206. Pérdida de la hacienda de Orsigny.
También es una gran señal de su espíritu de conformidad lo que ocurrió, cuando se enteró de la pérdida de la hacienda de Orsigny. Véase lo que está ampliamente descrito en 1′210-11-12 del Cuaderno de la Caridad, y en el r 3 y 4 del de la mortificación interior.
Notas del P. Dodin:
Pérdida de la hacienda de Orsigny (Cf. Notas 164,175).
207. Forma de recibir los consejos y pareceres.
Cuando pedía consejo y parecer, si se le daban buenas y sólidas razones, manifestaba mucho su conformidad y, si no eran tales, no los despreciaba con el fin de no dar al prójimo motivos para entristecerse, y fueran las que fueran, no dejaba de agradecérselas a quien se las había expuesto.
Notas del P. Dodin:
Modo de recibir los avisos. Omitido por L. Abelly.
208. Hacienda de Orsigny.
Mas diré en este lugar, que no quiso interponer una demanda judicial contra la sentencia del parlamento, que anuló la donación, que hicieron a esta Casa los difuntos Señores y Señorita Norais, donatarios, por las razones que pudieran alegar para llevarle a esta sentencia, prefiriendo aceptar el fallo, que no apelar para anularlo. Lo que únicamente consintió fue que nosotros actuáramos contra la compensación fijada por el mismo fallo, sobre el cual la Corte (judicial), por la sentencia fallada el 21 de julio de 1661, ha condenado al Señor y a la Señora Norais a pagar a los sacerdotes de la Misión la cantidad de dos mil libras.
Notas del P. Dodin:
Cf. Notas 164, 167.
209. Desgracia del Cardenal de Retz.
Su aquiescencia también se manifestó en gran manera con ocasión de la desgracia del Señor Cardenal de Retz y de la tribulación, que afectaba a toda la familia de su Eminencia y, particularmente, al Reverendo Padre de Gondi.
Notas del P. Dodin:
Desgracia del Cardenal de Retz. (Cf. Nota sobre la nº 114).
210. El buen orden y el estado de la Iglesia depende del Rey.
Cuando el Rey iba a hacer la primera comunión, el Señor Vicente pidió a la Compañía que rezaran a Dios por su Majestad, y persistió en dicho ruego con gran insistencia. «El buen orden y el bien de la Iglesia depende del Rey, me decía a mí mismo. Hablo por la experiencia que tengo de esto. Si el Rey es bueno y piadoso, tendrá mucho cuidado en poner buenos prelados, abades…, tendrá un gran deseo de la gloria de Dios. ¡Oh! ¡Entonces sí que irá bien a la Iglesia!».
Al margen: Véase el cuaderno de la humildad, 1′2 8, r2.
Notas del P. Dodin:
El estado de la Iglesia depende del Rey. Omitido por L. Abelly.