25 de julio de 18101
Padre y muy querido hermano,
Habrá recibido sin duda una carta mía en respuesta a la suya; pero como me olvidé de decirle algo importante y hasta necesario, le vuelvo a escribir, y espero que la carta le llegue antes de la fecha de su regreso, ya que al parecer no podrá volver hasta la 8a luna.
Todo lo que tenía que decirle es que no deje de traer consigo la maleta de misa de la cual se sirve ahora, y que antes se dejaba depositada en Chang-tsing-hien. Hoy esto no es posible. Si vuelve aquí sin esa maleta de misa, se encontrará usted sin este artículo inseparable del misionero; pues no tengo otra que darle. Por eso, aunque contraríe mucho a los cristianos de He-tan-keú, no olvide traer la referida maleta.
Desde hace algunos días estamos 4 misioneros en la casa, todos los cuales le saludan con gran afecto y suspiran por su regreso, y les apena que su débil salud sea obstáculo a un pronto retorno: pero, Fiat voluntas Dei (hágase la voluntad de Dios).
Como ayuda para conformarse con esta divina voluntad, le envío una pequeña oración que tiene este objeto, a la que el Sumo Pontífice Pío VII ha concedido, 1° 100 días de indulgencia cada vez que se recite; 2° una indulgencia plenaria cada mes, confessis et Communione refectis (a quienes se han confesado y comulgado);,3° indulgencia plenaria en el artículo de la muerte.
Esta indulgencia es también para todos los fieles.
Y es ésta:
Maxime justa alta et amabilis Dei voluntas fiat, laudetur et in aeternum exaltetur in omnibus! (¡Que la muy justa, alta y amable voluntad de Dios se haga, se alabe y eternamente y en todo se exalte!)
Le anuncio además que podemos ganar toda indulgencia plenaria sin confesarnos cada ocho días.
Soy todo suyo, Clet, i. s. d. l. m.