Vicente de Paúl, Carta 0900: A Juan Francisco De Gondi, Arzobispo De París

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Vicente de PaúlLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Vicente de Paúl .
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[Entre agosto y noviembre de 1646]

Vicente Depaul, superior general de la congregación de sacerdotes de la Misión, expone que, habiendo querido vuestra caridad pastoral dar a dichos sacerdotes de la Misión la facultad de fundar la cofradía de la Caridad para la asistencia de los pobres enfermos en todas las parroquias de su diócesis en las que fuera conveniente fundarla, después de haberla establecido con fruto en muchas aldeas, algunas damas caritativas de París han quedado tan bien impresionadas de ello que han intercedido ante sus señores párrocos para que se haga una fundación semejante en sus parroquias, como son las de san Germán de Auxerre san Nicolás de Chardonnet, san Lucas, san Salvador, san Mederico, san Esteban, san Sulpicio, san Gervasio, san Pablo y otras, en donde dicha Caridad se ha establecido y trabaja con la bendición de Dios.

Pero como las damas de que se compone son ordinariamente de una condición que no les permite realizar las acciones más bajas y humildes que es preciso llevar a cabo, como llevar la olla por la calle, hacer las sangrías, las lavativas, curar las llagas, hacer las camas y velar a los enfermos que están solos y en peligro de muerte, han tomado algunas buenas muchachas campesinas a las que Dios había dado el deseo de asistir a los pobres enfermos, que se dedican a todos esos humildes servicios, después de haberse preparado para ello con una virtuosa viuda llamada señorita Le Gras, siendo mantenidas durante su estancia en casa de dicha señorita con la ayuda de algunas viudas caritativas y otras personas, que han contribuido a ello con sus limosnas. De forma que, desde hace trece o catorce años que comenzó esta obra, Dios le ha dado su bendición, hasta el punto de que hay actualmente en cada una de dichas parroquias dos o tres de esas muchachas, trabajando todos los días en la asistencia a los pobres enfermos y a veces en la instrucción de las niñas pobres-, cuando pueden, viviendo a expensas de dicha cofradía en la parroquia en que trabajan, pero tan frugalmente que sólo gastan cien libras anuales como máximo para su alimentación y vestido, y en algunas parroquias veinticinco escudos solamente.

Además de la ocupación de estas mujeres, hay otras tres empleadas por las damas de la Caridad del Hôtel-Dieu para atender a los pobres enfermos que hay allí y prepararles los pequeños regalos que les llevan todos los días al Hôtel-Dieu. Además, hay de ordinario otras diez o doce ocupadas en educar a los niños expósitos de esta ciudad y dos o tres atendiendo a los pobres forzados. Están también las que tienen ocupaciones similares en otras ciudades, como las que están en el hospital de Angers, en el de Nantes, en Richelieu, en Saint-Germain-en-Laye, en el hospital de Saint-Denis y en otros lugares del campo, donde realizan más o menos las mismas obras en el trato con los enfermos, la curación de las llagas y la instrucción de las niñas.

Y para poder proporcionar más hermanas a todos estos lugares y a los demás que las piden, dicha señorita está educando en su casa otras muchas, ya que tiene de ordinario más de treinta, a las que utiliza para instruir a las niñas pobres que van a]a escuela en su casa, para visitar a los enfermos de la parroquia y llevarles el alimento y las medicinas, para cuidar de ellos, para curar los males de los pobres de fuera que acuden a su casa para ello, para aprender a leer y escribir y para atender al arreglo de la casa.

Y ella las mantiene parte con el dinero que esas muchachas ganan con su trabajo manual, cuando les queda tiempo de sus ocupaciones ordinarias, parte con la ayuda de dichas señoras viudas que contribuyen a ello en la medida de sus facultades, parte con las limosnas ordinarias, y especialmente con las rentas que el difundo rey y la señora duquesa de Aiguillon les han concedido caritativamente a perpetuidad, y que suben a unas dos mil libras por año.

Y lo que es más de considerar en el trabajo de estas pobres muchachas es que, además del servicio corporal que realizan con los pobres enfermos, procuran ayudar en lo espiritual de la forma que pueden, sobre todo diciéndoles de vez en cuando alguna buena palabra, dando algún consejo a los moribundos, para que salgan de este mundo en buen estado, y a los que sanan, para ayudarles a vivir bien. Y Nuestro Señor bendice tanto el humilde servicio que ellas realizan con toda sencillez, que hay motivos para glorificarle por los éxitos que se logran.

Pero como las obras que se refieren al servicio de Dios acaban de ordinario con quienes las comienzan, si no hay algún vínculo espiritual entre las personas que trabajan en ellas, el suplicante teme que suceda lo mismo con esta Compañía, si no se erige en cofradía. Por eso ruega a Su Señoría Ilustrísima, con todo el respeto que le es posible, que tenga a bien erigir dicha reunión de muchachas y de viudas en cofradía, bajo el título de Cofradía de la Caridad de siervas de los pobres enfermos de las parroquias, entregándoles como reglamento los siguientes artículos, según los cuales han vivido hasta ahora y se proponen seguir viviendo el resto de sus días.

VICENTE DEPAUL,

Muy indigno superior general de la congregación de la Misión.

Dirección: Al Ilustrísimo y reverendísimo señor arzobispo de París.

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