Vicente de Paúl, Carta 0904: A Renato Almeras, Padre

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Vicente de PaúlLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Vicente de Paúl .
Tiempo de lectura estimado:

San Lázaro, 28, 29 ó 30 septiembre 1646.

Señor:

La gracia de Nuestro Señor sea siempre con nosotros.

Me postro en espíritu a sus pies y le pido perdón con toda la humildad y afecto que me es posible, por haberle dado motivo, sin pensarlo, de que esté usted quejoso de mí, por no haber ido a despedirse de usted antes de su partida su hijo, el padre Alméras. Le aseguro que he cometido esta falta sin darme cuenta, pues es cierto que no reflexioné en ello antes de su partida.

Así es como ocurrió. Estuvimos dudando mucho tiempo de si iría al campo, tanto por su indisposición como por no saber a qué sitio podría ir. Al principio, pensamos en enviarlo a visitar algunas de las casas que tenemos, empezando por Sedan, y luego Toul, Troyes, Annécy, Marsella y Roma, no tanto para hacer la visita como para ver si de esta forma se distraía y recobraba la salud. Consultamos a los médicos, que opinaron que había que enviarle al campo, pero no a Roma, a no ser que se encontrarse en perfecta salud al llegar a Marsella, hacia finales de otoño. Tardamos luego algún tiempo planeando el viaje a Sedan; pero, al llegar los grandes calores, tuvimos miedo de enviarlo allá, dado que no hay coches para ir a cubierto más que desde Troyes; pero nos hizo cambiar de opinión al día siguiente una ocasión que se presentó para enviarlo a Angers, donde podría tomar un coche cubierto para Orleans, y desde allí seguir por el río, de forma que, habiéndolo decidido al atardecer, partió al día siguiente, sin que yo pensase en la obligación filial que él tenía de ir a recibir las órdenes de usted; creo que lo mismo le pasó a él; al menos, no me dijo ni una sola palabra sobre ello. Ya ve usted cómo mi falta no ha sido voluntaria, sino efecto de mi poca reflexión.

La carta que le envío de su hijo le hará advertir otra falta: que la recibí hace unos veinte días y no se la he enviado hasta ahora. Es también una falta que procede, no tanto de mí, sino de uno de nuestros hermanos, a quien se la entregué antes de mi partida para Fontainebleau y se olvidó de mandársela; me extrañó mucho a mi regreso, cuando le pregunté si se la había enviado. Me dijo que no; y aunque es hombre muy cuidadoso, gracias a Dios, no lo fue en esta ocasión. Creo que mi partida repentina para Fontainebleau, adonde vino conmigo, fue el motivo de ello. Le explico todo esto, señor, para que vea que no me ha faltado en esta ocasión la buena voluntad, sino la memoria, y para que por eso me conceda más fácilmente el perdón que le pido para su hijo y para mí.

El padre Portail me escribe desde nuestra casa de La Rose, de la diócesis de Agen, el 8 de este mes, que su hijo está mejor que nunca ésas son sus palabras y que saldrán de allí dentro de ocho días para Marsella, y de allí uno para Génova y Roma y otro, para Annecy, diócesis de Ginebra, según las órdenes que yo les enviaré a Marsella. Pues bien, no sé todavía a quién enviar a Roma; quizás vayan los dos. Le aseguro, señor, que no irá su hijo a Roma si el señor Merlet y nuestro médico, el señor Vacherot, ven en ello algún inconveniente. La vida de su querido hijo nos es demasiado apreciada, lo mismo que la satisfacción de usted. Y aunque crean los médicos que puede ir, le diré sin embargo que no lo haga si no se encuentra tan bien de salud como cuando llegó a La Rose.

Estos son, señor, nuestros planes sobre su hijo, a quien venero como Dios sabe y quiero más que a mí mismo. Soy en el amor de Nuestro Señor y de su santísima Madre su muy humilde y obediente servidor,

VICENTE DEPAUL,

Indigno sacerdote de la Misión.

Dirección: Al señor Alméras, consejero del rey y contador mayor de Hacienda.

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