Presentación del tema
Nos dice san Juan que Jesús se manifestó por un signo… «Así en Caná de Galilea dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discipulos» (Jn 2, 11).
Es curioso destacar que san Vicente usa términos análogos para describir su orientación espiritual y misionera…
- «Aquél fue el primer sermón de la Misión…» (XI, 700).
- «Fue aquél el primer lugar en donde se estableció la Caridad» (IX, 233).
Una mirada sobre la vida
En efecto, en 1617, es un doble encuentro el que orienta, a decir del mismo san Vicente, toda su marcha:
- En Gannes-Folleville, el encuentro con el pobre, ignorante de las verdades fundamentales.
- En Chatillon-les-Dombes, el encuentro con el pobre, carente de bienes materiales.
San Vicente, ante todo, no parte de una teoría sobre la misión, sino de una mirada sobre la vida, y de unas llamadas que descubre en ella: Los pobres están «abandonados»:
«Dios ama a los pobres, y por consiguiente ama a quienes aman a los pobres; pues, cuando se ama mucho a una persona, se siente también afecto a sus amigos y servidores. Pues bien, esta pequeña Compañía de la Misión procura dedicarse con afecto a servir a los pobres, que son los preferidos de Dios; por eso tenemos motivos para esperar que, por amor hacia ellos, también nos amará Dios a nosotros. Así pues. Hermanos míos, vayamos y ocupémonos con un amor nuevo en el servicio de los pobres y busquemos incluso a los más pobres y abandonados; reconozcamos delante de Dios que son ellos nuestros señores y nuestros amos, y que somos indignos de rendirles nuestros pequeños servicios» (XI, 273).
A la luz del Evangelio…
Pues bien, en Lc 4, 18, texto fundamental para san Vicente, Jesucristo afirma al comenzar su vida pública:
«El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva»
Nuestra Misión
Los pobres son abandonados por el mundo y por la Iglesia. Sin embargo, Jesucristo vino a anunciarles a ellos la Buena Nueva. Esta contradicción, escandalosa para san Vicente, lo interpela y lo lleva hasta definir nuestra Misión. Ella será:
- Continuación de la Misión de Jesucristo
- Imitación de Cristo, «el misionero»
San Vicente y la Misión
«…Aquél fue el primer sermón de la misión…»
«Era el mes de enero de 1617 cuando sucedió esto; y el día de la conversión de san Pablo, que es el 25, esta señora me pidió que tuviera un sermón en la iglesia de Folleville para exhortar a sus habitantes a la confesión general. Así lo hice..-Se reunían grandes multitudes, y Dios nos concedió su bendición. Aquél fue el primer sermón de la Misión y el éxito que Dios le dio el día de la conversión de san Pablo; Dios hizo esto no sin sus designios en tal día» (XI.700).
«…Fue aquél el primer lugar en donde se estableció la Caridad…»
«Ya os he dicho cómo sucedió esto. Pero, como muchas de las que están aquí presentes no estaban entonces, os lo volveré a decir una vez más, para señalaros la actuación de Dios en vuestra fundación.
Sabed, pues, que estando cerca de Lyon en una pequeña ciudad en donde la Providencia me había llevado para ser párroco, un domingo, como me estuviese preparando para celebrar la santa misa, vinieron a decirme que en una casa separada de las demás, a un cuarto de hora de allí, estaba todo el mundo enfermo, sin que quedase ni una sola persona para asistir a las otras, y todas en una necesidad que es imposible expresar. Esto me tocó sensiblemente el corazón; no dejé de decirlo en el sermón con gran sentimiento, y Dios, tocando el corazón de los que me escuchaban, hizo que se sintieran todos movidos de compasión por aquellos pobres afligidos.-Y fue aquél el primer lugar en donde se estableció la Caridad» (IX.232-234).
«…Los pobres están abandonados…»
«Dios ama a los pobres, y por consiguiente ama a quienes aman a los pobres; pues, cuando se ama mucho a una persona, se siente también afecto a sus amigos y servidores. Pues bien, esta pequeña compañía de la Misión procura dedicarse con afecto a servir a los pobres, que son los preferidos de Dios; por eso tenemos motivos para esperar que, por amor hacia ellos, también nos amará Dios a nosotros. Así pues, hermanos míos, vayamos y ocupémonos con un amor nuevo en el servicio de los pobres, y busquemos incluso a los más pobres y abandonados; reconozcamos delante de Dios que son ellos nuestros señores y nuestros amos, y que somos indignos de rendirles nuestros pequeños servicios» (XI, 273).
«…Me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres…»
«En esta vocación vivimos de modo muy conforme a nuestro Señor Jesucristo que. al parecer, cuando vino a este mundo, escogió como principal tarea la de asistir y cuidar a los pobres. «Misit me evangelizare pauperibus». Y si se le pregunta a nuestro Señor: «¿Qué es lo que has venido a hacer a la tierra?» – «A. asistir a los pobres» – «¿A algo más?» – «A asistir a los pobres», etc. En su compañía no tenía más que a pobres, y se detenía poco en las ciudades, conversando casi siempre con los aldeanos, e instruyéndolos. ¿No nos sentiremos felices nosotros por estar en la Misión con el mismo fin que comprometió a Dios a hacerse hombre?» (XI, 34).
«…Evangelizar de palabra y de obra…»
«SÍ los sacerdotes se dedican al cuidado de los pobres, ¿no fue también éste el oficio de nuestro Señor y de muchos grandes santos, que no sólo recomendaron el cuidado de los pobres, sino que los consolaron, animaron y cuidaron ellos mismos?… ¿No son hermanos nuestros? Y si los sacerdotes los abandonan, ¿quién queréis que les asista? De modo que, si hay algunos de entre nosotros que crean que están en la Misión para evangelizar a los pobres y no para cuidarlos, para remediar sus necesidades espirituales y no las temporales, les diré que tenemos que asistirles y hacer que les asistan de todas las maneras, nosotros y los demás, si queremos oír esas agradables palabras del soberano Juez de vivos y de muertos: «Venid, benditos de mi Padre; poseed el reino que os está preparado, porque tuve hambre y me disteis de comer; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me cuidasteis». Hacer esto es evangelizar de palabra y de obra; es lo más perfecto; y es lo que nuestro Señor practicó y tienen que practicar los que lo representan en la tierra, por su cargo y por su carácter, como son los sacerdotes (XI.393)».
«…Nuestra vocación es la continuación de Jesucristo…»
«Pero, padre, no somos nosotros los únicos que instruimos a los pobres; ¿no es eso lo que hacen los párrocos? ¿Qué otra cosa hacen los predicadores, tanto en las ciudades como en el campo? …Y de esto es de lo que hacen profesión los misioneros; lo especial suyo es dedicarse, como Jesucristo, a los pobres. Por tanto, nuestra vocación es una continuación de la suya»,
Un gran motivo que tenemos es la grandeza de la cosa: dar a conocer a los pobres, anunciarles a Jesucristo, decirles que está cerca el reino de los cielos y que este reino es para los pobres—¡Qué grande es esto! Y el que hayamos sido llamados para ser compañeros y para participar en los planes del Hijo de Dios, es algo que supera nuestro entendimiento.¡Qué! ¡Hacernos… no me atrevo a decirlo.-sí: evangelizar a los pobres es un oficio tan alto que es, por excelencia, ¡el oficio del Hijo de Dios! Y a nosotros se nos dedica a ello como instrumentos por los que el Hijo de Dios sigue haciendo desde el cielo lo que hizo en la tierra. ¡Qué gran motivo para alabar a Dios, hermanos míos, y agradecerle incesantemente esta gracia’.» (XI,386-387).
«…No impidáis que le imitemos…»
«Os hablo de todas estas objeciones, hermanos míos, antes de que se presenten, porque pudiera ser que algún día se presentasen. Yo no puedo ya durar mucho; pronto tendré que irme; mi edad, mis achaques y las abominaciones de mi vida no permiten que Dios me siga tolerando por mucho tiempo en la tierra. Podría suceder, que, después de mi muerte, algunos espíritus de contradicción y comodones dijesen: «¿Para qué molestarse en cuidar de esos hospitales? ¿Cómo poder atender a esas personas arruinadas por la guerra y para qué ir a buscarlas en sus casas? ¿Por qué cargarse de tantos asuntos y de tantos pobres? ¿Por qué dirigir a las mujeres que atienden a los enfermos y por qué perder el tiempo con los locos?» Habrá algunos que criticarán esas obras, no lo dudéis; otros dirán que es demasiado ambicioso enviar misioneros a países lejanos, a las Indias, a Berbería. Pero, Dios y Señor mío, ¿no enviaste tú a santo Tomás a las Indias, y a los demás apóstoles por toda la tierra? ¿No quisiste que se encargaran del cuidado y de la dirección de todos los pueblos en general y de muchas personas y familias en particular? No importa; nuestra vocación es: «Evangelizare pauperibus»» (XI, 395).
«Pero la compañía, dirán algunos, se encuentra trabada con esta ocupación. -¡Ay! si en su infancia ha sostenido este peso y ha llevado tantos otros, ¿por qué no va a poder llevarlos cuando sea más fuerte? «Dejadnos, habrá que decirles, dejadnos en la situación en que estaba nuestro Señor en la tierra; estamos haciendo lo que él hizo: no nos impidáis que le imitemos». Amonestadlos, hermanos míos, amonestadlos y no los escuchéis» (XI, 397).
Hoy y la Misión…
Cuestiones para los intercambios. Una mirada sobre la vida
San Vicente descubrió al pobre en Gannes y en Chátillon: ya conocemos lo que siguió…
- ¿Cómo son nuestros encuentros con los pobres? ¿Qué resonancia se produce en nuestro interior? (Presentar un hecho y analizarlo con seriedad).
A la luz del Evangelio
En una intuición evangélica, san Vicente queda sorprendido por el fracaso aparente de la misión de Cristo: los pobres son abandonados…
- Y en la actualidad, ¿cómo nos encontramos nosotros? (Plantear esta reflexión a la luz de Lc 4, 18).
Nuestra Misión
Interpelado por ese fracaso aparente, san Vicente decide continuar la Misión de Jesucristo… Preguntémonos:
- sobre nuestra acción ante los pobres y con ellos a la luz de XI, 381 (Evangelizar de palabra y obra).
- sobre nuestra situación misionera en la Iglesia actual, a la luz de XI, 386.







