El señor Vicente visto por su secretario, Luis Robineau. Artículos 301 al 305

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Luis RobineauLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Luis Robineau, C.M. · Traductor: Martín Abaitua, C.M.. · Año publicación original: 1995 · Fuente: Asociación Feyda.
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301. Sufrimiento del Señor Vicente cuando mandaba a su casa a misioneros.

Amaba al prójimo en Dios y para Dios, y le he oído decir que, cuando se trataba de despedir a algunos de la Compañía era para él como desgarrarle las entrañas; incluso antes del nacimiento de la Compañía, «cuando me veía obligado a despedir a mi criado era como arrancarme un diente».

Notas del P. Dodin:

Pena, cuando se salía un misionero.

Y en cierta ocasión dijo a uno de los suyos, que a causa de una tentación quería retirarse de la Compañía, que, si se salía, sufriría tanto disgusto por tal separación, como si le cortaran un brazo o una pierna.

—Le han oído decir en diversas ocasiones, al hablar de los de su Comunidad, que él amaba la vocación de los suyos más que a su propia vida, y que, cuando alguno se salía de la Compañía, sentía tanto dolor como si le hubieran desgarrado las entrañas» (Abelly, III.162).

302. El Señor Vicente reza y hace rezar por un burgués que lo ha injuriado.

 

Otro acto de la Caridad heroica que practicó y realizó, como lo vamos a ver, es que a pesar de que había recibido un disgusto muy grande de un burgués de París…(sic), que quiso recuperar lo que había entregado a título honeroso a la Compañía, después de haberse asegurado contra el contrato antes de su muerte, más a pesar de que decía cantidad de injurias contra el honor y la fama del Señor Vicen­te, no obstante el Señor Vicente no quiso que se omitiera nada de lo que se le deba a un bienhechor, cuando muera, como son las oracio­nes y los sufragios.

Notas del P. Dodin:

Oración por quienes lo inuriaban.

Indicación no recogida por L. Abelly.

303. El Señor Vicente continúa rezando por un bienhechor poco delicado.

 

Pero lo que sobrepasa todo eso que acabo de decir es que, después del pleito sentenciado a favor y provecho del hijo de dicho burgués, aunque la Compañía no estuviera obligada a cumplir con las cláusulas incluidas en la donación, que eran misas y otras oraciones durante todas las semanas, con todo, quiso que se continuara con ellas y que no se quitasen dichas cargas del martirologio, y ha tenido el honor de haberle oído dos o tres veces en diversos tiempos estas palabras: «Aunque ya no tengamos la finca del Señor X… , y nos haya tratado mal, no dejaré de rezar a Dios por él durante toda mi vida, y lo haré así todos los dias».

Notas del P. Dodin:

Oración por un bienhechor poco delicado.

Indicación omitida por L. Abelly.

304. Pide que no se introduzcan palabras rudas en la redacción de una pieza de un proceso.

También ha hecho ver esa misma caridad en que no quiso en las escrituras, que se sustanciaban para defender dicho pleito contra el hijo del burgués antes citado, he dicho que no quiso que se pusiera en ellas ninguna cosa que pudiera herir su honor y reputación, ni tampo­co ninguna palabra ruda o poco respetuosa o que trasluciera animosi­dad. Y como se le dijera: «Pero, Señor, vea usted lo que dice en las suyas (de él), ¡peores que desollarle vivo, y también cosas falsas!». El respondía: «No importa, hay que sufrir esto. Nuestro Señor ha sufrido mucho de otros». Y a veces decía: «El buen Dios nos quiere probar».

Notas del P. Dodin:

El Sr. Vicente hace quitar las palabras «rudas» de las piezas de un proceso. Indicación omitida por L. Abelly.

305. El Señor Vicente pide a los abogados que no usen palabras ofensivas.

No solamente el Señor Vicente no quería que se pusiera ninguna cosa que pudiera dar a la parte contraria ocasión de ofenderse, sino también hacía rogar varias veces a los Señores abogados, que traba­jaron en este asunto, que no dijeran nada en absoluto en sus escritu­ras, que fuera ofensivo contra la parte adversaria; y eso les edificó mucho.

Y la moderación y Caridad que usó el Señor Vicente en esta cir­cunstancia fue tan grande que la admiraron otras dos partes adversa­rias, también burguesas de París, que se unieron al hijo y heredero del burgués antes citado para hacer cesar la donación, incluso el aboga­do del hijo y heredero en el Parlamento, aunque había saturado las escrituras, que había sustanciado contra el Señor Vicente y los Sa­cerdotes de la Misión de San Lázaro, de invectivas y de calumnias, incluso hasta de cosas no verdaderas, como lo hizo ver la lectura. Sin embargo, dicho abogado no se pudo contener un día sin que confesa­ra que era cierto que el Señor Vicente había usado de mucha mode­ración.

El Señor Vicente no quiso que se informara, contra la parte adver­saria, de las palabras injuriosas y falsas y escandalosas que decía contra su honor, aunque lo hubiera podido hacer y tuviera suficientes motivos por eso mismo para hacerlo meter en la cárcel, teniendo el Señor Vicente, como tenía, bastante crédito para ello; sin embargo, nunca quiso hacerlo, aunque algunas personas hayan hablado algo de eso.

Después de esos malos tratos, vino a San Lázaro una persona, a quien la parte contraria le debía una cantidad bastante grande, para ofrecerle al Señor Vicente la cesión de una parte (de la deuda). El Señor Vicente no solamente no la quiso aceptar, hasta llegó a decirle estas palabras: «Dios me guarde de vengarme».

Al mismo tiempo me hizo el honor de decirme que no sentía ningu­na aversión a dicha parte contraria, que le había causado los malos tratos, de los que acabo de hablar y, de hecho, he sido testigo de haber visto rechazar por el Señor Vicente al Señor X…, que también tenía un pleito contra dicha parte adversaria por retracto de linaje en esa misma finca, yo le he visto —he dicho— rechazar títulos y papeles, que estaban aquí, en esta Casa, y que le podrían servir contra dicha parte adversaria a menos que las pidiera en la forma ordinaria y de rigor en la justicia, es decir, con unas cartas de compulsión. Y una vez me mandó presentar escusas a dicho Señor X… , y me dijo: «¿por qué el Señor Vicente me negó eso, y principalmente piezas que me podían servir contra determinado individuo, el cual lo ha tratado tan mal y que continúa todavía así?». Y, en efecto, me enseñó unas escrituras de dicho Señor hechas contra este otro Señor. En ellas, aunque el Señor Vicente no había tenido parte con todo aquél seguía con sus invectivas contra el Señor Vicente y en contra de la Casa. De todo esto se puede concluir cuán grande era el espíritu de Caridad que había en el Señor Vicente y que saber vengarse era una ciencia que ignoraba y a la que estaba cerrada la puerta de su corazón.

Notas del P. Dodin:

El Sr. Vicente pide a sus abogados que no usen palabras ofensivas. Indicación omitida por L. Abelly.

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