La Sra. de MAINTENON merece aquí un recuerdo especial de gratitud. Esto es lo que se lee en la Historia de la Congregación de la Misión por el Sr. Joseph Lacour: La muerte se llevó el 15 de abril de 1719 a la Sra. Françoise d’Aubigné, Marquesa de Maintenon, fundadora en particular de la Casa real de Saint-Cyr. Falleció en Saint-Cyr, -donde ella se había retirado después de la muerte del rey, -después de una larga vida de ochenta y tres años, que había estado llena de piedad en toda clase de buenas obras, muy desprendida del espíritu del mundo y de todas sus falsas máximas, siempre lejos del vicio, uniforme y constante en la práctica de las virtudes. Es el elogio que hizo de ella el Sr. Bonnet, al encomendarla a las oraciones de la Congregación, que perdía a una amiga fiel y constante y una protectora igualmente poderosa y llena de buena voluntad en todo tiempo y en toda clase de circunstancias. En un principio, dio Dios a la Compañía a la Sra. duquesa de Aiguillon, sobrina del cardenal de Richelieu, todopoderoso en Francia, y el Sr. Vicente había tenido siempre recurso a ella en sus necesidades; la Providencia le ha concedido lo mismo, con el tiempo, a la Sra de Maintenon, dama de mayor crédito en el espíritu del rey, se dirigían a ella cuando se quería comunicar algo a Su Majestad o cuando se trataba de obtener algunas gracias necesarias a algunas casas. Fue así cuando la de Lyon, hallando dificultades para tener el consentimiento de esta abadía del Sr. Tessé, abate de Savigny, a fin de proceder a la unión del priorato de Mornant, dependiente de esta abadía, la Sra. de Maintenon se lo escribió al mariscal, su padre, que estaba por entonces, quien a la sazón se hallaba en España, el cual comunicó al Sr. abate, su hijo, para que hiciera todo cuanto la Sra. de Maintenon deseara».
El 12 de junio de 1726 murió el cardenal Paulucci. Había construido en la ciudad de Forli, su patria, una casa muy amplia para los misioneros, y la había dotado. Renovó también por completo la iglesia de los santos Juan y Pablo de Roma que era su título cardenalicio y que estaba unida a nuestra casa de Monte Celio donde se había situado el seminario interno. El cardenal había sido ministro de Estado y dio grandes ejemplos de virtud, en particular por su calma y su firmeza de alma, cuando una cabeza coronada hizo pronunciar la exclusión del papado contra él en un cónclave: sin eso parece que hubiera sido elegido Soberano Pontífice.
El Sr. de MURARD, antiguo prior de Mornant que había procurado ya la unión de su priorato a la casa de Lyon, y el Sr. abate Roquemont, originario de la diócesis de Lyon, hicieron cada uno una fundación gracias a la cual se estableció la casa de Mornant. El Sr. abate Roquemont se retiró a dicha casa de Mornant, donde vivió santamente.
El cardenal Jules ALBERONI, nacido en Plaisance y hombre de modesto origen pero de gran talento (1664-1752), habiendo resuelto transformar el antiguo hospital San Lázaro cerca de Plaisance donde no había ya más leprosos que cobijar, hizo de él un pequeño colegio, y por sus largas y honorables instancias hizo que se aceptara la dirección a la Congregación de la Misión: diversas bulas de los papas han confirmado este establecimiento. (La Congregazione de la Missione in Italia, p. 240 et 299).
El Sr. Bonnet, superior general, escribía con fecha del 12 de noviembre de 1735:
«Mons. BATISTELLI, obispo de Foligno, que había querido ser afiliado afiliado a nuestra congregación durante su vida, ha deseado que después de su muerte le encomendáramos a las oraciones de todas nuestras familias. Murió el 31 de mayo después de gobernar su diócesis con mucha prudencia y edificar a su rebaño por su piedad y la regularidad de sus costumbres. Había sentido siempre un gran afecto por nuestro Instituto, y estaba en comunión especial de buenas obras con todos los misioneros desde el 24 de abril de 1713.
» Yo encomiendo también a vuestras oraciones, añadía el Sr. Bonnet, a la Sra. condesa d’ARQUIAN WIELOPOLSKA, gran canciller de la corona de Polonia. Esta dama, que era hermana de la difunta reina, esposa del gran Sobieski y que ha vivido en una alta piedad, ha honrado siempre con su protección a los Misioneros y a las Hijas de la Caridad, y ha dado a nuestros cohermanos de Polonia durante su vida algunas tierras para una fundación. Es justo que nosotros compartamos con ellos el agradecimiento de este beneficio uniendo nuestras oraciones a las suyas para obtener a esta ilustre bienhechora la gracia de un pronto y perfecto descanso».