Angers
hoy, 31 de marzo (1649)
Señor:
Le estoy sumamente agradecida por la molestia que su caridad se ha tomado en darnos noticias que estábamos ansiando llenas de preocupación, y seguiremos estándolo un poco hasta que las recibamos de la persona misma, ya que temo que después de llegar ahí, le haya resultado algún grave mal del accidente permitido por Dios.1 Esto me hace suplicarle a usted humildemente que siga teniendo con nosotras, por amor de Dios, la misma caridad. Aquí estamos con la esperanza de que llegue la paz, aunque haya espíritus tan torcidos que parecen querer rehusarla altaneramente. Todo hemos de esperarlo de Dios; en cuanto a mí, señor, la deseo con todo mi corazón, para nosotras y para todo el mundo, y que las máximas del espíritu de Jesucristo reinen soberanamente
En su santo amor, soy, señor, su muy obediente y humilde hija y servidora.
P.D. No escribo hoy a nuestras Hermanas porque las creo suficientemente llenas de consuelos. Le agradezco profundamente, señor, todas las molestias que su caridad se toma por ellas.