No sé, mi muy Honorable Padre, el nombre de la señorita que me he escrito; aquí le mando la contestación por si su caridad tiene por conveniente el cursarla.
Pero tenga la bondad de considerar si no sería necesario que enviase usted a uno de sus señores a entrevistarse con el señor vicario para enterarse del motivo para negarse a oír las confesiones de nuestras Hermanas, tanto él como el confesor anterior, con el que ellas volvieron contraviniendo la orden que se les había dado; y es de suponer que una de las Hermanas le haya comunicado esa prohibición.
He hablado con nuestra Hermana la que ha venido de San Germán de Auxerre, y me ha prometido portarse según el orden prescrito; espero lo haga así por varias razones. Le pido por amor de Nuestro Señor, su bendición para mis necesidades y las de todas, y humildemente perdón por mi poca discreción al haberle entretenido hasta demasiado tarde hablándole de otro asunto completamente distinto. Su indigna hija y humilde servidora.