121. Conducta prudente, como la de la serpiente.
Finalmente, podemos decir que el Señor Vicente ha tenido la prudencia de la serpiente, porque, como la serpiente expone su cuerpo para salvar la cabeza, el Señor Vicente ha expuesto su salud y también su vida en el trabajo de las misiones y en otras actividades de su Compañía, y pospuesto sus intereses y comodidades a los de Nuestro Señor, y no ha escatimado tampoco lo temporal de la Casa para agrandar la gloria de Dios y procurar la asistencia del prójimo.
Como la serpiente va siempre arrastrándose sobre el suelo y ocultándose bajo las piedras, también el Señor Vicente andaba siempre por el camino de la humildad rebajándose hasta la tierra, y caminando con ese espíritu bajo y de poco aprecio de sí mismo, abatiéndose incluso hasta los pies de los inferiores, a quienes pedía perdón, si creía que los había contristado en alguna cosa.
Y como la serpiente se hace todos los años con piel nueva, y lo hace, según los naturalistas, deslizándose por un agujero entre dos piedras en el que sólo hay una abertura por donde puede pasar muy dificultosamente su cuerpo, y en él, según va pasando, deja su piel vieja, igualmente, el Señor Vicente ha determinado prudentemente que la Compañía cambiara, si podemos hablar así, de piel todos los años, pasando por ello ocho días en nuestras pequeñas habitaciones o moradas; y dichos ejercicios el Señor Vicente los ha instituído cada año en la Compañía, y en ellos nos cambiamos como a una vida nueva, aunque es tanto más digno de consideración y de apreciar, puesto que produce frutos muy grandes, y que no se da en todas las Comunidades y Religiones.1
122. No da dinero al secretario del Señor Fouquet.
Un día no quiso dar dinero al secretario del señor Procurador General Fouquet por ciertas conclusiones de unas Letras patentes, que habían sido expedidas. La razón, ciertamente, no la conozco, si era para no ofender a la Señora Fouquet que había intervenido para darnos a conocer las conclusiones, o porque pensaba que no se le debía nada a aquel secretario; como quiera que fuese, la cosa sucedió así.2
123. Discreción en dar permisos para entrar en la Visitación.
Era muy estricto en dar permisos para entrar en Santa María. Se los negó a unas princesas, tanta era su entereza y constancia, obrando así con mucha prudencia, porque las personas de inferior condición no se hubieran atrevido a importunarle para permisos semejantes, al ver que los había negado hasta a las mismas princesas. Algunas veces le he oído que respondía a personas que le pedían permisos de ese estilo, y decirles que no podía en conciencia concedérselos y que, además, el Concilio de Trento lo prohibía.3
124. Padre espiritual de la Visitación durante más de treinta y dos años.
Tenemos aquí una copia del acta del difunto Señor Arzobispo de París; por ella lo nombró y eligió para Padre espiritual de las Hijas de Santa María en París; y en esa acta también el Señor Vicente es calificado «Bachiller en teología». Esa acta está fechada el 9 de mayo de 1628, lo cual nos da a conocer que fue treinta y dos años y cuatro meses Padre espiritual de dichas religiosas bajo la autoridad de Monseñor Juan Francisco de Gondi, arzobispo de París, sin hablar del tiempo que lo había sido con anterioridad.
Al margen: Por ser, como era, el hombre de prudencia y sabiduría, que convenía. (XIII.841X.96).4
125. Discreción al pedir dinero.
En el mes de enero de 1659, la Señora Fouquet había remitido a San Lázaro dos mil libras para el hospital de las Galeras de Marsella: se trataba del dinero que se debía a dicho hospital; y como en uno de los sacos había catorce libras de menos, un Hermano de la Compañía quiso devolver dichos sacos: y como viniera una persona para llevarse los sacos, el Señor Vicente le dijo al Hermano estas palabras: «¡Deje usted! Usted nos toma el pelo al querer devolver este saco; usted no sabe dónde va eso; márchese; le ruego que le diga inmediatamente a ese empleado, que me ha parecido mal el que usted haya actuado así por tan poca cosa, y que enviaremos el dinero a Marsella; que le ruego se lo diga a la Señora Fouquet y al Señor, su hijo».
Y como el Hermano le replicara que se trataba de un dinero, que se debía, y que, por eso, creía que podía pedirlo y que aquello podía causar el menosprecio del empleado, el Señor Vicente le contestó que una cosa tan pequeña no sería muy importante, para que el empleado se preocupara de devolver el dinero, y que eso no estaba bien, y que fuera a presentarle sus excusas, y que si aquél venía a devolver las catorce libras, ¡magnífico!, con tal de que no hablara más de ello.5
- El Señor Vicente y la serpiente.
El Hermano Robineau traza un pequeño retrato «típico» del Sr. Vicente partiendo de la forma de proceder de la serpiente, que vive bajo las piedras y en el polvo —figura de la humildad de Vicente— y que cambia de piel cada año, como el Sr. Vicente se renueva anualmente por el Retiro anual.
El Sr. Vicente utiliza la comparación de la serpiente al observar la nocividad de su VENENO (IV.205/201, junio de 1651; III.353/325; X.10/IX658, 24 de agosto de 1654; X.378/IX.952, 18 de diciembre de 1957; XI.347/239; E.310,1656; XI.37/350; E.902; XII.56/X1.745; E.470, septiembre de 1658; XII.303/XI.587; E.723, 22 de agosto de 1659).
Curiosamente Vicente de Paúl habla de la existencia de una serpiente en el cuerpo (VI.2/8, 7 de julio de 1656; IX.712/637, 25 de junio de 1654); de la serpiente que rompe las entrañas (XI.244/154, 24 de agosto de 1655).
La significación evangélica es utilizada una vez (XII,169/XI.461; E.586, 14 de marzo de 1659).
- Detalle que no ha sido mantenido por L. Abelly, 1664.
- Niega el permiso de entrar en los monasterios de la Visitación.
Tres casos que aparecen en la correspondencia del Sr. Vicente.
1º 31 de marzo de 1657 (V1.265/257). – Niega la entrada en el convento de París a la Srta. Bouillon, Luisa de la Tour, hija de Federico Mauricio de la Tour, duque de Bouillon.
2º 18 de diciembre de 1658 – (VII. /344). Negativa a un gran Señor.
3º 24 de septiembre – (VIII.133/122)… «muchas Señoras con diversos pretextos nos han pedido con frecuencia esto mismo, y he tenido que darles esta misma respuesta, incluso a algunas princesas, entre las que hay una de sangre».
- El 9 de mayo de 1628 (XIII.84/X.96). El Arzobispo de París le renueva el nombramiento de Superior de la Visitación (A.N.L.L. 1716 fº 17 v.).
- Episodio omitido por L. Abelly 1664.