Introducción
Me ha parecido oportuno centrar nuestro trabajo en torno a dos núcleos, que constituyen las dos partes de esta presentación:
- En el carisma vicenciano, ¿cuáles son las fuentes inspiradoras de la espiritualidad mariana?
- ¿Cómo dar forma hoy en las asociaciones laicales vicencianas a una espiritualidad mariana viva?
Previamente, plantearemos unas breves reflexiones sobre el concepto mismo de espiritualidad mariana.
Espiritualidad mariana
El P. Robert Maloney describe así la espiritualidad: Es, por un lado, el modo propio que tiene una persona de enraizarse en Dios; por otro, la manera peculiar de relacionarse con el mundo. Es la intuición que fundamenta la acción, una visión que genera energía y la orienta en una dirección determinada, haciendo que la persona se trascienda a sí misma. Para el cristiano, es un modo de ver a Cristo, de vivir en Él, modo que dirige las energías de la persona al servicio del Reino. Es una visión y una fuerza dinámica1 .
La espiritualidad dice relación a la vida según el Espíritu, al seguimiento de Cristo, a una nueva manera de ser y vivir en el Señor.
Hablar de espiritualidad mariana no equivale, pues, a repasar las prácticas de devoción a la Virgen María. Hablar de espiritualidad mariana es encontrar en María inspiración para el seguimiento de Cristo. Porque el cristianismo no consiste en fórmulas, ideología, conceptos, sino que es, ante todo, don, presencia, experiencia, vida. Y la figura de María resulta interpelación e inspiración para encarnar las actitudes y valores cristianos. María se nos propone como la más perfecta discípula de Cristo, como la primera cristiana, por sus actitudes, porque en las condiciones concretas de su vida se adhirió total y responsablemente a la voluntad de Dios, porque acogió la palabra y la puso en práctica; porque su acción estuvo animada por la caridad y por el espíritu de servicio, es decir, porque fue la primera y más perfecta discípula de Cristo, lo cual tiene un valor universal y permanente2 .
María es la perfecta encarnación de la espiritualidad cristiana3 , Maestra de la vida según el Espíritu, en feliz expresión de Pablo VI4 . En este sentido, la Iglesia la llama tipo del cristiano y tipo de la Iglesia. La madre de Dios es arquetipo de la Iglesia, como ya enseñaba san Ambrosio, en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo5 . María, aceptando la palabra divina, fue hecha Madre de Jesús, y abrazando la voluntad salvífica de Dios con generoso corazón y sin el impedimento de pecado alguno, se consagró totalmente a sí misma, cual esclava del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo al misterio de la Redención con Él y bajo Él, por la gracia de Dios omnipotente6 . María es la perfecta seguidora de Jesús desde el anuncio del ángel hasta el pie de la cruz. La unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte7 . María se dejó conducir sin reservas por el Espíritu; estaba llena del Espíritu Santo; su vida fue vida en el Espíritu8 .
En la Iglesia, la espiritualidad mariana ha florecido espontáneamente desde los primeros siglos. Los cristianos de los diversos tiempos han ido proponiendo formas, motivos y expresiones acordes con las peculiaridades de cada momento. María ha sido una gracia que ha alimentado de manera continua la vida espiritual de los fieles9 . Y esto ha ocurrido también en la Familia Vicenciana. Por ello resulta imprescindible acercarnos a las fuentes inspiradoras de la espiritualidad mariana en el carisma vicenciano y ver, en un segundo momento, cómo promover en las asociaciones vicencianas una espiritualidad mariana que resulte viva para el tiempo de hoy.
I. Las fuentes inspiradoras de la espiritualidad mariana en el carisma vicenciano
No será necesario extendernos en este momento sobre el contenido y alcance de la expresión carisma vicenciano10 . Pero permítanme recordarles tres precisiones útiles para nuestro trabajo.
a) Entendemos por carisma vicenciano el don del Espíritu suscitado por Dios en su Iglesia en las personas de Vicente de Paúl y de Luisa de Marillac; don del Espíritu compartido por sus seguidores y seguidoras que en las diversas instituciones y asociaciones surgidas bajo su inspiración, se esfuerzan por vivir, custodiar, profundizar y desarrollar constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne11 .
b) Aunque la palabra vicenciano procede etimológicamente del nombre propio Vicente (Vincentius), no podemos referir a la única personalidad de Vicente de Paúl la peculiaridad del carisma vicenciano. Éste no se entiende sin la original aportación de Luisa de Marillac. Cuanto más estudiamos la relación entre Vicente de Paúl y Luisa de Marillac, más difícil resulta atribuir a uno sólo las inspiraciones del que conocemos como carisma vicenciano.
c) La configuración del carisma vicenciano no corresponde en exclusiva a la época de los Fundadores. El carisma es una realidad dinámica, que va recreándose en cada época, que va profundizándose y enriqueciéndose permanentemente con la vitalidad de las respuestas de cada una de las personas, comunidades y asociaciones en fidelidad al Espíritu.
Formuladas estas precisiones, centrémonos en nuestro asunto. En el carisma vicenciano, ¿cuáles son las fuentes inspiradoras de la espiritualidad mariana?
Me referiré concretamente a cuatro: 1. La vida de María, tal como el Evangelio nos la da a conocer; 2. La fe de la Iglesia, que nos muestra en María a su miembro más eminente; 3. La experiencia de Vicente de Paúl y de Luisa de Marillac; 4. La experiencia de la FV a partir de las manifestaciones a Catalina Labouré. Aunque pertenecientes a órdenes diversos, me parece que en estas fuentes bebe la espiritualidad mariana de la FV.
1. La vida de María
En la época de San Vicente y de Santa Luisa, en los días de la manifestación a Santa Catalina Labouré, al igual que en nuestros días, la auténtica espiritualidad mariana ha de nutrirse del encuentro personal y sincero con María, a partir del contacto permanente con el Evangelio: Deseamos subrayar que nuestra época, como las precedentes, está llamada a verificar su propio conocimiento de la realidad con la Palabra de Dios y a confrontar sus concepciones antropológicas y los problemas que derivan de ellas con la figura de la Virgen, tal cual nos la presenta el Evangelio12 .
Cuantitativamente hablando, los textos del Nuevo Testamento sobre María son muy sobrios. En las Cartas sólo encontramos un pasaje (Gal. 4, 4). Una referencia también encontramos en los Hechos de los Apóstoles (1, 14). Dos alusiones en el evangelio de Marcos (3, 31-35; 6, 3). Dos escenas en el evangelio de Juan (2, 1-12; 19, 26-27). Los detalles más abundantes están recogidos en los evangelios de la infancia (Mt. 1-2; Lc. 1-2).
El kerigma primitivo se centra en el acontecimiento central de la muerte y resurrección de Jesucristo, sin que aparezca una referencia directa a María. Pero el conjunto del Nuevo Testamento reconoce la función de María como madre y modelo en la historia de la salvación, digna de ser alabada y acogida.
a) María en la historia de la salvación
El papel de María en la historia de la salvación puede ser presentado a través de dos expresiones que encontramos en el evangelio de Lucas:
- Esclava del Señor (Lc. 1, 38). María es instrumento elegido por Dios para el cumplimiento de sus designios, manteniéndose fiel a su misión de manera incondicional;
- Bendita entre las mujeres (Lc. 1, 42). María no es sin más preferida entre sus contemporáneas. La bendición indica la participación en los bienes mesiánicos y una aportación a la salvación. Esto no puede reducirse a un mero dar a luz el fruto de sus entrañas, sino que, a la luz de los episodios veterotestamentarios donde se habla de acciones liberadoras, implica todas las consecuencias que lleva consigo ser la madre del mesías liberador13 .
La misión de María en la historia de la salvación puede profundizarse también a partir de la profecía de Simeón (Lc. 2, 35), de la escena del encuentro con Jesús en el templo (Lc. 2, 48), o de los dos episodios del evangelio de Juan en relación con la «hora» (Jn. 2, 1-12 y Jn. 19, 26-27).
b) Modelo para el pueblo de Dios
Durante la vida pública de Jesús, los evangelios nos presentan a María como la madre que se hace discípula (Lc. 8, 19-20; 11, 28).
Son, sobre todo, los evangelistas Lucas y Juan quienes nos presentan los rasgos de la personalidad de María como perfecta cristiana y modelo para todo el pueblo de Dios, para la Iglesia. Todas las dimensiones espirituales características de la línea mística de los pobres de Yahvé en el Antiguo Testamento, y que serán canonizadas por las bienaventuranzas evangélicas, convergen en María y componen su retrato espiritual: pobreza (Lc. 1, 48), servicio (Lc. 1, 38. 48; Jn. 2, 5), temor de Dios (Lc. 1, 29. 50), conciencia de su propia fragilidad (Lc. 1, 52), sentido de justicia (Lc. 1, 53), solidaridad con el pueblo de Dios (Lc. 1, 52-55), alegría (Lc. 1, 28. 47), apertura y disponibilidad al plan divino (Lc. 1, 38. 51), confianza en la realización de las promesas de Dios fiel y misericordioso (Lc. 2, 19. 51) demuestran la profunda religiosidad de María en sintonía con la piedad bíblica veterotestamentaria. El Magníficat es el canto de los pobres, reunidos de todos los puntos de la historia bíblica, de todo el verdadero y espiritual Israel, heredero de las bendiciones mesiánicas; presenta a María como la hija de Sión, el resto de la comunidad de Israel que ha llegado a la perfección, dispuesto a acoger la alegría mesiánica y a realizar la presencia salvífica de Dios en la humanidad14 .
c) Digna de ser alabada
El evangelio de Lucas invita a los cristianos a alabar a María: Desde ahora me felicitarán todas las generaciones (Lc. 1, 48); a unirse a Isabel para llamarla bendita (Lc. 1, 42), reconociendo en ella la acción de Dios que la ha elegido para participar tan decisivamente en su plan de salvación.
d) La acogida de su maternidad
El evangelio de Juan invita a los seguidores de Jesús a acoger a María como Madre: Desde aquel día el discípulo la recibió en su casa (Jn. 19, 27). Para el discípulo de Jesús, entre sus bienes, entre las cosas propias que le vienen del hecho de estar en comunión con Cristo, está el acoger en la fe a la Madre15 .
Como vemos, el Nuevo Testamento nos proporciona los elementos esenciales donde beber para configurar la espiritualidad mariana. La lectura de las sagradas Escrituras, hecha bajo el influjo del Espíritu Santo y teniendo presentes las adquisiciones de las ciencias humanas y las variadas situaciones del mundo contemporáneo, llevará a descubrir cómo María puede ser tomada como espejo de las esperanzas de los hombres de nuestro tiempo16 .
2. La fe de la Iglesia
La Iglesia es el sacramento de Cristo y de su seguimiento. Es el lugar más auténtico y primordial del encuentro con el Padre. La Iglesia es la patria, el lugar privilegiado donde está y actúa el Espíritu Santo17 .
En todas las épocas de la historia resurge la tentación de un cristianismo y de una espiritualidad sin la Iglesia y lo que ella nos ofrece como experiencia. Sin embargo, es el criterio de la comunidad eclesial el que confronta nuestra personal experiencia cristiana con el evangelio y con la práctica de Jesús, de manera que no resulte sectaria y subjetiva. Es también la comunidad eclesial la que pone a nuestro alcance la gran tradición espiritual del cristianismo y nos propone testigos vivos del seguimiento de Jesús, suscitados por el Espíritu Santo. Y es en la celebración común de la fe, en la profundización de la Palabra de Dios, en la respuesta compartida de los compromisos cristianos, como la comunidad eclesial va guiando a sus miembros, en ayuda recíproca, a vivir desde Dios.
El Concilio Vaticano II dedicó el capítulo VIII de la Constitución Lumen Gentium a María: La Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia. «Como es fruto de dos tendencias, la presentación que hace de la Virgen es bella, positiva, equilibrada, bíblica, ecuménica y eclesial. Verdaderamente es difícil escribir con mayor fundamento escriturístico, con más solidez teológica y con una más devota unión que como se redactó este capítulo. En él se pone de relieve el papel incomparable de María en la historia de la salvación, pero siempre con relación a Cristo y a la Iglesia»18 .
Pablo VI publica en 1974 la Exhortación Apostólica Marialis Cultus. Actualiza la doctrina del Vaticano II sobre la Virgen, clarifica la relación esencial de la Virgen con el Salvador y marca las líneas de la espiritualidad y culto marianos, proponiendo a María como modelo: la Virgen oyente, la Virgen orante, la Virgen Madre, la Virgen oferente.
Juan Pablo II publica en 1987 la encíclica Redemptoris Mater para promover una nueva y profunda lectura de cuanto el Concilio ha dicho sobre la Virgen María, madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia, con una doble intención: presentar una doctrina de fe sobre María y fomentar una adecuada espiritualidad mariana19 .
Una auténtica espiritualidad mariana no puede dejar de beber en la fuente que es la fe de la Iglesia, constantemente repensada y reformulada en los documentos de su magisterio. No es posible construir una espiritualidad mariana auténtica al margen o fuera y mucho menos en contra del sentir de la Iglesia.
3. La experiencia de Vicente de Paúl y de Luisa de Marillac
Para quienes integramos la FV, la experiencia de Vicente de Paúl y de Luisa de Marillac es referencia permanente; nos toca vivir, custodiar, profundizar y desarrollar constantemente el carisma vicenciano.20 Acerquémonos a su experiencia; experiencia que ha de inspirar nuestra espiritualidad mariana.
3.1. La experiencia de Vicente de Paúl
A. Dodin escribió con grafismo para presentar la mariología de San Vicente: parece el pariente pobre de la familia21 .
La época de San Vicente se caracteriza, entre otras cosas, por la reacción de los católicos ante los reformados22 . Por ello, se multiplican las manifestaciones, muchas veces exageradas, de devoción a la Virgen María. Luis XIII consagró el Reino de Francia a la Virgen en 1638; Ana de Austria confió al hermano Fiacro el cumplimiento de diversos encargos de piedad como peregrinaciones a centros marianos, obsequios, etc. También los teólogos y los maestros de vida espiritual desarrollan abundantes tratados que promueven la devoción a la Virgen y el reconocimiento de sus privilegios. Y, a nivel popular, son muy abundantes las cofradías, sobre todo la del Rosario, las peregrinaciones a los centros de devoción, la multiplicación de las prácticas piadosas.
En este contexto, llama la atención la sobriedad del pensamiento y de las manifestaciones de Vicente de Paúl en relación con la Virgen María. En las más de 8.000 páginas que ocupan sus cartas y conferencias, apenas encontramos doscientas referencias a la Virgen. Vicente de Paúl habla de la Virgen solamente de paso, en términos clásicos y en un tono moderado.23
Vicente de Paúl, en 1600, celebra la primera misa en Nuestra Señora de Remouille. Atribuye a la Virgen María su liberación de la esclavitud24 . En 1623 peregrina con sus familiares a Nuestra Señora de Buglose. En 1639 peregrina a Chârtres. Habitualmente se despide en sus cartas en el amor de nuestro Señor y de su santa Madre25 .
Ya desde la fundación de la primera Cofradía de la Caridad en Châtillon-les-Dombes en 1617, propone a María como patrona: Y como invocando y erigiendo en patrona a la Madre de Dios en asuntos importantes, no puede menor de ir todo bien y redundar en gloria del buen Jesús, su Hijo, dichas señoras la toman por patrona y protectora de la obra, e imploran de ella con toda humildad que vele especialmente por ellas. Similares referencias encontramos en los reglamentos de las Cofradías que se irán estableciendo después26 .
Accede a consagrar la Compañía de las Hijas de la Caridad a la Virgen María, que será Madre de la Compañía. Les exhorta a que lleven y reciten el rosario y el Ángelus27 . Recomienda a los misioneros una devoción especial a la Virgen Santa: un culto especial a la Santísima Virgen María. Nos esforzaremos en hacerlo a la perfección con la ayuda de Dios: 1º dando honor cada día con devoción singular a esta nobilísima madre de Cristo y madre nuestra; 2º imitando sus virtudes en la medida de nuestras fuerzas, sobre todo la humildad y la castidad; 3º amando con celo a los demás, siempre que se ofrezca ocasión, a que también la honren constantemente en gran manera y la sirvan con dignidad28 .
Pero Vicente de Paúl desaconseja la sensiblería y los excesos en las manifestaciones de amor a la Virgen María. Escribe al P. Lambert: Desentiéndase cuanto antes de esa joven y aconséjela que no se entretenga en todas esas visiones que tiene… Ni nuestro Señor ni la santísima Virgen tenían esas visiones y se ajustaban a la vida ordinaria29 .
Vicente de Paúl propone a María como modelo: Os tiene que servir el ejemplo de la santísima Virgen30 , porque la santísima Virgen, mejor que ninguna otra persona, penetró en el sentido de las máximas evangélicas y las practicó31 . En sus conferencias y en su correspondencia van apareciendo cualidades diversas de María a imitar: obediencia a la voluntad de Dios, modestia, discreción, limpia de pecado, humilde, perfecta, pobre, llena de gracia, perseverante, virgen, sierva del Señor…32
Vicente de Paúl fija su atención en tres acontecimientos, tres misterios, de la vida de María: la Inmaculada Concepción, la Anunciación, la Visitación. Estos tres misterios constituyen el punto de apoyo, la letra y el espíritu de los pasos fundamentales de su avance hacia Cristo y su vida con Dios33 . La contemplación que Vicente de Paúl hace de María se sitúa en el centro mismo de su universo espiritual: darse a Dios para servirlo en los pobres.
a) La Inmaculada Concepción
San Vicente ve en el misterio de la Inmaculada Concepción a la Virgen humilde y casta, vacía de sí misma, para poder acoger a Dios y dejarse llenar por Él. Actitudes fundamentales para quienes queremos vaciarnos de nosotros mismos y revestirnos del espíritu de Cristo: (Dios) previó, pues, que como era preciso que su Hijo tomara carne humana de una mujer, era conveniente que le tomase de una mujer digna de recibirle, una mujer que estuviera llena de gracia, vacía de pecado, enriquecida de piedad y alejada de todos los malos afectos. Presentó ya entonces ante su vista a todas las mujeres que habría en el mundo y no encontró a ninguna tan digna de esta gran obra como la purísima e inmaculada virgen María. Por eso se propuso desde toda la eternidad disponerle esta morada, adornarla de los más admirables y dignos bienes que puede recibir una criatura, a fin de que fuera un templo digno de la divinidad, un palacio digno de su Hijo. Si la previsión eterna puso ya entonces sus ojos para descubrir este receptáculo de su Hijo y, después de descubrirlo, lo adornó de todas las gracias que pueden embellecer a una criatura, como él mismo lo declaró por boca del ángel que le envió como embajador, ¡con cuánta mayor razón hemos de prever nosotros el día y la disposición requerida para recibirle!34
Acoger a Dios, llenarse de Dios, revestirse de Cristo, vacío de sí mismo, como la Inmaculada, tal es el primer acontecimiento que Vicente de Paúl destaca en la Virgen María.
b) La Anunciación
La humildad prepara y sostiene la ofrenda a Dios. Conocer a Dios y reconocerle como único Señor, saberse pequeño ante Él, darse a Él para servir al prójimo, para hacer su obra, es el segundo movimiento que Vicente descubre en María, en su Anunciación: Hay que reconocer la esencia y la existencia de Dios y tener algún conocimiento de sus perfecciones antes de ofrecerle un sacrificio, esto es natural porque ¿a quién ofrecéis vuestros presentes?, a los grandes, a los príncipes y a los reyes; a ésos es a quienes rendís vuestro homenaje. Tan cierto es esto que Dios observó este mismo orden en la encarnación. Cuando el ángel fue a saludar a la santísima Virgen, empezó por reconocer que estaba llena de las gracias del cielo: Ave, gratia plena: Señora, estás llena y colmada de los favores de Dios; Ave, gratia plena. Así lo reconoce y la alaba como llena de gracia. ¿Y qué hace luego? Aquel hermoso regalo de la segunda persona de la santísima Trinidad; el Espíritu Santo, reuniendo la sangre más pura de la santísima Virgen, formó con ella un cuerpo, luego creó Dios un alma para informar aquel cuerpo y a continuación el Verbo se unió a aquella alma y a aquel cuerpo por una unión admirable, y de esta forma el Espíritu Santo realizó el misterio inefable de la encarnación. La alabanza precedió al sacrificio35 .
Como María en la Anunciación, hemos de darnos a Dios para realizar su obra. Así pues, se dice que hay que buscar el reino de Dios. Eso de buscarlo no es más que una palabra, pero me parece que dice muchas cosas; quiere decir que hemos de obrar de tal forma que aspiremos siempre a lo que se nos recomienda, que trabajemos incesantemente por el reino de Dios, sin quedarnos en una situación cómoda y parados… Buscad, buscad, esto dice preocupación, esto dice acción36 .
c) La Visitación
Vacíos de nosotros mismos y entregados a Dios, nuestra vida está al servicio de los pobres: os habéis dado a Dios para el servicio de los pobres. San Vicente descubre en la Visitación de María a su prima Isabel este tercer movimiento del camino espiritual. Y propone la prontitud de María en la Visitación como modelo para el servicio de los pobres: Honrarán la visita de la santísima Virgen cuando fue a visitar a su prima con prontitud y alegría37 . Y así deducirá las aplicaciones concretas para la vida de la Hija de la Caridad: La Compañía de las Hijas de la Caridad se ha fundado para amar a Dios, servirlo y honrar a nuestro Señor, su dueño, y a la santísima Virgen. Y ¿cómo lo honraréis vosotras? Vuestra Regla lo indica haciéndoos conocer el plan de Dios en vuestra fundación: para servir a los pobres enfermos, corporalmente, administrándoles todo lo que les es necesario; y espiritualmente, procurando que vivan y mueran en buen estado38 .
Vayamos por donde vayamos, el señor Vicente nos conduce indefectiblemente a los pobres. Como María, nuestra vida es donación a Dios para servirlo en los pobres.
3.2. La experiencia de Luisa de Marillac
A diferencia de lo que ocurre con San Vicente, la presencia de María en la correspondencia y escritos de Santa Luisa es rica, abundante y, en ocasiones, hasta sistematizada.
3.2.1. La gran dignidad de María
Conservamos varios Escritos de Santa Luisa en los que ha recogido los resultados de sus meditaciones y reflexiones sobre la gran dignidad de la Virgen María. Presenta a María como:
a) Colaboradora de Dios en la encarnación: «El Hijo de Dios tomó un cuerpo humano en el vientre de la Santísima Virgen»39 ;
b) Muy unida a Cristo Jesús, que vive en ella: «un amor más grande a su Hijo y una unión más fuerte con su divinidad humanizada»40 ;
c) Partícipe del misterio de Dios en Cristo41 ;
d) Colmada de toda gracia42 ;
e) Madre de misericordia43 ;
f) Madre de gracia44 ;
g) Colaboradora, junto a la cruz, en la redención.45
3.2.2. La Virgen María, concebida sin pecado, Inmaculada
Conservamos una reflexión de Santa Luisa centrada en el misterio de la Concepción Inmaculada de la Virgen46 . Se trata de una reflexión muy pensada y sistematizada. Santa Luisa ha querido recoger y estructurar sus pensamientos sobre la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Y nos asegura, desde el comienzo, que se propone escribirlos «por completo». Cuando Santa Luisa escribe este texto, todavía no ha proclamado la Iglesia el Dogma de la Inmaculada Concepción (lo hará el 8 de diciembre de 1854), pero ya se celebra esta fiesta que goza de gran arraigo popular. El texto de Santa Luisa recoge, a la perfección lo que la Iglesia enseñará después unánimemente sobre la Inmaculada Concepción:
- La Inmaculada Concepción se entiende a partir del Plan Salvador de Dios, de su Designio de Amor;
- Por el hecho de haber sido concebida sin pecado, María no ha dejado de pertenecer a la descendencia de Adán, pero sí ha sido preparada para ser digna morada del Hijo de Dios;
- María, concebida sin pecado, responde con una vida santa a la elección de Dios y, siendo la llena de gracia, va creciendo en gracia;
- Por haber sido concebida sin pecado, María se ve libre de la concupiscencia, que inclina al pecado;
- Nosotros, pecadores, hemos de imitar la vida de María, honrarla por su gran dignidad y acudir a su intercesión, pues nadie como Ella está tan unida a Cristo.
Vale la pena leer despacio el texto de Santa Luisa y descubrir la seriedad de su planteamiento y la riqueza de sus intuiciones, que pueden resultar muy sugerentes para la espiritualidad mariana en el carisma vicenciano.
3.2.3. María, ideal de vida
Santa Luisa de Marillac descubre y propone a la Virgen María como ideal de vida:
a) Modelo de todos los estados de vida47 ;
b) Modelo de cumplimiento de la voluntad de Dios48 ;
c) Modelo de pobreza49 ;
d) Modelo de pureza50 .
3.2.4. La devoción a la Virgen María
a) En qué consiste la devoción a la Virgen María:
Conservamos un escrito de Santa Luisa que sintetiza admirablemente en qué debe consistir la devoción a la Virgen María51 . Es todo un tratado sistemático que puede darnos mucha luz hoy:
– Todos los cristianos han de profesar un gran amor a la Virgen María;
– Hemos de celebrar, con la liturgia de la Iglesia, las fiestas en su honor;
– Imitar su vida, sus virtudes;
– Escoger «algunas pequeñas prácticas» de devoción.
b) Las «pequeñas prácticas» de devoción de Santa Luisa en honor de la Virgen
Además de sus reflexiones y meditaciones sobre la Santísima Virgen, conservamos también, en la correspondencia y en los Escritos de Santa Luisa, indicios claros de sus pequeñas prácticas de devoción en honor de la Virgen María. Recordaremos las más importantes:
1. Santa Luisa escribió una oración de Ofrenda a la Virgen, poniéndose ella misma y su hijo bajo la protección de María, tras la muerte de su esposo, el señor Antonio Le Gras.52
2. En su Reglamento de vida en el mundo, enumera Santa Luisa varias prácticas de devoción en honor de la Virgen María:
- El Oficio de Nuestra Señora;
- Medio cuarto de hora de oración, a mediodía, para honrar el instante de la Encarnación del Verbo en el seno sagrado de la Santísima Virgen;
- Todos los días la tercera parte del Rosario, meditando uno de los misterios;
- Renovación de los votos y buenas resoluciones los primeros sábados de mes, precisamente en sábado, «como testimonio de haber tomado a la Santísima Virgen por mi Protectora»;
- Rezar el Ave en honor de la Santísima Virgen;
- Ayunar todas las vísperas de las fiestas de la virgen.53
3. En el catecismo compuesto por Santa Luisa explica y recomienda el Avemaría y el Rosario.54
4. En carta al abad de Vaux, da su opinión sobre cómo puede rezar una hermana el Rosario: Le diré, pues, señor, respecto a la devoción de Sor Magdalena que me parece podría fácilmente rezar cada día dos misterios del rosario, lo que al cabo de la semana supondría los quince misterios, si el sábado rezase tres.55
5. Santa Luisa prepara y regala cuadros de la Virgen, como expresión de su amor a la Virgen y de su deseo de que siempre sea convenientemente honrada.56
6. Santa Luisa compuso un pequeño rosario. Escribe así a San Vicente: El rosarito es la devoción para la que le pedí permiso a su caridad hace tres años y que practico en particular; tengo guardados en un cofrecito muchos de estos rosarios con un papel en el que están escritos los pensamientos sobre el tema, para dejarlos a nuestras Hermanas después de mi muerte, si su caridad lo permite; ninguna sabe nada de esto. Es para honrar la vida oculta de Nuestro Señor en su estado de encerramiento en las entrañas de la Santísima Virgen, y para felicitarla a ella por su dicha durante aquellos nueve meses; las tres cuentas pequeñas son para saludarla con sus hermosos títulos de Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo. Esto es lo principal de esta devoción. Por la gracia de Dios y a pesar de lo indigna que soy, no la he interrumpido desde el tiempo que le señalo y estoy dispuesta a dejarla, con la ayuda de la gracia de Dios, si su caridad me lo ordena. Mi intención al hacer este breve ejercicio es pedir a Dios por la Encarnación de su Hijo y las súplicas de la Santísima Virgen, la pureza necesaria a la Compañía de las Hermanas de la Caridad y la solidez de esta Compañía, según su divino agrado.57
Seguramente San Vicente no autorizó esta «devoción». A ella parece referirse también esta otra carta: Creo también un deber decir a su caridad que he tenido un poco de dolor, y lo sigo teniendo, en dejar esas sencillas oraciones, porque pensaba que la Santísima Virgen quería le rindiese ese insignificante deber de gratitud; y me consuelo con Ella presentándole lo que impide hacerlo, con el propósito de intentar agradarle de alguna otra forma, de servirla con más fervor… .58
Con todo, el propósito de esta devoción de Santa Luisa ha perdurado en la tradicional oración de las Hijas de la Caridad entre los misterios del Rosario: Santísima Virgen…
7. En el Reglamento para las Hermanas de los Hospitales, Santa Luisa menciona la práctica del Rosario.59
8. Santa Luisa, en sus oraciones, suele invocar la intercesión de la Santísima Virgen: por los méritos de la Santísima Virgen y el amor que le tienes.60
3.2.5. María, Única Madre de la Compañía
Santa Luisa de Marillac no conoció, con toda probabilidad, a su madre. Pero siempre se fijó en María como Única Madre. A la Santísima Virgen, Única Madre, confió Santa Luisa lo que más quería en este mundo: su hijo y la Compañía de las Hijas de la Caridad. Quiso que esta Compañía estuviera consagrada a María y la considerara siempre como su Única Madre.
Los textos que siguen recogen, sobre todo en la correspondencia cruzada con San Vicente, estos deseos y convicciones.
- Santa Luisa pide permiso a San Vicente para ir en peregrinación a Chartres: Le suplico humildemente me permita hacer el viaje a Chartres durante su ausencia, para encomendar a la Santísima Virgen todas nuestras necesidades y las proposiciones que le he hecho a usted. Ya es tiempo de pensar en mi y delante de Dios le aseguro que creo va en ello el interés de nuestra pequeña Compañía. 61
- Santa Luisa relata a San Vicente su peregrinación a Chartres: … El lunes (17 de octubre de 1644), día de la Dedicación de la Iglesia de Chartres, lo empleé en ofrecer a Dios los designios de su Providencia sobre la Compañía de las Hijas de la Caridad, ofreciéndole enteramente dicha Compañía y pidiéndole su destrucción antes de que pudiera establecerse en contra de su santa voluntad; pidiendo para ella por las súplicas de la Santísima Virgen, Madre y guardiana de dicha Compañía, la pureza de que tiene necesidad. Y viendo cumplidas en la Santísima Virgen las promesas de Dios a los hombres, y en la realización del Misterio de la Encarnación cumplido el voto de la Santísima Virgen, pedí para la Compañía esa fidelidad por los méritos de la Sangre del Hijo de Dios y de María y que Él mismo fuese el lazo fuerte y suave de los corazones de todas las Hermanas, para honrar la unión de las tres divinas Personas. Y por lo que a mí personalmente se refiere, puse entre las manos de la Santísima Virgen la resolución que haya de tomar… .62
- Santa Luisa pide a San Vicente la consagración de la Compañía a María y la elección de la Virgen como Única Madre: Mi muy Honorable Padre: No me he atrevido a manifestar a su caridad, en nombre de toda la Compañía de nuestras Hermanas, que nos consideraríamos muy dichosas de que nos pusiera mañana en el santo altar bajo la protección de la Santísima Virgen, ni a suplicarle que nos alcance la gracia de que podamos reconocerla siempre como nuestra única Madre, puesto que su Hijo no ha permitido hasta el presente que nadie usurpase ese nombre en acto público. Le pido esta aprobación por amor de Dios y la gracia de hacer por nosotras lo que tendríamos que hacer, y haremos, si su caridad lo aprueba y nos lo enseña. 63
- San Vicente de Paúl pronuncia, en la Conferencia del 8 de diciembre de 1658, esta oración: Puesto que esta Compañía de la Caridad se ha fundado bajo el estandarte de tu protección, si otras veces te hemos llamado Madre nuestra, ahora te suplicamos que aceptes el ofrecimiento que te hacemos de esta Compañía en general y de cada una de nosotras en particular. Y puesto que nos permites que te llamemos Madre nuestra y eres realmente la Madre de misericordia, de cuyo canal procede toda misericordia, y puesto que has obtenido de Dios, como es de creer, la fundación de esta Compañía, acepta tomarla bajo tu protección.64
- Santa Luisa se refiere, en varias ocasiones, a la Santísima Virgen como a la Única Madre: … Honrar más a la Santísima Virgen y renovarle nuestra dependencia, la de la Compañía en general, como sus más ruines hijas, pero mirándola también a ella como a nuestra muy digna y única Madre.65 … La Santísima Virgen, nuestra única y verdadera Madre.66 … Como verdadera Hija de la Caridad, tomará usted todos lo que le diga la que en la tierra le representa a su verdadera Madre del Cielo…67 .
6. En las últimas palabras de Santa Luisa de Marillac a las Hermanas, en su Testamento Espiritual, insiste: Pidan mucho a la Santísima Virgen que sea Ella su única Madre.68
Como hemos podido apreciar, en la experiencia de Santa Luisa la presencia de la Virgen María es abundante, serena, sólida. En la FV no podemos dejar de beber de esta fuente.
4. La experiencia de la Familia Vicenciana a partir de las manifestaciones a Catalina Labouré
Santa Catalina Labouré (1806-1876) y el mensaje de la Medalla de la Madre han ejercido una influencia decisiva en la vida de todos los grupos de la FV y, concretamente, en la orientación de su espiritualidad mariana. Baste recordar algunos datos:
Cuando tienen lugar las manifestaciones a Santa Catalina Labouré, la CM, así como la Compañía de las Hijas de la Caridad y las Cofradías de la Caridad están prácticamente dispersadas y desconfiguradas. La Medalla Milagrosa y su espiritualidad mariana resultan decisivas para comprender el renacer de estas más antiguas fundaciones vicencianas.
Juan Gabriel Perboyre (1802-1840) encontró fortaleza para dar testimonio de Cristo con su vida en la devoción a la Virgen María y difundió la Medalla Milagrosa en China, convencido como estaba de que el mundo entero está lleno de la misericordia de María. Y así tantos testigos de Cristo en la FV.
Varios de los grupos pertenecientes a la FV hunden sus raíces en estas manifestaciones de Santa Catalina Labouré: así la JMV, la AMM y los grupos que han surgido a partir de éstos.
Federico Ozanam (1813-1853) fallecía en la festividad de la natividad de Nuestra Señora, a quien había profesado una gran devoción durante toda su vida. Él mismo llevaba consigo la Medalla, se interesó en divulgar la conversión de Ratisbona a partir de la intercesión de la Virgen de la Medalla y estableció la fiesta de la Inmaculada Concepción como la fiesta de las Conferencias.
Podríamos decir que la historia de la FV no se puede comprender cabalmente sin esta referencia a la Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa.
Las Constituciones de las Hijas de la Caridad y de la CM, los Estatutos de JMV y de la AMM, así como la práctica de los demás grupos, están indicándonos el valor de fuente que la experiencia de Catalina Labouré y la Medalla Milagrosa tiene para la espiritualidad mariana de la FV.
II. Dar forma hoy en las asociaciones laicales vicencianas a una espiritualidad mariana viva
Después de haber considerado las fuentes en las que bebe la espiritualidad mariana de la FV, interesa que centremos nuestra atención en algunas propuestas que contribuyan a dar forma hoy a una espiritualidad mariana viva. Y pensamos concretamente en las asociaciones laicales vicencianas, dada la naturaleza de este Mes Vicenciano69 .
Hablamos de dar forma hoy a una espiritualidad mariana viva. ¿Acaso no es perenne la espiritualidad mariana? ¿No es Jesucristo el mismo ayer, hoy y siempre? (Heb. 13,8). ¿Cómo decimos, pues, dar forma hoy a una espiritualidad mariana viva? Ciertamente que Cristo es el mismo, pero no es la misma la persona humana que tiene que acogerlo en cada época histórica, ni son los mismos los planteamientos antropológicos y culturales en los que se inscribe su vida. De ahí que sea necesario volver en cada época a beber de las fuentes inspiradoras y actualizar sus expresiones. María ha alimentado en todas las épocas de la Iglesia la experiencia espiritual de los cristianos, pero su figura ha sido recreada de formas muy variadas a lo largo de la historia. Al comienzo del Tercer Milenio, ¿puede la FV, bebiendo en sus fuentes inspiradoras, dar forma a una espiritualidad mariana viva?
Permítanme sugerirles algunas propuestas:
1. Amar a María
Todas las almas verdaderamente cristianas han de profesar un gran amor a la Santísima Virgen y honrarla profundamente en su cualidad de Madre de Dios, así como por las virtudes que Dios le ha otorgado con este fin. Estas palabras, que fueron escritas por Santa Luisa de Marillac, nos ofrecen la primera propuesta para una espiritualidad mariana viva. Como han expresado las Constituciones de las Hijas de la Caridad, quien quiere seguir a Jesucristo, encuentra a la que lo recibió del Padre, María, la primera cristiana70 .
A lo largo de su historia, y en cada una de sus instituciones y grupos, la FV ha otorgado un lugar destacado a la Virgen María. María es reconocida e invocada como Madre por la FV. Todo cristiano, y concretamente cada uno de nosotros, miembros de la FV, está invitado a acoger a María entre sus cosas más queridas y preciosas71 . En las asociaciones vicencianas hemos de promover, pues, un verdadero amor a María. Sin descuidar la pertinente observación de S. De Fiores: «lo que el cristiano de hoy desea es un encuentro auténtico y personal con María, libre de hipotecas y de visiones caducas, basado en el contacto asiduo con el evangelio y expresado en un diálogo con ella totalmente renovado»72 .
Esta es la primera propuesta: que en todas nuestras asociaciones cultivemos un auténtico amor a María.
2. Vivir como María
Nuevamente es Santa Luisa la que nos guía para formular nuestra segunda propuesta: Al ejecutar nuestras acciones, pongamos los ojos en las de la Santísima Virgen y pensemos que el mayor honor que podemos tributarle es imitar sus virtudes.
Con toda claridad lo recordaba el Concilio Vaticano II: La verdadera devoción no consiste ni en un afecto estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe verdadera, por la que somos conducidos a conocer la excelencia de la madre de Dios y excitados a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes.73
El gran cambio de rumbo producido a partir del Concilio Vaticano II en la espiritualidad mariana ha consistido en proponer a María como aquella a la que debemos imitar mucho más que aquella a la que debemos rezar. «María es exaltada menos en sus privilegios y más en sus funciones; menos en su realeza y más en su ejemplaridad»74 .
Vicente de Paúl y Luisa de Marillac son muy claros al proponernos a María como ideal de vida, como modelo. También la Medalla Milagrosa es un compendio de la vida de María y un apoyo para la vida cristiana.
Bebiendo de las fuentes inspiradoras de la espiritualidad mariana en el carisma vicenciano, nuestras asociaciones vicencianas podrían esforzarse por dar forma en la propia vida a los siguientes rasgos del cristiano y de María:
a) Llamados y elegidos
Vicente de Paúl y Luisa de Marillac afirmaron sin reservas la Inmaculada Concepción de María. También las manifestaciones de Sor Catalina Labouré y la Medalla Milagrosa proclaman inequívocamente este mismo misterio: Si la Virgen es llamada también ‘bendita entre las mujeres’, esto se explica por aquella bendición de la que Dios Padre nos ha colmado en los cielos, en Cristo… Es una bendición derramada por obra de Jesucristo en la historia del hombre desde el comienzo hasta el final: a todos los hombres. Sin embargo, esta bendición se refiere a María de modo especial y excepcional… En el misterio de Cristo, María está presente ya antes de la creación del mundo como aquella que el Padre ha elegido como Madre de su Hijo en la encarnación, y junto con el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de su santidad.75
Como María, desde el día del bautismo, cada uno de los cristianos estamos llamados a honrar en nosotros mismos el estado de gracia, la amistad con Dios, la comunión con él, la inhabitación del Espíritu76 , siendo santos e irreprochables en el amor.
Solían repetir Vicente de Paúl y Luisa de Marillac: llamados por todo un Dios… ¡oh, qué grande es esto!77
Desde el reconocimiento de la grandeza de la elección, hecha de cada uno de nosotros por Dios el día de nuestro bautismo78 , brotará la generosidad de nuestra respuesta y la urgencia de la diaria superación.
b) Atentos y disponibles a la voluntad del Padre
María es introducida definitivamente en el misterio de Cristo a través del acontecimiento de la anunciación: La que en la anunciación se definió como esclava del Señor fue durante toda su vida terrena fiel a lo que este nombre expresa, confirmando así que era una verdadera discípula de Cristo, el cual subraya intensamente el carácter de servicio de su propia misión: el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mt 23, 1-2). Por esto María ha sido la primera entre aquellos que, sirviendo a Cristo también en los demás, conducen en humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar, y ha conseguido plenamente aquel estado de libertad real, propio de los discípulos de Cristo: ¡Servir quiere decir reinar!79
El acontecimiento de la Anunciación ha inspirado a los miembros de la FV desde los días de Vicente de Paúl y Luisa de Marillac. La vida de Catalina Labouré es la historia de una fidelidad a la voluntad de Dios tejida de trabajo, sencillez, humildad, caridad y silencio. La Medalla Milagrosa ha contribuido a escribir páginas heroicas de fidelidad a Dios, de autenticidad cristiana, de conversión. Como María, los miembros de la FV hemos de saber vivir abiertos a la fuerza transformadora del Espíritu, para que sepamos entregarnos sin reservas al cumplimiento de la voluntad de Dios, siempre atentos y disponibles.
c) Para que Cristo se forme en nosotros
«La existencia entera de María es una plena comunión con su Hijo… Fue la fiel acompañante del Señor en todos sus caminos. La maternidad divina la llevó a una entrega total. Fue un don generoso, lúcido y permanente. Anudó una historia de amor a Cristo íntima y santa, única, que culmina en la gloria».80 De esta unidad de la Madre con Cristo es expresión plástica la Medalla Milagrosa, sobre todo en la unión de los dos corazones y la letra M entrelazada con la Cruz, que figuran en su reverso. Identificarnos con Jesucristo, revestirnos del espíritu de Jesucristo, para continuar su misión, pertenece al corazón mismo del carisma vicenciano. En este proceso, los miembros de la FV no podemos dejar de mirar a María, cuya existencia entera es plena comunión con Cristo.81
d) Para llevar el Evangelio de la caridad a los pobres
María, la mejor discípula de Cristo, la que ha vivido la mayor identificación con Cristo, es también la colaboradora más estrecha en su obra: Ella fue algo del todo distinto de una mujer pasivamente remisa o de religiosidad alienante. No es sólo el fruto admirable de la redención; es también la cooperadora activa.82
Pablo VI describía la evangelización como un verdadero alumbramiento: La Iglesia, con la Evangelización, engendra nuevos hijos. Ese proceso que consiste en transformar desde dentro, en renovar a la misma humanidad, es un verdadero volver a nacer.83 El mismo Pablo VI señalaba la amplitud del servicio de María y apuntaba la variedad de situaciones en las que el seguidor de Cristo debe hacer presente la fuerza del Evangelio: Ella es una mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio (Mt. 2, 13-23): situaciones éstas que no pueden escapar a la atención de quien quiere secundar con espíritu evangélico las energías liberadoras del hombre y de la sociedad.84
La evangelización y el servicio de los pobres constituyen la razón de ser de todas las instituciones y asociaciones de la FV. San Vicente de Paúl propone en numerosas ocasiones la prontitud de María en la Visitación como modelo para el servicio de los pobres: Honrarán la visita de la santísima Virgen cuando fue a visitar a su prima con prontitud y alegría.85 Las manos abiertas de la Virgen Milagrosa y su manto que cubre la tierra y abraza a los pobres; la Visita de María a Isabel y la espiritualidad del Magníficat; la solicitud de la Madre que coopera a la generación y educación de los hermanos y hermanas de su Hijo.86 … ¡Cuántas referencias marianas que han de seguir inspirando el servicio evangelizador y la nueva imaginación de la caridad de la FV frente a la pobreza de mil rostros!
Hemos hablado al comienzo de este trabajo que hablar de espiritualidad mariana es encontrar en María inspiración en el seguimiento de Cristo. Y esta es nuestra segunda propuesta para una espiritualidad mariana viva hoy: vivir como María:
- Llamados y elegidos;
- Atentos y disponibles a la voluntad de Dios;
- Para que Cristo se forme en nosotros;
- Para llevar el Evangelio de la caridad a los pobres.
3. Celebrar el misterio de Cristo con María
Al formular nuestra tercera propuesta para una espiritualidad mariana viva hoy en las asociaciones vicencianas, recurrimos de nuevo a la recomendación de Santa Luisa: Bueno será tributar a María todos los días algún honor; y el mayor que podemos ofrecerle es el de unir nuestro espíritu a la intención de la Santa Iglesia en las preces con que en cada tiempo (litúrgico) la saluda.
Los documentos de la Iglesia, a partir del Concilio Vaticano II, nos señalan el camino con claridad:
- «La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza»87 ;
- «En la celebración del círculo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de su Hijo»88 ;
- «Cristo es el único camino al Padre. Cristo es el modelo supremo al que el discípulo debe conformar la propia conducta, hasta lograr tener sus mismos sentimientos, vivir de su vida y poseer su Espíritu: esto es lo que la Iglesia ha enseñado en todo tiempo y nada en la acción pastoral debe oscurecer esta doctrina. Pero la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo y amaestrada por una experiencia secular, reconoce que también la piedad a la Santísima Virgen, de modo subordinado a la piedad hacia el Salvador y en conexión con ella, tiene una gran eficacia pastoral y constituye una fuerza renovadora de la vida cristiana»89 ;
- «María, que por la gracia de Dios, después de su Hijo, fue exaltada por sobre todos los ángeles y los hombres, en cuanto que es la Santísima Madre de Dios, que intervino en los misterios de Cristo, con razón es honrada con especial culto por la Iglesia… Las diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios que la Iglesia ha venido aprobando hacen que, al ser honrada la Madre, el Hijo, por razón del cual son todas las cosas y en el que plugo al Padre eterno que habitase toda plenitud, sea mejor conocido, amado, glorificado, y que, a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos «90 ;
- La Iglesia se siente invitada a inspirarse en María «como ejemplo de la actitud espiritual con que la Iglesia celebra y vive los divinos misterios»91 ;
- «La Iglesia, cuando considera la larga historia de la piedad mariana, se alegra comprobando la continuidad del hecho cultual, pero no se vincula a los esquemas representativos de las varias épocas culturales ni a las particulares concepciones antropológicas subyacentes, y comprende cómo algunas expresiones de culto, perfectamente válidas en sí mismas, son menos aptas para hombres pertenecientes a épocas y civilizaciones distintas».92
A la luz de estos principios, las diversas asociaciones de la FV hemos de aprender a celebrar el misterio de Cristo, a lo largo del año litúrgico, con María. La fidelidad a estos principios requerirá, en ocasiones, que revisemos y actualicemos nuestras formas de piedad y devoción a la Virgen María. Teniendo en cuenta estos criterios, deberemos cuidar los detalles de las manifestaciones de nuestra devoción a la Virgen María. Porque las manifestaciones de nuestra devoción a la Virgen María no pueden ir por un camino distinto al de nuestra espiritualidad vicenciana.
Conclusión
En la Palabra de Dios, en la vida de la comunidad eclesial y en nuestra tradición espiritual propia, encontramos las fuentes inspiradoras para la espiritualidad mariana en el carisma vicenciano. La vida en seguimiento de Cristo según el carisma vicenciano encuentra en esta espiritualidad mariana inspiración hoy.
- R. MALONEY. El camino de Vicente de Paúl. Una espiritualidad para estos tiempos al servicio de los pobres. Salamanca, Ceme, 1993, p. 15.
- Marialis Cultus, 35.
- S. GALILEA. El camino de la espiritualidad. Bogotá, Ediciones Paulinas, 1982, p. 104.
- Marialis Cultus, 21.
- Lumen Gentium, 63.
- Ibid., 56.
- Ibid., 57.
- Es de destacar la vinculación de María con la vida espiritual. Si la vida cristiana es apertura al reino de Dios, María es la virgen pobre que se abre a él totalmente y de manera ejemplar. Si es vida en Cristo, María es la creyente que participa en la obra salvadora del Señor en un camino de fidelidad, de escucha y de perseverancia. Si es vida en el Espíritu, María es la primera criatura sobre la que se derrama el Espíritu de Dios para hacerla actuar con un corazón nuevo e impulsarla al testimonio de Cristo y a la alabanza por las intervenciones de Dios en la historia. S. DE FIORES. Nuevo diccionario de espiritualidad (S. DE FIORES, T. GOFFI, A. GUERRA, dir.). Madrid, Ediciones Paulinas, 1991, p. 1162.
- T. GOFFI. Nuevo Diccionario de Mariología (S. DE FIORES, S. MEO, E. TOURÓN, dir.). Madrid, San Pablo, 1988, p. 668.
- Numerosos estudios se han publicado en los últimos años sobre el carisma vicenciano. Cf. AA.VV. Carisma Vicenciano. Memoria y profecía. Salamanca, Ceme, 2001.
- Cf. Mutuae Relationes, 11. Evangelica Testificatio, 11. Cf. J. ELIZONDO. Carisma y Espíritu Vicencianos. VINCENTIANA (1998), pp. 323-340.
- Marialis Cultus, 37.
- S. DE FIORES, o.c., p. 1160. Cf. Dt. 28, 4; Jue. 5, 24; Jdt. 13, 18; 15, 12.
- Ibid., p. 1.161.
- La escena descrita por Juan tiene un alcance salvífico, mesiánico, eclesial, universal; es una escena de revelación íntimamente relacionada con la ‘hora’. El discípulo tiene un significado tipológico, representativo. S. DE FIORES, o.c., p. 1.162.
- Marialis Cultus, 37.
- Cf. S. GALILEA, o.c., p. 66-68.
- F.M. LÓPEZ MELÚS. María de Nazaret, la verdadera discípula. Salamanca, Sígueme, 1999, p. 335.
- Redemptoris Mater, 48.
- Cf. Mutuae Relationes, 11. Evangelica Testificatio, 11.
- A. DODIN. Le culte de Marie et l’experience religieuse de M. Vincent de Paul. VINCENTIANA (1975), 207-225. Otros estudios sobre el tema: J.-P. RENOUARD. El sentido mariano en la experiencia espiritual de San Vicente en AA.VV. Las apariciones de la Virgen María a santa Catalina Labouré. Salamanca, Ceme, 1981. V. DE DIOS. Marianismo Vicenciano, en AA.VV. Diccionario de espiritualidad vicenciana. Salamanca, Ceme, 1995. San Vicente de Paúl y la Virgen María, en AA.VV. En tiempos de San Vicente y hoy, Vol. II. Salamanca, Ceme, 1997.
- Si no fuera por los abusos en que ha venido a dar el culto a María, no insistiría en que se lo abandone totalmente, escribía Lutero en 1523.
- V. DE DIOS, o. c., p. 351. Cf. A. DODIN, o.c.
- SV I, 7 / ES I, 80.
- SV I, 38 / I, 107, passim.
- SV XIV, 126. Cf. también p. 419, 446, 487, 527, 539, 823 / ES X, 567. Cf. también p. 571, 594, 631, 667, 685, 964.
- SV IX, 220 / ES IX, 212-213; SV X, 570 / ES IX, 1.104-1.105.
- Reglas Comunes de la CM X, 4.
- SV II, 96 / ES II, 82.
- SV IX, 87 / ES IX 97.
- SV XII, 129 / ES XI, 428. Cf. SV IX, 404 / ES IX, 370-371.
- Cf. AA.VV. En tiempos de San Vicente y hoy, o.c., p. 368 donde se pueden encontrar los textos.
- A. DODIN, o.c., p. 219.
- SV XIII, 35 / ES X, 43.
- SV XII, 226-227 / ES XI, 606.
- SV XI, 131 / ES XI, 429.
- SV XIII, 419 / ES X, 570.
- SV IX, 20 / ES IX, 38.
- SANTA LUISA DE MARILLAC. Correspondencia y escritos. Salamanca, Ceme, 1985. Citamos C. (Carta) y número o E. (Escritos) y n. (número de párrafo). E. n. 201.
- E. n. 124.
- E. n. 17.
- E. n. 17.
- E. n. 183.
- E. n. 184.
- E. n. 16, 283.
- El texto completo en E. nn. 280-282. Cf. E. n. 122.
- Cf. E. n. 13.
- Cf. E. n. 14, 43.
- Cf. C. 516.
- Cf. C. 143, 394, 702.
- E. n. 203: Todas las almas verdaderamente cristianas han de profesar un gran amor a la Santísima Virgen y honrarla profundamente en su cualidad de Madre de Dios, así como por las virtudes que Dios le ha otorgado con este fin. Esta cualidad nos obliga a tributarle todos los días algún honor; y el mayor que podemos ofrecerle es el de unir nuestro espíritu a la intención de la Santa Iglesia en las preces con que en cada tiempo (litúrgico) la saluda: regocijándonos y felicitándola por la elección que Dios hizo de Ella para unir en su seno la naturaleza humana a su divinidad, con el deseo de no romper jamás esa unión en nosotros. Cuando nos sintamos llenos de gratitud por las gracias de Dios que hemos recibido a través de la Encarnación y por los ejemplos de la vida de Jesucristo, miremos a la Santísima Virgen como el canal por el que todo ese bien ha llegado hasta nosotros y hagamos con tal motivo actos de amor hacia Ella. Al ejecutar nuestras acciones, pongamos los ojos en las de la Santísima Virgen y pensemos que el mayor honor que podemos tributarle es imitar sus virtudes; en particular su pureza, ya que somos esposas de Jesucristo; su humildad, ya que por esa humildad Dios ha hecho obras grandes en Ella; su desprendimiento de todas las cosas de la tierra, ya que desde sus primeros años estuvo separada de sus padres; dedicando así a esas tres virtudes que se dan en Ella todas las acciones de nuestra vida, suplicándole se las ofrezca a su Hijo. Debemos celebrar las fiestas que la Santa Iglesia ha establecido en su honor, aplicando nuestro espíritu durante todo ese día al tema que la misma fiesta nos propone, y rogarla habitualmente que nos ayude a ofrecer a Dios el servicio que le hemos prometido y a cumplir su santa voluntad con la misma sumisión que Ella Bueno será tener escogidas algunas plegarias u oraciones para poder rezárselas sin falta todos los días, haciendo a veces actos de amor hacia Ella; otras, regocijándonos en lo íntimo del corazón por la gloria que tiene en el cielo, con el deseo de ir allí un día para tributarle todo el honor que Dios quiera le tributemos.
- E. n. 13-16.
- Cf. E. n. 18-22.
- Cf. E. n. 101.
- C. 64.
- Cf. C. 143. E. n. 117.
- C. 143.
- C. 360.
- Cf. E. n. 143.
- E. n. 260.
- C. 120.
- C. 121.
- C. 662.
- SV X, 623 / ES IX, 1148.
- E. n. 123.
- C. 281.
- C. 657.
- E. n. 302.
- Como sabemos, existen muchos otros grupos y asociaciones dentro de la FV. Nos referimos aquí concretamente a las asociaciones laicales fundadas por San Vicente y Santa Luisa (AIC), o surgidas a partir de la manifestación a Santa Catalina Labouré (1830) (AMM, JMV, MISEVI) o en torno a ella (SSVP). Cf. Betty Ann McNeil, Monograh I. The Vincentian Family Tree, Vincentian Studies Institute, 1996.
- C. 1.12.
- Cf. Jn 19. Redemptoris Missio, 45.
- S. DE FIORES, o.c., p. 1151.
- Lumen Gentium, 67.
- T. GOFFI, o.c., p. 671.
- Redemptoris Mater, 8.
- Marialis Cultus, C 57.
- SLdM, E. n. 211. Cf. C. 257. SV IX, 242 / ES IX, 232.
- Cf. SLdM, E. n. 8.
- Redemptoris Mater, 41.
- Marialis Cultus, 25.
- En la Virgen María todo es referido a Cristo y todo depende de él. Marialis Cultus, 25.
- Marialis Cultus, 37.
- Evangelii Nuntiandi, 18.
- Marialis Cultus, 37.
- SV XIII, 419 / ES X, 570; Cf. SV I, 513 / ES I, 509; SV II, 247 / ES II, 207; SV IX, 258 / ES IX, 245-246.
- Cf. Redemptoris Mater, 6.
- Sacrosanctum Concilium, 10.
- Ibid. 103.
- Marialis Cultus, 57.
- Lumen Gentium, 66.
- Marialis Cultus, 16.
- Ibid., 36.