Historia general de la C.M., hasta el año 1720 (63. Muerte del sr. Wáter. El sr. Bonnet general)

Mitxel OlabuénagaHistoria de la Congregación de la MisiónLeave a Comment

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Author: Claude Joseph Lacour, C.M. · Translator: Máximo Agustín, C.M.. · Year of first publication: 1731.

Fue escrita por el Sr. Claude Joseph Lacour quien murió siendo Superior de la casa de la Congregación de la Misión de Sens el 29 de junio de 1731 en el priorato de San Georges de Marolles, donde fue enterrado. El manuscrito de l’Histoire générale de la Congrégation de la Mission de Claude-Joseph LACOUR cm, (Notice, Annales CM. t. 62, p. 137), se conserva en los Archivos de la Congregación de París. Ha sido publicado por el Señor Alfred MILON en los Annales de la CM., tomos 62 a 67. El texto ha sido recuperado y numerado por John RYBOLT cm. y un equipo, 1999- 2001. Algunos pasajes delicados habían sido omitidos en la edición de los Anales. Se han vuelto a introducir en conformidad con el original.


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San Vicente de Paúl
San Vicente de Paúl

LXIII. Muerte del sr. Wáter. El sr. Bonnet general

No faltaron las enfermedades en Francia. La guerra desolaba este reino desde hacía varios años, y esta corona había tenido malos tiempos. En algunas ocasiones notables, una especie de hambre siguió al rudo invierno que se hizo sentir en 1709 en tres ocasiones diferentes, echando a perder buena parte del grano en la tierra, y todas las partes de Francia tuvieron que sufrir terribles extremos. Se ven una tras otra fiebres muy malignas que causaron la muerte a una parte de las mejores personas de la CM y de las más robustas.

La casa de San Lázaro no se vio libre; la fiebre se había llevado ya del mundo el mes de agosto de 1708 al sr. Gabriel Bessière, segundo asistente del general y a su Admonitor, quien conducía a la Comunidad con bendiciones, siendo querido y al propio tiempo temido de la juventud. Era un maravilloso alivio para el sr. Wáter, que sintió vivamente esta pérdida y habló de ella así al anunciársela a la CM: La CM acaba de tener una pérdida importante, en la persona del sr. Bessière, y yo pierdo en particular más de lo que puedo decirles, de buenos consejos, de ayudas y de consuelos.

Tres años antes el sr. Wáter le había mandado hacer la visita a Lyon, lo mismo que había enviado al sr. Bonnet a Mans, a visitar la casa del sr. Himbert, visitador de la provincia de Poitou. Les recomiendo el alma de de este querido difunto y también que pidan a Dios que nos ilumine para elegir a una persona agradable a sus ojos capaz de ocupar su lugar y de continuar en la CM los buenos servicios que él le prestó. El general puso los ojos en el sr. Chèvremont, encargado entonces del cuidado de las Hijas de la Caridad en París, que había sido hasta entonces visitador en las tres provincias de Poitou, de Champagne y de Guyenne, de lo que informó a la CM como de costumbre.

La CM perdió así a uno de sus mejores amigos, y el sr. Wáter se lo escribió a las casas: El Señor Claude-Charles de Rochechouart, abate de Moutier-Saint-Jean, había demostrado afecto a la CM desde el tiempo del sr. Vicente, con el sr. Abate de Tournus su hermano, y como se ha referido en la vida del sr. Vicente, se creyó deber hablar en esta obra del fallecimiento de su muy digno hermano, llegado a la primavera de 1710. Acabamos de enterarnos, dice el sr. Wáter, con mucho dolor de la muerte del sr. abate de Moutier-St.-Jean, uno de los mejores y más fieles amigos del sr. Vicente y de toda nuestra CM. A la que honró y edificó tanto con su amistad siempre que nos hizo el honor de permanecer entre nosotros, según el privilegio muy particular que N. venerable Padre le había concedido, lo mismo que al sr. abate de Tournus, su hermano. Se murió como había vivido, es decir muy santamente, en la práctica de las virtudes cristianas. Les ruego que le concedan como les sea posible los mismos sufragios que se conceden a los difuntos de nuestra CM, aunque no haya sido más que de corazón y de afecto, y por todas las señales y los buenos efectos de una benevolencia muy paterna.

El sr. Wáter daba la esperanza de una larga vida, y la CM esperaba que Dios le hubiera conservado por más tiempo en la tierra. Pero la fiebre maligna unida al letargo lo llevó a la muerte en muy pocos días, en el momento en que había comenzado el retiro, después mismo de la ordenación del mes de septiembre. Desempeñó los primeros días las funciones con mucho fervor y, al 4º, después de hacer la meditación del Paraíso, estando en el examen particular, se sintió presa de unos temblores que le obligaron a meterse en cama. Pronto fue atacado de un letargo del que no pudo recuperarse, y murió el 2 de octubre de 1710. Enseguida después de su muerte, fueron a abrir la cajita para saber a quién había nombrado para gobernar la CM durante la vacante, y se vio que había elegido para ello al sr. Bonnet, su tercer asistente desde su primer retiro tras su nombramiento al generalato, aunque éste fuera todavía bastante joven y el de menos edad de cuantos se hallaban en este empleo.

Inmediatamente después el Vicario general informó a las casas de la CM de esta triste muerte pidiendo como siempre la ayuda de las oraciones para cumplir bien su cargo y obtener de Dios las gracias necesarias para la elección futura. El invierno estaba demasiado cerca para fijar la asamblea general antes de la primavera siguiente y, además, habría que interrumpir en las casas la mayor parte de las funciones para celebrar las asambleas domésticas y provinciales; la fijó para el principio de mayo, hacia la fiesta de la Ascensión. Las asambleas fueron convocadas en las provincias. Los pasos en Italia se encontraban todavía taponados por las guerras que seguían. El sr. Figari, que había dejado el superiorato de Roma para venir a dirigir la casa de Génova, su patria, estaba allí como vice-visitador. Tuvo su asamblea provincial, y vino por mar a París, con el superior de Turín y otro misionero de esta última casa; pero nadie se puso en camino de la provincia Romana. Los Polacos tenían a la cabeza al sr. Kownacki, sucesor del sr. Tarlo, en el oficio de visitador de Polonia, llegó con mucho trabajo con sus diputados. Y no habiendo llegado a tiempo, hubo que diferir algunos días la asamblea general. Los visitadores y diputados de las seis provincias de Francia se encontraron allí. Y en la sesión destinada a la elección del general, el sr. Jean Bonnet fue elegido en el primer escrutinio antes de las 9 de la mañana; toda la casa de San Lázaro mostró su gran alegría. Algunos particulares habían venido a esta casa, y hasta sin orden, de las provincias alejadas, con la esperanza de poder transferir esta elección, pero no lo pudieron lograr. La asamblea le dio como siempre tres asistentes franceses, a saber, el sr. Maurice Faure, que lo había sido ya del sr. Pierron y que fue también admonitor del sr. Bonnet; el sr. Pierre Himbert y el sr. Jean Couty. El sr. Figari fue elegido como asistente italiano; pero se le permitió volver a Italia para poner algunos asuntos en orden y vino luego a Francia. Esta elección se hizo el 11 de mayo de 1711.

El nuevo general había nacido en Fontainebleau, el mes de abril de 1664; así que no tenía entonces más que 47 años. Entró de bastante joven en la CM y, después de los años de estudios, enseñó en San Lázaro, luego en el seminario de Châlons en Champagne, de donde el sr. Jolly le sacó para hacerle superior de la casa de Auxerre; no teniendo por entonces más que 30 años. Y cuando el sr. Pierron fue elegido general, creyó no poder dar un superior mejor teniendo a Mons. obispo de Chartres para dirigir en su lugar su seminario, que al sr. Bonnet. Contentó mucho a este sabio prelado, que sentía un placer especial en oír las conferencias espirituales y eclesiásticas que daba a los sacerdotes de su diócesis. Todo el mundo ha reconocido en él un talento excelente para esta clase de conversaciones; era sumamente apreciado por el cardenal de Noailles cuando hablaba en los retiros numerosos que Su Eminencia mandaba hacer en San Lázaro. Además resolvía con toda facilidad los asuntos sin apurarse demasiado, hallándoles expedientes a todas las cosas. El secretario de la asamblea fue el sr. Julien Barbe, excelente teólogo y superior del seminario de los Bons-Enfants; y muy estimado por su capacidad por Mons. de Noailles. Pero la asamblea tuvo el dolor de verle morir en muy pocos días, así se lo anunció el general a las casas de la CM en estos términos. Del 20 de mayo de 1711: Nuestra asamblea nos ha dado mucho consuelo. Todo se llevó a cabo en paz y unión. Pero Dios ha tenido a bien templar un poco este gozo, con todo lo justo que era, con el dolor que experimentamos por la muerte del sr. Barbé, secretario de la asamblea, que lo perdimos en cuatro o cinco días, a causa de una pleuresía, con reumatismo al pecho, que no se pudo remediar; es una gran pérdida para la CM. Se ha sentido mucho dentro y afuera de la casa. Era singularmente recomendable por estar siempre dispuesto a agradar a todos. Algunos le han creído demasiado afecto al Cardenal de Noailles en las discusiones tenidas con los Padres Jesuitas y se ha dicho que el Padre Le Tellier no habría dudado en hacerle salir de su puesto si hubiera vivido por más tiempo. Se han impreso bajo su nombre, después de su muerte, dos volúmenes en doce de oraciones afectivas para las principales fiestas del año.

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