Dos santos a pie de calle para tiempos de crisis

Francisco Javier Fernández ChentoLuisa de Marillac, Vicente de PaúlLeave a Comment

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A pie de calle encontramos cada día en los Comedores Sociales dirigidos por las Hijas de la Caridad o la Sociedad de San Vicente de Paúl. No en vano San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac decían a las Hermanas que su claustro eran las calles de la ciudad. En la calle se encontraron los dos con los pobres, por eso insisten en sus enseñanzas que hay que salir a la calle para encontrarse con los pobres y tratar de buscar soluciones a sus necesidades. Es lo que hacía Jesucristo. Por eso ellos se sentían continuadores de su misión y quieren que sus seguidores vivamos el servicio a los necesitados como continuación de la misión de Jesucristo y animados de su mismo espíritu. Esta es la síntesis de su mística religiosa.

En esta época nuestro mundo, marcado por una fuerte crisis global económica, social, moral y axiológica, San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac aparecen como dos estrellas polares que orientan e iluminan el camino de la solidaridad hacia los  necesitados. Ambos nacieron en Francia a finales del siglo XVI y desarrollaron su vocación de caridad en el siglo XVII en París y sus alrededores, en un contexto de fuerte crisis social marcada por la pobreza, el hambre y las guerras. El Espíritu Santo unió sus vidas a partir de 1625 en una misión común: la ayuda a los necesitados y pobres más abandonados de su tiempo. Ambos recibieron la urgencia interior de la compasión del corazón que les hacía ver, como necesidad apremiante, que era necesario sacar a los pobres de la miseria para que pudieran sentirse y vivir como verdaderos hijos de Dios.  Y lo hicieron como apóstoles de la caridad y precursores de la ayuda organizada.

Ambos experimentaron la conversión a Dios antes de iniciarse en la ayuda a los pobres. Vicente se convierte a Dios, tras fuertes dudas de fe, saliendo de ellas cuando hizo el voto de entregarse a los pobres. Cambia su ambición por la entrega a dios y a los pobres. A partir de 1617, la calle donde malviven y sufren los pobres es su lugar de apostolado. Y no lo hace sólo sino creando redes de colaboración y grupos de ayuda organizada: la Asociación Internacional de Caridad, la Congregación de la Misión y, un poco más tarde, funda con Santa Luisa de Marillac, la Compañía de las Hijas de la Caridad. A las Hermanas les dice que su claustro es la calle, lugar de encuentro con los pobres como lo hacía Jesucristo. Estaba convencido de que en la calle se encuentran los pobres más necesitados y que es de justicia socorrerles. Por eso repetía a los suyos: «Deberíamos vendernos a nosotros mismos para sacar a los pobres de la miseria» (SVP, IX/1, 451)

Luisa de Marillac también experimentó la conversión a Dios en su itinerario espiritual, bajo la dirección de Vicente de Paúl. Superadas ciertas dudas de fe y la experiencia de soledad en su viudez, decidió entregarse totalmente a Dios para servir a los pobres. Así fundó con San Vicente de Paúl, la Compañía de las Hijas de la Caridad en 1633. Previamente había hecho de la calle y los caminos olvidados de Francia su noviciado, visitando las Cofradías de la Caridad. En estas visitas a los pueblos y aldeas, en continuas idas y venidas, descubrió las necesidades de los pobres y jóvenes campesinas vocacionadas que llenas de generosidad querían ser como ella, continuadoras de la misión de Jesucristo. Y así nació y se extendió la Compañía por Francia, Polonia y otros países. En 1790 llegaron a España. Antes, en 1704, se estableció la Congregación de la Misión. A través de estas ramas de la Familia Vicenciana llegaron las otras de miembros laicos: Asociación Internacional de Caridad (AIC), Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP), Juventudes Marianas Vicencianas (JMV), Asociación de la Medalla Milagrosa (AMM) y Misioneros Seglares vicencianos (MISEVI).

Todos los miembros de la familia Vicenciana, a pie de calle, continúan la misión y la obra de caridad diseñada por San Vicente y Santa Luisa en comedores sociales, albergues, residencias, colegios y centros educativos, hogares, centros de día, casas de acogida, hogares para niños, escuelas infantiles, talleres profesionales, etc… Os invitamos a celebrar con nosotros el 350 aniversario de su muerte. Lo celebraremos reavivando el fuego de la Caridad en la Iglesia y en el mundo. Nuestro mundo necesita el calor de manos amigas que repartan cariño, acogida, bondad y compasión a pie de calle. Necesita brazos que trabajen por la dignidad y promoción de los pobres y necesitados. Así lo pedía San Vicente de Paúl «Amemos y sirvamos a los pobres con el esfuerzo de nuestros brazos y el sudor de nuestra frente»… Así lo enseñaba Santa Luisa de Marillac: ¡Que dicha si la Compañía pudiera ocuparse de los pobres desprovistos de todo!

Vivimos tiempos de crisis y hay muchas personas desprovistas de todo que esperan nuestra ayuda organizada. Celebraremos la apertura de este acontecimiento en Madrid con una Eucaristía de acción de gracias el día 26 de septiembre, sábado, en la basílica de La Milagrosa. Apúntate a calentar tu corazón y el corazón de nuestro mundo en la llama de la caridad. Te esperamos. Sólo el fuego del Espíritu Santo es capaz de encender llamas de caridad en nuestro entorno… San Vicente y santa Luisa se abrieron a su luz y su calor y pasaron por el mundo encendiendo hogueras de amor. Tú y yo podemos hacer lo mismo.

Sor Mª A. Infante, H. C

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