Historia general de la C.M., hasta el año 1720 (55. Nuevas fundaciones de la CM)

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Author: Claude Joseph Lacour, C.M. · Translator: Máximo Agustín, C.M.. · Year of first publication: 1731.

Fue escrita por el Sr. Claude Joseph Lacour quien murió siendo Superior de la casa de la Congregación de la Misión de Sens el 29 de junio de 1731 en el priorato de San Georges de Marolles, donde fue enterrado. El manuscrito de l’Histoire générale de la Congrégation de la Mission de Claude-Joseph LACOUR cm, (Notice, Annales CM. t. 62, p. 137), se conserva en los Archivos de la Congregación de París. Ha sido publicado por el Señor Alfred MILON en los Annales de la CM., tomos 62 a 67. El texto ha sido recuperado y numerado por John RYBOLT cm. y un equipo, 1999- 2001. Algunos pasajes delicados habían sido omitidos en la edición de los Anales. Se han vuelto a introducir en conformidad con el original.


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San Vicente de Paúl
San Vicente de Paúl

LV. Nuevas fundaciones de la CM

Por corto que haya sido este generalato, no se dejó de ver casas nuevas de la CM, establecidas en Francia y en los países extranjeros. En Francia, se enviaron Misioneros a Fontenay-le-Comte. en el bajo Poitou, y a Vanes, en Bretaña. Hacía ya mucho tiempo que el difunto sr. Jolly había aceptado una fundación para Fontenay-le-Comte. Se había trabajado en unir un priorato que debía constituir el fondo de esta casa, pero se vieron obligados a rogar a Mons. de Loménie de Brienne, obispo de Coutances, y abate de St.-Cyprien de Poitiers, tenía algunas pretensiones, y el proceso no se pudo liquidar hasta la muerte del sr. Jolly. El sr. Pierron pasó la noticia de esta fundación en su carta del 1º de enero de 1700, en estos términos: Hace como 23 años que el sr. Jolly había aceptado el contrato de fundación para una casa de misión en Fontenay-le-Comte.; pero haciéndose presentado diversas dificultades, no se pudo llevar a cabo hasta hace poco; hemos enviado tres sacerdotes y dos hermanos con la esperanza de que en lo futuro haya un mayor número; fueron bien recibidos por Mons. Charles-Magdeleine Frezeau de la Frezellière, obispo de La Rochelle, quien los estima. El sr. Brier, buen Misionero y dotado de una gran sencillez, fue allí el primer superior. Se compraron, unos años después, la casa de Haute-Roche, donde están alojados pasablemente.

En Vanes, el señor François d’Argouges, que era obispo allí, tenía ya un seminario bien construido fuera de la ciudad y que servía una pequeña iglesia cercana; estaba dirigido por los sacerdotes del clero. Su Ilustrísima que se daba cuenta de que sus sacerdotes no se mostraban muy estables y pedían a menudo beneficios poco después de empezar a trabajar en el seminario, resolvió ponerlo en manos de una comunidad, y escogió para ello a la Misión; el general envió a 4 sacerdotes con hermanos, el año 1702. El sr. Obispo, al morir, dejó algunas sumas en favor de este seminario, al cual se había unido ya un priorato, al cabo de la Isla de Rhuys, a orillas del mar; los Benedictinos contestaron, a partir de entonces, el disfrute, sacando títulos que se estimaban fabulosos, procedentes de cierto rey Bretón, mucho más antiguo que san Benito; esto no ha dejado de cansar a los Misioneros quienes, llevada su causa al gran consejo, han estado pleiteando mucho tiempo en París.

El sr. Pierron añade en dicha carta: Creo que el sr. Jolly escribió a las casas algún tiempo antes de su muerte; había aumentado la casa de Boulogne-sur-Mer para dar misiones cosa que hacen desde entonces con frutos extraordinarios, encontrándose bien dispuestos allí los pueblos; les hemos añadido un 4º sacerdote. Este ejemplo ha llevado al Señor obispo de Amiens y al Señor abate de Riencourt, su Vicario General, a fundar a un 6º sacerdote para ir a misiones con uno de los cinco ya destinados para el seminario. Nuestro Señor bendice los trabajos de estos dos obreros que están actualmente en misiones, ayudados de uno externo a quien Monseñor emplea para ello, y tenemos motivo de esperar que algunas personas piadosas, al ver los frutos que provienen de estas funciones, se verán inclinadas a fundar a un tercero.

Enviamos, hará unos quince meses cuatro sacerdotes a Toul, en Lorena, para trabajar en las misiones que allí están contratadas, y a ellas se dedican con gran fruto. De esta forma, mientras se hacían nuevas fundaciones las antiguas aumentaban en número de obreros para desempeñar nuevas funciones.

Igualmente en Italia y en Polonia. La de Roma recibió un notable crecimiento bajo el Pontificado de Inocencio XII que conoció a los Misioneros mejor que hasta entonces por el informe optimista que le dio el abate Fabroni, por entonces Prelado, y luego Cardenal. Hemos de escuchar al sr. Pierron que habla así en la carta antes citada: Nuestro Santo Padre el Papa ha dado a la casa de Roma, en el curso de unos años, treinta y cuatro capellanías de siete mil libras de renta para mandar celebrar 24 misas cada día. El sr. Jollu vivía aún; eran fundaciones que se entregaron a los Misioneros para que pudieran cumplir, y de las que se aprovechan todavía hoy.

Además, Su Santidad ha dado hace unos tres años un oficio vacante de renta variable que se ha vendido por treinta y seis mil libras, y no contento con todas estas gracias, ha dado su consentimiento para la nueva fundación en esta gran ciudad, en la abadía de San.-Juan y San.-Pablo, en Monte Coelio. Se dice que las noticias públicas hablaron sobre ello y de su destino, pero tergiversando algo las cosas; por eso es justo que les diga que esta gracia de Nuestro Santo Padre el Papa merece tanto nuestra estima por ser llegada únicamente de su pura bondad y de su única iniciativa, sin que nadie de nosotros lo haya solicitado. Lo que nos obliga a un gran agradecimiento. Porque se nos ha dado sin estar obligados a ninguna carga más que la de este beneficio, que es de dos mil cuatrocientas libras de renta, de las que disfrutaba el Señor cardenal Ottoboni, sobrino de Alejandro VIII. Enterado del plan que tenía – 507el Papa de darnos la iglesia, las edificaciones, los huertos y cercado de esta abadía, se ofreció por sí mismo abandonar también la renta. Todo reunido en una bula del 8 de septiembre de 1698, expedida por las atenciones y prosecución incluso de Nuestro Santo Padre el Papa, quien lo tomó con tal interés que mandó emplomar la bula, aunque la gota le impidió firmar este nuevo don tan importante. Ven ustedes qué obligación tenemos de pedir a Dios por un tan gran Papa y el Señor Cardenal Ottoboni quien, al cedernos las rentas de la Abadía, nos ha dado el medio de hacer esta nueva fundación, adonde hemos traspasado a los seminaristas internos y a los estudiantes de la casa de Roma con sus profesores y directores, de suerte que ya hay 34 personas o así de nuestra CM, que Su Santidad con una bondad muy paternal las ha honrado con una visita al comienzo de su fundación, favoreciéndoles con su bendición apostólica, cosa que nos debe hacer esperar que esta casa hará mucho bien en lo futuro. Todavía no hemos nombrado superior, porque el sr. Giordanini, que lo es de nuestra antigua casa de Monte Citorio, se ocupa con su presencia de que aquella comience bien. También, el Papa nos ha dado señales de su benevolencia, porque habiendo puesto una nueva congregación para dedicarse a la reforma del clero, ha querido que el superior de nuestra casa fuera uno de los consejeros, como lo era ya de la congregación del hospicio de los Pobres-Sacerdotes. Y Su Santidad mandó preparar hace un año un decreto por el que se manda a los Confesores que tengan un retiro de ocho días todos los años en nuestra casa y para los párrocos al menos cada tres años, y dice que acompañando certificados de que han hecho los ejercicios del retiro puntualmente, serán con preferencia favorecidos con las gracias de Su Santidad.

Todo esto se publica en la carta del sr. Pierron, quien añade en otra siguiente que los dos Misioneros franceses que envió a Roma, habla del sr. Divers con su compañero, que iba a hacer el oficio de procurador de las casas de la Co, fueron bien recibidos y admitidos por el Papa a besarle los pies, era ya Clemente XI, sucesor de Inocencio XII. Les hizo el honor de levantarlos y conversar con ellos familiarmente durante más de media hora, mostrándoles mucho afecto hacia la CM. Su Santidad ha concedido novedosamente permiso a nuestros sacerdotes de Monte Citorio elevar su construcción conforme a la gran necesidad que tienen, de lo que no están en nada conformes algunos vecinos, diciendo que esta elevación les quitaría la vista, y ellos ya se lo habían mandado prohibir con dos decretos obtenidos de Inocencio XII. Clemente XI no los ha suspendido, pero se los ha explicado en nuestro favor, por razón de que se necesitaba alojamiento para recibir en los retiros a los confesores y párrocos de Roma, según otro decreto del mismo Inocencio XII, a quien no se puede dar satisfacción si no es elevando la casa. Es un expediente que Nuestro Santo Padre el Papa lo ha tratado en persona, para no suspender lo que había hecho su predecesor.

No se quería menos a la CM en las otras ciudades de Italia. Se hizo una nueva fundación en Ferrara, para las misiones y las ordenaciones de esta diócesis, donde trabajaban Misioneros hacía cinco años, y donde el difunto sr. Jolly nombró, tan sólo tres semanas antes de su muerte, a un superior. Los empleos tenían también lugar con bendición en las casas de Italia. Las cartas que he recibido de La Bâtie (Bastia), dice el sr. Pierron, me comunican que las misiones producen siempre grandes frutos entre los habitantes de la Isla de Córcega, y que, además, han comenzado un seminario externo, que será un gran medio de remediar tantos abusos, formando buenos sacerdotes.

El general añade todavía que se trataba de establecer la CM en una de las ciudades principales del milanesado, pero que estando esta región en guerra, no sabía si resultaría el plan, al menos tan pronto; esta ciudad era Cremona y, a pesar de la guerra, se hizo la fundación. El propio sr. Pierron informó con una carta particular con fecha del 8 de noviembre de 1702, donde destaca: El sr. Dominique Malossi, canónigo de la catedral de Cremona, nos cedió mediante contrato pasado en el mes de septiembre del año último su casa, sus muebles y la mayor parte de sus bienes, para procurar en esta ciudad una fundación de la CM, con el fin de trabajar en las misiones, y hemos enviado desde un principio cuatro sacerdotes y tres hermanos italianos. Quien los dirige, a la espera de nombrar un superior, es el sr. Ageno, superior de nuestra casa de Pavia, que ha tratado de esta fundación con este canónigo. (23º cuaderno). Nos asegura que han sido recibidos por los grandes y por los pequeños con la mejor acogida que se podía desear. Ante todo se han admirado de la generosidad y el desprendimiento de su fundador que les ha dado posesión de su casa, de sus muebles y de todo cuanto les había prometido en el contrato de fundación, retirándose después a su otra casa, aunque menos cómoda que ésta. Estamos muy obligados a pedir a Dios por este insigne bienhechor. Tales son los incrementos que Dios daba en Italia a la CM.

En Polonia, era muy estimada por entonces de grandes y pequeños, pero este reino tuvo mucho que sufrir después de la muerte del rey Juan III, existiendo varias intrigas para la elección futura; hubo también dos príncipes elegidos, a saber: el príncipe de Conty, por una parte, y el elector de Saxe, por otra. El primero parecía tener el mayor apoyo; sin embargo, el elector de Saxe fue el ganador, y reconocido por rey. Nuestras casa de Polonia, dice el sr.Pierron, se han encontrado hasta ahora con graves problemas, por razón de la división de este gran reino; no han dejado de realizar sus funciones, aunque dos de ellas hayan sufrido grandes pérdidas en sus bienes; el seminario interno no se ha visto interrumpido por ello. El sr. Tarlo, visitador de la provincia, escribía, además que se quería establecer a los Misioneros en un arzobispado de Polonia, es decir en Léopol, capital de la pequeña Rusia, y en otra ciudad, pero que existían dificultades todavía. Fueron mayores de lo que se esperaba. Habiéndose ligado el rey de Polonia con el zar de Moscovia, el rey de Suecia, joven monarca, que no pensaba en otra cosa que en la guerra, después de conseguir victorias importantes sobre el zar, saqueó todo este gran reino durante varios años; y habiéndose impuesto, hizo que eligieran a un nuevo rey llamado Estanislao; luego entrando a mano armada en Saxe, obligó al rey Augusto a abdicar la corona y a reconocer a Estanislao. Pero no supo aprovecharse de esta suerte y, muy pronto, queriendo perseguir al zar hasta el interior de Polonia, perdió la famosa batalla de Pultowsk, tras la cual el rey Augusto volvió a su reino.

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