Régis Clet, Carta 24: A Pablo Song, C.M.

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Francisco Régis CletLeave a Comment

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Autor: Francisco Régis Clet .
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He-tan-keú, 25 de Julio de 18071

Padre y querido hermano,

¡La gracia de Nuestro Señor esté siempre con nosotros!

Sin duda se ha enterado ya de mi recuperación por carta del médi­co Gai; pero creo deber aprovechar el regreso del cuarto hijo de este médico para confirmar a usted esta noticia, buena o mala, no lo sé. Creo por lo demás que el médico habría podido excusarse de venir en absoluto a mi lado, porque yo ya me encontraba mejor; no dejo por eso de sentirme deudor a las molestias que se ha tomado, y será preciso que, a su tiempo y en su lugar, le testimonie mi agradecimiento, por haberme sido útil su presencia, y por su cooperación pronta y eficaz al restablecimiento de mi salud.

He recibido los remedios y el dinero que me ha enviado, y que por suerte ya no necesito. Me alegro de que esté contento con Hoang Javier, pues, aunque tenga defectos, («omnis horno mendax» = todo hombre es mendaz, Rom 3,4; Sal 116, 11), le he tenido siempre como muy adicto a los intereses de la casa y me repugnaría mucho despedirle.

En cuanto a Tchi-ko, no he descubierto fundamento alguno a la acu­sación que se le hace; así pues, la consideré como no hecha, hasta que haya un esclarecimiento mayor.

Tal vez no haya comprendido el sentido de mi carta sobre el cate­quista Kon, ya que mis palabras tienden a criticarle, más que a lamen­tar que le trate usted duramente.

Pienso lo mismo que usted sobre la viuda que ha comprometido a su hija con un infiel. Es cierto que no se puede admitir al matrimonio a una persona a todas luces impenitente, pues no está dispuesta a adop­tar los medios convenientes para romper los esponsales; más aún, les da nueva fuerza recibiendo recientes regalos que le hace la suegra de su hija: por eso es claramente indigna de absolución. Yo me negaría también a prestar mi ministerio a este matrimonio, hasta que me cons­tara el cambio de las malas disposiciones actuales. Mi carta no sugería otra doctrina, ya que la suponía dispuesta en general a adoptar los medios de prudencia que las circunstancias pudieran proveer para rom­per unos esponsales ilícitos.

Como no sé escribir chino, no puedo responder a las diversas car­tas que varias personas me han escrito interesándose por mi salud.

«In capite libri» (encabezando el libro), pongo a nuestro catequista Kon, a quien deseo que salude muy sinceramente. Vienen luego los tres grandes catequistas, a quienes le ruego agradezca su grato recuer­do. También a nuestro Hoang Javier, quien a juicio de Tchi-ko me ha escrito una carta de muy buen estilo, lo que le supone más letrado de lo que yo le creía. Hay en fin una carta firmada por Y Penta, Y Ninfa, dos Liéu: Inés y Ana. Ruego les diga que deben acordarse más todavía de mí ante Dios.

Si el dinero que me envió era necesario para la casa, podría devol­verlo, pues no preveo hacer uso de él.

Me queda sólo asegurarle la más cordial amistad y dedicación, en las cuales soy…

  1. CARTA 24. Casa Madre, original (Baros n. 18).

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