LXX. Nuevas casas de la Congregación en Francia
Mientras el sr. Bonnet hacía las visitas de las casas de la CM el seminario de renovación seguía su paso cada año en San Lázaro, bajo la dirección del sr. Faure. Y el sr. Himbert, segundo asistente, hombre de peso y de mérito, gobernaba la casa de San Lázaro; el general, de vuelta para no volver a salir más, le continuó en el oficio de asistente de esta casa, de quien se sabe que es como el superior en cuanto a los permisos y demás. Lo que quería el sr. Bonnet no era siempre del gusto del sr. Himbert, y algunos han querido decir que en ciertas ocasiones había algunas pequeñas contrariedades, y que hasta cierto número de gente apoyaba al sr. Himbert. Sea como sea, éste, no encontrando el tiempo en San Lázaro cómodo para él y sintiéndose por otro lado incomodado por la vida sedentaria contraria a la pesadez de su cuerpo, pidió salir de allí. El sr. Bonnet se lo concedió enviándole de superior al Seminario de Auxerre, que no está muy alejado de París. De lo que escribió a la CM el 27 de julio de 1717, donde dice (29º cuaderno) que este asistente teniendo las piernas muy hinchadas por humor y debilitadas por la gota, atribuyéndolo el médico en parte a la vida sedentaria que su oficio le obligaba a llevar, se le propusieron otras menos sujetas; y como contestaba que le costaría mucho curar en San Lázaro, se le dio a elegir entre los seminarios más importantes, o alguna parroquia mediocre, y hasta ir a sustituir al sr. Couty en Roma para evitar la necesidad de hacer una segunda sustitución de asistentes, viéndose obligado a escoger la primera por la ausencia del sr. Couty, cuyo oficio han llevado el sr. Chèvremont y, después de su muerte, el sr. Subrin.
El sr. Himbert prefirió una casita donde tuviera una acción moderada y más reposo y tiempo para prepararse, decía él, a la muerte, pidiendo en particular la de Auxerre, vecina de su patria de Tonnerre, cuyos aires esperaba le fueran más favorables. El sr. Bonnet suspendió darle un sustituto, hasta ver en qué acabarían sus males, en vistas de que no era oportuno desplazar por poco tiempo a principales miembros de la CM. Se vio con todo obligado a hacerlo, y escribió así a las casas con fecha del 10 de agosto de 1719:
El asunto de la beatificación del sr. Vicente está pidiendo la presencia del sr. Couty en Roma, y la salud del sr. Himbert, que se agrava, no le permite regresar a San Lázaro, les hemos sustituido, según las constituciones, por los srs. Subrin y Dormond, para ejercer el oficio de asistentes. Son dos sacerdotes mayores a quienes se apartaba del superiorato, a uno de Manosque en Provenza, al otro de San Brieuc en Bretaña. El primero fue también asistente de la casa de San Lázaro. El segundo fue director del seminario interno; el sr. Desortiaulx, otro superior y párroco de Sedan, que había sido sacado de allí para dirigir este seminario, por no haberse acomodado.
El sr. Bonnet una vez general, continuó sirviéndose para escribir sus cartas de la mano acostumbrada de los hermanos que habían escrito con el sr. Wáter. El hermano Pierre Chollier, antiguo hermano y antiguo secretario, bajo los generales precedentes, era anciano y no hacía otra cosa que escribir la parte de arriba de las cartas; se le había tenido siempre como un hombre de espíritu, y además llevando una vida laboriosa, mortificada y siempre igual, fiel a sus ejercicios de piedad. Se sintió débil por algún tiempo en 1713 y, dándose cuenta de que declinaba, pidió hacer los ejercicios en la cama para prepararse a morir y tener parte en los de los hermanos. El general le concedió hacer un cuarto de hora de oración por la mañana y otro tanto por la tarde, para no entristecerlo. Falleció el 6 de septiembre y el sr. Bonnet, al recomendarle según la costumbre a las oraciones de la Co, dijo que se lo merecía bien por los buenos servicios que le había prestado. Tenía inclusive talento para escribir y compuso la vida de algunos hermanos y de otros que habían edificado a las casas por sus virtudes donde habían vivido, después de su muerte, el sr. Bonnet resolvió nombrar secretario a un sacerdote de la CM, según el deseo de varios misioneros, que no veían bien que un hermano tuviera así conocimiento de lo que había de más secreto. Y los generales anteriores no se habían servido por otra parte de un hermano, más que cuando no quedaban sacerdotes disponibles. El sr. Noiret, hasta ahora educador en San Lázaro, fue elegido el primero para ocupar este lugar. Es nativo de París, hombre de espíritu y sabio. Acompañó al sr. Bonnet en varias de sus visitas. Entra por oficio en el conocimiento de los mayores asuntos de la CM, lo que da lugar a creer que este lugar de secretario será en adelante, como en tantas compañías, un paso para llegar a general, dado que da más que ningún otro relación con el superior general en vida, y ocasión de tener un conocimiento más particular de la CM.
No se han tenido nuevas fundaciones importantes en Francia, desde el generalato del sr. Bonnet. Sin embargo aceptó algunas de las que dio noticia en sus cartas en diferentes ocasiones. 1º Mons. obispo de Poitiers, estableció allí a tres sacerdotes y a dos hermanos para dirigir su Seminario menor y educar a los jóvenes en la piedad y las letras convenientes a su edad, enseñándoles la filosofía, la teología y otras cosas necesarias a los clérigos hasta que tengan la edad de entrar en el seminario mayor para disponerse a recibir las órdenes. El sr. Fray fue nombrado primer superior de esta fundación, hecha hacia el final de la vida del sr. Wáter; pero fue el sr. Bonnet quien lo comunicó, siendo vicario general, en su carta del 1º de enero de 1711.
2º Un abogado en Bourg-en-Bresse, llamado sr. Rossand, no teniendo hijos, tuvo devoción de dejar sus bienes para dar instrucción a los pobres del campo, sin tener todavía ningún conocimiento de los misioneros. Hablando de su plan a un canónigo de la colegiata de esta ciudad quien tenía la costumbre de ir de vez en cuando a hacer los ejercicios a la casa de San Lázaro de Lyon, le convidó a ir con él; el abogado quedó tan satisfecho que, sabiendo el destino de la CM a dar Misiones en las aldeas y pueblos, tomó a partir de entonces la decisión de entregarle todos sus bienes al morir, para dar Misiones en Bresse. Lo hizo en efecto por testamento y, llegado a la hora de la muerte, el canónigo se lo comunicó al superior de la casa de Lyon, que no tenía ni idea. Mons. Arzobispo, por entonces señor Claude de Saint-Georges, tuvo la bondad de interesarse por esta fundación; los padres del difunto sr. Rossand quisieron entablar pleito; y tuvieron incluso el acierto de hacer intervenir a la provincia para requerir que se anulara el testamento, viendo que otras personas pudieran así disponer de sus bienes en favor de las comunidades, lo que perjudicaría a la provincia. Su Ilustrísima intervino de igual manera por su parte para mantener esta fundación, como útil a su diócesis, declarando incluso que podría un día comenzar un seminario para los eclesiásticos de Bresse. El asunto fue evocado en el Gran Consejo de París, siguiendo el privilegio de la CM, y fue sostenido por decisión en la posesión de esta herencia. Se comenzó en Bourg la fundación en 1711, después de la elección del sr. Bonnet, y el sr. Raymond, director de las misiones de Lyon, fue nombrado primer superior. Se pensó que la casa del sr. Raymond era demasiado pequeña para alojar a una pequeña Comunidad, y se compró otra más espaciosa fuera de la ciudad. Hay allí 4 sacerdotes y 2 hermanos; y aparte de las misiones que se dan en Bresse, las personas de Bourg van de vez en cuando a esta casa a hacer los ejercicios.
3º Se aceptó el seminario menor de St.-Servan en el suburbio de St-Malo, que está separado de él por un brazo de mar, pero que se seca del todo en el reflujo, de manera que entonces se va a pie enjuto de uno al otro. El señor Vincent-François des Marais, obispo de St.-Malo, quiso esta fundación no sólo para formar a jóvenes que luego fueran a entrar en el seminario mayor fundado hacía tiempo en St.- Méen, sino también para dirigir a muchos sacerdotes que se embarcan en los barcos mercantes y armadores de los que hay gran cantidad en St.-Malo y para dirigir ejercicios de seglares que están muy en boga en aquella región. Se envió allí primeramente a un hermano para ocuparse de los edificios ya bastante avanzados y, poco después, al sr. Dadonville, superior de St.-Méen; pero está todavía solo, y esta fundación comenzada en 1712 no ha progresado nada hasta ahora. El sr. Dadonville había escrito al principio que había 4000 libras de rentas aseguradas y 20000 por construir. Se nos presentan, dice él, bonitas esperanzas, pero no sé si tienen algún fundamento; los efectos lo demostrarán más tarde.
4º En 1714, se aceptó la fundación de Pamiers en el Condado de Foix, en Languedoc, del que informó el sr. Bonnet por si carta del primero de enero de 1715: El señor Pierre de Verthamont, Obispo de Pamiers acaba de confiarnos el cuidado del seminario que ha construido en su ciudad episcopal para la educación de los jóvenes eclesiásticos de su diócesis y los ejercicios de los srs. Párrocos. Los srs. Martel y Hendelin han ido con uno de nuestros hermanos a dar comienzo a esta nueva fundación. No se quedaron por mucho tiempo. La fundación es muy corta, y hasta ahora no ha habido más que dos sacerdotes.
5º El sr. Bonnet añade en la misma carta: El señor Charles Legoux de la Berchère, Arzobispo de Narbona ha reunido su seminario menor con el mayor y nos ha confiado la dirección a perpetuidad; es decir que los jóvenes son educados en la misma casa: hay sólo uno o dos sacerdotes de más para cuidar de estos niños y enseñarles la filosofía. Mons. arzobispo había pensado para esta fundación en la unión de un curato bastante rico aunque cargado de pocos parroquianos, a una media legua de la ciudad; esta unión dependía del consentimiento de un abate que el Prelado no ha podido conseguir. El superior del seminario sigue como titular de este beneficio hasta que se pueda proceder a la unión. Hay, continúa el sr. Bonnet, otras varias fundaciones en Francia; pero como los contratos no están firmados, me abstengo de ofrecerles los detalles. Se hablaba con insistencia entonces de unir a la CM todos lo seminarios que tienen los sacerdotes dirigidos en otro tiempo por el sr. Bonal en el Languedoc, en número de 4 o 5, y se estaba a punto de concluir este asunto; sin embargo no funcionó, y el sr. Bonnet escribió esto el 1º de enero de 1716: Les recomiendo un asunto de importancia para la CM que está casi cerrado, si se firma antes de que salga esta carta, les daré todos los detalles para gloria de Dios.
6º En la carta del 1º de enero de 1718 afirma esto: El señor François-Paul de Neufville de Villeroy, Arzobispo de Lyon, acaba de establecer un seminario menor en Mornant, cuya dirección espiritual y temporal ha confiado a la Co; no tardaremos en enviar allá personas aptas para esta clase de fundación conforme al santo Concilio de Trento, y costumbres de la Iglesia de Francia y ya en funcionamiento en muchos lugares. Los fundadores de esta nueva casa fueron el sr. de Murard, antiguo prior de Mornant, que había procurado ya la unión de su priorato a la casa de Lyon, y el sr. abate de Roquemont, originario de la diócesis de Reims que se retiró a dicha casa, en la que vivió santamente: han puesto cada uno diez mil libras para esta fundación. El sr. Prior tuvo el consuelo de ver la ejecución antes de su fallecimiento, acaecido poco después; el edificio del priorato grande y espacioso sirve de residencia; se educan varios niños a quienes se enseñan las humanidades. Hay tres sacerdotes y dos hermanos; han comprado algunos fondos para sostener la fundación. El sr. Perruy ha sido su primer superior.
7º En 1719 Mons. de Mérinville, obispo de Chartres, sobrino de su ilustre predecesor señor Paul Godet Desmarais, estableció otro seminario menor en su ciudad episcopal, estando el mayor fuera; ha entregado su dirección perpetua a la CM. El sr. La Gruère, quien había estado hasta entonces en Roma y era por el momento director del seminario interno de San Lázaro, fue nombrado su primer superior.
8º La última fundación aceptada por el sr. Bonnet, en 1720, es la de St.-Jean-de-Maurienne, en Saboya, donde el señor François Hyacinthe de Valpergue de Mazin, obispo de Maurienne en cuya familia el afecto hacia la CM es como hereditario: siendo por su madre nieto de Su Excelencia el sr. Marqués de Pianezze, fundador de la casa de Turín e íntimo amigo del difunto sr. Vicente, habiendo sido también educado en París en el seminario de los Bons-Enfants, después de sus primeros estudios en el colegio de Clermont. Tan pronto como se vio provisto del obispado de Maurienne pensó en establecer un seminario y dar su dirección a la CM. Diversos particulares y entre otros dos eclesiásticos de mérito hicieron de legados para fundarle. Este Prelado se dirigió para hacer el contrato al superior de la casa de Annecy, adonde ha enviado siempre a sus seminaristas para disponerse a las órdenes. Éste informó de ello al sr. Jolly, por entonces general de la CM; pero no hubo acuerdo en las condiciones. Llegaron las guerras luego e impidieron esta fundación; la paz concluida en 1697 fue de duración demasiado corta para concluir los tratos. Después de la de Utrecht en 1713, se pensó en ello eficazmente y el contrato se cerró en 1720 para tres sacerdotes y tres hermanos al principio, con la esperanza de aumentar hasta seis sacerdotes; en la interrupción del seminario se vieron obligados a dar misiones durante 4 meses al año en la diócesis. El sr. Bonnet informó sobre la aceptación de esta fundación en su carta del 1º de enero de 1721.
9º Algunas fundaciones antiguas aumentaron en número y en rentas, entre otras la parroquia de Versalles, a la que el Rey cristianísimo mandó unir la abadía de St.-Pierre-le-Vif, de Sens, para ayudar a esta casa a subsistir con mayor comodidad sabiendo que no se reciben otros emolumentos, excepto las ofrendas. Su Majestad aumentó también a seis en 1710 el número de los sacerdotes que atienden su capilla. Cuando la nueva y magnífica capilla estuvo en estado de poder celebrarse los oficios, varias personas de la Corte habían pedido que se estableciera allí un capítulo esperando que serían plazas para sus hijos; algunos habían llegado a suponer que se había resuelto quitar de allí a los Misioneros, a quienes aplicaban por ello aquellas palabras del evangelio (Lazare, veni foras), pero Su Majestad lejos de despedir a los antiguos estableció aún a otros seis nuevos, pero que fueron suprimidos después de su muerte.
Además la parroquia de Rochefort fue entregada gratis por Su Majestad de la abadía de St.-Jean-d’Angely, que se mandó unir, para reemplazar mediante su renta la pensión que el tesoro real había pagado hasta entonces para la subsistencia tanto de los que sirven la parroquia como la de los demás que se encuentran en el seminario de los capellanes. Como los sucesos de la guerra habían hecho posponer los pagos de las pensiones acordadas con el Rey, se le expuso que la unión de esta abadía sería cómoda para proporcionar la subsistencia de la casa de Rochefort; se quiso trabajar en lograr unirla. Mons. el Arzobispo de Tours, quien era su abate comanditario por entonces, se deshizo de ello a este fin; pero los religiosos Benedictinos de St.-Maur encontraron el modo de oponerse a esto, y el asunto no se ha acabado aún. El sr. Bonnet lo anunciaba en su carta del 1º de enero de 1714.
Las seis provincias de Francia cambiaron de visitadores en tiempos del sr. Bonnet, que nombró primero para la de Francia al sr. Huchon, en lugar del sr. Faure, elegido primer asistente. El sr. Crespel, antiguo sacerdote de la Misión, que dirigía la provincia de Bretaña, dimitió y, tras su dimisión, el sr. Dormond se ocupó de ella. Habiendo sido llamado éste a San Lázaro, el sr. De Laville, superior de le Mans, gobernó esta provincia. El sr. Hénin llevaba algún tiempo en Cahors, visitador de Aquitania, y era uno de los amigos del sr. Vicente; había trabajado sin cesar en la CM, durante largo tiempo, y le era muy afecto, sabiéndose muy bien las reglas, constituciones y costumbres, y por esto era de ordinario el alma de las asambleas generales, y así se le consideró en la última, por mayorcito que fuera. Murió en Cahors a la edad de 80 años en 1714, y se colocó en su lugar al sr. de Pont quien dirigía hacía algunos años el seminario y los estudios de Cahors. La muerte se llevó de igual manera al sr. Bertrand Denier, superior de Sens y visitador de la provincia de Champagne, hombre sabio que se había distinguido en las asambleas generales; falleció bastante mayor en 1713 y tuvo por sucesor en su oficio de visitador al sr. Julien Le Pays, superior en Toul, quien no es menos sabio, habiendo enseñado hasta entonces con aplauso en San Lázaro, y acompañando el saber con mucha gracia.
La provincia de Lyon perdió asimismo, en 1716, al sr. Galien, su antiguo visitador, y superior de Lyon, que había dirigido durante más de 20 años, bajo cuatro Generales; siendo prudente, pero sencillo y muy lleno del espíritu de la Misión. En su lugar se puso al sr. Bernard, superior de Narbona, quien tenía mucha apariencia; pero no dirigió por mucho tiempo esta provincia, y en 1720 se le dio por sucesor al sr. Portes, superior de Lyon, el difunto sr. Wáter que había hecho una nueva provincia de Picardía, como se ha dicho anteriormente, estableció en ella para visitador al sr. Germain, superior de Amiens, hombre regular y de buena cabeza, aunque enfermo; después de su muerte tuvo por sucesor al sr. Duquenay, superior de Noyon, que les caía bien a los externos por su talento en el bien hablar. A éste sucedió el sr. de Bigots, hombre estimado y buen consejero, que el sr. Bonnet acaba de poner como sustituto del sr. Faure, muerto hace poco en su oficio de asistente del general, dejándole todavía de visitador de Picardía. Éstos son los oficiales que ahora se ocupan de las seis provincias del reino de Francia.