Misioneros populares

Francisco Javier Fernández ChentoEspiritualidad vicencianaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Flores-Orcajo · Año publicación original: 1985 · Fuente: CEME.
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«Al encontrarlo le dijeron: Todo el mundo te busca. El les respondió: Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, que voy a predicar también allí; para eso he salido». (Mc 1,37-38).

«Se han de promover con empeño las misiones populares, tan entrañablemente queri­das por el Fundador. Emprenderemos, pues, la obra de las misiones, adaptándolas a las circunstancias de tiempo y lugar y buscando con esmero todas las posibilida­des de darles nuevo impulso, bien para renovar y construir la verdadera comunidad cris­tiana, bien para suscitar la fe en los corazones de to­dos los que no creen». (C 2).

PeralLas misiones al pobre pueblo dieron origen a la Con­gregación. Nunca la Compañía ha demostrado mejor su carácter, dentro de la Iglesia, que cuando se ha entre­gado con empeño a dar misiones. Los mismos nombres «de la Misión» y «casa de la Misión» revelan la natu­raleza de la Congregación, así corno el ministerio prin­cipal a que se dedicaban los primeros Misioneros, don­dequiera que se establecían.

1. «Nuestra vocación es trabajar por la salvación de las pobres gentes del campo».

Dejemos la palabra, una vez más, a San Vicente, que nos explica el primer trabajo de la Congregación, fuente de otros ministerios que sobrevinieron poco más tarde:

«Las misiones corresponden a los designios eternos que Dios tiene sobre nosotros. Lo más importante de nuestra vocación es trabajar por la salvación de las pobres gentes del campo, y todo lo demás no es más que accesorio; pues no hubiésemos nunca trabajado con los ordenandos ni en los seminarios eclesiásticos, si no hubiésemos juzgado que esto era necesario para mantener al pueblo y conservar el fruto que producen las misiones cuando hay buenos eclesiásticos, imitando en eso a los buenos conquistadores, que dejan una guarnición en las plazas que ocupan, por miedo a perder lo que han conquistado con tanto esfuerzo. ¿Verdad que sentimos dichosos de expresar al vivo la vocación de Jesucristo?». (XI 55).

2. Están esperando que vaya…».

Después de Jesucristo, incansable evangelizador de pueblos y aldeas, los Misioneros no encuentran otro modelo más cercano a ellos, que les impulse a dar mi­siones, en los pueblos, que el mismo Vicente de Paúl. El Santo Fundador decía casi al final de su vida:

«Me acuerdo de que antiguamente, cuando volvía alguna misión, me parecía que, al acercarme a París, se iban a caer sobre mí las puertas de la ciudad para aplastarme; muy pocas veces volvía de la misión sin que se ocurriera este pensamiento. La razón de esto es que llevaba dentro de mí: Tú vuelves a París, y hay otras muchas aldeas que están esperando de ti lo que acabas de hacer aquí y allá. Si no hubiese ido a aquella aldea, Probablemente tales y tales personas, al morir en el estado en que las encontraste, se habrían perdido… Están esperando que vayas a hacer entre ellos lo mismo que Ibas de hacer con sus vecinos; están esperando una misión, ¡y tú te vas y los dejas allí!». (XI 317).

3. «Atención a las necesidades actuales de la humanidad y de la Iglesia».

Tender la mirada a los orígenes de la Congregación puede ser un cauce inspirador del ministerio de las misiones populares hoy. Es lo que aconseja Pablo VI res­pecto a la Iglesia de Jesucristo:

«Una mirada sobre los orígenes de la Iglesia es muy esclarecedora y aporta el beneficio de una experiencia tanto más valiosa cuanto que ha permitido a la Iglesia consolidarse, crecer y extenderse. No obstante, esta aten­ción a las fuentes debe ser completada con otras la aten­ción a las necesidades actuales de la humanidad y de la Iglesia Beber en estas fuentes siempre inspiradoras, no sacrificar nada de estos valores y saber adaptarse a las exigencias y a las necesidades actuales, tales son los ejes que permitirán buscar con sabiduría y poner en claro los misterios que necesita la Iglesia y que muchos de sus miembros querrán abrazar para la mayor vitalidad de la comunidad eclesial». (EN 73).

  • ¿Estoy dispuesto a dar misiones, siempre que piden mi colaboración?
  • Me intereso por conocer la realidad socioreligiosa de los pueblos que evangelizo, para que las predicaciones sean más actuales y eficaces?
  • ¿Promuevo con empeño las misiones, según mis posibilidades de trabajo?

Oración:

«Señor, tú has querido que tu Iglesia sea sacramento de salvación para todos los hombres, a fin de que la obra redentora de Cristo persevere hasta el final de los tiempos; mueve ahora los corazones de tus fieles y concédenos la gracia de sentir que nos llamas con urgencia a trabajar por la salvación del mundo, para que, de todas las naciones, se forme y desarrolle un solo pueblo, una sola familia, con­sagrada a tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo».

(Mro, Votiva por la evangelización de los pueblos).

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