Luisa de Marillac, Carta 0410: A Sor Bárbara Angiboust

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Luisa de MarillacLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Luisa de Marillac .
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Hija de la Caridad, sierva de los Pobres enfermos

Brienne

(11 de junio de 1652)1

Mis queridas Hermanas:2

Les ruego me perdonen por haber estado tanto tiempo sin escribirles, aunque les he enviado una carta desde que nos pidieron azúcar y algunas otras drogas, que la señora de Brienne3 se tomó la molestia de decirme que ella les enviaba. No dejaré, Dios mediante, de comunicarle lo que usted me dice. No me parece que sea seguro enviarles dinero con los tamarindos.4 Enviaré dos pistolas5 a la señora Condesa con el ruego de que le ponga las señas a donde enviarlas. En nombre de Dios, queridas Hermanas, no se desanimen por sus trabajos ni por pensar que no tienen más consuelo que el de Dios. ¡Ah! si supiéramos los secretos de Dios cuando nos pone en tal estado, veríamos que debería ser éste el tiempo de nuestros mayores consuelos. ¡Pues qué! Ven ustedes cantidad de miserias que no pueden socorrer; Dios las ve también y no quiere darles más alivio. Lleven con ellos sus penas, hagan todo lo posible por ayudarles en algo, y permanezcan en paz. Es posible que ustedes tengan también su parte de necesidad, y ese ha de ser su consuelo, porque si estuvieran ustedes en la abundancia, sus corazones no podrían soportarlo viendo sufrir tanto a nuestros (Señores) y Amos. Por otra parte, si Dios castiga a su pueblo a causa de nuestros pecados, ¿no es razonable que suframos con los demás? ¿Quiénes somos nosotras para creer que debemos estar exentas de los males públicos? Si la bondad de Dios no nos expone a las miserias más grandes, démosle gracias por ello, y estemos persuadidas de que es sólo su misericordia, sin ningún otro mérito. El señor Vicente, nuestro muy Honorable Padre, y el señor Portail están bien de salud gracias a Dios, y también todas nuestras queridas hermanas. La mayoría de las de los alrededores de París se han visto obligadas a refugiarse, pero gracias a Nuestro Señor no han recibido ningún daño ni disgusto hasta ahora. Por el mensajero sabrán la hermosa ceremonia que se ha celebrado hoy para bajar la urna de Santa Genoveva.6 ¡Qué bueno es ser fieles a Dios que permite se rinda tanto honor a sus buenas siervas, como señal de su eterno amor! Lo que pide actualmente de ustedes, queridas Hermanas, es una gran unión y tolerancia mutua, y que trabajen juntas en la obra de Dios, con gran mansedumbre y humildad; que lo que ocurra entre ustedes, no salga más allá, para que sirvan de edificación a todo el mundo. Le ruego, Sor Bárbara, que como ya tiene usted edad y está gastada, si ve que Sor Juana7 tiene demasiado trabajo, sin que usted pueda aliviarla, le busque ayuda, porque ahora no podemos mandársela. Nos vemos obligadas a hacer lo mismo en esta ciudad, donde hay parroquias en las que se cuentan cinco mil pobres, a los que se les da la sopa. En nuestra parroquia damos a dos mil, sin contar los enfermos.

Lo que les enviamos es un luis de 23 libras y cuatro sueldos, es poco, pero el temor de que se pierda nos hace arriesgar sólo esto; si conoce usted una vía segura, díganoslo. Rueguen a Dios por nosotros, queridas Hermanas, y créanme en su santo Amor, su humilde Hermana y servidora…

P.D. El tamarindo no es necesario, no se lo enviamos. No purga. Le ruego que lea usted esta carta a Sor Juana.

  1. C. 410 Rc 3 lt 353. Carta autógrafa.
  2. Bárbara Angiboust fue enviada a Brienne para socorrer a las víctimas de las guerras. Tenía entonces 45 años.
  3. La señora Condesa de Brienne (ver C. 94, n. 5).
  4. Especie de dátil laxante.
  5. Antigua moneda de oro acuñada en España e Italia.
  6. La urna de Santa Genoveva fue llevada solemnemente hasta Notre Dame, en medio de la inmensa multitud que imploraba el fin de los sufrimientos públicos (SVP, V, p. 410; Sig., IV, 377).
  7. Juana Hénault se encontró con Bárbara Angiboust en Châlons, después en 1654, fue a Montmirail.

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