Misiones dadas por los sacerdotes de la misma Compañía en algunos hospitales y otros lugares de la ciudad de París
Como, entre las actividades a las que se pueden dedicar los eclesiásticos, las misiones han sido siempre consideradas como las más útiles y provechosas para la salvación de las almas, también el Sr. Vicente escuchaba muy a gusto los ofrecimientos que los señores de esa Compañía le hacían de ir a trabajar en ellas, según él estimara conveniente. Y para eso, varios, de acuerdo con el Sr. Vicente, se unían a los sacerdotes de su Congregación para ayudarlos en sus misiones. Además, a algunos de ellos les ha encargado su Compañía la dirección de misiones en varias diócesis, con el permiso y la aprobación de los Sres. Obispos y particularmente en las ciudades grandes, a las cuales no van nunca los sacerdotes de la Congregación de la Misión, puesto que su humildad les ha llevado a reservarse enteramente para los sitios pobres del campo, como ya lo hemos dicho en otra parte. Y Dios ha querido conceder tales bendiciones a esas misiones, que se han visto en ellas a menudo conversiones que han causado tanto asombro como edificación, por las restituciones, las reconciliaciones y otros efectos extraordinarios que se han seguido de ellas.
Pero además de esas misiones, a las que se han consagrado desde hace treinta años en muchas ciudades y otros lugares de este Reino, han dado otras no menos provechosas en la ciudad de París.
Antes de que el Hospital General diera acogida a los pobres mendigos, han reunido varias veces a un buen número de ellos, a los que, al distribuirles limosnas, les daban las instrucciones necesarias para prepararlos a hacer buenas confesiones y a llevar una vida más cristina que en el pasado. Sobre todo tuvieron mucho éxito (con gran bendición) en la misión que se dió a los pobres loreneses refugiados en París; y hemos hablado de ello en el libro primero.
También las han dado a los soldados del Regimiento de los Guardias del Rey, a los que hacían congregarse en sitios convenientes, de acuerdo con sus capitanes.
También las han dado, en diferentes ocasiones, en grandes y numerosos talleres de la misma ciudad de París, a los albañiles y a los eventuales, que allí trabajaban, y siempre han logrado fruto para el bien espiritual de aquella buena gente, que en su mayor parte no solían asistir a las instrucciones y catequesis de sus parroquias y pasaban su vida con una gran negligencia en las cosas de su salvación. Y para no distraerlos de sus trabajos, se escogían las horas de su descanso para instruirlos y para prepararlos a hacer unas buenas confesiones generales.
Han dado varias misiones en diversos hospitales de la ciudad de París. Comenzaron el año 1633 dando una misión en el hospital de QuinzeVingts, tanto a los pobres ciegos y a sus familias, como a la gente de la ciudad que quisiera tomar parte. Han dado además multitud de misiones en diferentes momentos a los pobres del hospital de la Compasión, y particularmente del Refugio, que, siendo un albergue de retiro forzoso para las mujeres y muchachas de vida desordenada, tenían una necesidad especial de ser asistidas en lo espiritual. Y ése era el motivo principal por el cual el Sr. Vicente, que sentía mucha compasión por aquellas criaturas desgraciadas, llevaba muy a gusto a los eclesiásticos de esa Compañía, no sólo para darles misiones de vez en cuando, sino también para visitarlas los domingos y días de fiesta, y así administrarles los sacramentos, y predicarles la palabra de Dios, con el permiso del Sr. Arzobispo.
También han dado una misión en el hospital de PetitesMaisons. En él además de los pobres dementes a los que no podía aprovechar la misión, se encuentran muchas familias pobres. Con ellas tomaron parte en las instrucciones que se les dieron algunos habitantes del arrabal. En esta misión se compuso y redactó el Ejercicio del Cristiano en una hoja, de forma breve y familiar, para que los más simples y los más ignorantes lo pudieran entender y practicar mejor. Y Dios ha querido concederle tal bendición, que posteriormente se han repartido por toda Francia y en el extranjero hasta millones de ejemplares en poco tiempo, con un fruto increíble entre los pobres y otras personas de todas las clases.
Han dado varias misiones en el Hospital de los Galeotes en la Tournelle, pues allí son conducidos esos pobres criminales y custodiados hasta que los llevan a las galeras. Y como sus necesidades son en ese momento extremas, también las enseñanzas y ayudas espirituales, que han recibido de vez en cuando de estos señores, les han sido de muchísimo provecho.
A su vez, se han dedicado todo el tiempo en prestar diversas ayudas espirituales a los enfermos pobres del Hôtel-Dieu de París, pues siendo uno de los principales acuerdos de su Compañía procurar el bien espiritual de los pobres, y como eso no podía llevarse a cabo con mayor fruto que en el Hôtel-Dieu de París, donde había un grandísimo número de ellos, resolvieron en primer lugar acudir todos a dicho hospital para invitar y preparar a los enfermos pobres a hacer confesión general. Más adelante encargaron de vez en cuando a algunos de ellos, para que fueran todos los días y continuaran la misma obra de caridad. Y todos los viernes ha habido siempre algunos de esta Compañía, que han estado ocupados en dar exhortaciones y catecismos a los convalecientes, y de acuerdo con él, dieron una misión completa el año 1639, según los deseos que habían manifestado los superiores, tanto a los enfermos, oficiales y servidores, como también a las religiosas del hospital, a las que ya daban conferencias espirituales tres veces a la semana.
Los pobres mendigos fueron posteriormente encerrados en el Hospital General, y el primer Rector de este hospital fue uno de dicha Compañía. Como la intención de todos los que han contribuido a esta gran obra, y particularmente de los Sres. Administrativos y Directores nombrados por el Rey era no solamente dar una solución a la mendicidad y eliminar todos los desórdenes que producía, sino también promover el bien espiritual de los pobres encerrados y trabajar eficazmente en su salvación, se creyó que sería conveniente y hasta necesario desde el comienzo de este centro dar misiones en todos los pabellones del Hospital. Los señores eclesiásticos de esta Compañía se dedicaron a ellas con grandísimo celo y con un resultado lleno de bendiciones. Y como todos los días entran nuevos pobres en el hospital y salen también muchos, ha habido que repetir varias veces las misiones; y además, las asistencias casi continuas que los eclesiásticos de esta Compañía prestan a todo lo largo del año, en todos los pabellones del Hospital, pues van allí ordinariamente los domingos y los días de fiesta a predicar y a confesar, y en otras ocasiones, cuando les invita el que ha sucedido al primer rector, que, a su vez, es uno de esa misma Compañía; apenas ha pasado algún año sin predicar alguna misión, si a juicio del Rector era conveniente para el mayor bien espiritual de los pobres.