Justino de Jacobis

Francisco Javier Fernández ChentoJustino de JacobisLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Lucatello y Betta .
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De Jacobis nació el 9 de octubre de 1800 en San Fele, diócesis de Muro, en Basilicata, de Giovanni Battista y de Maria Giuseppa Muccia, séptimo de entre catorce hijos, de los que habían muerto nueve en tierna edad; bautizado al día siguiente, en la iglesia parroquial del arcipreste don Pietro Pellegrino, se le impusieron los nombres de Giustino, Pasquale, Sebastiano.

La familia, rica en fe cristiana, aunque ya no en bienes como en otro tiempo, pero siempre socialmente considerada, le proporcionó los rudimentos de la educación, en particular por obra de la madre, quien lo llevó con sencillez a un verdadero transporte por la piedad y las cosas de Dios; recibió el crisma el 26 de mayo de 1808, del obispo diocesano Monseñor Gianfilippo Ferrone. En 1814, no se sabe por qué motivos, la familia De Jacobis se trasladó a Nápoles, vendiendo incluso la ancestral mansión. Justino continuó los estudios, distinguiéndose siempre por la conducta, el provecho y la piedad; en aquel período, tuvo como confesor al carmelita padre Mariano Cacace, reformado de Santa Maria della Vita, quien entonces, debido a la supresión napoleónica, residía en el convento de Montesanto; este carmelita le ayudó a madurar su vocación, la cual le impulsaba a una vida esencialmente activa, en pro de la población del reino.

El 17 de octubre de 1818, Justino de Jacobis entró en la congregación de la Misión, establecida en Francia por san Vicente de Paúl desde 1625 y difundida rápidamente en Italia.

Los miembros de esta congregación tenían y tienen por fin principal, además de la formación del clero, la predicación a los campesinos mediante las denominadas «misiones populares», una forma de actividad que les pone en contacto con las clases más humildes; tienen además otra, que ejercen especialmente dirigiendo las Hijas de la Caridad y las cofradías de Señoras de la Caridad (instituciones ambas del mismo san Vicente), lo que por otro lado les pone en relación con la alta burguesía y la aristocracia; todo ello está en el espíritu del fundador, que instituyó las misiones populares siendo capellán doméstico de los Gondi y fue después miembro del Consejo de Conciencia de la reina Ana.

No se podrá decir cuál de estas formas de caridad activa atrajo más al joven Justino; le agradó en su conjunto probablemente todo este ideal, que une al rico y al pobre, a quien posee mucho en la tierra y necesita crearse una riqueza en el cielo, y a quien no poseyendo nada en la tierra, necesita saber que, justo por eso, es rico en el cielo.

Enrico Lucatello. Luigi Betta
CEME. 1976

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