La Federación de Hermanas de la Caridad

Francisco Javier Fernández ChentoHijas de la Caridad, Isabel Ana Bayley Seton1 Comment

CRÉDITOS
Autor: Regina Bechtle, HC, Mary Ann Daly, HC, y Mary McCormick, HC. · Traductor: Máximo Agustín, C.M.. .
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Primera parte: El Carisma Vicenciano de la Caridad Echa Raíces en el Nuevo Mundo

En las últimas décadas del siglo XVIII y comienzos del XIX, tuvieron lugar una serie de eventos que cambiarían dramáticamente el curso del Catolicismo en los Estados Unidos, que le permitieron echar raíces y florecer. En efecto, con el tiempo, la historia de la nueva república entremezclada inseparablemente no sólo con la Iglesia Americana, sino con la expresión Americana de una congregación de Caridad fundada en Francia siglos antes.

Los comienzos, no obstante, fueron lentos. La nueva república misma se formó en 1783, en las condiciones que resultaron de una revolución larga y sangrienta. Sus fundadores idearon los Estados Unidos como un ensayo en un nuevo estilo radical de ser democracia, con «libertad y justicia para todos». Pero defectos en el proyecto original llevaron a serias consecuencias que persisten aún hoy.

Para muchos grupos, incluidos los Católicos, judíos, ateos, y hasta sectas Protestantes, la libertad religiosa no quedó garantizada como un derecho fundamental hasta que fue integrada en la Declaración de Derechos en 1791. Aún entonces, ciertos estados habían establecido iglesias hasta los 1820.

Si bien la libertad de religión daba por sentado la separación de Iglesia y Estado, esta seguridad no facilitó necesariamente a la minoría Católica la práctica de su fe. Abundaron la intolerancia, la discriminación y el fanatismo –a menudo sutiles, a veces violentos.- Pero la joven iglesia estaba muy bien servida por líderes visionarios cuya presencia, valor y talentos especiales la hicieron florecer y crecer.

Sin duda alguna el mayor de estos primeros clérigos fue John Carroll, ordenado primer Obispo, luego Arzobispo de los Estados Unidos. Cuando fue consagrado obispo en 1789, Carroll se convirtió en la cabeza de una diócesis que abarcaba todo el país. Tenía 22 clérigos, muchos de Europa; unas pocas iglesias o propiedades de la Iglesia, y sin ninguna comunidad de mujeres religiosas para ayudar en el trabajo de asistencia a las necesidades espirituales y materiales de la población en su mayor parte de inmigrantes y de Católicos pobres.

Entre sus primeras ocupaciones, la primera fue la fundación de un seminario para formar a hombres Americanos para el sacerdocio. Pidió ayuda a los Sulpicianos Franceses, cuando llegaron en 1791, comenzaron lo que llegaría a ser el Seminario de Santa María en Baltimore. Serían también un factor importante de la formación de la comunidad Americana de mujeres religiosas en los EE.UU. En la visión de largo alcance de Carroll, la educación de las jóvenes era la clave para la supervivencia del Catolicismo en un entorno a menudo hostil. Como esposas y madres, las mujeres constituyeron la base moral y espiritual de sus familias. Una comunidad de religiosas cuyos ministerios incluían la educación, entre otros trabajos de caridad, era esencial en la visión de Carroll.

La fundación de las Hermanas de la Caridad de San José, Emmitsburg, en 1809, lanzó una asombrosa –si bien no siempre fácil- colaboración entre el clero y las religiosas, que formaban el núcleo del sistema parroquial de educación en los EE.UU. Otros trabajos, incluido el cuidado sanitario y el cuidado de huérfanos y de ancianos, llegaron después. En algunos lugares, el cuidado de los huérfanos se adelantó a la fundación de escuelas parroquiales.

El catalizador de esta empresa fue una joven viuda conversa, Elizabeth Ann Bayley Seton. Su historia es bien conocida. Nacida en Nueva York, en 1774, sus padres fueron el Dr. Richard Bayley, prominente médico y Catherine Charlton Bayley, que murió cuando Elizabeth tenía tres años.

Isabel se casó con William Magee Seton en 1749: juntos tuvieron  cinco niños. Hacia 1801, la salud de Seton se había deteriorado –»el mal de Seton» era la tuberculosis- y su considerable compañía marítima se fue a pique, debido en parte a la piratería en alta mar y a los efectos del embargo Británico durante las guerras Napoleónicas. Él, Elizabeth, y su pequeña hija viajaron a Italia, en un intento de salvar su salud. A pesar de todo, después de pasar treinta días en cuarentena en el lazareto de Livorno, William murió el 27 de diciembre de 1803.

La nueva viuda se quedó con los amigos de su marido, los Filicchis, por un periodo prolongado de tiempo, quienes la introdujeron en la fe Católica. A su regreso a los EE. UU., y después de un largo periodo de discernimiento, fue recibida en la Iglesia Católica de San Pedro, Barclay Street, el 14 de marzo de 1805.

Su decisión de dejar la iglesia Episcopaliana la convirtió en una virtual extraña entre muchos de su familia y amigos. Obligada a ganarse la vida para mantener a sus hijos, contó con la incondicional ayuda de los Filicchis y los nuevos amigos, laicos y clérigos, entre la comunidad Católica. En sus reuniones con los que la apoyaban y con ella misma, el Obispo Carroll reconoció en la Sra. Seton los talentos y capacidades, espirituales e intelectuales para llevar a cabo su idea de una hermandad Americana, dedicada al servicio de los pobres. de una manera que se puede describir como la obra de la providencia, esta visión tuvo eco en el corazón de Elizabeth también y, aunque sin experiencia de la vida religiosa, tenía una honda y firme confianza de que la voluntad de Dios la llevaría al lugar que pudiera llamar su casa.

Isabel se llevó a su familia a Baltimore y comenzó la primera escuela en una casita en Paca Street. Pronto se le juntaron un número de mujeres que con ella echarían los cimientos de la primera hermandad Americana, y en 1808, se trasladó con la incipiente comunidad y unas pocas estudiantes a Emmitsburg, a cincuenta millas al oeste de Baltimore. Samuel Cooper, un acomodado converso y seminarista, dio el dinero para comprar la propiedad y comenzar las bases de lo que sería la primera Maternidad de las Hermanas de la Caridad. Los Sulpicianos se encargaron de las tareas de dirección de la nueva comunidad, una circunstancia que el Arzobispo Carroll no veía con tan buenos ojos. Sin embargo, viéndose escaso de clero, accedió cuando le presentaron el fait accompli.

La nueva comunidad siguió el modelo de las Hijas de la Caridad, fundadas en 1633 por los Santos Vicente de Paúl y Luisa de Marillac. Con todo cuidado de distinguir sus comienzos radicales del claustro, la única norma de la vida religiosa disponible entonces, los fundadores habían trazado la Regla, los votos, su oración en común, así como su vestido y su cometido apostólico de manera que quedara bien claro que las Hijas de la Caridad nunca serían una orden de religiosas cerradas. Los Sulpicianos emigrados a  los EE. UU.  Habían trabajado con las Hijas en Francia, estaban familiarizados con su regla y su espíritu, y convencidos de que, con algunas modificaciones se acomodaría a las necesidades de la Iglesia Americana y de su pueblo. En 1810, el Obispo Benedict Joseph Flaget pudo hacerse con una copia y se la trajo consigo a través del Atlántico. Elizabeth la tradujo al inglés y con algunas modificaciones para acomodarla a la situación Americana, las Hermanas que habían vivido su espíritu pudieron sintonizar también con sus palabras llenas de su espíritu.

Desde un principio hubo diferencias de opinión sobre la relación entre la comunidad Americana y su homóloga Francesa. Muchos Sulpicianos estaban convencidos de que debería haber una unión con las Hijas en París, y estaban realmente dispuestos a entregar las responsabilidades para la dirección de la comunidad a otros. El Obispo Carroll y otros clérigos creían que la comunidad debía seguir como hasta entonces, una comunidad separada, enteramente Americana. Estas diferencias volverían con toda su fuerza a cambiar la fundación original y provocar una división de la congregación en tres direcciones. Para 1850, la comunidad de Emmitsburg se había convertido en una provincia de las Hijas de la Caridad de Francia. Anterior a esta unión una comunidad independiente había emergido en Nueva Cork en 1846, y en 1852 una segunda en Cincinnati.

Cada comunidad, bajo la dirección de mujeres que habían sido compañeras de Elizabeth Seton desde el principio, sentía firmemente que las acciones que llevaban a cabo en pro de la misión que habían abrazado era la correcta, en realidad el único modo de ser fieles al legado de los fundadores, y su madre espiritual.

Con el tiempo, se establecieron en los EE. UU. cinco provincias de Hijas de la Caridad. Y de las dos ramas de la fundación original, Nueva Cork y Cincinnati, todavía brotaron otros grupos, florecieron y llegaron a madurez. Los ordinarios del lugar, sintiendo la urgencia de que mujeres religiosas vinieran en ayuda de las necesidades del gran número de inmigrantes Católicos que llegaban a sus diócesis, persuadieron a la dirección de las comunidades ya formadas para que enviaran hermanas que realizaran las obras de caridad  por las que ya eran bien conocidas.

En 1849, a invitación del Obispo William Walsh, tres Hermanas de Nueva Cork viajaron a Halifax, Nueva Escocia, y formaron una comunidad que en poco tiempo se hizo internacional, con provincias en Canda y en los EE. UU. Otro grupo de religiosas, las Hermanas de Santa Marta, comenzaron como una orden auxiliar de las Hermanas de la Caridad, y en 1894 aceptaron a mujeres de Antigonish, Nueva Escocia,. Su ministerio habría de ser para servir las necesidades domésticas del seminario local. En 1900, ante la urgencia del obispo de Antigonish, quince de estas Hermanas formaron una comunidad independiente, conservando el nombre de la comunidad a la que se habían unido, pero formulando sus propias constituciones y reglas.

En 1859, persuadida por el Obispo James Roosevelt Bayley de Newark, sobrino de Isabel Seton, la comunidad de Nueva York también proporcionó Hermanas que, junto con un pequeño número de mujeres formadas en el noviciado en Cincinnati, comenzaron las Hermanas de la Caridad de Santa Elisabeth, Convent Station, New Jersey.

La congregación de Cincinnati también envió Hermanas a Greensburg, Pensylvania, en 1870, para iniciar la comunidad conocida como las Hermanas de la Caridad de Seton Hill. Una de las primeras postulantes de la comunidad independiente de Cincinnat fue la primera Madre de la comunidad de Seton Hill.

Así, desde la comunidad original localizada en las colinas onduladas de Maryland, se crearon cinco congregaciones más, fieles al espíritu del carisma original, y verdaderos originales en si mismos, con una sola perspectiva sobre lo que significaba ser Caridad.

Pero la expresión Caridad de la vida religiosa en los EE. UU. y en Canadá es más amplia que la de las fundaciones que remontan su linaje hasta la Madre Seton. Es interesante destacar que para la mayor parte la regla utilizada por estas otras congregaciones fue la que Elizabeth había traducido y adaptado para las necesidades de la experiencia Americana.

Remontándonos a 1812, vemos surgir otras fundaciones por el estilo. En ese año, la Madre Catalina Spalding y sus compañeras dieron origen a las Hermanas de la Caridad de Nazaret, Kentucky, bajo el ímpetu y dirección del Padre Juan Bautista David, Sulpiciano y segundo superior de la comunidad de Emmitsburg, quien se había ido al «oeste» con el Obispo Flaget. Aunque se habló de una alianza con Emmitsburg, la comunidad retuvo su independencia. Las Hermanas de la Caridad de Leavenworth, Kansas, fueron fundadas en 1851 por una componente de la comunidad de Nazaret, la Madre Javier Ross, para servir las necesidades del pueblo de Kansas, Montana y otros estados occidentales.

En 1829, el Obispo John England de Charleston, Carolina del sur, acudió a Emmitsburg por una copia de la regla, y animó a cuatro mujeres, incluida Teresa Barry, a comenzar una comunidad con la educación y cuidado de los huérfanos como su primer objetivo. Siempre comunidad reducida, las Hermanas de la Caridad de Nuestra Señora de la Misericordia, Cherleston, fueron únicas en un aspecto: operaban en un terreno que era en su mayor parte sospechoso y hostil a la Iglesia Católica. Por medio de su cuidado educativo y de niños que abarcaba a todos, lograron disipar los temores de sus vecinos Protestantes y merecerse el apoyo para sus obras.

El Obispo Thomas Connolly de Saint John, New Brunswick, viajó a Nueva York en distintas ocasiones en 1850 para pedir ayuda con el fin de vencer el eterno problema de los recién llegados, principalmente inmigrantes Irlandeses, incluyendo los brotes devastadores de cólera. En 1654, en un momento en el que el número de Hermanas a su disposición se habían visto reducidos a la mitad de lo que habían sido antes de la separación de Emmitsburg, la Madre Jerome Ely pidió voluntarias al noviciado de Nueva Cork para ir con el Obispo Connolly y formar una nueva comunidad. De esta manera las Hermanas de la Caridad de la Inmaculada Concepción fueron una de las primeras comunidades de mujeres en atender las necesidades de los Canadienses de habla Inglesa. En 1924, un número de sus hermanas de habla Francesa crearon una comunidad propia. Las Religiosas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, con una casa madre en Moncton, New Brunswick. Su intención era establecer un noviciado de habla Francesa para servir a las mujeres Acadias que trataban de entrar en la comunidad; la inculturación del carisma para atender a las necesidades de la gente era evidente una vez más.

En 1902, las Hermanas Vicencianas de Caridad, una comunidad Europea formada en el espíritu Vicenciano, llegaron como misioneras para los inmigrantes Eslovacos en el área minera de Pittsburg, Pennsylvania. Su historia añadiría otro capítulo a la historia de la Caridad en Norteamérica.

Segunda parte: Historia de la Federación

A mediados del siglo veinte, el periodo histórico de la expansión y separación dio pie al de cooperación gradual. En 1947, el delegado Apostólico en los Estados Unidos, Amleto Giovanni Cardenal Chicognani, sugirió que las superioras de aquellas congregaciones que pretendían ser Hijas de Isabel Seton trabajaran juntas para su canonización. Para ello la primera reunión de la Conferencia de las Hijas de la Madre Seton se celebró en Emmitsburg, Maryland del 28 al 29 de octubre de 1947. La Hermana Isabel Toobey, HC., Visitadora de la Provincia de Emmitsburg, sirvió de azafata de la reunión. Representantes de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Nueva Cork; Hermanas de la Caridad de Santa Isabel, Convente Station; Hermanas; Hermanas de la Caridad de Mt. St. Joseph, Cincinnati; Hermanas de a Caridad de Seton Hill, Greensburg; y Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, Halifax, estaban presentes, en la primera reunión con una representante de la Provincia de St. Louis de las Hijas y del obispo auxiliar de Baltimore. Algunas de la memorias de las primeras rupturas y el dolor asociado con ellas necesitaban curación. Cada congregación comunicaba su historia de fundación y las raíces históricas, y el grupo comenzó a trabajar unido hacia la canonización de Isabel Seton. Además de la Superiora General de cada congregación, miembros del consejo así como las vicepostuladoras de la causa asistieron a las reuniones siguientes.

En estas reuniones se desarrollaron planes concretos y estrategias para promover la causa. Cada congregación encargó oraciones especiales a sus miembros y sacrificios en cada día diferente de la semana. Cada una de ellas trabajó con diligencia para fomentar la devoción a Isabel Seton entre sus estudiantes, colegas y pacientes. Se seleccionó un retrato oficial; se produjeron obras y espectáculos en su honor. En el proceso de estos esfuerzos bien orientados, las miembros de la Conferencia colaboraron en todo.

Más tarde, en respuesta a la llamada del Vaticano II, la orientación se expandió. El decreto sobre la renovación de la vida religiosa, Perfectae Caritatis, dirigió a las congregaciones con los mismos o similares carismas a unirse o federarse. En 1965 se cambió el nombre de las Conferencias al de Federación de las Hijas de la Bienaventurada (más tarde Santa) Isabel Ana Seton. Su declarado fin ahora incluía mutuo apoyo y desarrollo. Lo que había sido anteriormente un producto secundario de su trabajo conjunto se convertía ahora en una de las razones de la existencia de la Federación. En 1966 se acordaron las directoras (señoras) de la formación inicial. También buscaron apoyo mutuo y asistencia práctica para desarrollar métodos de formar a las nuevas en el carisma.

Con la canonización de Isabel Ana Seton el 14 de septiembre de 1975, se había llevado a buen término la razón para reunirse las congregaciones. Las miembros ahora podían emplear sus energías en  proyectos relacionados con su carisma y herencia propios y un esfuerzo para trabajar de común acuerdo en aliviar la injusticia, comenzaron por explorar nuevos lugares de cita en bien de la colaboración y nuevos análisis de lo que significaba ser Hermana de la Caridad en el siglo XX.

También comenzaron a revisar sus estatutos y estructura. Este nuevo examen de quiénes eran y para qué estaban fue promovido por una serie de ruegos por parte de otras congregaciones religiosas que se unieron al grupo. Las Hermanas de la Caridad de la Inmaculada Concepción de New Brunswick, Canadá, buscaron admisión en la Federación en 1979. Compartían el espíritu del carisma y estaban unidas a otras congregaciones por su fundadora, que había dejado el noviciado de las Hermanas de la Caridad de Nueva York para empezar la congregación Canadiense. Le llevó a la Federación tres años revisar sus estatutos y escribir un manual, por eso la comunidad de New Brunswick no fue admitida hasta 1982. Las Religiosas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón presentaron queja en 1986.

En 1989 la Federación recibió una solicitud de una congregación cuya historia era radicalmente diferente de los demás miembros. Ésta no era una congregación de origen Americano y no remontaba su herencia de ninguna manera a Isabel Seton y a la Americanización del siglo XIX de la regla de las Hijas de la Caridad. Las Hermanas Vicencianas de la Caridad de Pittsburg, originalmente fundadas en Austria Hungría, llegaron a los Estados Unidos en 1902, [para servir a la comunidad de inmigrantes Eslovacos en el área minera de Pittsburg, Pennsylvania.] El espíritu Vicenciano era evidente no sólo en el nombre sino en sus vidas y documentos. Fueron aceptadas como miembros de la Federación en 1989. Su aceptación fue seguida inmediatamente por una petición de las Hermanas Vicencianas de la Caridad de Bedford, Ohio. Algunas hermanas de la congregación de Pittsburg se habían trasladado a Ohio en 1928, ante la invitación del Obispo local para servir al pobre inmigrante; formaron una congregación independiente en 1939. También ellas fueron aceptadas. Una nueva era había comenzado en la vida de la Federación de Isabel Seton.

Entre tanto, las Directoras de Formación se reunían y trazaban un programa compartido llamado «Raíces». En este programa las novicias pasaban dos semanas de intenso estudio sobre el carisma juntas. Junto con ellas con vistas a este programa estaban las Directoras de Formación de las Hermanas de la Caridad de Nazaret y las Hermanas de la Caridad de Leavenworth. Ninguna de estas congregaciones estaba aún en la Federación. Pero durante el tiempo que pasaron juntas, las novicias y directoras experimentaron el valor de compartir su experiencia del carisma con otras de la misma tradición.

En 1991 las Hermanas de la Caridad de Nazaret se unieron a la Federación. Comenzada en 1812, la congregación había seguido la misma regla que Isabel Seton adaptó de las Hijas de la Caridad, y más adelante la ajustó para que conviniera a la vida de vanguardia en Kentucky. Las siguieron en la Federación en 1994 las Hermanas de la Caridad de Nuestra Señora de la Misericordia. Esta congregación, iniciada en Charleston, Carolina del Sur, había recibido también a adaptación Americana de la regla. Aunque sin haber tenido ninguna «hermana» de la congregación de Isabel Seton, llevaban el hábito negro de ella y la capucha de la viuda.

En 1995 las Hermanas de la Caridad de Leavenworth, Kansas, entraron en la Federación. Procedían de las Hermanas de la Caridad de Nazaret, y llevaban el mismo espíritu Vicenciano y tradición así como la influencia pionera de sus antecesoras.

Aunque la Federación iba progresando en números de las congregaciones miembros , iba también proporcionando programas para los miembros de base con el fin de ayudarlas a profundizar su experiencia del carisma y la común visión entre las congregaciones. Entre 1988 y 1925, más de 500 hermanas tomaron parte en la Caridad: una Visión Compartida, un programa de una semana entera para comunicación y crecimiento espiritual de las hermanas. Entre 1992 y 2000 la Federación patrocinó el Legado Seton, forums eruditos sobre la contribución de Isabel Seton a la iglesia y a la sociedad. Para sus bodas de oro en 1997, la Federación nombró una comisión para escribir una historia. «Una Visión de Servicio»por Sor Geraldine Anthony, HC. la publicación escogida, sigue no sólo la historia de la Federación, sino el legado de las congregaciones individuales que la componen.

También en 1997, la Federación cambió de nombre por el de Federación de Hermanas de la Caridad en la tradición Vicenciana/Setoniana. El nuevo nombre describía mejor la composición de los miembros.

La Federación quedó así incorporada como una organización sin lucro en el Estado de Nueva York. Esta incorporación era necesaria a la Federación para recibir el status de ONG (organización no gubernamental) en las Naciones Unidas. Los miembros habían estado deseando tener una voz en pro de los pobres y oprimidos no sólo en Norteamérica, sino en el escenario del mundo. los miembros tenían misiones en América Central y del Sur, las Islas del Caribe, Asia y África. Con un representante de ONG de la Federación en la ONU, la congregación podría expresar sus intereses y trabajar juntos por la justicia y un fin a la pobreza. La dimensión internacional de los miembros de la Federación era una realidad que resultaba cada vez más manifiesta a los miembros. Eran sin duda tiempos nuevos para las congregaciones.

Los criterios para alistarse en la Federación quedaron clarificados en 1996. Cualquier congregación en busca de ser admitida necesitaría o bien constatar su espíritu característico y carisma  en consonancia con la tradición de la Caridad de Vicente de Paúl, Luisa de Marillac e Isabel Seton, y/o constatar la influencia de la Regla Vcenciana (Reglas Comunes de las Hijas de la Caridad) en sus documentos y en su estilo de vida. Los nuevos criterios se usaron al dar la bienvenida al miembro más reciente, la Congregación de Sta. Marta, en 2004. esta congregación en un principio formada por las Hermanas de la Caridad de Halifax, se había separado para formar una nueva congregación en Antigonish. El carisma de caridad había sido obvio en sus vidas y ministerio.

También en 2004, las Hermanas Vicencianas de Caridad de Bedford, Ohio, se juntaron a las Hermanas de la Caridad de Cincinnati, aportando nuevas ideas sobre cómo se puede expresar el carisma de la caridad. Poco a poco, ese carisma fue plasmándose en la fuente de la unidad de la Federación.

Tercera parte: Los Miembros de la Federación Hoy

¿Cuál es la realidad vivida de la Federación de las Hermanas de la Caridad hoy? El espíritu de Caridad continúa fuerte y vibrante en las congregaciones de los trece miembros. Aproximadamente, 4.000 miembros con votos y 700 seglares asociadas/afiliadas sirven de costa a costa en los Estados Unidos y Canadá, y en más de otros 30 países también.

Como la mayoría de las congregaciones de mujeres en Norteamérica, los miembros de la Federación experimentan el reto de mantenerse bien orientadas en la misión de futuro mientras disminuyen los recursos y las finanzas de la organización. Con todo la energía en la misión está patente mientras emergen aventuras de nuevo ministerio, ministerios permanentes encuentran ideas creativas para florecer, y mujeres con chispa, generosas siguen la llamada del Espíritu para servir a los pobres como Hermanas o hijas de la Caridad.

Aunque fuertemente culturizada en la realidad Norteamericana, contadas sus dotes y desafíos, un miembro de las congregaciones de la Federación se han extendido internacionalmente. Algunas mantienen una pequeña pero significativa presencia en América Central y Latinoamérica, el Caribe, y África. Otras están pidiendo llevar su presencia hasta Korea y de modo fijo (Hermanas de la Caridad de Seton Hill, Pennsylvania), y a la India y a Belice (Hermanas de la Caridad de Nazaret, Kentucky). Todas experimentan la riqueza de ser evangelizadas por los pobres de diferentes culturas.

Una de las metas de la Federación es «difundir el entendimiento y expresión de nuestra común herencia enraizada en Vicente, Luisa e Isabel que se expresa en la tradición de varias congregaciones miembros.» Esto ha sucedido de varias formas.

En su gira «Camino de Isabel» de Nueva Cork, Baltimore y Emmitsburg tras las huellas de Santa Isabel Seton, las hermanas y novicias del seminario viven sus raíces comunes Vicencianas, las historias de las demás comunidades, y ministerios en marcha. Las mujeres que entraron en una congregación de la Federación  en los últimos treinta años encuentran apoyo e inspiración en la reunión «de los 70 y Más allá». Las responsables de la formación inicial y permanente de las profesas y seglares asociadas comparten ideas y programas en las reuniones anuales y espirituales de la Compañía del Personal de Formación de la Caridad (CCFP).

La Federación empezó un proyecto de mayor alcance en 1996 cuando autorizó a un grupo de estudiantes trabajar en la recogida y publicación de escritos de Santa Isabel Ana Seton. Las Hermanas Regina Bechtle, HC (Nueva York), y Judit Metz, HC.(Cincinnati), fueron nombradas coeditoras; Ellin M. Kelly, D..F., trabajaron como editoras del manuscrito. Las archivistas de la Federación y su equipo, especialmente la Hermana Betty Ann McNeil, HC., archivista de la provincia de Emmitsburg, fueron de una ayuda valiosa.  Representantes de la Federación formaron un comité editorial monitor para la obra de cuatro volúmenes. «Isabel Bayley Seton: Escritos Coleccionados» (New City Press, 2000-20006). Los volúmenes están comercializados y distribuidos por el Instituto de Estudios Vicencianos en DePaul University, Chicago.

Las congregaciones miembros, en sus esfuerzos por la formación permanente, patrocinan con regularidad retiros sobre el carisma de la Caridad. Con frecuencia invitan a miembros de otras comunidades de la Federación como conferenciantes y directores de los retiros. Varios miembros del nordeste Americano han lanzado un único tipo de formato de retiro dirigido «Vicenciano» que incluye dirección espiritual de grupo y reflexión sobre el ministerio con los pobres.

Con el tiempo la conciencia de la extensión de la Familia Vicenciana ha evolucionado junto con el deseo de la Federación robusteciendo la red y colaboración intercongregacional. Este deseo es eco de la encomienda de la 39ª Asamblea General de la congregación de la Misión (1969) «de colaborar con otros miembros de la Familia Vicenciana.» Los miembros de la Federación forjaron lazos con las Señoras de la Caridad de los Estados Unidos (LCUSA) nombrando (1969) a la Hermana Matilde Comstock, HC, para servir en la mesa nacional de LCUSA. Normalmente ocupa este puesto de Directora Ejecutiva de la Federación la Hermana Mary Ann Daly, HC (New York).La Hermana Theresa Capria, HC( New York), representó a la Federación en la Asamblea General de la Congregación de la Misión en Roma por la invitación del entonces Superior General Robert Maloney. Miembros de la Federación han estado activos como presentadoras, planificadoras, participantes en las reuniones de la Familia Vicenciana celebradas en Belleville, Illinois( 2005), Princeton, New Jersey(2006), y San Francisco, California(2007).

Sirven también los miembros como docentes en el Santuario Seton en Emmitsburg. Un servicio especial de oración señala el Día de la Federación, tenido anualmente el 15 de marzo, fiesta de Santa Luisa. Desde 1988, representantes de varias congregaciones de la Federación han contactado como grupo de Conexiones de Caridad para compartir reflexiones y escribir ensayos ocasionales sobre el carisma. Un primer volumen se publicó en formato de folleto como «Viviendo el Carisma de la Caridad»; todos los ensayos están colgados en la página de la Federación, www.sisters-of-charity.org/. Vía enlace las «Reflexiones del Carisma»

2009 señalará el 200º aniversario de la fundación de las Hermanas de la Caridad en EE. UU. Para honrar la implantación del carisma de la Caridad en Norteamérica por Santa Isabel Seton, tendrán lugar celebraciones en Emmitsburg y dondequiera que sirvan las Hermanas y las Hijas. Conmemoraciones de este acontecimiento en la iglesia de Norteamérica se programarán en colaboración donde se pueda.

Otras celebraciones están a la vista. El bicentenario de las Hermanas de la Caridad de Nazaret, Kentucky en 2012, y el 150º aniversario de las Hermanas de la Caridad de Leavenworth, Kansas(2008) y de las Hermanas de la Caridad de Sta. Isabel, Convente Station, New Jersey(2009) proporcionarán más oportunidades para difundir la historia de una herencia compartida.

Otro hito de la Federación es el «trabajo en colaboración, compartiendo nuestras tradiciones y dotes en bien del Evangelio.» El espíritu Vicenciano de «inventiva hasta el infinito» en la misión se cristaliza de innumerables modos.

En una de las más pobres regiones de la Pennsylvania rural, trabajan juntos tres grupos de la Federación al servicio de los pobres. Los Servicios Rendu proporcionan una despensa de alimento, programas después de clase en proyectos de vivienda cercanos, un servicio de salud móvil, y muchos otros servicios. Por invitación de la provincia Nordeste de las Hijas de la Caridad, que comenzaron el ministerio en 2000, las Hermanas de la Caridad de Seton Hill y las Hermanas Vicencianas de la Caridad han patrocinado en colaboración Servicios Rendu desde noviembre, 2006.

En agosto, 2007, las directoras de vocaciones de los siete grupos de Federación de SC acompañaron a 23 jóvenes voluntarias a la Gulf Coast a limpiar, fregar y pintar viviendas abandonadas a consecuencia del Huracán Katrina. Este proyecto de servicio en colaboración se extendió al primer viaje de grupo en enero, 2007.

La estructura de nuevo cuño de la Federación favorece una rápida comunicación para conservar la solidaridad en misión. Su status como una ONG en las Naciones Unidas permite a los miembros introducir en el forum global su sentido de la situación de los pobres en el mundo. La Hermana Caroljean Willie, HC (Cincinnati) sirve en la actualidad como representante de la ONG de la Federación, un trabajo que comenzó y desarrolló la Hermana Marie Elena Dio, HC (Halifax).

Los miembros pueden también circular desde los primeros momentos en los desastres naturales como el tsunami de 2004 en el sureste de Asia, los huracanes de 2006 en Nueva Orleáns y el Caribe, o el terremoto de 2007 en Perú, en su impacto en los pobres, y en los medios concretos de ayuda. Los informes nos recuerdan una rápida respuesta de dinero, auxilios, y abundante oración.

En muchas comunidades de la Federación  SC, programas asociados seglares crecen y se equipan. Aunque se trate de asociados, asociados en la misión o del ministerio de voluntarias, las asociadas Seton, la familia Seton, o afiliadas, más de 700 mujeres y hombres incorporan el espíritu Vicenciano de Caridad y viven la misión en sus propios modos de vida. La espiritualidad, el entusiasmo y el compromiso de estas personas dedicadas enriquecen a las profesas y actúan como levadura  en la Iglesia. las asociadas de caridad han patrocinado retiros del carisma en Emmitsburg y han estado activas en las conferencias nacionales de asociados seglares.

Muchas congregaciones de la Federación de SC patrocinan o colaboran en instituciones que ofrecen cuidados sanitarios, servicio sociales y de familia, educación y avance espiritual. En estos lugares de ministerio, la integración de la misión es una meta de primer orden. Los programas para empleados a todos los niveles, desde servicios de apoyo hasta alta dirección, tratan de alentar la idea de que los empleados son nuestros colegas y compañeros de misión. Sirven a la misión por el modo como mantienen el fuego Vicenciano de la Caridad, y se responsabilizan de la difusión de esa llama.

Históricamente, las comunidades tendían a orientarse hacia uno o más de los ministerios sanitarios Vicencianos, la educación, y los servicios sociales sancionados por el tiempo. Hoy, los miembros atienden una variedad de ministerios que imprimen un nuevo sentido a la fórmula de «todo servicio que esté a su alcance.» Un vistazo a la página de cada congregación (accesible por la página de la Federación, www. Ssters-of-charity.org/, vía el «Members» link) demostrará esta realidad mejor que lo pueda documentar este breve ensayo.

La actual Declaración  de la Dirección de las Hermanas de la Federación de la Caridad invita a sus miembros a:

«abrazar la realidad internacional de nuestras vidas
tanto en contexto de integración como de nuestra misión.
Y en solidaridad con el pobre,
para emplear con decisión nuestra energía como Federación
y ser testigos, abogadas y atentas a los cambios sistémicos a nivel global y local.»

Como Federación en posesión de la herencia de Vicente, Luisa, Isabel Seton, Federico Ozanam, Rosalía Rendí y demás pioneros Vicencianos, miramos hacia un futuro lleno de esperanza, fértil en nuevas ideas para llevar el espíritu de Caridad a nuestra iglesia y nuestro mundo.

*   *   *   *

Nota: Para un tratamiento general de la historia de la Federación de las Hermanas de la Caridad y sus raíces Vicencianas y Setonianas, las autoras recomiendan el artículo de la Hermana Betty Ann MacNeil, HC, cuyo original se encuentra publicado en The New Catholic Encyclopedia (Catholic University of American Press and the Gale Group, 2002).

One Comment on “La Federación de Hermanas de la Caridad”

  1. los felicito por su buena labor pido en mis oraciones por la ayuda que se pueda dar a los inmigrantes en usa especial mente nc dios las bendiga atte . oralia medrano

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