Padre:
La gracia de Nuestro Señor sea siempre con nosotros.
Heme aquí de vuelta de Richelieu. He recibido una de sus cartas por aquellos barrios y otra aquí. Ambas me hacen ver la bendición de Dios sobre sus trabajos, y la última la indisposición de los padres Renar y Mouton y cómo se marchaba a Joigny. Doy gracias a Dios por todo esto y le pido que devuelva la perfecta salud a esos padres.
Necesitamos aquí al padre Mouton. Si lo permite su salud, después de la fiesta, le suplico que nos lo devuelva.
He visto la que escribió al señor comendador, que me ha sido también de gran consuelo; pero dudo de si ha acabado la misión de Cerisé. El señor comendador se queja de que no. Le ruego me indique lo que hay de ello. La que escribe al padre de la Salle también me ha consolado mucho, especialmente lo que le dice de que continuará el orden que él ha tenido en el seminario en la misión que han hecho hace poco; ese es el nervio de la misión. Pido a Dios, padre, que le dé la gracia de hacer lo mismo.
Pero, Dios mío, )cómo están los señores Pavillon, Renar y Perrochel? Le suplico que cuide mucho de ellos y de la salud de toda la Compañía. No hay que dejar, el jueves, de darles descanso y alguna diversión agradable, en la medida que pueda tenerse inter privatos parietes. Saludo muy humildemente a esos señores y a toda la Compañía y envío al señor Perrochel un paquete que nos han enviado para él. Le suplico le diga que ya trataremos, cuando vuelva, de lo que le indica la religiosa que le escribe.
El reverendo padre de Gondy me ha dicho que la Caridad no está en buen estado en Joigny. Le suplico, padre, ruegue al señor Pavillon que se esfuerce en restablecerla en la mejor situación que se pueda. El tiene experiencia de la forma que hay que obrar para que resulte todo bien y gracia de Dios.
Tenemos unos 70 ejercitantes. de los que hay cinco o seis que son bachilleres y de los más sabios, aunque en la Sorbona corren rumores en contra del orden establecido y contra la obligación de las personas de esa condición de asistir a los ejercicios. El señor Hopille tiene el pontifical y el señor Hobier la charla de la mañana. Los padres de la Salle, Dehorgny, Soufliers, Cuissot y algunos de nuestros jóvenes teólogos ayudan en todo esto. Es en Bons-Enfants donde las cosas van mejor de lo que nos hubiéramos atrevido a esperar.
El resto de la casa está bien, excepto el padre Portail y el padre de Rien, que empiezan sin embargo a mejorar.
Lo mismo pasa en Richelieu, donde he quedado muy consolado al ver el bien que se hace en la ciudad. No he visto nunca a un pueblo tan asiduo ni devoto en la santa misa. Se frecuentan mucho los santos sacramentos. No hay nadie que lleve una vida escandalosa. Reina gran paz entre los habitantes y no hay división como antes.
Las tabernas son menos frecuentadas, casi nada, especialmente durante los oficios, los domingos y días de fiesta. La Caridad marcha muy bien. Trata a sesenta enfermos desde Pascua, sin que [haya] muerto más que una sola joven; y antes no solían fallar. Las dos hermanas sirvientes de los pobres que hemos enviado desde aquí realizan maravillas, una con los enfermos y la otra en la instrucción de las niñas.
No sé si se podrían establecer dos en Joigny. ¿Vive todavía María de los pobres, que servía a los pobres de la Caridad? )Van todas las niñas de la ciudad a la escuela de las Hijas de Nuestra Señora? Lo que admira ante todo en Richelieu es que se trata de un pueblo reunido de varios sitios y la mayor parte alejados de su país por su comportamiento.
Esto es, padre, cuanto puedo decirle de momento, a no ser que le ruego me escriba, cada semana, sobre el estado de la compañía y de sus trabajos. Saludo muy humildemente a los señores párrocos y a todos cuantos me honran con su recuerdo y soy, en el amor de Nuestro Señor, su muy humilde y muy obediente servidor,
VICENTE DEPAUL
París. día de san Lucas, 1638.
Dirección: Al padre Lucas, sacerdote de la Misión, en Joigny.