Historia general de la C.M., hasta el año 1720 (49. Asamblea general. El sr. Pierron General)

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Author: Claude Joseph Lacour, C.M. · Translator: Máximo Agustín, C.M.. · Year of first publication: 1731.

Fue escrita por el Sr. Claude Joseph Lacour quien murió siendo Superior de la casa de la Congregación de la Misión de Sens el 29 de junio de 1731 en el priorato de San Georges de Marolles, donde fue enterrado. El manuscrito de l’Histoire générale de la Congrégation de la Mission de Claude-Joseph LACOUR cm, (Notice, Annales CM. t. 62, p. 137), se conserva en los Archivos de la Congregación de París. Ha sido publicado por el Señor Alfred MILON en los Annales de la CM., tomos 62 a 67. El texto ha sido recuperado y numerado por John RYBOLT cm. y un equipo, 1999- 2001. Algunos pasajes delicados habían sido omitidos en la edición de los Anales. Se han vuelto a introducir en conformidad con el original.


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San Vicente de Paúl
San Vicente de Paúl

XLIX. Asamblea general. El sr. Pierron General

La muerte del sr. Jolly ocurrió hacia el final del invierno, la primavera siguiente fue a propósito para tener las asambleas provinciales y para facilitar los viajes de los diputados a la asamblea general. Los cinco visitadores del reino, a saber: el sr. Pierron, de la provincia de Francia; el sr. Doué de la de Poitou; el sr. Hénin, e Guyenne; el sr. Lefort, de Champagne y el sr. Gallien, de Lyon se dirigieron allí con sus diputados; igualmente, el sr. Pierre Giordanini, quien había sucedido al sr. Terrarossas en los oficios de visitador y de superior de Roma, hombre estimado en la provincia como sabio y con otros talentos, piamontés de origen; y el sr.Tarlo, ya muy conocido en la Co, y siempre visitador de Polonia.

El sr. Faure fue muy bien recibido por el Rey, y habría sido elegido sin oposición general de toda la Co, que tenía una estima muy singular por la elección que había hecho el difunto sr. Jolly, y que no ha dejado nunca de elegir a quien había sido nombrado vicario general de su predecesor si algunos particulares no hubieran metido en la cabeza del rey muy cristiano, que este cargo podía pasar por importante en el estado y por lo tanto debía estar sometido a la ley, que excluye de él a los extranjeros. Lo que estuvo a punto de producir un cisma en la CM, por parte de los Italianos y Polacos.

Se creyó que aquello venía de Mons. el Duque de Maine y de Mons. de Noailles, arzobispo de París, luego cardenal, que era amigo íntimo del sr. Hébert, párroco de Versalles, hombre sin discusión de un raro mérito; se sirvieron de este pretexto en el momento de elegirle superior general de la CM. Diversos individuos de la CM deseaban también verle elegido a este cargo, esperando que siendo un hombre educado, y conociendo la corte, aboliría ciertos usos de la CM que les parecían algo demasiado simples para el tiempo presente. Se notificó la orden del Rey a la asamblea. El sr. Faure, acompañado de algunos de los principales de la Co, tuvo el honor de saludar a Su Majestad en una audiencia que le fue preparada por la Sra. de Maintenon, que tenía todas las simpatías hacia la CM; era para presentarle los inconvenientes que podría acarrear su exclusión en calidad de extranjero, aunque su humildad le hizo ver que, en relación a su persona, él era indigno de este empleo. Su Majestad replicó que se sentía molesto porque el asunto tenía que ver con él; que le había conocido estando en Fontainebleau y se había sentido siempre muy satisfecho de él; pero que no podía dejar de hacer observar en este aspecto los derechos del reino, y que le vería con placer en otro cargo.

Se vieron pues obligados, en la asamblea, a no pensar en él, lo que produjo gran ruido, según se había temido. Los Italianos y los Polacos se quejaban en voz alta de que se les excluyera del generalato. Que se violaban las constituciones que piden una entera libertad para toda clase de gentes (naciones), que la elección futura sería nula por derecho y que el sr. Giordanini, visitador de la provincia de Italia, se esforzaba en conseguir por los textos del derecho canónico, en el que pasaba por ser perito. Los visitadores de Francia y entre otros el sr. Doué, diputado de la Provincia de Champagne, que tenía conocimientos, no dejaron de responder con solidez a estas protestas, aduciendo que esta cuestión no era cosa de ellos, y que no se podría desobedecer al rey. Estos señores extranjeros siguieron protestando que no reconocerían al general elegido, y no cesaron en todos los escrutinios de dar sus sufragios al sr. Faure.

La asamblea se vio repartida entre el sr. Pierron y el sr. Watebled, entonces superior de Beauvais, hombre ya antiguo en la CM, y que en ella había desempeñado un buen papel, por su habilidad, conocimiento de su mundo, buena dirección; fue necesario establecer un compromiso para decidir quién de los dos sería elegido. Al fin lo fue el sr. Pierron, y fue reconocido como general en la asamblea celebrada el mes de agosto de 1697.

Había sido recibido en la CM bajo el sr. Vicente siendo todavía muy joven; había nacido en una parroquia vecina de la del sr. Jolly, en la misma provincia de Brie. Estudió muy bien y después enseñó en San Lázaro. Tenía conocimientos; y de los externos de distinción, entre otros el señor Claude de Saint-Georges, arzobispo de Lyon, muy hábil a su vez y versado en el conocimiento de la antigüedad, que había conocido al sr. Pierron en Tours, al ser nombrado arzobispo antes que serlo de Lyon, testimoniaron, al enterarse de su elección, que era de su agrado ver que en la CM se tenía en cuenta la erudición de los individuos. Fue el primer superior del seminario de Saint-Flour, y del de Tours. El sr. Jolly le volvió a llamar a San Lázaro en 1694; le nombró a la vez superior del seminario de Chartres y visitador de la provincia de Francia. Tenía algo más de sesenta años cuando fue elegido general y pasó todas las penas del mundo en aceptar esta carga, llorando amargamente, expresando a los diputados que era ya viejo y que no lograría desempeñar bien el cargo, que la CM estaría mal gobernada, y otras varias razones, que la experiencia dio a conocer que eran bastante sólidas. No le escucharon, y su elección siguió en pie. Él mismo se lo anunció según la costumbre, en una carta circular del 10 de agosto de 1697, humillándose a la vista de su elevación: Dios, dijo, no podía humillar más a la CM en su jefe y en sus miembros; estoy ya enfermo y por consiguiente fuera de situación para prestar los servicios que se esperan del superior general. No obstante asegura que se esforzará en imitar a sus honorables predecesores en su sabia dirección, sobre todo para mantener la unión y la exacta observancia de las reglas.

Los Italianos y los Polacos no quedaron del todo contentos de esta elección, y se volvieron a sus casas después de protestar y no reconocer al nuevo general. Todas las casas de Francia estuvieron de acuerdo. La asamblea le dio como asistentes al sr. Faure, que fue también su admonitor; al sr. Terrarossas por la nación italiana, quien sin embargo no llegó a París hasta después que se pacificó el asunto, y llegó sólo algún tiempo después. El secretario de esta asamblea fue el sr.Hébert, como en las anteriores.

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