Régis Clet, Carta 45: A Pablo Song, C.M.

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Francisco Régis CletLeave a Comment

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Autor: Francisco Régis Clet .
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Hacia enero de 18101

Padre y muy querido hermano,

Su correo emprendió el vuelo hacia Sze-tchuen. Me pareció llovi­do del cielo por la Providencia, el día mismo que me disponía a enviar­le a alguien para que viniera a mí lo antes posible, con el fin de encar­garle del importante asunto de traernos al Padre Dumazel. En su defecto creí que el hijo de Yuen Lorenzo o Yuen-Gante llevaría mi correspondencia. Así que tenía preparada una carta y los diversos obje­tos que pedía, y se lo había entregado todo al hermano Pablo, que salía para Chang-yuen-lao. Tres semanas después me enteré de que los dos susodichos no habían salido; entonces entregué, si no me equivoco, 4 taéls a Yuen-Qoei-ping y le hice ponerse en camino lo antes posible. Esta es mi respuesta al primer artículo de su carta.

Le engañó su generosidad gastando 14.000 D en el entierro de Yuen Lorenzo, sin contar las contribuciones voluntarias de los cristianos. En una suma semejante debió correr con el gasto usted solo, sin compro­meter a los cristianos con una obligación superflua. Yo enterré a tres misioneros,2 y el gasto total por cada uno no llega a 12.000 denarios. De todas maneras tiene un déficit en la cuenta, así que le mando algo. pero poco, porque poco me queda después de entregar 100 taéls a los correos de Sze-tchuen, 50 taéls a los correos de Cantón, 40 taéls al Padre Chen, y 20 taéls al Padre Ho.

Su artículo 3°, que habla de la despedida de Gai tching-tsing, viene a probarle la verdad del proverbio latino: fronti nulla fides (no hay que fiarse de las apariencias).

Y ahora sus casos.

1° No se puede determinar en general el valor del Kiotsien, porque los gastos para transportar los granos al mercado son más o menos grandes en razón de la mayor o menor distancia y de la dificultad de los caminos. Hay gente para quienes el gasto del transporte se reduce casi a nada, y para otros estos gastos son notables. En la buena fe de los vendedores está declarar los desembolsos que harían para el trans­porte del grano al mercado, si no encontraran a nadie que se lo com­prara en la puerta. En cuanto a los que supone que no quieren vender su grano en el mercado, me parecen no tener una voluntad sincera de venderlo en la 3a luna, y entonces no pueden recibir más que el precio del momento en que entregan su grano.

2°, 1) el hombre que da por anticipado su dinero para la compra de grano no puede pretender que se le venda más barato: ya que, fuera del caso del lucro que cesa o daño que emerge, el pago anticipado del pre­cio no es razón legítima para bajar el precio de la mercancía. 2) Si el hombre susodicho tuviera verdaderamente la intención de comprar dicho grano al precio justo del momento de la cosecha, para venderlo en la primavera siguiente, y que no haya otro dinero ocioso para hacer este comercio, se encuentra en el caso del lucro que cesa. Sin embar­go, no puede recibir entero el precio medio de la 3a luna, porque se encuentra libre de los apuros y del trabajo para la conservación del grano, y libre también de la disminución y peligros de dicho grano durante el lapso de 4 ó 6 meses; y todo eso es cuantificable en precio, concluyendo que no puede recibir por entero el precio medio de la 3a luna.

Creo haber respondido ya que, como no somos beneficiados, no estamos obligados estrictamente a celebrar la misa por los cristianos. Con todo, dada la obligación de rezar por nuestras ovejas, yo la aplico por los cristianos las fiestas de guardar.3

Esté tranquilo en cuanto al privilegio de recitar el oficio del Santí­simo Sacramento los jueves libres, fuera del tiempo de cuaresma, de adviento, y de las vigilias…

No ha llegado nadie de Pekín… El señor Nié pasó por Tcha-yuen­keú, sin saberlo yo por estar ausente, y no he sabido su regreso más que ya tarde la víspera de su salida de Hoang-chan-ya.

Las botellas vacías deben volver a la residencia. Y hay que envol­verlas bien en paja, meterlas en un cesto sólido, v. gr. Lo… con desti­no a He-tan-keú, de donde bajarán en barca con usted.

Aunque no esté permitido abrir un Tang-pu (Monte de Piedad), me parece que se pueden comprar los efectos que salen de ahí y se venden al público.

Todos están bien menos nuestro catequista José quien, según el parecer del médico Gai, podrá vivir todo lo más hasta la primavera. Le ruega que no le olvide en sus oraciones… El médico, su hijo mayor y sobre todo nuestro hermano Uang, le presentan sus respetos.

Le envío 15 taéls, 350 calendarios, que dividirá entre Chang-tsing­hien, Yuen-Se y He-tan-keú.

Sólo me queda decir lo que ya sabe, que soy todo de usted, Clet, i. s. d. l. m.

  1. CARTA 45. Casa Madre, original (Baros n. 38).
  2. Los tres misioneros que enterró el Bienaventurado Clet fueron: Luis Ko (Kao), Juventino Tchang, y Agustín-Luis Pesné.
  3. Esta respuesta está en la carta precedente, n. 44.

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