Historia general de la C.M., hasta el año 1720 (10. La asamblea de 1668 y sus decretos)

Mitxel OlabuénagaHistoria de la Congregación de la MisiónLeave a Comment

CREDITS
Author: Claude Joseph Lacour, C.M. · Translator: Máximo Agustín, C.M.. · Year of first publication: 1731.

Fue escrita por el Sr. Claude Joseph Lacour quien murió siendo Superior de la casa de la Congregación de la Misión de Sens el 29 de junio de 1731 en el priorato de San Georges de Marolles, donde fue enterrado. El manuscrito de l’Histoire générale de la Congrégation de la Mission de Claude-Joseph LACOUR cm, (Notice, Annales CM. t. 62, p. 137), se conserva en los Archivos de la Congregación de París. Ha sido publicado por el Señor Alfred MILON en los Annales de la CM., tomos 62 a 67. El texto ha sido recuperado y numerado por John RYBOLT cm. y un equipo, 1999- 2001. Algunos pasajes delicados habían sido omitidos en la edición de los Anales. Se han vuelto a introducir en conformidad con el original.


Estimated Reading Time:
San Vicente de Paúl

San Vicente de Paúl

X. La asamblea de 1668 y sus decretos.

La CM se multiplicaba así bajo la dirección sabia del sr. Almerás y si bien no habían pasado más de siete años sin que se celebrara una asamblea general como existía un gran número de casas y no se había dado ningún decreto en la última, el general creyó que era hora de formalizar algunos artículos, y que para dar más peso a los reglamentos que se hicieran, estaba bien que los autorizara la asamblea general. Había llamado de Roma a su lado al sr. Jolly, desde el mes de octubre de 1665, a quien necesitaba dadas sus enfermedades continuas, le nombró asistente de la casa. Esta asamblea de toda la CM, celebrada en San Lázaro, es importante. Fue como el modelo de las otras que se tuvieron después, para conservar el buen orden de la CM y la primera en que se dieron decretos en latín para uso de todas las casas y se propusieron diferentes medios para conservar el espíritu primitivo del Instituto en los superiores e inferiores en relación con los oficios y se dejaron varios artículos que resolver por la autoridad del superior general, lo que se ha seguido practicando en todas las demás asambleas.

Los decretos de ésta son en sustancia que todos los sacerdotes de la Misión tendrán la obligación de decir una misa por cada difunto de la Co; aparte de ella los sacerdotes de cada casa serán exhortados a celebrar otras dos después del fallecimiento de los que mueran en la misma casa, si ello es compatible con las cargas de la capilla que se sirve, y los clérigos y hermanos deberán decir una vez el oficio de difuntos con una comunión; y un rosario para aquellos que no saben leer, además cada sacerdote dirá todos los meses siempre que se pueda una misa por los difuntos de la CM en general, y los demás una vez el oficio de difuntos o el rosario. Los superiores locales ni siquiera los visitadores no podrán sin permiso del general aceptar fundaciones de misas perpetuas, no sea que después se vean las casas demasiado sobrecargadas. Con todo, si el superior juzga con los consejeros que sea conveniente aceptar alguna, y que la cosa sea tan urgente que no se pueda esperar la respuesta del general, de quien exista la presunción de consentir, se podría aceptar, a condición de que se escriba lo antes posible a dicho general para que apruebe la fundación, y al propio tiempo el superior se verá obligado a poner el capital en renta o compra de fondos. Orden de servirse en las misiones de una campanilla para avisar al que predica que acabe después de una hora y si no lo hace volver a tocar, incluso al superior o director con el fin de que este medio sea el más eficaz que los empleados hasta ahora para impedir la duración excesiva de los sermones, como el reloj de arena o el aviso de alguien que dijera por detrás al predicador un cuarto de hora antes del final que es conveniente advertir al pueblo al principio de la misión que los días hábiles no se estará más de tres cuartos de hora en el púlpito y una hora a lo sumo en fiestas y domingos.

Para mayor uniformidad en las casas y al mismo tiempo para prevenir los menores excesos en el beber y en el comer aparte de lo que se sirve de ordinario en la mesa cada día se añadirá otro plato en Navidad, en la epifanía, en pascua, el domingo de Quincuagésima, y el día del patrón de la casa, según el uso de la de San Lázaro, y si surge alguna duda sobre la calidad de este servicio, serán los visitadores quienes lo arreglen, este visitador al pasar por las casas de la provincia fuera de la visita, (5º cuaderno) el superior debe cederle el lugar de honor en el comedor, y en otras partes, pero desempeñar para todo lo demás su oficio, sin embargo no conviene que el visitador asista al capítulo ni a los demás ejercicios de humillación, en la repetición de oración se guardará uniformidad conformándose para la situación etc., a lo que se practica en las conferencias espirituales, es decir estará cubierto y sentado en lo posible; pero los que hablen estarán descubiertos y de pie, excepto los sacerdotes que al cabo de dos años completos pasados en la CM hablarán descubiertos pero sentados; se habló largo y tendido en esta asamblea de los medios de conservar sin alteración el espíritu primitivo de la CM; cada diputado expuso los que le parecían los mejores, y se escribían en resumen a medida que se proponían; se dijo que en la primera ocasión se los pondría en orden para enviárselos luego a las casas con los demás decretos, todos fueron del parecer de que era conveniente obedecer a los obispos cuando hacen el honor a los misioneros de enviarles a instituir, dirigir, o visitar las conferencias eclesiásticas de su diócesis, y que debíamos excusarnos humildemente si las demás funciones del instituto iban a sufrir menoscabo, y advertírselo al superior general, se dieron muchas señales de respeto en todo a los Sres. vicarios generales y temor de que alguno de la CM no lo hiciera; que entre otras cosas se les debía otorgar el honor de presidir las conferencias de los eclesiásticos externos que se celebran en cada casa, aunque se adivina que no lo aceptarán, dando incluso algunos ejemplos de ello; igualmente dejarles bendecir la mesa cuando comen con los misioneros; orden a los superiores de las casas de no dar sino raramente a los inferiores permiso de ir a predicar, confesar o ayudar de otra forma a los párrocos de las pequeñas ciudades o pueblos fuera del tiempo de las misiones y solamente dos -p.93- o tres días si hay necesidad y tan sólo o cuando existen razones de equidad a causa de los beneficios o bien o poco considerables que se tienen en esos lugares, y se debe también ser más difícil en conceder este permiso para las fiestas de patrón, y negárselo siempre a quien lo pidiere por sí mismo o por medio de otros; se ruega al superior general todos en común que no tarde tanto en cambiar a los visitadores y superiores; estos cambios contribuyen al bien de toda la CM.

Se leyó en la misma asamblea el informe y diferentes propuestas de las provincias tocante a las misiones que habían dado diputados elegidos para ello. La asamblea los aprobó y mandó incluir algunos en los reglamentos de las misiones, o en los consejos que se tiene por costumbre dar para este ministerio, se resolvió añadir los otros al final del referido reglamento, hasta que se viera si se debían incluir y en qué lugar. Se leyeron y aprobaron también las respuestas a lo propuesto tocante a los seminarios cuya dirección se llevaba. Todos los diputados comprendieron que la costumbre de la comunicación interior era importante para la CM y desearon en consecuencia que se conservara siempre y después de insistir en todos los medios de conservarla en vigor, se obligó a todos los misioneros a la observancia exacta de todo lo prescrito en el capítulo décimo de las reglas comunes con orden a los superiores de vigilar en la práctica de esta regla, tener de vez en cuando conferencias sobre esto durante el año, y asignar cada tres meses un tiempo a los inferiores para prepararlos a la comunicación y escucharlos después; por fin se habló mucho de un proyecto que tenía el sr. Vicente que había recomendado e incluso llevado ya a la práctica de mandar pasar un cierto tiempo de retiro en alguna casa a los misioneros para renovarse -p.95- después de algunos años de emitidos los votos en el espíritu del Instituto, y adquirir un conocimiento más amplio de las funciones. Se dijo que aunque la situación presente de la CM no permitiera comenzar un plan tan útil y que no existiera aún ni apariencia de poderlo comenzar inmediatamente, era conveniente sin embargo tratar de hacerlo posible, concediendo seis meses de tiempo que serían determinados por el superior general, con poder de todas maneras de reducirlos e incluso de dispensar a algunos de ellos, estos Misioneros habiendo ya trabajado en la viña del Señor se recogerán y se renovarán en la práctica de la vida interior; de lo cual los que en adelante pasen al seminarios serán informados antes de los votos para saber a qué están obligados en lo sucesivo; pero no se podrá obligar a los que se han unido ya a la Co, y ni siquiera se les deberá invitar a hacerlo, si bien la mayor parte lo desea con ardor.

Tales son los decretos de esta sabia asamblea. Se ve que sin poder terminar del todo, dejó muchas cosas pendientes de arreglo o más bien de orden para poder luego enviarlas a las casas de la CM. El sr. Almerás a pesar de sus enfermedades hizo trabajar y trabajó él mismo con tanta diligencia que estas diferentes memorias fueron transmitidas casi inmediatamente después de cerrarse la asamblea.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *