10 agosto 1635
Le ruego que diga a nuestro hermano Felipe que estoy muy contento de lo que me dice usted que es tan celoso en la instrucción de los pobres según su pequeña capacidad. Y ciertamente, padre, es verdad que lo que me indica me ha consolado mucho, sobre todo lo que me dice que, al enviarlo a una aldehuela, vio a un pastor en lo alto de una montaña, y que fue allá a hablar con él y a catequizarle. ¡Bendito sea Dios porque puede decirse que Idiotae rapiunt caelum!
¿Qué noticias podré darle de nosotros? Está aquí reunida casi toda la compañía. Vamos a empezar nuestro retiro y luego volveremos a comenzar con el ejercicio de las controversias y de nuestras predicaciones. Y a los jóvenes, quizás se les haga leer al Maestro de las Sentencias.