Hija de la Caridad Sierva de los Pobres Enfermos en el Hospital San Juan1
Angers
Hoy, 1.° de julio (1651)
Mi querida Hermana:2
Alabo a Dios con todo mi corazón por el consuelo que han tenido con la visita del señor Lamberto;3 casi me dan ganas de estar en Angers por lo edificado que ha vuelto de todas nuestras queridas Hermanas; esto, querida Hermana, me proporciona una gran alegría y motivo para alabar a Dios. Sigan así, mis queridas Hermanas, se lo ruego. El no recuerda haber dicho que tres tuvieran que regresar acá, al contrario, pienso que las ha visto a todas muy firmes; pero las compadece por su mucho trabajo y la poca salud de las Hermanas. Le ruego que se hagan ayudar por las mujeres y muchachas ya curadas, porque creo que a los señores les parece bien. Salúdelos humildemente de mi parte y a las señoras conocidas; y cuando vea usted al señor Abad de Vaux y al señor Ratier, presénteles mi humilde agradecimiento y deseo de servirles; les debemos todas mucha gratitud. No les escribo tan a menudo como me gustaría porque sé que podría hacerme importuna dadas las muchas ocupaciones que uno y otro tienen para gloria de Dios. El señor Lamberto me ha dicho tanto bueno del señor Obispo de Angers,4 que las considero a ustedes muy felices de estar bajo su obediencia. Sean agradecidas por ello.
Encomiendo a sus oraciones el alma de nuestra querida Sor Fénix;5 le dimos tierra el martes pasado; era una persona de la que esperábamos mucho. Tenemos a otras enfermas, particularmente nuestra buena Sor Ana Hardemont6 y otra con ella, en Baja Bretaña7 Pidan a Dios por todas ellas, queridas Hermanas, y créanme en el amor de Nuestro Señor, su muy humilde y afectísima servidora.
P.D. Saluden respetuosamente a su señor confesor, a quien tendré el honor de escribir para agradecerle la caridad que tiene con ustedes.
Volviendo a leer su carta, me ha emocionado su sumisión.
Le ruego diga a todas nuestras Hermanas que pido a Dios les perdone el pensamiento que han tenido de desear volver por aquí. Estoy segura, sin embargo, de que no querrían hacerlo a no ser que la obediencia las llamara.
- C. 372 Rc 3 It 313. Carta autógrafa.
- Cecilia Angiboust (ver C. 36 n. 2).
- En una carta de 23 de mayo de 1651, el señor Lamberto indica a Luisa de Marillac que todas están enfermas, excepto Nicolasa.
- Monseñor Enrique Arnauld (ver C. 356 n. 2).
- Fénix (ver C. 370 n. 4).
- Ana Hardemont (ver C. 120 n. 2).
- Bárbara, la última llegada a Hennebont en mayo de 1651.