San Vicente de Paúl nació en Francia. VII. Cuarta dificultad

Francisco Javier Fernández ChentoVicente de PaúlLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Julio Pémartin, C.M. · Año publicación original: 1889.
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Cuarta dificultad1

Coinciden con las afirmaciones ya establecidas otras muchas de personas muy autorizadas, las unas por su cargo, las otras por ser casi contemporáneas de los sucesos, las otras por el gran predicamiento de que gozan como escri­tores concienzudos y nada apasionados. Obra en nuestro poder el extracto de una carta del Sr Enjuanes, canónigo de la Colegiata de Abelda en 1831, en la cual se expresa como sigue.

El Sr D. Fernando Terés, Canónigo que fue de la Cole­gial Iglesia de Abelda por los años 1754, comenzó la teolo­gía en Zaragoza, protegido por un padre Jesuita que le había llamado y colocado en le casa del Sr Campos, enton­ces hacendado y mercader rico, para enseñar filosofía a sus dos hijos.

Las muchas atenciones que debía el Sr Terés a aquel Padre Jesuita le obligaban a frecuentar aquel colegio, y una tarde en que se hallaba en él acompañado de sus condiscípulos el Sr N. Busquets y el Sr Torres, uno de los PP. Jesuítas del mismo colegio preguntó a los estudiantes de donde eran, y habiendo contestado, somos compañeros del Sr Terés, de Tamarite de Litera; el dicho Padre aña­dió: pues tomen Vds. mil parabienes, por que entre otras dichas con que se hallan Vds., y sus paisanos, tienen tam­bién la de contar entre sus naturales y convecinos, al gran Santo Vicente Paúl. Yo he conocido, añadió, a otro de este Colegio, que me refirió muchas veces que otro Padre más antiguo se gloriaba de haber tenido entre sus condiscípulos en teología a Vicente Paúl, natural de Tamarite, y domés­tico de aquella casa.

El Sr D. Francisco Purroy y Terés, sobrino del Canó­nigo del mismo nombre, y D. José Lucas, Canónigo de Abelda, dicen haber oído esto mismo de la boca del Sr Te­rés, y añaden, que también decía, que cuando se beatificó S. Vicente de Paúl, salió el rezo, y viendo los PP. Jesuitas de Zaragoza que en él se decía que era francés, Vincentius á Paulo sacerdos Gallus2, se incomodaron tanto, que enviaron a un Padre de su colegio a la villa de Tamarite, para extractar de los libros parroquiales la partida de bautismo. El dicho Padre comisionado al efecto, se hospedó en la noble casa de Cariello; pero no pudo lograr la satisfación de lo que buscaba, por haberse perdido en aquella villa los libros parroquiales en las invasiones de las tropas, etc.

Contestación a la cuarta dificultad

1° En primer término permitásenos hacer constar que la carta anteriormente citada es de la misma época que la del P. Altamir. Es verdad que por los años 1820 y 1831 se hizo cuanto se pudo por hacer pasar por español a Vi­cente, y estos esfuerzos que no dieron resultado alguno hace medio siglo, debían haber bastado para descorazonar a los escritores del día. Sea de esto lo que quiera, nosotros, que no dudamos de la recta intención de las personas, es­peramos que, los que sin pasión sostienen la tesis espa­ñola, se convencerán de su error, si comparan las pruebas irrecusables de la vida del Santo, con las afirmaciones sin fundamento, abandonadas hace cincuenta años. El acuerdo de los historiadores sea cualquiera la nación a que pertenez­can, la concordancia de los hechos y de las fechas en todo lo concerniente a Vicente, tiene más importancia, tiene mucha más fuerza que la conformidad de parecer de algu­nos españoles, siquiera sean de gran valor, sobre una opi­nión reciente, sin base, y que vanamente se trata de ha­cerla remontar hasta la época de la beatificación. El canó­nigo Terés de Tamarite decía, repitiendo las palabras de un Jesuita de Zaragoza, que S. Vicente era su compatricio: ¿dónde están las pruebas en apoyo de esta pretensión? Nadie las cita y ya hemos demostrado que S. Vicente es francés. Que haya existido al finalizar el siglo diez y seis un cierto Vicente Paúl en Tamarite, es posible; pero como varias veces hemos dicho, el Santo se llamó Vicente de Paúl, nació en Francia y en la parroquia de Pouy. Que un Padre Jesuita de Zaragoza haya sido condiscípulo del Santo en los cortos meses que este pasó en aquella pobla­ción, o bien que dicho P. Jesuita haya estudiado con un Vicente Paúl como dice la carta del Canónigo Enjuanes, también es posible; pero todo lo que no sea esto, no está conforme con la verdad.

2° Se sostiene que S. Vicente entró como fámulo en un colegio de Zaragoza mientras seguía los cursos en la Uni­versidad: así categóricamente lo afirma el P. Cabrera jesuita del último siglo3. Y se nos ocurre preguntar: si esto es cierto, ¿cómo se comprende que no se tomaran en dicho colegio informes, cuando la canonización, siendo así que se pidieron a los puntos donde el santo no hizo más que pasar? Cómo explicar que en esta solemne circunstan­cia los obispos de Zaragoza y de Barbastro a cuya diócesis pertenece Tamarite guardasen el más profundo silencio, siendo así que el cardenal Portocarrero4 y el arzobispo de Valencia5 pidieron al papa la canonización? Estos dos pre­lados estaban menos interesados en el asunto que los obispos antes citados, y sin embargo dicen al Padre Santo que en la España toda existe una gran devoción hacia Vicente y que le están agradecidos por el mucho bien que producen las misiones; pero no hacen alusión ninguna acerca de la nacionalidad. El silencio de los obispos de Zaragoza y Bar­bastro se explica todavía menos, si se tiene en cuenta que, hasta Felipe V une sus ruegos a los de los arzobispos de Valencia y Toledo pidiendo la beatificación. Este hecho se prueba por la circular pasada a todas las casas de la Misión por el S. Watel superior general de la Congregación, y a quien fueron dirigidas para que las enviara a Roma. En su circular dice el S. Watel con fecha del 9 febrero de 1708: «Acabamos de enviar a Marsella, los procesos verbales, una carta del rey, y otras del rey de España… del car­denal Portocarrero… de una gran parte de arzobispos y obispos de Francia y de algunos de España e Irlan­da… que piden al Papa la beatificación; y las hemos enviado sin pérdida de tiempo entre otras razones, para que las fechas no sean viejas». Desgraciadamente no habiéndose impreso la carta de Felipe V, no conocemos su contenido; pero debemos suponer que debía estar conforme con las de los obispos españoles. En cuanto a las otras, que se conservan en número de setenta, fuera de las del obispo de Dax y el obispo de Nimes que dicen categóricamente que Vicente nació en Francia, ninguna encierra duda sobre la nacionalidad francesa de Vicente y muchas de ellas proclaman la exactitud de los detalles, dados por Abelly en la vida del Santo.

3° Habiendo Vicente recibido la tonsura y las órdenes menores cuando fue a Zaragoza, ¿es creíble que los PP. Je­suitas lo admitiesen como fámulo en su colegio? Si Vicente fue criado aunque por poco tiempo, se hubiera apresurado a decirlo, y nosotros conocemos suficientemente su humil­dad, para declarar, que el que se complacía en decir que había guardado lo puercos, no hubiera ocultado este detalle de su vida. ¡Qué bella ocasión para hablar de esto, cuando decía a la mujer que quería hacerse pasar como criada de su madre. «Vd está en un error, buena mujer, mi madre nunca tuvo criadas, siéndolo ella misma, y mujer de un labrador del cual soy hijo.»6

4° A los jesuitas, para los cuales es una gloria el defen­der los privilegios del papa y un deber el acudir a su más ínfimo llamamiento, hace el Canónigo Enjuanes desempeñar un papel que no está en armonía con las tradiciones de su venerable Compañía. Los presenta irritados contra el papa por los términos del breve de beatificación, y disputar al Soberano Pontífice la sabiduría y la verdad de la decisión por él tomada, al declarar a Vicente Francés, sacerdos Gallus. Pero en este caso esos jesuitas serían verdaderos galicanos a quienes debería repetírseles la conocida máxima Roma locuta est, causa finita est7. El papa Benedicto XIII proclamó que Vicente de Paúl, francés de nación, ha mere­cido los honores acordados a los Bienaventurados, y estos honores que le son debidos, son tributados a un sacerdote francés, sacerdos Gallus, por toda la Iglesia.

5° Se busca la partida de bautismo en Tamarite, se nos dice, pero no se encuentra porque los registros han sido destruidos. Si tan seguros estáis de que Vicente de Paúl nació en Tamarite, abrid una información y estableced la tradición del país sobre el nacimiento y el bautismo, id a Roma e ilustrad la religión del Pontitice, engañado por los franceses, a pesar de la vigilancia y actividad del vice-promotor de la fe, de aquel terrible Próspero Lam­bertini, que agotó todos los argumentos y puesto toda clase de dificultades, y que a pesar de todo, no acertó a ver que se inducía a Roma en el error, acerca de la nacionalidad del Santo. Sin embargo; el que poco después fue el gran papa Benedicto XIV creía conocer perfectamente a Vicente de Paúl, al cual atacó con gran violencia sólo para hacer resaltar más y más su mérito. Conocida es su contestación a los defensores de la causa. «He sondeado a fondo a mi adversario, les dijo sonrriendo, y estaba seguro que saldría en bien. He querido brindarle todas las ocasiones de mani­festar su fuerza y su virtud. Estad tranquilos, ése es un Santo»8.

  1. Primer Apéndice del traductor, p. 176-477.
  2. Palabras del decreto de beatificación, dado por Benedicto XIII. Hemos restablecido el texto como se encuentra en el decreto. El autor español hace decir a Benedicto XIII nationP Gallus, y esta frase no se encuentra ni en el breve de beatificación, ni en la bula de canonización, y sólo en el oficio corregido por Benedicto XIV.
  3. Primer Apéndice del traductor, p. 478.
  4. Carta fechada en Madrid, el 10 Mayo 1706.
  5. Carta fechada en Madrid, el 29 Abril 1707.
  6. San Vicente de Paúl, por el presbitero Maynard, t. I, p. 4.
  7. Habló Roma, se acabó la causa.
  8. San Vicente de Paúl, por el presbítero Maynard, t. IV, p. 364.

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