28 de diciembre de 18151)
Padre y muy querido hermano:
La llegada inesperada de Tsao-ling me ha producido gran satisfacción porque me ha procurado la ventaja de tener noticias suyas y proporcionado la ocasión de conversar un poco con usted por carta, esperando que la Providencia me haga el favor de hacerlo de viva voz.
Hace por lo menos 20 días que le escribí, al regreso de dos cristianos de sus lugares, por quienes enviaba nuevos Santos Óleos y nueva agua bautismal; pero me entero que estos objetos están todavía en Hoang-chan-ya, por lo que advierto a Tso-ling que los lleve; le ruego que nos envíe por el primer medio seguro todos esos vasos vacíos, para que después podamos devolverlos llenos, que son los únicos que tenemos libres.
Nuestras facultades de confirmar han expirado después de la tercera luna y no podemos determinar cuándo serán renovadas, porque Mons. el Vicario Apostólico de Chen-sy2 todavía no ha sido consagrado obispo, y siendo sólo sacerdote no puede delegar a nadie para la confirmación. En cuanto a un sacerdote para confesarse, ya he changlean-té (deliberado) un poco con Tso-ling, quien le hablará de ello a ver si es factible.
Acabo de tener noticias al regreso de Cong-tche-ly del Padre Chen en Kiang-sy y del Padre Tachang en Kiang-nan, los dos están bien.
Este último pide sucesor y dinero, y yo no le puedo conceder ni lo uno ni lo otro. No hemos recibido de nuestro Padre Superior más que 150 taéls, nuestros misioneros son ancianos o enfermos. El Padre Tching acaba de salir para Ho-nan, el Padre Song está en Chang-tsinhien; así que yo le remito del superior enfermo al superior mayor. El saluda a todos sus queridos hermanos, ahí tiene usted también parte. Para usted, no me pide dinero, imagino que no lo necesita; en cambio si lo necesita, aprovecharemos una ocasión segura para mandarle un poquito.
Y ahora sus casos.
1. Sobre la exposición que me hizo Tso-ling de su caso, yo no veo que haya influido suficiente en el daño que ha sufrido este Pelien-kiao para obligarle a restituir; le he despedido in pace (en paz); también le he oído en confesión.
2. Una mujer ha entregado su hija a un pagano, ¿a qué está obligada?
Esta mala mujer está obligada, si es posible, a ir a ver a su hija, inspirarle buenos sentimientos de religión, sugerirle que obtenga de su pretendido marido la libertad de servir a Dios.
La circunstancia de que esta mujer tuvo hijos de este pagano es inútil con relación a la madre; pero genera en la madre de estos niños una obligación de instruirlos todo lo que pueda en la religión cristiana. Si esta joven no puede obtener de este pagano la libertad de religión, no le queda otro recurso para salvar su alma que la huida. Y en cuanto a la madre, si no puede hacer ninguna diligencia para salvar a su hija, o si sus diligencias han sido inútiles, hay que admitirla a los sacramentos, imponiéndole una penitencia proporcionada, y obligándola a recitar todos los días de la vida de su hija una breve oración por su conversión.
Si la Siu que se ha casado con su criado pagano y ha hecho un tangto, o un ting-ty ha transmigrado a Yang-gay, ya no está a su cargo. Si todavía está en Chang-tsi-hien,3 hay que ordenar la separación hasta que este catecúmeno pueda ser bautizado, o ver si tiene lugar la dispensa in dispari cultu (culto dispar), si su facultad en este impedimento no ha expirado, etc. …
Como los asociados no entraron en la sociedad más que a instigación del jefe, para darle gusto, no me atrevería a obligarlos in solidum a la restitución, sobre todo si han sufrido daño, siendo de los primeros en gestionar la sociedad después del jefe. Si han ganado, siendo de los últimos, los obligaría a entregar sus ganancias al jefe. Me gustaría que el jefe, que de ordinario lleva bien sus asuntos, se negara espontáneamente a esta compensación de 20 taéls, pero no se puede contar con una condonación así más que si la hace de buena gana, a la vez que los asociados manifiestan claramente que es un don que les hace.
Un misionero me parece reprensible, si espera a que los pecadores se corrijan de sus malas costumbres, para advertirles de sus contratos injustos, porque este silencio es para ellos una ocasión de continuar sus injusticias con el prójimo. Sin embargo, si estuviera claro que el aviso no los haría corregirse de sus malas costumbres ni iba a impedirles continuar sus injusticias, se podría diferir este aviso, esperando que una vez corregidas sus malas costumbres, se los llevará más fácilmente a cesar y reparar sus injusticias.
En eso es donde se requiere la prudencia del confesor para diferir o no diferir el monitum (corrección). Si el sacerdote guarda silencio por temor al trabajo, es claramente culpable.
Sería demasiado largo responder a la pregunta sobre el octavo mandamiento. La sospecha temeraria con un fundamento ligero no es de ordinario un pecado mortal, etc. … el detalle sería largo; consulte para los casos ordinarios los libros de teología.
Permitimos los contratos que tienen lugar en Mong-kia-tchuen. No hemos inquietado en eso a los cristianos de Yaoping en Fang-hien que hacían antes tales contratos.
Cuando Tchao-hoa-tsu y Hoasze se presenten a mí, examinaré su problema y lo concluiré si puedo.
Como todos los padres de Inchuí son paganos, me temo que, despúes de su muerte, estos paganos no vengan a inquietarnos sobre la compra de la tierra de Siu-ping.
El Padre Ho no goza de muy buena salud para arreglar el reloj. El Padre Dumazel y el Padre Chen4 se quejan también de la enfermedad de sus relojes; así que un poco de paciencia.
Le enviamos dos botellas de vino, pañuelos, papel de aluminio.
Mi plan era ir yo mismo la primavera próxima a casa de Tso-ling a visitarle, y después de algunos días de descanso volver a nuestra residencia. Pero el Padre Dumazel piensa que soy demasiado viejo y demasiado necesario aquí para emprender este viaje: es del parecer que le enviemos a nuestro recién llegado el Padre Chen.5
Nuestros hermanos de comunidad presentes, los Padres Dumazel, Ho, Chen le saludan amigablemente y yo en particular, quien le felicito por la cruz que el buen Dios le ha enviado y porque para nuestro consuelo le ha librado de las garras del león, que parecía le iba a devorar.
Le ruego que en la primera ocasión nos envíe las botellas vacías que tiene, para que se las podamos devolver llenas.
Le deseo paciencia y gozo en el Espíritu Santo…
- CARTA 60. Casa madre, original (Bazos n.53
- Domingo Antonio Salvetti, O. F. M., nació en Bagni di Casciana, en Toscana, Italia, el 29 de enero de 1769. Entró en los Franciscanos el 25 de febrero de 1787 y tomó como nombre de religión Joaquín. Fue maestro de novicios, profesor de filosofía, y pidió la misión de China. Partió el 2 de febrero de 1804 por América y llegó a Macao el 17 de septiembre, y entró en China el 22 de mayo de 1805. Fue arrestado en Cantón, pasó tres años en prisión y fue expulsado a Macao. Entró de nuevo por Tonkín y estaba en Chansi el 5 de mayo de 1810. Mons. Landi le dejó la administración de la misión. Fue nombrado obispo de Eurea el 21 de febrero de 1815 y consagrado no en Hai-tien, sino en Tcheng-fu-seu el 15 de febrero de 1817 por Mons. Pires Pereira, C.M., obispo de Nankín. Murió en Kieu-ki-ts’uen (k’i-hsien) el 21 de septiembre de 1843 (Cfr. J. De Moidrey, S. J., Confesseurs…, p. 64).
- Yang-gai parece ser una localidad dependiente de Chen-si, poco alejado de Chang-tsinhien, por lo tanto fuera de la jurisdicción de la misión de Hu-pé.
- Chen (Francisco), C.M. sacerdote, nacido hacia 1780, recibido en el Seminario Interno en Pekín el 8 de marzo de 1805. Emitió los votos el 9 de marzo de 1807 y fue ordenado sacerdote en 1808. Misionero en Hu-pé; entregado a los esbirros en febrero de 1819, conducido a Kutch’eng y de allí a U-tch’ang-fu, compañero de cautividad de Padre Clet; exiliado en Mi en 1820, fue asesinado por los rebeldes en 1825, en el momento en que había obtenido el permiso de entrar en su patria.
- La llegada del Padre Chen al Hu-pé es mencionada por primera vez en la presenta carta; debía ser reciente ya que el Padre Clet dice: «nuestro nuevo venido Padre Chen»; esto presenta una dificultad: Las Mémoires, II, p. 350, citan una fragmento de una carta del Padre Chen, dirigida al Padre Ghislain, en la cual pide su regreso a Pekín; ahora bien ¿cómo podía escribir en 1815 o después al Padre Ghislain cuando éste había muerto en 1812? ¿Habría que admitir que realizó una estancia en Hu-pé entre 1810 y 1812 o bien que la carta en cuestión haya sido escrita, no al padre Ghislain, sino al padre Lamiot? ¿O que esta carta, atribuida a Francisco, fue en realidad de Cirus Chen? De todas las cartas que poseemos del Bienaventurado Clet de 1808 a 1815, ninguna hace mención de Francisco Chen.