021. Pide permiso para hacerme una advertencia.
En cierta ocasión, como tuviera que darme un aviso, me hizo el honor de preguntarme previamente, «si es que yo lo tenía a bien», forma de hablar que demuestra una vez más su humildad, «tanto más cuanto que soy para mi mayor confusión el mayor pecador del mundo».1
022. Pide perdón, porque, para dar su opinión, había interrumpido la conversación.
Cierta vez, el mes de Mayo de 1655, en presencia de unos sacerdotes de la Compañía, me pidió perdón, porque —eso decía él— me había dicho alguna cosa con la que se había opuesto a las palabras «No juzguéis y no seréis juzgados», puesto que me había manifestado que tenía mala opinión de una persona. También pidió una vez perdón, de rodillas, a los Sres. Portail y Blondel, sacerdotes de la Compañía y Oficiales en la misma Compañía, por haberles interrumpido, durante el recreo, en su conversación.2
023. Pide perdón por otros.
El Señor Vicente no sólo se humillaba y pedía perdón por las faltas, que él creía haber cometido contra la Compañía en general, y contra cada uno en particular, sino que también se ponía de rodillas ante los externos por unas faltas cometidas por los mismos externos, aunque no fueran parientes suyos ni allegados. Y en una ocasión, se arrodilló delante de un burgués de París, procurador del Parlamento, para rogarle que recibiera benévolamente a un hijo suyo, de quien había recibido algún disgusto, y lo acogiera de nuevo en casa, olvidando lo pasado. Ante aquel ruego hecho de aquella manera el buen Señor cedió y quedó conmovido por la humildad del Señor Vicente.3
024. Pide a menudo perdón al prior A. Le Bon.
Un día, en que yo estaba con él, me hizo el honor de decirme estas palabras: «Hermano, ¿cuántas veces piensa usted, que me habré puesto de rodillas ante el difunto Señor Prior de San Lázaro para pedirle perdón por las faltas de algunos miembros de la Compañía para con él?» Y, en efecto, me he enterado también por otra parte que fueron varias.
Al margen: No me acuerdo ahora por qué me dijo esa.4
025. Pide perdón a la suegra del Sr. de Bonneval.
Una vez se puso de rodillas a los pies de una Señorita del campo (era la suegra del Sr. de Bonneval, que vive cerca de Étampes), y fue para pedirle perdón por uh pobre aldeano, que la había ofendido.
Al margen: Véase el Cuaderno grande, 7 ve.5
- Observación omitida por L. Abelly, 1664.
- Observación omitida por L. Abelly, 1664.
- Observación omitida por L. Abelly, 1664.
- Omitido por L. Abelly, 1664. Vicente de Paúl mencionó esto al Consejo de las Hijas de la Caridad del 20 de junio de 1647 (X111.639/X771). «Pienso que me ha visto más de cincuenta veces a sus pies».
- Omitido por L. Abelly, 1664.