M. François Charles (1611-1673)

Mitxel OlabuénagaBiografías de Misioneros PaúlesLeave a Comment

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Author: Edmundo Jolly · Translator: Máximo Agustín, C.M.. · Source: Notices III.

Alabanza por el Sr. Jolly en la circular que anuncia su muerte a la Compañía.


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Biografias PaúlesEl Sr. François Charles nació en la diócesis de Saint-Brieuc, el 10 de diciembre de 1611, y fue recibido en París el 12 de marzo de 1640. Fue ordenado sacerdote en la cuaresma de 1641. Se encontraba en el seminario con el Sr. Julien Guérin que murió en Túnez el 13 de mayo de 1648, y el Sr. Nacquart que edificó a Madagascar por su celo apostólico y su santa muerte.

Ese mismo año vio llegar a San Lázaro a varios excelentes misioneros tales como los Srs. Grimai, Rivet, Edme Monestier, Jacques de la Fosse, Thomas Berthe.

Conocemos bien poca cosa sobre el Sr. François Charles; estas breves líneas fueron dirigidas por el Sr. Jolly a toda la Congregación al anunciar su fallecimiento. «La Congregación, escribe el Sr. Jolly, y sobre todo la casa de San Lázaro, han sufrido una gran pérdida en la persona del Sr. François Charles que murió el 26 de enero de 1673. Era uno de los más antiguos y de los más virtuosos sacerdotes de esta casa. Estaba tan lleno de piedad que se le veía de continuo aplicado a Dios por elevaciones y aspiraciones de espíritu hacia él y expresaba el deseo que los demás le ayudasen en este piadoso ejercicio. Evitaba con cuidado las conversaciones inútiles, las palabras ociosas y la pérdida del tiempo. Era muy recogido, incluso en la enfermería, se mantenía sentado cerca de su lecho haciendo alguna lectura o rezando sin prestar atención a lo que hacían los demás. Tenía tan programados los momentos de su jornada que todos se hallaban útilmente ocupados. Antes de su enfermedad seguía exactamente todos los ejercicios de la comunidad y llevaba la misma vida de soledad en su habitación. Por último era en todo muy interior y dedicado a la vida espiritual, y aprovechaba la ocasión de todo lo que veía u oía para elevarse a Dios. Estimaba y quería de manera especial a la Congregación y sus funciones que ejerció con gran celo en todo el tiempo que sus fuerzas se lo pudieron permitir. Se entregaba con un afecto y una exactitud incomparables a la dirección de los ejercitantes, empleo que ejerció casi hasta el fin de su vida. Era también director de nuestros hermanos coadjutores, a cuyo servicio se consagró con mucha entrega para confirmarlos en su vocación y hacerlos verdaderamente virtuosos y espirituales. Tomaba siempre con fuerza el partido del espíritu contra la carne. Quería que se diesen todos a Dios y que no se cediera en nada a los deseos vivos de la naturaleza. Era el modo como se comportaban consigo mismo; también por este santo rigor se esforzaba en destruir en él las inclinaciones del amor propio. De esta forma llegó a hacer en los demás un bien indecible, y había llegado como podemos esperar a un alto grado de santidad.

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