Francia y en Europa, así como la historia de la Iglesia, sufrieron revueltas que parecían impensables hasta el momento. Federico sintió y vivió intensamente sus breves años, contribuyendo notablemente a la cultura, a la sociedad y sobre todo al apostolado de los laicos en la Iglesia, con repercusiones que felizmente perduran hoy.
Murió en 1853 rodeado de veneración y respeto por cuantos lo amaban e incluso la de algunos adversarios, con manifestaciones claramente indicativas de su fama de santidad. La bibliografía festiva y evocativa de su persona se inició incluso antes de su muerte, pero naturalmente ha tenido un camino más largo después de su tránsito. En 1855, apenas dos años después de su muerte, se publicaron las Obras completas con vistas a la continuación de la influencia edificante que sus escritos y sus enseñanzas habían ejercido durante su breve vida. En 1879, el hermano de Federico, Mons. Alfonso Ozanám, publicó una vida más completa, después de otra más breve escrita por el gran orador el dominico P. Lacordaire.
En 1913, con ocasión del centenario del nacimiento de Ozanám, la Sociedad de San Vicente, con la contribución de historiadores y hombres de la cultura, hizo resaltar en el «Libro del Centenario», que nuestro venerable no era sólo un hombre de estudios, sino una persona que poseyó las más grandes virtudes, hasta el punto de merecer ser llamado «santo».
Ya entonces se hizo sentir la necesidad de emprender el proceso de beatificación.
El retardo ha sido debido a varias causas: la necesidad de realizar un estudio profundo de una figura muy comprometida, y de tantas maneras, en el mundo laico, a las vicisitudes desfavorables de la política interna de Francia y a la guerra mundial.
Se debería llegar al 10 de Junio de 1925 (a los 72 años de la muerte del Venerable) para iniciar el Proceso Ordinario de París, que indagaría sobre la fama de santidad, sobre sus virtudes y sobre un posible milagro. No es de extrañar pues, si en un sólo texto (el 14) se podría asegurar haberlo conocido desde pequeño, mientras que los otros treinta testimoniaron lo que habían oído de quienes habían vivido con él. Con los testimonios se recogieron también importantes documentos, especialmente de los escritos de la viuda del Venerable.
En Septiembre de 1932 estaba ya preparada la «Informatio super Introductione Causae», pero se debería esperar aún a 1952 para tener las entonces «Animadversiones» del Promotor General de la fe.
En los años 1955-56, a más de cien años de la muerte del Venerable, tuvo lugar el Proceso Apostólico en la Curia Archidiocesana de París.
Así pues, la causa tiene un carácter histórico y debemos mucho, en cuanto a documentación, a la obra del Padre Paúl Etienne Diebold, de gran valor y amplitud (unas 1300 páginas) «Disquisitio de vita et actuositate Servi Dei» con el subtítulo «Estudio crítico y Documentos«. Gracias a este trabajo y a la Positio super virtuttibus – Informatio et Summarium, Roma 1990, el 3 de Marzo de 1992, los Consultores Históricos y el 18 de Diciembre de 1992 el Congreso Especial de la Congregación para las Causas de los Santos, dieron respuesta afirmativa sobre cuestiones relativas a la consistencia histórica de la causa y a la heroicidad de las virtudes del Siervo de Dios.
Seguidamente los Padres Cardenales y Obispos en la sesión Ordinaria del 4 de Mayo de 1993 se expresaron con unanimidad y favorablemente sobre la santidad del siervo de Dios.
Finalmente el Santo Padre, acogiendo y ratificando los votos de la Congregación para las Causas de los Santos, el 6 de Julio de 1993 ordenó que se publicase el Decreto sobre la heroicidad de las virtudes.
Después de la publicación del Decreto, la Postulación presentó a la Congregación para las Causas de los Santos un caso de curación atribuida a la intercesión del Venerable a fin de reconocer el milagro con vistas a la beatificación.
Se trata del caso de un niño brasileño de dieciocho meses, Fernando Benedicto Ottoni, enfermo de «una forma grave de difteria maligna», curado el uno de febrero del lejano 1926 en Nuevo Friburgo, Brasil.
El favorecido con el milagro vive todavía. En la consulta médica del 22 de Junio de 1995 se llegó a la conclusión unánime sobre la inexplicabilidad natural y científica de la curación del pequeño.
Los Consultores Teólogos, en el Congreso Ordinario del 24 de Noviembre de 1995, llegaron a la conlusión unánime de la curación milagrosa y su atribución a la intercesión del Venerable Siervo de Dios, Federico Ozanám.
El 21 de Mayo de 1996, la Congregación Ordinaria de los Obispos y Cardenales, se pronunció unánimemente sobre la fiabilidad y solidez de las pruebas presentadas y sobre el milagro atribuido al Venerable Ozanám.
El 25 de Junio el Santo Padre, con el Decreto super miro, ratificó el juicio de la Congregación para las Causas de los Santos.
El 22 de Agosto el Papa, Juan Pablo II, en París, en el ámbito de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, declarará Beato a Federico Ozanám.