LA MISERICORDIA EN SANTA LUISA DE MARILLAC (VIII)

Mitxel OlabuénagaEspiritualidad, Espiritualidad vicencianaLeave a Comment

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  1. LA POBREZA DEL MIEDO

En la actualidad, la compasión debiéramos dirigirla a los que tienen miedo, y forman la inmensa multitud que siente la pobreza del miedo. El terror continuo a los soldados, y el temor a las epide­mias y a las malas cosechas era la pobreza que caracterizaba a los pobres en tiempo de santa Luisa de Marillac que tenían miedo de caer en la mendicidad. Aunque sea de otra clase, el miedo es la pobreza que caracteriza igualmente a los pobres de nuestra sociedad y nos piden que tengamos compasión. Las familias temen la degra­dación de la vida para sus hijos, la droga, el sida, los abusos sexuales. Hay niños que tienen miedo del acoso escolar, ancianos que temen la soledad y mujeres que tienen miedo de su ex marido o su ex pareja, y tienen que llevar escolta. La gente modesta tiene miedo de perder el trabajo y que le falte el dinero necesario para poder vivir, y los jóvenes sienten el pavor de no poder colocarse con un contrato digno. Ven incierto su futuro, con la inquietud de no saber si sus estudios y su preparación servirán para algo, al contemplar que solo triunfan los que tienen padrinos políticos y económicos o familiares influyentes, mientras que los débiles quedan marginados como seres insignificantes. Y nadie se compadece de ellos. Y sobre todo, últimamente, en todas partes, como si la naturaleza humana quisiera que todos experimentemos lo que aterra el miedo de los hermanos que viven en países en guerra, se está extendiendo el pánico por los atentados yihadistas del Estado Islámico radical.

A esos pobres van los vicencianos. Si los pobres son su peso y su dolor imitando a san Vicente, un vicenciano auténtico asume sus miedos como propios. Si los contempla sin hacerlos suyos ni iden­tificarse con ellos, aunque ayude a los pobres materialmente, no es auténtico vicenciano. Hoy se hace urgente luchar contra el miedo que sienten los pobres. Y no es difícil para los vicencianos, por los cambios realizados en la sociedad moderna: las instituciones se hacen cargo de los pobres y los partidos políticos lo tienen a gala; las leyes laborales y los sindicatos se ponen por objetivo defender­los; y por otro lado, la edad avanzada de muchos misioneros, volun­tarias, Hijas de la Caridad y demás vicencianos pide que la forma de ayudar a infinidad de pobres que se sienten desencantados de la vida sea infundirles ilusión y confianza contra el miedo. La ilusión y la confianza que pedía Jesús a los apóstoles cuando en medio del lago amenazaba la galerna y Él dormía junto al timón. Al despertar les anima: ¿Por qué tenéis miedo? (Mc 4. 40).

Benito Martínez Betanzos, C.M.

CEME, 2015

 

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