026. Exhorta a rezar para dar gracias por una humillación.
Una comunidad de una de las casas de la Compañía había caído en descrédito y en alguna bajeza. El Señor Vicente exhortó a la familia de aquella casa a dar gracias a Dios de todo corazón, a pedirle lo más que pudieran la gracia de hacer buen uso de ello y de lo que les sobreviniera, y añadió, que era una dicha ser tratado como lo había sido Nuestro Señor Jesucristo.1
027. Suprime la reverencia, que le hacían.
En 1652 rogó a la Compañía, que no se le hicieran grandes reverencias, cuando alguien pasaba ante él; y dijo que existían ciertamente Comunidades, que tenían sus razones para obrar así; pero que la Compañía debía comportarse con mayor sencillez. «Y como soy un desgraciado, como soy un pecador, un orgulloso, sino me enorgulleciera de eso, sino presumiera de mis fuerzas… , no, Señores, no hagan más eso, sino considérenme como un desgraciado pecador, un orgulloso, que no merece en absoluto que se le rinda ningún honor».
Al margen: Esto estaría mejor a lo largo de los dos grandes cuadernos de máximas y avisos y actos dignos de mención del Sr. Vicente.2
028. Invita a que le denuncien sus faltas.
Además, nos dijo una vez, que si había alguna falta en él, de la que no se corregía y que era escandalosa, que la Compañía debería reunirse e inmediatamente proceder en contra de él con todo el rigor que considerase necesario «incluso, digo, a expulsarme de la Compañia, como también a informar al Sr. Arzobispo de París, o hasta escribir al Papa».
Al margen: Este artículo es más extenso en el indicado segundo Cuaderno grande.3
029. Reprime un movimiento de defensa contra una calumnia.
Su humildad pareció maravillosa en el punto siguiente: Sucedió que cierto día uno de sus amigos le había avisado por medio de mí que cierto eclesiástico difundía por la ciudad, y había dado a entender a una persona de las más calificadas de París, que el Señor Vicente había concedido un beneficio a una persona a cambio de una biblioteca de seiscientas libras de plata. El Señor Vicente quedó, al principio, turbado, porque aquello no era cierto, y cogió la pluma, por lo que nos ha indicado, con la intención de escribir sobre aquello a un doctor; y, en cuanto empezó, le vino a la mente: «¡Desgraciado!, ¿qué vas a hacer? Te quieres justificar, y ¡mientras tanto un cristiano católico, que ha sido crucificado y que ha estado en ese estado por espacio de tres días en Túnez, costa de Berbería, no ha dicho ni una sola palabra de queja y ha muerto, aún siendo inocente del crimen, que se le imputaba! Y tú te quieres excusar; ¡ni hablar! ¡no sucederá eso!». De forma que no escribió absolutamente nada.
Al margen: Véase el Cuaderno indicado, fe13,ve.4
030. Sufre la calumnia de haber casado a Ana de Austria con Mazarino.
Otro acto de humildad y de paciencia, todo junto, es el de haber sufrido humilde y pacientemente, como él lo hizo, la acusación y calumnia, que se le imputaron, cuando las revueltas de París, de haber casado a N… con N… Y un día que yo veía que todo París estaba hablando de ello, y que muchos murmuraban a su vez de lo mismo por toda la ciudad, le dije lo que pasaba y lo que se decía de él. A lo que respondió con estas palabras: «Eso es tan falso como el demonio». No solamente era falso lo que se decía de él, sino también se vió que la cosa en sí era falsa, pues nunca hubo tal matrimonio entre esos dos personajes de alto abolengo, que sepamos; más bien todo lo contrario.5
- Observación omitida por L. Abelly, 1664.
- Cf. Abelly 111.213.
- Observación omitida por L. Abelly, 1664.
- Cf. Abelly III.211.
- La opción pública difunde el rumor de que la Reina regente se ha casado secretamente con Mazarino:
- Guido Patio «Celien passe la conjugale». La Requeste civile (1649): «Si es verdad que están unidos con un matrimonio de conciencia y que el Padre Vicente, Superior de la Misión, ha ratificado el contrato, pueden todo lo que hacen y aún más, que nosotros no vemos».
- La Suite du silente au bout du doigt (1649). «¿Por qué censurar tanto a la Reina, porque ama al Cardenal?. ¿Es que no está obligada a ello, si es cierto que están casados y que el Padre Vicente ha ratificado y aprobado su matrimonio?».
- Marco Antonio Deroy, abad de Lédignan, canónigo de Alés, doctor en teología: La Muse héroique ou le portrait des actions les plus mémorables de son Eminence, avec diverses piéces sur different sujets, 1659, presenta a Mazarino como esposo secreto de la Reina Ana de Austria.
- La Princesa Palatina (Carlota Isabel de Baviera, 1652-1722) en sus Mémoíres: «La Reina Madre, viuda de Luis XIII, no contenta con amar al Cardenal Mazarino, terminó por casarse con él: no era sacerdote y no había recibido los órdenes, que pueden impedir contraer matrimonio. Ahora se conocen todas las circunstancias. El camino por el que el Cardenal iba todas las noches donde la Reina todavía se ve en el Palacio Real. La anciana Beauvais, primera Dama de la cámara de la Reina tenía el secreto del matrimonio con el Cardenal de Mazarino; eso obligaba a la Reina a pasar por todo lo que quería su confidente».
- Después de un minucioso examen, Magdalena Laurain-Portemer en los Etudes Mazarines: El estatuto de Mazarino en la Iglesia. París, De Boccard, 1981, p.148, concluye: «Del examen de los textos sobre el cardenalato se puede deducir una tercera lección, que vale para todos los cardenales y se aplica a Mazarino con un interés especial: es la regla absoluta del celibato. Un cardenal, mientras conserve su capelo, debe poder consagrarse totalmente a la Iglesia. Eso significa para Mazarino, que no ha renunciado nunca a la púrpura, que no ha estado casado nunca. Menos con Ana de Austria que con otra. El valor del argumento es suficiente por sí mismo. El «extra tempora» del 23 de septiembre de 1660 no es, en nuestra opinión, sino una superabundancia de prueba. Demuestra a los que no quisieran dejarse convencer que, poco antes de su muerte (mientras la Reina esté todavía viva), Mazarino quiso hacerse sacerdote y que estaba libre de impedimento. Un matrimonio religioso con la Reina (el único posible por entonces) por lo tanto queda excluido».