176. Cómo soportó las injurias del Señor de Billebat
Lo que también demuestra la paciencia admirable del Señor Vicente es la manera con la que alguno de nuesros Hermanos ha contado en las conferencias, que se han tenido, lo que tuvo que sufrir un día, a este propósito, del Señor de Billebat (que no conocía al Señor Vicente), con las palabras injuriosas y ofensivas que le dijo, y que el Señor Vicente aguantó con mucha paciencia. Esto sucedió, porque este hombre se había imaginado que, cuando el Señor Vicente iba a visitar nuestros bosques, en realidad iba a cazar. Pero este Señor, como se encontrara con una persona de aquella tierra, le preguntó quién era el sacerdote que andaba por el bosque. Y como le dijera que era el Señor Vicente, entonces se volvió para atrás y a rienda suelta, como suele decirse, corrió tras el Señor Vicente precisamente no para injuriarle, sino para pedirle perdón por su imprudencia y por el mal trato que le había dado.1
177. Humildad, cuando ciertas dificultades del Señor J.J. Olier.
En cuanto a lo que sucedió en San Sulpicio a propósito del difunto Abad Olier, uno de nuestros Hermanos ha relatado lo ocurrido muy detalladamente, hablando de la humildad del Señor Vicente; por eso, no diré aquí nada relacionado con lo que él ha dicho.2
178. Humildad en la reunión de las Damas.
El acto que realizó por estar un día presente el Señor Lectoral en la reunión de las Damas de la Caridad, estando también presente el Señor Vicente, nos descubre a su vez una muestra de su paciencia, así como de su mucha humildad. Y como ya hemos descrito muy al detalle este hecho en el Cuaderno de la Humildad, f» y, v2, no añadiremos aquí nada más.
Al margen: Cuaderno de la humildad, j y, v2.3
179. El Señor Vicente anda y se traslada a pesar de su mal de piernas.
Algunas veces he quedado admirado al verlo andar y moverse, como lo hacía con el mal que tenía en las piernas, que no podía menos de hacerle sufrir mucho, pues tenía una llaga cerca del tobillo, y sus rodillas, igual que sus piernas, estaban hinchadas durante una buena parte del tiempo, hinchazón, que le había sobrevenido hacía unos 30 ó 40 años y que, verosímilmente, provenía del mal que había sufrido durante su cautividad en Berbería. Y, sin embargo, iba y venía, y no dejaba de dedicarse a lo que tenía que hacer, tanto para el bien de la Compañía, como para la salvación y ayuda del prójimo.4
180. Padece «mal de piedra».
También adoleció en varias ocasiones de la dificultad de orinar, lo cual le causaba grandes dolores. Los sufría con paciencia y sin que yo le haya visto nunca en semejantes circunstancias impacientarse, sino más bien bendecir a Dios.5
- Tolera al Sr. de Billebat.
Nombre e incidentes ausentes en la Vie de Abelly y de las otras de Vicente de Paúl.
- Humildad cuando ciertas dificultades con el Sr. J.J. Olier. Cf. Apéndice, capítulo inédito de la Vida de San Vicente de Paúl por Abelly, publicada por Faillon, 1873.
- Humildad en la reunión de las Damas. (Cf. Nota nº 35).
- El Sr. Vicente anda a pesar del mal de piernas.
El Hermano Robineau hace ascender el mal de sus piernas a unos 30 o 40 años, es decir, hasta 1620-1630.
Abelly (1.43): «Comenzó a sentir molestias en el tiempo que vivía en la casa de los Gondi; allí sufrió una enfermedad grave, que le dejó las piernas y los pies hinchados, de forma que esa incomodidad le ha durado hasta su muerte». (Estancia en casa de los Gondi desde septiembre de 1613 a junio de 1625).
- Sufre del «mal de piedra».Este detalle únicamente nos lo proporciona el Hermano Robineau.