011. Oración para que el espíritu de humildad sea la característica de la Compañía.
«Pido a Dios —decía a menudo— que conceda a la Compañía la virtud de la humildad», y en ocasiones añadía «y que ella sea su porción; en cuanto a las demás Compañías, que Él les dé tal o cual virtud, que a Él le plazca, si le parece bien; pero para la Misión, que sea la humildad. ¡Ah, Hermanos míos! Quien dice humildad, dice las demás virtudes».
Un día adujo este ejemplo: «Cuando el asedio de La Rochela —dijo— algunos pensaban, que en primer lugar había que apoderarse de las ciudades confederadas, pero otros creían que había que tomar primero La Rochela, porque —decían— una vez tomada La Rochela, que era la principal y la cabeza, todas las demás se rendirían en seguida. Y efectivamente, así es como sucedió, porque, en cuanto se tomó La Rochela, las demás ciudades se rindieron. Exactamente igual, Hermanos míos, hallaremos en la humildad todas las demás virtudes. Porque, quien dice humildad, dice mansedumbre, mortificación, etc. Y querer ser tratado de otro modo que el Hijo de Dios es un orgullo insoportable».1
012. Desinterés.
Esta fue la virtud que le hizo decir cierto día: «Aunque sólo me bastara con decir una palabra, o pronunciar un solo término para hacer que la Compañía se instalara en las Provincias o en las ciudades grandes, y se multiplicara en trabajos fenomenales, no la quisiera pronunciar, y espero que Nuestro Señor me hará la gracia de que no la diga, y me mantengo en esa disposición; sino dejar obrar a la Providencia de Dios».2
013. Desinterés.
En otra ocasión nos dijo que «todo lo que la Compañía tenía venía de Dios, y su Divina Majestad me hace la gracia que esta pobre lengua —decía metiendo la mano en la boca— no ha servido nunca para decir una sola palabra con el fin de pedir lo que tenemos ahora; y aunque nos llovieran fundaciones, quisiera pedir sólo una, pero, eso sí, aguardar a que nos concedan las demás».
Al margen: Este párrafo puede ser colocado entre los actos de mortificación interior
Advertencia: Hay que hacer notar que cuando S.V. dijo que nunca había pedido lo que tiene la Compañía se entiende: los establecimientos y los bienes temporales, pues es cierto que cuando habló de tales establecimientos no se refería a las letras patentes del Rey, a las sentencias judiciales y cosas parecidas, pues esas cosas las pidió en cuanto las circunstancias se las exigieron. En el caso únicamente se ha referido a los establecimientos, a las casas y a las herencias. Debo decir esto, para que la explicación quede mas clara, y se sepa a que se refería; y lo que dijo es verdadero en la forma aquí expuesta.3
014. Es «lícito pedir a Dios no tener éxito».
Otra cosa nos descubre el fondo de su humildad, y es que —dijo en una ocasión a la Compañía—: «Si fuera lícito desear y pedir a Dios no tener éxito, mejor que tener mucho éxito, lo deberíamos desear y pedírselo».4
015. No decir «la santa Compañía», sino sencillamente «la Compañía».
Corregía frecuentemente a los recién ingresados en la Compañía, porque, al hablar de la Compañía, utilizaban la palabra «santa», al decir: «Esta santa Compañía»; y él solía usar la forma escueta; y, a veces, añadía «insignificante Compañía»; y he sido testigo de ello en diversas ocasiones.5
- Nota omitida por Abelly, 1664, mencionada en nota en la edición de 1891 (p.276-277, nota 2).
- Abelly, 1664 (III.262).
- Nota omitida por L. Abelly, 1664.
- Nota omitida por L. Abelly, 1664.
- El 25 de noviembre de 1657 Vicente de Paúl corrige a un sacerdote recién ingresado, que había hablado de «santa Compañía», de «santa Congregación» (XI,439/312; 0.402). «Insignificante Compañía» (XI.440/313).