He sido enviado a evangelizar a los pobres

Francisco Javier Fernández ChentoFormación VicencianaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Miguel Pérez Flores, C.M. · Año publicación original: 1996 · Fuente: CEME.
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1.- Continuadores de la misión de Cristo

Sí, nuestro Señor pide de nosotros que evangelicemos a los pobres: es lo que él hizo y lo que quiere seguir haciendo por medio de nosotros (XI, 386).

St Vincent et Ste Louise recueillent des enfants1) El seguimiento de Cristo evangelizador de los pobres, fin de la Congre­gación (cf. C 1), se desarrolla en tres campos: en el de la búsqueda de la propia perfección, revistiéndose del espíritu de Cristo; en el de la evangelización de los pobres, sobre todo, de los más abandonados, y en el de la formación de los clé­rigos y de los laicos para que participen más plenamente en la evangelización de los pobres.

2) La evangelización de los pobres es apostólicamente el campo principal y al que han de referirse los demás campos y los demás quehaceres del misione­ro. Es imprescindible que exista verdadera armonía entre el fin de la Congrega­ción y los ministerios o quehaceres apostólicos, mediante los cuales se lleva a cabo elfin de la Congregación. El art. 12 de las Constituciones ofrece unos criterios para saber qué ministerios son vicencianos.

3) La prioridad de la evangelización de los pobres es la actividad apos­tólica de la Congregación de la Misión, más explícitamente reconocida por san Vicente: Nunca ha habido ninguna otra Compañía, pues esto es inaudito, que haya tenido la finalidad de hacer lo que nuestro Señor vino a hacer al mundo: anunciar el Evangelio a los pobres solamente, a los pobres abandonados…Vino nuestro Señor y fue enviado por su Padre a evangelizar a los pobres… jA los pobres! ¡como, por la gracia de Dios, trata de hacer la pequeña Compañía! (XI, 323).

4) La inspiración y el deseo de san Vicente han sido reconocidos por la Igle­sia tantas cuantas veces ha habido ocasión: Por el papa Urbano VIII, en la Bula «Salvatoris Nostri» (1632). En la aprobación de las Constituciones de 1954 por Pío XII, mediante las Letras Apostólicas «Evangelium ad pauperes» (1953). En la aprobación de las Constituciones actuales, por la Congregación de Religiosos4.

5) Nunca en la historia de la Congregación de la Misión, se ha dudado de que el fin apostólico principal de la Congregación es el de la evangelización de los pobres, aunque alguno de sus ministerios no siempre hayan sido elegidos y realizados conforme a dicho fin.

2.- «Enviados a evangelizar…»

He sido enviado a evangelizar a los pobres (Lc 4, 18)

6) En el lema del escudo de la Congregación se recoge la frase evangéli­ca: He sido enviado a evangelizar a los pobres, según el texto de san Lucas: El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Noticia (Lc 4, 18).

7) La pregunta que surge es ésta: ¿Qué entendió san Vicente por evangelizar? La meta que se propuso fue la salvación de la pobre gente del campo. En la Bula «Salvatoris Nostri», se dice: el fin principal y el objetivo especial de esta Con­gregación y de sus miembros ha de ser, con la ayuda de Dios, buscar, junto con su propia salvación, la de las almas que residen en los pueblos, aldeas, tierras y lugares más humildes (X, 307). Para conseguir la meta propuesta, se esforzó por renovar la vida cristiana de la pobre gente del campo, mediante la instrucción de los campesinos, la buena recepción de los sacramentos y la práctica de la caridad.

3.- Urgencia de la evangelización

Este país… está ahora muriendo de hambre de la palabra de Dios (I, 287)

8) La evangelización ofrece al cristiano lo que necesita para vivir digna­mente su vocación cristiana y lograr la meta que no es otra que la salvación. Un alma que no conoce a Dios, que no sabe lo que Dios ha hecho por su amor, ¿cómo podrá creer, esperar y amar? ¿Y cómo se salvará sin la fe, la esperanza y fa caridad? San Vicente estuvo convencido de que la ignorancia era causa de con­denación, según la teología de entonces. Esta preocupación afloró con frecuencia en sus labios (cf. XI, 104, 267, 387). Hacia 1631 escribió al P. Du Coudray, a la sazón en Roma, trabajando para que la Congregación fuera aprobada por el Papa y le dijo: Es preciso que haga entender (a la curia romana) que el pobre pue­blo se condena por no saber las cosas necesarias para la salvación…Si Su Santi­dad supiera esta necesidad, no tendría descanso hasta hacer todo lo posible para poner orden en ello (I, 176-177). Al mismo P. Du Coudray, entretenido en los estu­dios de la sagrada Escritura en Roma, se hacía el remolón para no ir a misionar a los pobres. San Vicente le escribió en términos muy expresivos: Piense, pues, padre, que hay millones de almas que le tienden la mano y le dicen así: ¡Ah, padre Du Coudray, que ha sido escogido desde toda la eternidad por la provi­dencia de Dios para ser nuestro segundo redentor, tenga piedad de nosotras, que estamos sumidas en la ignorancia de las cosas necesarias para nuestra salva­ción…(I, 286).

9) Este quehacer de instruir al pueblo fue resaltado por san Vicente cuando expuso los motivos para cumplir el fin de la Congregación: Un gran motivo es la grandeza de la cosa: dar a conocer a Dios a los pobres, anunciarles a Jesucristo, decirles que está cerca el reino de los cielos y que ese reino es para a los pobres (Mc 3, 2). ¡Qué grande es esto! Y el que hayamos sido llamados para ser com­pañeros y para participar en los planes del Hijo de Dios, es algo que supera nues­tro entendimiento… (XI, 387).

4.-  Contenido de la evangelización

Tenga piedad de nosotras, estamos sumidas… y en los pecados que jamás nos hemos atrevido a confesar (I, 286)

10) La Congregación nació de una experiencia apostólica con los pobres. Uno de los momentos máximos de esta experiencia fue la confesión del campesi­no de Gannes, el 25 de enero de 1617, fecha considerada por san Vicente como el día del origen de la Congregación de la Misión (cf. XI, 94, 326, 698-699). En las misiones vicencianas, el sacramento de la penitencia y el de la eucaristía han ocupado un lugar privilegiado. El éxito de la misión se medía según el número de gente que se confesaba y comulgaba. Los campesinos tenían fe, aunque no fue­ran buenos cristianos. El sacramento de la penitencia venía a poner en regla los fallos de la vida cristiana, principalmente, mediante la confesión general.

11) La eucaristía era el colofón de la misión. Si san Vicente no insistió tanto sobre este sacramento fue debido a las polémicas entonces existentes sobre la comunión, en especial, sobre la comunión frecuente. Su actitud hacia la eucaristía la dejó bien expresada en las Reglas Comunes: El mejor modo para honrar esos misterios (santísima Trinidad y encarnación) es el culto debido y la recepción digna de la sagrada Eucaristía, como sacramento, y como sacrificio. Pues ella encierra en sí el resumen de los otros misterios de la fe (RC X, 3).

12) El desarrollo de la misión popular giraba en torno a la instrucción y pre­paración para recibir los sacramentos. Los temas de la mañana trataban sobre las virtudes y los vicios, sobre la penitencia y el fin del hombre, sobre el pecado, la justicia divina y la frecuencia de los sacramentos, sobre la imitación de Cristo y de la Virgen, etc. Por la tarde, los temas eran sobre los misterios de la Trinidad y Encarnación, sobre los sacramentos, el credo y el padre nuestro. El número de temas dependía de la duración de la misión.

5.- Coherencia en la evangelización

Evangelizar con palabras y con hechos (XI, 393).

13) En las Reglas Comunes, san Vicente mandó fundar las Caridades al final de la misión: recorrer a ejemplo de Cristo mismo y de los apóstoles, los pue­blos y las aldeas, y repartir en ellos, a los humildes, el pan de la palabra divina con la predicación y la catequesis; animar a hacer confesiones generales de la vida pasada y oírlas; arreglar las disputas y las desavenencias; fundar la Cofra­día de la Caridad (RC I, 2). San Vicente no concibió la Misión sin la Caridad, la predicación sin la promoción de la caridad: Si hay algunos entre nosotros que crean que están en la Misión para evangelizar a los pobres y no para cuidarlos, para remediar sus necesidades espirituales y no las temporales, les diré que tene­mos que asistirlos y hacer que los asistan de todas las maneras, nosotros y los demás, si queremos oír esas agradables palabras del soberano juez…. Hacer esto es evangelizar de palabra y de obra; es lo más perfecto y es lo que nuestro Señor practicó (XI, 393).

6.- Diversidad de ministerios

La función propia de los primeros (misioneros) es recorrer, a ejemplo de Cristo mismo y de los apóstoles, los pueblos…repartir en ellos… el pan de la divina palabra…, animar a hacer confesiones…. (RC I, 2; C 10-18).

14) La evangelización vicenciana se llevaba a cabo mediante tareas o ministerios diversos. San Vicente dio especialmente nuevo vigor a las misiones populares y las adoptó como el ministerio preferido de la Congregación de la Misión. La misión popular le inspiró nuevas ideas sobre el catecismo y la predi­cación; nació el «pequeño método» para la predicación ad captum populi, del que san Vicente mismo dijo: Es sumamente eficaz… para iluminar los entendimientos y mover las voluntades, para hacer ver con claridad el esplendor y la belleza de las virtudes y la horrible fealdad de los vicios (XI, 166).

15) La misión fue sugiriendo otros medios para completar la evangelización de los pobres, entre ellos, la formación de los sacerdotes. Formar buenos sacer­dotes es hacer efectivo el evangelio (XI,391). El proceso que va desde la misión popular, pasando por los otros ministerios que de alguna manera se inspiran en ella o la completan, hasta llegar a la formación de buenos sacerdotes para el pue­blo, permite deducir que la evangelización vicenciana abarcaba todo lo necesa­rio para que Dios fuera honrado y los pobres se salvasen. Según Dodin, el conte­nido de la función de evangelizar a los pobres se ha ido enriqueciendo desde 1625 hasta 1659. Evangelizar es, por tanto, más que contenidos precisos y cau­ces concretos de pastoral, una misión y un principio inspirador’. Debido a este dinamismo de la misión, la Congregación no ha dudado en extender su preocu­pación apostólica a todos los campos a los que la impulsa el espíritu de la Misión (cf. C 1, 3, 15; E 7).

7.- Renovación continua

La Congregación… procurará abrir nuevos caminos y aplicar medios adap­tados a las circunstancias… permaneciendo así en estado de renovación continua (C 2).

16. No se trata de hacer materialmente lo que san Vicente hizo. Con mayor razón, si cabe, esto es más verdad al tratar de la evangelización. El art. 2 de las Constituciones se hace eco de la llamada de la Iglesia a la adaptación y la actua­lización e incita a la Congregación a la creatividad. La razón es fácil de com­prender: los cambios del mundo son tan vastos y profundos que no queda más remedio que ponernos en estado de renovación continua. El Estatuto 2 alerta sobre el materialismo y el ateísmo. Ambos interpelan nuestra fe y los métodos tradicio­nales de evangelizar. La conclusión es triple: analizar las causas de estos fenó­menos, testimoniar nuestra fe personal de una manera más firme, en un Dios vivo y buscar nuevos caminos para realizar la vocación evangelizadora.

17. El art. 10 de las Constituciones, después de resaltar la vocación evan­gelizadora de la Congregación en cuanto tal y de cada uno de sus miembros, señala las metas de la evangelización, conforme a las orientaciones de la Exhor­tación Apostólica «Evangelii Nuntiandi» de Pablo VI, publicada el 8 de diciembre de 1975. La distancia en el tiempo no disminuye el valor de la Exhortación ponti­ficia. Veamos algunos puntos:

a) El significado de la evangelización no se puede reducir: Anunciar a Cristo a quien lo ignora, predicar, catequizar, recibir los sacramentos, siendo elementos muy importantes de la evangelización, no reflejan la realidad rica, dinámica y compleja que comporta la evangelización.

b) La evangelización busca la renovación del hombre y, a través del hom­bre, de toda la humanidad; la cristianización de las culturas, sin identifi­carse con ellas; la conversión desde el interior de la conciencia personal y colectiva de los hombres; el cambio de los criterios de juicio, de la es­cala de valores, de los puntos de interés, de las líneas del pensamiento, de las fuentes de inspiración, de los modelos de vida. Es decir, hacer nuevas todas las cosas’.

c) Los contenidos de la evangelización que Pablo VI expone no son extra­ños a los contenidos de la evangelización vicenciana: predicar a Cristo revelador del Padre en el Espíritu Santo; proclamar la vida, muerte y resurrección del Señor; ofrecer la salvación como gracia y don de la misericordia divina; exhortar al amor; infundir esperanza; aconsejar la oración y la recepción de los sacramentos; respetar los derechos del hombre y de la familia; liberar a los oprimidos y marginados según lo exige la dignidad del hombre9.

d) Mayor proximidad se detecta entre los medios señalados en la «Evan­gelii Nuntiandi» y los que encontramos en las ideas pastorales de san Vicente: el ejemplo, la predicación, la catequesis, la liturgia, los sacra­mentos, la Piedad popular. Todos estos medios están en la tradición evangelizadora vicenciana y se completan con la práctica personal y comunitaria de la caridad: La caridad de Cristo que se compadece de la muchedumbre… nos impulsa… «a hacer efectivo el evangelio» (C 1 1).

18. San Vicente vivió en el siglo XVII. Pablo VI nos ha dado una bella refle­xión teológica y pastoral, teniendo presente los problemas del mundo y de la Iglesia de la época postconciliar del siglo XX. La Congregación de la Misión, marcada por las propias circunstancias de tiempo y de lugar, y deseosa de ser fiel a su gracia, vocación y naturaleza (cf. C 10), debe profundizar en la teolo­gía de la evangelización para adaptar eficazmente los contenidos de la misma y los métodos.

19. Juan Pablo II ha pedido a toda la Iglesia que se empeñe en una nueva evangelización, que comprenda «nuevos contenidos», «nuevas expresiones» y, sobre todo, pide a los evangelizadores «nuevo ardor». La Congregación de la Misión ha respondido a la invitación del Romano Pontífice, estudiando el tema de la nueva evangelización en la Asamblea General de 1992,  bajo el lema «Nueva Evangelización, Nuevos Hombres, Comunidades Renovadas»10.

8) Los pobres son evangelizados (Lc 7, 22)

1º. Se dedicarán por completo al cuidado del pobre pueblo de los campos (X, 239)

20. La pregunta es: ¿Quiénes son los pobres a los que la Congregación debe evangelizar? San Vicente optó por los pobres del campo. El contrato funda­cional, el acta de asociación de los primeros misioneros, la Bula de aprobación de la Congregación, las Reglas Comunes son pruebas evidentes de la opción vicenciana por los pobres del campo (cf. X, 239, 242, 307; RC 1,1). Al final de su vida, san Vicente tuvo ocasión de reafirmar su convicción. En la carta que escri­bió al P. Jolly el 18 de junio de 1660, le manifestó su contento por el éxito de las misiones dadas por los eudistas y los miembros de las conferencias de los martes en las ciudades y añadió: Nosotros no tenemos parte alguna en esos bienes, ya que nuestra porción es el pobre pueblo de los campos (VIII, 308).

21. La pregunta se planteó en la etapa constitucional postconciliar (1968-1980) al querer formular de una manera más actualizada el fin de la Con­gregación. ¿Quiénes son los pobres a los que hoy debe evangelizar la Congre­gación de la Misión? La opción de san Vicente por los pobres del campo se basaba en el hecho de que éstos no eran atendidos espiritualmente, mientras que los pobres de las ciudades podían ser atendidos. La situación ha cambiado. La indus­trialización, la emigración, la despoblación del campo, la aglomeración de los campesinos en las grandes ciudades obliga a formularse la pregunta: ¿Sigue en vigor el criterio vicenciano o hay que formular otro criterio?

22. Las discusiones tenidas en las Asambleas Domésticas, Provinciales y Generales entre 1968 y 1980 muestran facetas interesantes de la cuestión. La pri­mera es saber quiénes son los pobres, hoy. Hay pobres en la fe y ricos en bienes materiales; ricos en bienes materiales y pobres de espíritu quienes, según san Mateo, son bienaventurados (Mt 5,3). La sociología distingue entre pobres que carecen de bienes materiales necesarios para el desarrollo de la persona y los que carecen de bienes culturales exigidos por la dignidad humana. Pobre es el que, aun estando dentro de una sociedad de bienestar, no goza de todos los derechos que la ley otorga a todos los ciudadanos y se encuentra de alguna manera mar­ginado, si no postergado y oprimido. A veces, influye la sensibilidad ante las nue­vas pobrezas, teniendo por pobres a los que las sufren, dejando aparte, a las víc­timas de las pobrezas de siempre. La teología de la liberación ha suscitado el pro­blema de la pobreza y del pobre, pensando en las grandes masas de población del tercer mundo oprimidas, marginadas, impedidas en su desarrollo humano.

23. De las reflexiones que se han hecho sobre el pobre, a quien debe evan­gelizar la Congregación de la Misión, se deduce que el criterio es el sociológico, es decir, es pobre aquel a quien todo mundo, el hombre de la calle, el periodista, el cineasta y el teólogo, llama pobre. Porque lo es personalmente o porque vive dentro de estructuras de pobreza. El P. Corera, en un bello comentario a la frase del art. 18 de las Constituciones: qui ad margines societatis sunt reiecti (a los mar­ginados de la sociedad), no sólo suscita de nuevo la cuestión, sino que perfila muy bien el aspecto sociológico del pobre, aclarando nuevas situaciones y concretan­do quiénes son los pobres, hoy».

2º. Sobre todo, a los más abandonados (C 1, 2).

24. La orientación de las Reglas Comunes: evangelizar a los pobres no es absoluta, sino preferencial: evangelizar a los pobres, principalmente a los pobres del campo. Daba margen para evangelizar a los pobres de las ciudades si existí­an razones para ello. El mismo san Vicente admitió excepciones, como indica el P. Ramón J.M. en su biografía de san Vicente. San Vicente aceptó el mandato de los obispos o la presencia de los pobres en la ciudad, para dar misiones en ellas. En la misma iglesia de san Lázaro, se predicaron misiones a los campesinos refu­giados en la ciudad, durante la Fronda (cf. IV, 381).

25. Las Constituciones actuales siguen la misma línea : establecen el crite­rio general y una preferencia: evangelizar a los pobres, sobre todo, a los más abandonados. Es una formulación no excluyente. No excluye a los pobres del campo e incluye a los pobres en donde se encuentren. En este sentido, la formu­lación es positiva. Podría ser negativa si la ampliación contribuye a no aclarar bien la imagen de la Congregación. Este posible efecto negativo queda conjura­do si se cumplen las otras disposiciones de las Constituciones, en especial, las indi­cadas en los art. 12 y 13 de las Constituciones.

26. La expresión sobre todo, los más abandonados adolece de cierta vaguedad y relativismo. Sin negar el valor objetivo que lleva consigo, parece más bien un criterio para el momento de hacer opciones o para tenerlo en cuenta como tendencia del comportamiento. La frase reproduce unas palabras de san Vicente: sta pequeña Compañía de la Misión, procura dedicarse con afecto a servir a los pobres, que son los preferidos de Dios; por eso tenemos motivos para esperar que, por amor hacia ellos, también nos amará Dios a nosotros. Así pues, hermanos míos…, busquemos, incluso, a los más pobres y abandonados; reconozcamos (Infante de Dios que son ellos nuestros señores y nuestros amos (XI, 273)

3º. Dadle vuelta a la medalla… (XI, 725).

27. Otra cuestión es la de las razones por las que san Vicente se consagró enteramente a los pobres y fundó la Congregación para evangelizar a los pobres. No fue únicamente el estado de pobreza padecida por el pobre, ni se descartó el sentido humano, el hacerlo por el pobre mismo. Existieron otras motivaciones que surgieron del alma, profundamente religiosa de san Vicente. San Vicente se consa­gró a ellos porque los pobres son los preferidos de Dios, se identifican con Cristo pobre, evangelizar a los pobres es continuar la misión de Cristo, es hacer creíble la Iglesia. La visión teológica del pobre da la verdadera dimensión de la visión social del mismo, de lo contrario, san Vicente no sería san Vicente. ¡Dios mío! Qué hermoso sería ver a los pobres, considerándolos en Dios y en el aprecio que les tuvo Jesucristo! Pero, si los miramos con los sentimientos de la carne y del espíritu mundano, nos parecerán despreciables. Pero dadle vuelta a la medalla…. Xi, 725).

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