Modos de vivir el carisma de San Vicente y Santa Luisa en las distintas ramas de la Familia Vicenciana

Francisco Javier Fernández ChentoEspiritualidad vicencianaLeave a Comment

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Autor: Manuel Ginete C.M. .
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A modo de Introducción

Un carisma está vivo y es relevante cuando se acepta y adopta por muchas personas a través del tiempo. A los 350 años de la muerte de S. Vicente de Paúl y S. Luisa de Marillac, el «carisma Vicenciano» ha demostrado ser este tipo de carisma al haber inspirado a muchos seguidores a lo largo de estos años. Hoy, numerosos grupos, asociaciones, institutos y movimientos lo abrazan, lo adoptan y lo viven. Su vitalidad y relevancia para nuestro tiempo se muestra de diversas maneras: en la conciencia profunda de ser una Familia que comparte un carisma; en los proyectos y programas que afrontan las múltiples necesidades de los pobres de hoy; en el enfoque pastoral que subraya la solidaridad, la colaboración y el asociacionismo, y en la reflexión continua sobre sus peculiares amarras espirituales.

Una Familia que comparte un Carisma

La vivencia de un carisma comienza por una conciencia y aprecio profundos de su significado e importancia. Urgidos por la llamada del Concilio Vaticano II a los grupos religiosos para volver a su carisma y misión originales, los seguidores de San Vicente y Santa Luisa estaban entre esas congregaciones y asociaciones que respondieron con entusiasmo a la reconsideración y actualización de sus expresiones particulares del carisma. A lo largo del camino, se dieron cuenta de que no estaban solos a la hora de continuar el carisma vicenciano. Ahora, toda una Familia espiritual está redescubriendo los vínculos que les unen y reúnen en la evangelización y el servicio de los pobres.

Mientras hablábamos de una doble familia de San Vicente antes de la década de 1980, para referirnos a las dos fundaciones originales y directas de la Congregación de la Misión (CM) y de la Compañía de las Hijas de la Caridad (HC), actualmente hablamos de una Familia Vicenciana que consta de más de 260 grupos, institutos, y movimientos que comparten el mismo carisma de Vicente y Luisa.1 Aparte de los dos  mencionados arriba, entre los grupos más internacionales en esta Familia se encuentran dos grupos laicos: Las Cofradías o Caridades – Damas de la Caridad, de hecho la primera fundación de Vicente (1617) y conocidas ahora como Asociación Internacional de Caridades (AIC); y la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP), la rama más numerosa en la Familia. Otros grupos internacionales en la Familia incluyen hoy las numerosas congregaciones de Hermanas de la Caridad (especialmente las dos Federaciones – Estrasburgo y América del Norte – y la de S. Jean-Antide Thouret),  Hermanos de la Caridad, Hermanos y Hermanas de la Misericordia, Juventudes Marianas Vicencianas (JMV), Asociación de la Medalla Milagrosa (AMM), Religiosos de San Vicente (RSV), Misioneros Seglares Vicencianos (MISEVI), etc.

Estos grupos diversos están fundados bien directamente por San Vicente y Santa Luisa, o posteriormente por algún miembro de la CM o de la HC, o siguen las Reglas de los Sacerdotes y Hermanos de la Misión y de las Hijas de la Caridad, o sencillamente toman a los dos santos como su santo patrón. Lo que les une y convoca es la misión común de amor y servicio a las personas que viven en distintas formas de pobreza y marginación. La Familia Vicenciana cuenta hoy entre sus miembros laicos y consagrados/personas ordenadas, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, ricos y pobres, católicos e incluso no-católicos. Se sienten llamados a trabajar juntos para erradicar la extrema pobreza, la malnutrición, la salud precaria, el analfabetismo, la emigración, la desigualdad de género, la injusticia y la opresión.2 Mientras sus más de medio millón de miembros, una gran mayoría son seglares voluntarios, pueden no ser capaces de eliminar todas estas formas de pobreza, representan, no obstante, una fuerza genuina y formidable que pueden marcar una diferencia en la vida de los pobres.

Asociaciones y misiones hoy: Programas que capacitan a los pobres

El carisma Vicenciano, además, se vive hoy en muchos proyectos y programas concretos en servicio directo con el pobre. Desde 1600, los dos pilares gemelos de las intervenciones de Vicente y Luisa a favor de los pobres – misiones o evangelización y obras de caridad han sido los compromisos principales de las distintas ramas de la Familia Vicenciana. Algunos de los proyectos que inciden directa y concretamente en la vida de los pobres han sido reconocidos y premiados recientemente por gobiernos y otras instituciones.

Además de los servicios ya consagrados en el tiempo, muchas de nuestras ramas de la FV han emprendido proyectos que asisten a las personas atrapadas en «nuevas formas de pobreza», como enfermos de SIDA y drogodependientes, refugiados, emigrantes, víctimas de la guerra y los marginados culturalmente. Más aún, inspirados en buena medida por la visión más amplia del Vaticano II, nuestra Familia está inmersa en trabajos a favor de la justicia y la paz, la educación política, el desarrollo de la comunidad, programas para generación de ingresos y micro-financiación, proyectos de viviendas e infraestructuras, etc. Siguiendo la intuición de San Vicente y Santa Luisa sobre una perspectiva integral de la pobreza – tanto material como espiritual – y reconociendo la interdependencia de varios factores en la sociedad, la Familia Vicenciana ha lanzado el programa de «cambio sistémico». Esto representa un paso profético y una notable reflexión sobre sus intervenciones en la vida de los pobres. Como Familia no estamos llamados únicamente a proveer la ayuda necesaria de comida, alojamiento, ropa, atención sanitaria, etc., sino algo muy importante, tenemos que luchar por los pobres, defender sus derechos hasta llegar a un cambio en las estructuras que perpetúan la pobreza, aprovechando su propia implicación en el cambio, y creando así condiciones para un desarrollo sostenible. Nuestro trabajo en Akamasoa (Madagascar), Payatas (Filipinas) y Haití son algunos de los muchos proyectos de este tipo.

Solidaridad, Colaboración y Asociación

Uno de los modos más característicos en el que las ramas de nuestra Familia encarnan el carisma Vicenciano actualmente es su actitud positiva hacia la solidaridad, la colaboración y el asociacionismo, en particular con los pobres. Utilizando la pauta de San Vicente y sus técnicas organizativas, la Familia Vicenciana trata de implicar hoy a los distintos sectores de la Iglesia y de la sociedad en el servicio de los pobres. La colaboración actual y el asociacionismo son una realidad en nuestra Familia en distintos ámbitos.

Dentro de cada rama, programas semejantes, bien en proyectos para los pobres o en sesiones de formación de los miembros, han sido un camino muy eficaz para ejercer la corresponsabilidad entre los que tienen medios y los que sufren necesidades apremiantes. Entre las asociaciones laicas por ejemplo, La SSVP y la AIC han afinado bien esta estrategia, llegando a un conocimiento mucho más amplio de la pobreza a escala mundial, una conciencia realista de los recursos disponibles, así como una mayor valoración de la misión institucional de nuestro carisma Vicenciano.

Entre las ramas en el ámbito nacional, distintos países e incluso continentes han organizado Consejos Coordinados de la FV con el propósito de sincronizar proyectos y actividades. En Irlanda, la CM, HC, SSVP han establecido una «Asociación Millennium por la Justicia Social» para trabajar por el cambio social y económico, erradicar la pobreza y la exclusión. En el ámbito internacional, el Superior General y los Presidentes internacionales de varias ramas se han reunido anualmente durante los últimos años para diseñar una orientación a nuestras actividades comunes y proyectos internacionales relacionados con la lucha contra el hambre.

El asociacionismo se ha promocionado también entre las ramas de nuestra Familia Vicenciana y los otros sectores de la Iglesia y de la sociedad. La AIC, por ejemplo, está representada en la Conferencia de Organizaciones Católicas, el Consejo Pontificio para los Laicos, etc. Las HC han asumido el proyecto DREAM-SUEÑO para víctimas del SIDA en colaboración con la Comunidad de San Egidio. La SSVP está coordinando con distintas compañías químicas para producir una medicación más asequible contra la malaria. Muchos grupos de nuestra Familia trabajan estrechamente con parroquias locales, y sus organismos sociales, con algunas ramas nacionales de CARITAS, así como con otras congregaciones religiosas que sirven también a los pobres. Más aún, varias ramas gozan de representación como ONG ante las Naciones Unidas y sus diversos organismos como la UNESCO, UNICEF, etc. De hecho, muchos proyectos de la Familia Vicenciana se dirigen al «Millennium Development Goal»,3 especialmente aquellas que trabajan por reducir la extrema pobreza, capacitar a las mujeres, y desarrollar asociaciones globales. Todo esto viene a ser casi como una segunda naturaleza a nuestra Familia Vicenciana al intentar hacer lo que hicieron San Vicente y santa Luisa en el siglo diecisiete: aumentar el grado de compromiso por parte de los ricos y poderosos con relación al clamor de los pobres. Al promocionar la solidaridad, el asociacionismo y la colaboración sin fronteras, nuestra Familia propicia el cambio en la vida de los pobres de forma organizada.

Reflexión permanente sobre el «Espíritu Vicenciano»

Un cuarto camino significativo para encarnar y vivir el Carisma Vicenciano hoy es la reflexión permanente en la «espiritualidad» característica que consolida nuestros proyectos y programas. Nuestra Familia ha estado muy unida en la creencia de que una formación genuina en el espíritu tiene que ir de la mano con nuestros proyectos y programas por los pobres.

Esta visión espiritual se apoya en las ideas originales de Vicente: el discernimiento y la fidelidad a la voluntad de Dios, la identificación del pobre con Cristo, el amor afectivo y efectivo, servicio integral de cuerpo y alma, evangelización plena, visión de los pobres como nuestros «amos y maestros,» etc. Estudios sobre estos y otros temas han ayudado a profundizar nuestra comprensión y nuestras motivaciones en nuestro trabajo con los pobres. Así, sesiones de formación en el «espíritu y carisma» siguen siendo un ingrediente de nuestros encuentros y reuniones, como en las sesiones anuales de Estudios Vicencianos en España, la escuela de Espiritualidad Vicenciana en Curitiba (Brasil), la sesión para formadores Vicencianos en Asia y África, la Reunión de la Familia Vicenciana en los Estados Unidos de Norteamérica, las Sesiones Continentales para Asesores  y Líderes de la Familia Vicenciana (en Mexico, Brasil, Camerún, Tailandia, Europa y US-Canadá) sobre Cambio Sistémico, o el encuentro anual de Superiores y Presidentes internacionales de la FV. Estas sesiones de formación nos permiten asimilar las riquezas de nuestra visión fundamental para inculturarlas y hacerlas operativas en un contexto dado de pobreza y necesidad.

La formación nos lleva especialmente a entrar en el lugar sagrado de encuentro entre el pobre, Dios y nosotros mismos, brindándonos la oportunidad de ser los siervos sencillos, humildes y afectuosos de los pobres. En este proceso, como María, damos al mundo un brillante testimonio del amor de Dios por toda la humanidad.

FAMVIN y la PáginaWeb

Finalmente, un modo creativo y actualizado de encarnar nuestro carisma Vicenciano es precisamente a través de los distintos medios de comunicación disponibles hoy. Prácticamente cada rama de la Familia mantiene una página Web que está vinculada y conectada a las de las otras ramas. La página Web de la Familia, FAMVIN, ha servido como red de información central por la que los miembros de la Familia y otros interesados pueden crecer en su conocimiento de la historia de la Familia, los programas y actividades actuales, y planes futuros. ¡Y pensar que todo esto se está propagando en inglés, francés, español, italiano, portugués, alemán, indonesio, etc.!

Estos caminos diversos ilustran la vitalidad y validez del carisma Vicenciano en muchas partes del mundo hoy. Más, esto confirma que no solo la Familia Vicenciana ha permanecido fiel al espíritu y metodología de San Vicente y Santa Luisa sino que busca constantemente renovarse en ese espíritu abriéndose a nuevas posibilidades y estrategias. Del mismo modo nos confirman en nuestra convicción de que el mejor camino para responder a la pobreza global es la solidaridad, colaboración y asociacionismo.

En conclusión, es bueno recordar lo que San Vicente dijo a las Hijas de la Caridad sobre el origen de nuestro carisma. «Como no era entonces lo que es ahora, tenemos motivos para pensar que todavía no ha llegado a ser lo que será más tarde cuando Dios la haya realizado como desea; porque, Hermanas, no penséis que las Comunidades se forman de repente. San Benito, San Agustín, Santo Domingo, y todos aquellos siervos de Dios, cuyas Órdenes son tan florecientes, nunca soñaron lo más mínimo hacer lo que actualmente realizaron. Pero Dios actuó por medio de ellos.» Vicente de Paúl, 13 de febrero de 1646)4

Santa Luisa también nos muestra cómo podemos asimilar este carisma especial que Dios nos ha dado: La sed de justicia debe conducirnos a desear cosas mayores. Debemos desear ardientemente la unión con Dios y la disposición y medios para conseguirlo. Debemos desear ardientemente que los efectos de su santa voluntad reinen en nosotros; debemos hacer todo lo que está en nuestro poder para establecer este reino en los demás.»5

Cuestiones para la Reflexión:

  1. En su experiencia ¿qué le ha inspirado abrazar el carisma Vicenciano?
  2. ¿Qué exigencias ha generado esto en usted y en su trabajo con los pobres?
  3. ¿Qué haría para promover la colaboración y el asociacionismo en la Familia Vicenciana, primero en su país, y luego en todo el mundo?

P. Manuel Ginete CM,
Delegado para la Familia Vicenciana
Traducido del original en inglés: Félix Álvarez Sagredo, CM.

  1. El estudio más completo y autorizado hasta ahora sobre este tema es Sor Betty Ann McNeil, The Vincentian Family Tree. A genealogical study, Chicago, 1996 y la edición revisada de 2006
  2. Una investigación bien documentada de las Naciones Unidas dice que: 1 billón o más de personas viven con menos de 1 $ diario; 800 millones van a dormir con hambre; 28.000 niños mueren diariamente de hambre; 130 millones de niños no reciben educación primaria, de los que el 56% son niñas; 133 millones de jóvenes no saben escribir; medio millón de mujeres mueren cada año durante la gestación o el parto – equivalente a un fallecimiento cada minuto; 42 millones tienen el SIDA: los países más ricos gastan más de cien mil millones de dólares cada año para proteger sus mercados y su economía – que es más del doble de la cantidad que dan en ayuda a los países pobres: 7 millones de niños mueren cada año a consecuencia de la crisis de la deuda; el dinero utilizado para pagar la deuda externa podría proporcionar agua a cerca de un billón 300 millones de personas.
  3. UN Millennium Development Goals (MDGs): 1-Erradicar la pobreza extrema; 2 –Conseguir en todo el mundo la educación primaria; 3-Promover la igualdad de género y la capacitación de las mujeres; 4-Reducir la mortandad infantil; 5-Mejorar la salud maternal; 6-Combatir el SIDA, la malaria y otras enfermedades; 7-Asegurar el sostenimiento medioambiental; y 8-Articular una asociación global para el desarrollo.
  4. SVP: IX/1, Conf. 13 de febrero de 1646, p. 234.
  5. SLM, E. 35, nº 119, p. 720.

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