La Provincia de Barcelona hasta 1970 (II)

Mitxel OlabuénagaHistoria de la Congregación de la Misión en EspañaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Antonio Carré .
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4. CASA DE BELLPUIG. – Es conocida vulgarmente en toda la fértil comarca de los Llanos de Urgel con el nombre de «el Convent de Bellpuig», debido a su primitivo origen. Una gran parte de su edificio constituye material­mente una joya artística del siglo XVI.

No nos vamos a entretener en la descripción de cada una de las piezas del edificio: claustro menor, claustro que circunda el patio de la cisterna con una triple galería, sala capitular, sacris­tía, etc.; ni vamos a entrar en detalles del estilo que en él predomina —estilo gótico del tercer período, y éste tan avanzado, que entra ya en el plateres­co: es uno de los raros y más bellos ejemplares dentro del gótico de tran­sición existentes en España. Sobre este punto remitimos al lector a la obra Las Bellas Artes en España, de Man­jarrés, y a los folletos La Convent de Bellpuig, de Valeri Serra Boldú, y El Convento de Bellpuig. Guía histórico- artística, del P. Ricardo Lacorte, C.M.

Para la presente reseña histórica anotamos como fuentes bibliográficas: «Anales de la Congregación de la Mi­sión», edición española, tomo VII, año 1899, pp. 520-532; «Germanor», nn. 16, 17 y 18; y «Anales de la Congre­gación de la Misión de la Provincia de Barcelona», años 1939-1973.

— La fundación del Convento de Bellpuig se debe al noble caballero D. Ramón de Cardona. Agradecido al Señor por las victorias que le otorga­ra, y siendo por otra parte muy devo­to de San Francisco de Asís, determinó levantar para los religiosos francisca­nos un convento en Bellpuig, una de las villas de sus Baronías. Confió a dichos religiosos la construcción del edificio, que fue comenzada en los primeros me­ses de 1507. Pero los franciscanos, atendiendo más a la pobreza religiosa que a la magnanimidad de su bienhe­chor, se contentaron con un edificio pobre y angosto. Ofendido por ello el fundador, mandó destruir el edificio construído y obligó a que se constru­yera un convento digno de su genero­sidad; a cuyo fin hizo enviar de Italia los planos de la nueva construcción. En unos tres años quedó terminado el edi­ficio, y en 1510 vivían ya en él los religiosos franciscanos.

Los hijos de San Francisco gozaron pacíficamente de la posesión de su con­vento por espacio de 325 años. La des­amortización de 1835 les obligó a sa­lir de él, y el Gobierno se apoderó del edificio y de los bienes de los religio­sos. Puesto a la venta pública, fue ad­quirido a un bajo precio por tres se­ñores que no tuvieron un excesivo cui­dado de la conservación del inmueble, una de cuyas alas comenzó a desmoro­narse. Como la iglesia no ofrecía mu­cha seguridad y en ella se guardaba la joya más preciosa del convento, el pan­teón del fundador, obra de mármol de Carrara de estilo renacentista, en el año 1841 fue trasladado dicho panteón a la iglesia parroquial de la villa para po­nerlo a salvo de una total ruina, y allí continúa en la actualidad.

En 1896 se salvó el convento de ser adquirido por un anticuario, que pretendía trasladar a Barcelona el mag­nífico claustro, piedra por piedra, pa­ra adorno de su finca de recreo. Una comisión integrada por el alcalde, el farmacéutico y un propietario de la vi­lla, allegaron los fondos o recursos su­ficientes para su adquisición, y el 6 de setiembre de 1896 fue autorizada la escritura de compraventa en su favor ante el notario de Bellpuig. Deseosa dicha comisión de la consolidación y restauración del convento, pensó en que fuera habitado por moradores que, considerándolo como cosa propia, pu­sieran en ello todo su cariño e interés.

Fue este el momento en que inter­vino el P. Salvador 011er y Vilamajor, hijo de Bellpuid y sacerdote del Ora­torio de San Felipe Neri. De su pro­pio peculio compró el edificio por la importante suma en aquel entonces —1897– de 10.000,00 pesetas, te­niendo en cuenta que sólo incluía el edificio y no los terrenos adyacentes. Una vez adquirido el edificio, el nuevo dueño quiso negociar la vuelta a sus antiguos moradores, los religiosos fran­ciscanos; pero, a instancias del Sr. Obispo de Solsona —Mons. Ramón Riu y Cabanes—, gran amigo de los Padres Paúles desde su canonicato en Palma de Mallorca, lo cedió generosa­mente a favor de la Congregación de la Misión, con el deseo de que ésta resultase provechosa al clero —me­diante los ejercicios espirituales y, la instrucción preparatoria para el Semi­nario—, a los pueblos —mediante las misiones— y a la juventud de la villa, por medio de la instrucción religiosa y moral.

El P. Eladio Arnáiz, accediendo a los deseos e indicaciones del Obispo de Solsona, autorizó al P. Miguel Pedrós para agenciar y firmar las bases de la nueva fundación, lo cual efectuaron —el 26 de abril de 1898— en Solsona el Sr. Obispo y el P. Miguel Pedrós. Según dicho Prelado, el P. Pedrós «es activo para buscar lo que haga falta por acá y por allá, y además conoce ya el país».

Antes que la nueva fundación fue­se inaugurada, fueron precisas muchas obras de reparación en el maltrecho edificio, reparaciones llevadas a cabo con las limosnas pacientemente recogi­das por el mencionado P. Pedrós. Con todo, la Comunidad se estableció allí en muy precarias y deficientes condi­ciones, a juzgar por lo que escribía el mencionado P. Pedrós, pocos días des­pués de la apertura de la Casa: «…Se ha reparado una cuarta parte lo indis­pensable para vivir en el edificio seis individuos, y contando sólo con las pa­redes y puertas de ocho habitaciones, sin cristales en las ventanas, sin coci­na, sin comedor, sin capilla, ni saber de dónde saldría lo más indispensable».

— La nueva Casa se inauguró el día 1 de octubre de 1899. Y en la mis­ma fecha se estableció en la Casa la Escuela Apostólica. La Comunidad es­taba integrada por los PP. Miguel Pe­drós —Superior—, José Rigo, Justo Toro y Matías Saumell, y los HH. Coadjutores José Vidal y Bartolomé Gallart. Seis apostólicos inauguraron el plantel de misioneros que aquel día se abría a la vida —como reza la Cró­nica de la Casa—.

Puede causar cierta sorpresa que la Casa de Bellpuig, a los pocos meses de su fundación y habida cuenta del deficiente estado del edificio, fuera abierta al clero diocesano para facili­tarles la práctica de los ejercicios espi­rituales. Las primeras tandas tuvieron lugar ya en el año 1900, y se conti­nuaron por espacio de más de seis lustros.

Datan también del año 1900 las primeras misiones predicadas por los miembros de la Comunidad, algunos de los cuales —desde el principio— estu­vieron dedicados totalmente a la pre­dicación. Años más tarde, la Comuni­dad, sin dejar por completo este minis­terio, dio la máxima importancia a la Escuela Apostólica, sin que ello fuera obstáculo para que fueran atendidas las peticiones de los párrocos en toda ocasión, y aún para que la Comunidad se hiciera cargo —durante varios años— de la parroquia de un pueblo vecino —Preixana, después de 1939.

Cumpliendo los deseos del P. Sal­vador 011er y del Sr. Obispo de Sol­sona, se estableció en la Casa, desde los comienzos de su fundación, una Escuela nocturna para la educación in­telectual, religiosa y moral de los jó­venes de Bellpuig, que fue muy concu­rrida, y que funcionaba en los meses de otoño e invierno, los más a propó­sito para facilitar la asistencia a los jóvenes trabajadores del campo Prácti­camente dicha Escuela dejó de existir en 1936.

— Pero la obra primordial de la Casa fue siempre la Escuela Apostóli­ca, a cuyas clases tuvieron acceso los jóvenes de Bellpuig que se preparaban para su ingreso en el Seminario dioce­sano de Solsona, en cumplimiento de una de las bases de la fundación. A la naciente Escuela Apostólica se trasladó la Escuela Apostólica de Barcelona con todo su material escolar y con sus can­didatos. Si bien es cierto que en sus primeros años de existencia llevó una vida algo precaria, dadas las circuns­tancias de la Casa y la escasez de me­dios económicos, hay que reconocer que, a partir de 1920, tuvo una visible pujanza y florecimiento vocacional que continuó —por no pocos años— en el período de nuestra postguerra. La cri­sis de vocaciones, tan agudizada en nuestros tiempos, obligó a cerrar tem­poralmente la Escuela Apostólica, una vez terminado el curso escolar 1971­1972.

Procedentes de esta Escuela Apos­tólica son un gran número de sacerdo­tes que integran hoy la Provincia de Barcelona y de muchos que han pasa­do ya a mejor vida.

— Resultaría una nota curiosa el detalle de todas las obras de mejora­miento que la Congregación ha reali­zado en la Casa de Belpuig desde 1899 a 1969, hasta lograr que el edificio adquiera interior y exteriormente el aspecto agradable y acogedor que hoy tiene. Sería una larga lista que, comen­zando por la construcción del amplí­simo salón dormitorio y la adquisición de los terrenos que constituyen la ex­tensa huerta y patios de juego actuales, pasando por la construcción de la igle­sia y su reconstrucción —después de 1939—, terminaría con la reconstruc­ción de casi toda el ala sur del edificio, rematada con un nuevo salón de gran­des proporciones. Todas las obras rea­lizadas hacen resaltar visiblemente to­da la riqueza artística que el edificio atesora. De todo ello hay cumplida constancia en las crónicas y descríp­ciones publicadas en nuestras revistas «Germanor» y «Anales».

— Desde mediados de 1972 ha sido cedido temporalmente el uso de dos grandes salones —que han sido independizados totalmente del resto de la casa— al Ayuntamiento de Bellpuig a fin de que, convertidos en espaciosas aulas, se pueda impartir a la niñez de la villa y comarca la totalidad de la Enseñanza General Básica. Tal cesión temporal no impide que la Escuela Apostólica pueda ser reabierta en tiem­po oportuno, y aún puede ser ventajosa para los futuros apostólicos.

Hemos sido algo extensos en la descripción de las cuatro Casas ante­riores, porque todas ellas formaron parte de la Provincia de España hasta el 24 de agosto de 1902: las dos pri­meras desde la fecha en que fue erigida canónicamente dicha Provincia, y las dos últimas desde el momento de su propia y respectiva fundación.

5. CASA DE RIALP. – La funda­ción en Rialp —pueblo del Píreneo le­ridano— venía estudiándose desde 1897, en el visitadorato del P. Eladio Arnáiz. Hay que reconocer que los fi­nes de la fundación eran muy nues­tros: predicación, misiones, ejercicios espirituales al clero y a toda clase de personas; pero las bases fundacionales eran poco favorables.

La Casa se abrió el 12 de setiembre de 1904. La primera Comunidad fue integrada por los PP. J. Fontanet —Su­perior—, J. Riu, J. Domenge y el Hno. Coadjutor Pedro Artigas. Nota desta­cada de la fundación fue el celo y el espíritu de sacrificio con que los nues­tros siempre ejercieron su ministerio en aquel difícil campo de acción. Ya a los pocos días de la fundación inau­guraron las tandas de ejercicios espiri­tuales al clero, que continuaron con re­gular frecuencia hasta el año 1933, ha­biendo predicado —en ese lapso de tiempo— 53 tandas, a las que asistie­ron 657 sacerdotes, 118 misiones, mi­llares de sermones y 6 tandas de ejer­cicios a seglares con 314 ejercitantes. En la Casa funcionó una Escuela de primera enseñanza, con pensionado al­gunos años, inaugurada en octubre de 1904, que perduró hasta el año 1935. También estaba establecida en la Casa una sucursal para el Seminario dioce­sano, de cuyos alumnos tres llegaron al sacerdocio, y algunos siguieron la vocación misionera en nuestra Congre­gación.

Después de 35 años de vida, la Casa de 19 de Rialp dejó       de existir el 21 de junio

6. CASA DE ESPLUGA DE FRANCOLI.

En el n. 87 de «Germanor» se detalla minuciosamente el establecimiento de las Hijas de la Caridad en Espluga de Francolí en el mes de junio de 1867 con la finalidad de fundar
un Colegio de enseñanza. Muchas vicisitudes tuvieron que afrontar las hijas de San Vicente antes que lograran construir el espacioso edificio que, comenzado en 1884, quedó definitivamente terminado en 1886, año en que fue inaugurado con el nombre de «Colegio de la Milagrosa». El Colegio atrajo una multitud de alumnas de la villa y comarca, y tuvo años de plena prosperidad. Pero la plaga de la filoxera, que devastó los viñedos de Espluga de Francolí y pueblos vecinos y repercutió notablemente en su economía, disminuyó progresivamente la matrícula, y las Hijas de la Caridad se
vieron obligadas a suprimir la fundación en el mes de enero de 1909.

El P. Jaime Gelabert —Visitador de la Provincia de Barcelona— logró, por mediación del P. Eladio Arnáíz —Visitador de la Provincia de Ma­drid—, que las Hijas de la Caridad, el 20 de enero de 1909, cedieran la casa y sus terrenos adjuntos en usu­fructo indefinido a la Provincia de Barcelona, a la que facultaron para que hicieran en el edificio todas las obras de adaptación convenientes. El acto generoso de nuestras Hermanas era como una compensación de la gracia que las Hijas de la Caridad venían dis­frutando de nuestra Provincia con el usufructo de la propiedad de Can Ca­pas (Palma de Mallorca, cedida a ellas en idénticas condiciones, hacía algunos años. El día 29 de abril de 1967, los Padres Paúles y las Hijas de la Caridad formalizaron la permuta de las dos di­chas propiedades, transfiriéndose recí­procamente el dominio de ellas.

— La nueva fundación de Espluga de Francolí fue abierta el 17 de octu­bre de 1909 y fue destinada a Casa de Formación de la Provincia. A ella se trasladó el Estudiantado que, desde el nacimiento de la Provincia, radicaba en la Casa de Barcelona. Su primera Comunidad estuvo integrada por los PP. Francisco Vilanova —Superior—, Pedro Hospital, Miguel Cañellas, An­tonio Soler, Agustín Mor, José Virgi­li; Hnos. Coadjutores Damián Garcías, José Vidal, Francisco Mateu y Eusebio Carbonell; 4 Hermanos Estudiante teó­logos y 17 Hermanos Estudiantes filó­sofos.

El 12 de mayo de 1911 se trasladó de Barcelona a Espluga de Francolí el Seminario interno, establecido en la Casa Central en octubre de 1903 y compuesto por 8 clérigos, 1 Hno. Coad­jutor y 1 postulante. Su estancia en esta Casa fue corta: el 15 de marzo de 1912 el Seminario interno se instaló en la Casa de Palma de Mallorca.

La Comunidad, sin detrimento de sus ocupaciones docentes, aceptaban toda la predicación que les ofrecían los párrocos de los pueblos vecinos, y di­rigían retiros y ejercicios espirituales a las Hijas de la Caridad en Tarrago­na, Reus y Lérida.

La crisis económica de la Provincia obliga —el 24 de junio de 1914— a cerrar la Casa. El estudiantado pasa a Barcelona para asistir a las clases del Seminario diocesano, y —unos años después—, el 4 de julio de 1919, pasa a la Casa de Bellpuig.

Tras 8 años de cierre, la Casa es reabierta el 3 de julio de 1922 y a ella regresa el Estudiantado. Aun cuan­do la predicación sea un ministerio accidental en una Casa de estudio, la Comunidad aprovecha todas las ocasio­nes para prestar ayuda a la parroquia de Espluga de Francolí y a cuantos sacerdotes se la solicitan. El día 8 de diciembre de 1923 se funda la Con­gregación Mariana, como el 6 de abril de 1913 se creara la Asociación Euca­rística de los Santos Angeles, ambas bajo el cuidado y dirección de los Pa­dres Paúles e integrada siempre por un numeroso grupo de jóvenes y niños, respectivamente, de la población. Am­bas Asociaciones y el hecho de que los HH. Estudiantes fueran los catequistas del catecismo dominical de la parro­quia —que durante unos años funcio­nó en las dependencias de nuestra ca­sa— suponían un frecuente contacto con la niñez y juventud, lo que creó un ambiente de simpatía popular y since­ro cariño siempre en auge en el pueblo a favor de la Comunidad. Las circuns­tancias políticas de España en el pe­ríodo 1936-1939 obligaron forzosamen­te a cerrar de nuevo la Casa.

Aunque el 23 de febrero de 1939 el Superior de Espluga de Francolí se hizo cargo del edificio, la Comunidad no se reintegró a la Casa hasta el mes de julio del mismo año. A ella fueron llegando los HH. Estudiantes a medi­da que eran licenciados del servicio militar. El 17 de agosto de 1939 se trasladó de nuevo el Seminario interno a la casa espluguense. Pero, al ser ines­peradamente llamados los HH. Estu­diantes teólogos a filas, la Casa de Espluga de Francolí cerró otra vez sus puertas, el 3 de febrero de 1941, pa­sando el Filosofado y Seminario inter­no a la Casa de Bellpuig.

Ante el peligro de una posible incautación del edificio, el Filosofado y Seminario interno —el 25 de enero de 1943— se instalan de nuevo en la casa. Ante la dificultad de poder atender a los HH. Estudiantes una vez que ter­minaban los estudios filosóficos, fueron enviados a Cuenca, gracia que la Pro­vincia de Madrid nos dispensó hasta el 3 de junio de 1947, fecha en que se reunió todo el Estudiantado en Espluga de Francolí. Durante varios años nues­tra Casa de formación llevará una vida pujante y floreciente. En 1951 los HH. Estudiantes son 27, y los HH. Semi­naristas suman 11. De esta fecha data la construcción de un nuevo piso en el edificio. En 1959 los HH. Estudian­tes suman 38, y los HH. Seminaristas son 16. Ello obliga a separar los HH. Estudiantes teólogos de los filósofos: los primeros pasan a Vallvidrera (Bar­celona) en setiembre de 1960, y los segundos continúan en Espluga de Francolí con los novicios. Uno de los sacerdotes de la Comunidad ejerce el cargo de Vicario de la parroquia, a petición del Prelado tarraconense; la Congregación Mariana y la Asociación eucarística de los Santos Angeles fun­cionan con plenitud de vida; ante la escasez de clero diocesano se gestiona formalmente por la autoridad eclesiás­tica diocesana la cesión de la parroquia espluguense a la Comunidad, gestión que aplaude la feligresía… El 12 de setiembre de 1967, los HH. Estudian­tes filósofos son enviados al Filosofado de Hortaleza (Madrid) para cursar sus estudios, y —a su tiempo— pasar al Teologado de Salamanca, de donde re­gresan a la Casa de Barcelona una vez terminado el curso 1969-1970. Desde setiembre de 1967 la Casa de Espluga de Francolí solamente albergar el Se­minario Interno. Pero la crisis voca­cional que repercute fuertemente en nuestras Casas de formación obligó a un penoso sacrificio: el 8 de octubre de 1968 los HH. Seminaristas dejan la Casa con destino a la de Palma de Mallorca.

El día 30 de enero de 1969 fue definitivamente cerrada la Casa de És­pluga de Francolí. Tras varias gestio­nes inútiles de cesión del edificio al arzobispado de Tarragona para fines pastorales o benéfico-sociales, y de ce­sión en usufructo temporal gratuita a la villa de Espluga de Francolí para colegio, la casa —por no responder a la finalidad de su fundación y por re­sultar gravosa su conservación sin uso alguno— fue traspasada —el 9 de di­ciembre de 1971— por escritura pú­blica a Dña. María Font Bernaus.

7. CASA DE BELL-LLOCH.

El Sr. Salvador Aicart Moya, vecino de Bell-lloch, provincia y diócesis de Lé­rida, ofreció a la Provincia una finca rústica y una casa que poseía en dicha población. Las bases esenciales de la fundación eran que la Congregación se obligaba a satisfacer al fundador una pensión anual de 2.000,00 ptas. duran­te su vida, y —además— a concederle derecho de habitación en la casa o pagarle el alquiler de un piso. La Con­gregación se obligaba a abrir una Es­cuela primaría para atender a la edu­cación de los niños de la población, con la esperanza de dedicarse a los minis­terios propios de nuestra vocación. Fundado el contrato de fundación el 31 de enero de 1910, y logrado el con­sentimiento del obispo de Lérida por documento de 12 de marzo del mismo año, el día 28 de los mismos mes y año se instaló la Comunidad, compues­ta por los PP. Juan Perelló —Supe­rior—, Guillermo Monteros y Hno. Coadjutor Ramón Riu.

Al poco tiempo de instalada la Co­munidad, se vio que las cargas de ésta eran desproporcionadas al valor de los bienes cedidos por el fundador, toda vez que la finca no era lo productiva que se pensó. Esto hizo que se levan­tara la fundación el día 24 de abril de 1912.

8. CASA DE VALL DE UXO.

La población pertenece a la provincia de Castellón de la Plana y —en 1939— a la diócesis de Tortosa.

Fue a instancias del Prelado dioce­sano que se verificó la fundación, cu­yos fines eran exclusivamente parro­quiales. Los Padres Paúles nos obliga­mos a regentar las dos parroquias exis­tentes en Vall de Uxó y la de Alfon­deguilla, situada a 4 kilómetros de la primera población. De las tres se hizo cargo —el 7 de octubre de 1939— la Comunidad, formada por los PP. Pedro Navarro —Superior—, Andrés Calde­ró y Pablo Cortés.

Meritoria fue la labor realizada por ellos en cada una de las tres parro­quias. Además de reconstruir los tem­plos, destruidos por la ola roja, y es­tablecer la concordia y hermandad en­tre las dos parroquias de Vall de Uxó,  entre las cuales existían notorias des­avenencias y enemistades, con su labor constante pastoral lograron un visible resurgimiento espiritual de las feligre­sías, mediante las misiones en las tres parroquias, los ejercicios espirituales para hombres en completo retiro, la creación y desarrollo de las cuatro Ra­mas de Acción Católica, etc.

El cierre da la Casa de Vall de Uxó —el día 1 de agosto de 1949— dio lugar a manifestaciones de profun­do sentimiento y gratitud, valoradas con muchos pliegos de firmas que hon­ran a la Congregación.

9. CASA DE VALENCIA.

El establecimiento de los Padres Paúles en Valencia data del 22 de junio de 1819, fecha en que se establecieron en el pue­blecito de Sot de Chera, que dista unos 47 kilómetros de la capital. Para ma­yor utilidad de sus ministerios, previa la autorización del Prelado diocesano, la Comunidad se trasladó a la ciudad de Valencia, y tomó posesión interina —el 4 de enero de 1826— de la Er­mita de Nuestra Señora de Monteoli­vete, haciéndose la solemne el día 7 de setiembre del mismo año. La redu­cida morada en que tuvo que alojarse entonces la Comunidad no permitía a los misioneros dedicarse plenamente a sus fines propios: predicación, misio­nes y ejercicios espirituales; y pensaron levantar un edificio propio. Empezadas las obras de construcción a principios de 1827, la nueva Casa Misión quedó prácticamente terminada —o por lo menos habitable— a principios de 1829, pues en el mes de marzo de este mismo año se reunió en ella la Asamblea de la Provincia de España. La Comunidad se vio precisada a abandonar la Casa en 1835, y hasta el día de hoy ha te­nido diversos destinos. Los varios in­tentos de recuperar el edificio para la Congregación han tenido siempre una negativa formal por parte de la autoridad pública.

La Comunidad se estableció de nuevo en Valencia, en la misma iglesia que —más de un siglo antes— ocupa­ran nuestros misioneros, el 1 de no­viembre de 1939. En este año la iglesia de Nuestra Señora de Monteolivete era una Coadjutoría filial de la parroquia de San Valero obispo y San Vicente mártir. La Comunidad estaba formada por los PP. José María Serrano —Su­perior y Coadjutor—, Martín Matas, Juan Lladó, y Hno. Coadjutor Cayeta­no Cortés. Sus ministerios, además del parroquial, eran la predicación y las misiones, a los que se unió más tarde la asistencia espiritual a las Hijas de la Caridad. El día 1 de enero de 1942 la iglesia de Monteolivete fue elevada a la categoría de parroquia.

Prueba de la labor realizada por los misioneros en la parroquia de Nuestra Señora de Monteolivete es el constante aumento de la vida cristiana en la feli­gresía, el florecimiento de las cuatro Ramas de Acción Católica y de la Adoración Nocturna, la actividad del Secretariado parroquial de Caridad y de las Conferencias de señoras de San Vicente de Paúl, la organización del catecismo dominical, la visita semanal a las Escuelas públicas, la visita diaria a los enfermos, la atención especial y constante a los trabajadores y familias de la huerta, etc.

En los últimos años el templo pa­rroquial ha sido objeto de importantes y valiosas reparaciones y reformas, que lo han mejorado muy notablemente in­terior y exteriormente, como fruto y recuerdo de las solemnes fiestas del bicentenario de la construcción de di­cha iglesia, celebradas en los primeros días de octubre de 1971.

El día 15 de junio de 1947 se abrió en la ciudad de Valencia una Residencia, sita en la calle María de Molina, 5, puerta 14. Los misioneros de la calle María de Molina y de Monteolivete, sin dejar de vivir en sus res­pectivos lugares, integraron una sola Comunidad. La finalidad de la nueva Residencia era dar mayor amplitud y posibilidades a nuestras obras y minis­terios en la región valenciana. Los pri­meros misioneros que habitaron dicha Residencia fueron los PP. Miguel Pi­quer —Superior—, Juan Coll, Juan Lladó y Andrés Garcías.

El Libro – archivo misional de esta Residencia contiene el considerable número de un centenar de crónicas de misiones, que empalman con el histo­rial glorioso de los antiguos misione­ros de la Casa de Monteolivete. Por otra parte, los misioneros tuvieron a su cargo la asistencia espiritual de nu­merosas Casas de las Hijas de la Ca­ridad de la ciudad de Valencia y de fuera de ella, las capellanías de nues­tras Hermanas de Manises y de las re­ligiosas de la «Casa de Reposo» de Cuart de Poblet, fueron los confesores de los niños de las Casas de San Vi­cente Ferrer y del asilo del Niño Jesús (Protectora) y ejercieron el ministerio entre los enfermos del Sanatorio José Antonio.

La Residencia de la calle María de Molina tuvo una existencia de 15 arios. Fue cerrada en octubre de 1965.

A la Casa de Valencia están anejas en la actualidad dos Residencias:

a) La Residencia de Monte Picayo, a 18 kilómetros de Valencia, donde nos fueron concedidas una parcelas de terreno en la montaña, concesión con­dicionada a fines vocacionales y de cul­to. Nuestra Provincia tiene casa pro­pia en la urbanización de la montaña y tiene a su cargo el cuidado espiritual de sus moradores.

b) La Residencia de Tángel (Ali­cante), abierta el 5 de abril de 1967 con fines vocacionales y de ministerio. En los pocos años que lleva de exis­tencia es muy meritoria la labor llevada a cabo en Alicante y pueblos vecinos con la predicación, retiros espirituales, asistencia espiritual a las Hijas de la Caridad y otras religiosas, etc. Por al­gún tiempo estuvo establecida en la Residencia una pequeña Escuela Apos­tólica, cuyos frutos no llegaron a sazón.

10. CASA DE LERIDA. – Radica en la barriada de La Bordeta, que con­taba —en 1940— con unos 2.000 ha­bitantes, una gran parte de ellos cos­mopolitas y advenedizos.

A petición del obispo de Lérida, de cuya diócesis fueron asesinados 270 sacerdotes en el trienio 1936-1939, la Provincia de Barcelona se estableció en la ciudad del Segre para hacerse cargo de las parroquias de La Bordeta-Lérida

Albatárrech —ésta a 5 kilómetros de la primera—. El trabajo parroquial fue confiado al P. Mateo Coll, que lle­gó a Lérida el 7 de julio de 1940. En el mes de diciembre del mismo año el Sr. Obispo entregó al P. Coll otras dos parroquias: las de Montoliu y Sudanell, a 7 y 10 kilómetros de La Bordeta, respectivamente, de las que se encargó el P. Martín Matas, llegado a Lérida el 24 de diciembre de 1940. En el ve­rano de 1943 el P. Vicente Enrich lle­gaba destinado a La Bordeta para to­mar también otras dos parroquias: Alcoletge y Vilanova de la Barca. En total eran 6 las parroquias confiadas a la Comunidad de la Casa de Lérida, la cual asumió a su cargo la capellanía del cementerio de Lérida.

Dura fue la tarea de los nuestros, que se vieron en la doble necesidad de reconstruir los templos y la vida re­ligiosa de sus feligreses, sin escatimar sacrificios de ningún género, pudiendo decirse —sin exageración— que el cumplimiento de los deberes religiosos aumentó en todas las feligresías en un 50 por 100.

La Comunidad, que durante mu­chos años habitó en una humilde y an­gosta casita junto a la iglesia, a base de ahorros y sacrificios adquirió dicha casita y unos terrenos anejos a la mis­ma, en una parte de los cuales se le­vantó la propia Casa de la Congrega­ción, espaciosa para vivienda y para dependencias parroquiales, que fue inaugurada con la bendición solemne que sobre ella impartió el P. Slattery —Superior General— el día 24 de noviembre de 1966.

A principios de enero de 1945, con motivo de la muerte del P. Enrich, la Comunidad de Lérida hizo entrega de la parroquia de Vilanova de la Barca al prelado de la diócesis, y lo mismo hizo —unos años después— con la de Alcoletge. Posteriormente, a medida que iba decreciendo la penuria de sacerdotes diocesanos, fueron entrega­das a éstos las parroquias de Sudanell, Montoliu y Albatárrech, así como la capellanía del cementerio, quedando a cargo de los nuestros sólo la parroquia de La Bordeta, cuyo templo —algo ruinoso— fue demolido por exigencias de urbanismo, el 9 de marzo de 1974, para levantar un nuevo edificio de ma­yor capacidad, tarea que se está lle­vando a cabo en la actualidad, para lo cual nuestra Provincia ha cedido gra­tuítamente una franja de terreno como un acto de servicio a la Iglesia local.

11. CASA DE PUERTO DE SAGUNTO.

El poblado de Puerto de Sagunto pertenece a la provincia y arzo­bispado de Valencia.

La Casa fue abierta el 1 de julio de 1943. La primera Comunidad esta­ba integrada por los PP. Juan Padrós —Superior y Cura encargado de la iglesia—, Fernando Molluna, Antonio Carré y Hno. Coadjutor Julián Batlle. Los fines de la fundación respondían al cuidado espiritual de los obreros de la Factoría de Altos Hornos y la regencia de la Iglesia de Nuestra Se­ñora de Begoña, propiedad de dicha Factoría y única en el poblado, la cual —con nuestra llegada— se independizó de la parroquia arciprestal de Sagunto, por expresa voluntad del Prelado dio­cesano.

Los principios de la fundación fue­ron difíciles y duros. En aquellos pri­meros años de nuestra postguerra en la heterogénea población de Puerto de Sagunto formaban legión los que esta­ban en libertad vigilada y que no sen­tían el menor interés por la religión. No llegaba a un 2 por 100 los que cumplían con el precepto dominical.

El cuidado que, desde un princi­pio, se prestó a la reorganización de la Acción Católica —niños, niñas, juve­niles y jóvenes de ambos sexos— y la creación de la Rama de Mujeres; el catecismo dominical, el establecimiento de la Adoración Nocturna, la organiza­ción de la caridad con la fundación de las Damas de este nombre, la visita de enfermos, el apostolado en las escue­las, el profesorado ejercido en las Aca­demias y Colegios, la inauguración del salón parroquial, el cine parroquial, la visita personal que se hizo a cada una de las familias de la población —que dio como resultado el primer censo completo del lugar y un verídico libro «de statu animarum» de la feligresía—, y las dos misiones generales que en los primeros años de la fundación se pre­dicaron, obraron un profundo cambio religioso en la población obrera de Puerto de Sagunto, que dejó de mirar como unos «intrusos» a los Padres Paúles: cambio que se fue acrecentan­do año tras año.

La Comunidad ejercía el ministerio simultáneamente en la iglesia de Nues­tra Señora de Begoña, en la Capilla del Santo Cristo —abierta por la misma Comunidad en una parte extrema de la población, en la iglesia del Colegio de María Inmaculada —levantada dos años después de nuestra llegada—, y, durante no pocos años, tuvo a su car­go total el cuidado de la parroquia de Canet de Berenguer, situada a unos dos kilómetros del Puerto de Sagunto.

El 9 de marzo de 1954 la única feligresía porteña fue dividida en cua­tro parroquias, y —unos años más tar­de— se operó otra división parroquial. En la división de 1954 fueron confia­das a los Padres Paúles las parroquias de Nuestra Señora de Begoña y Nues­tra Señora del Carmen. La primera continuó su labor parroquial, siguien­do fielmente la línea de actuación pas­toral que en ella trabajaron desde julio de 1943. La segunda, integrada por una feligresía de condición pobre, adoptó como línea de apostolado la ca­ridad y el servicio incondicional a to­dos los parroquianos. En los locales propios de la Congregación, auténtico centro de apostolado, instalaron el ci­ne parroquial y una Academia de estu­dio y repaso. Fruto de la actividad parroquial es el cariño que sienten los feligreses de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen por sus sacerdotes, como lo demostraron palpablemente en el homenaje que tributaron a su párro­co —P. Jaime Pons—, fallecido el 19 de agosto de 1974.

La parroquia de Nuestra Señora de Begoña, a petición del clero secular, fue entregada a la diócesis el día 4 de marzo de 1971, quedando en la actua­lidad en Puerto de Sagunto solamente la Comunidad de la parroquia de Nues­tra Señora del Carmen.

12. CASA DE ELCHE. – Los fines asignados a la Comunidad de Elche, según las bases fundacionales firmadas el 20 de diciembre de 1943, eran: dar misiones gratuitas en la diócesis de Orihuela y tener a su cargo la parro­quia de San Juan, una de las tres de la ciudad de las palmeras. La parroquia confiada a los nuestros tenía 20.000 ha­bitantes o feligreses, una tercera parte de los cuales vivía en el campo. La feligresía carecía de templo parroquial.

La Casa de Elche se abrió el día 15 de enero de 1944. Componían la Co­munidad los PP. Jaime Vanrell —Su­perior y párroco—, Manuel Cavero y Francisco Martínez. Su primera pre­ocupación fue adecentar un pequeño recinto de los bajos del antiguo Ayun­tamiento del morisco arrabal para con­vertirlo en templo, que trasladaron —más tarde— al edificio de una fábri­ca de alpargatas que se estableció en otro sitio mejor, hasta lograr el propio templo parroquial.

Además de los ministerios estricta­mente parroquiales en su feligresía, los Padres Paúles prestaron notable ayuda a las otras parroquias de la ciu­dad, asistieron espiritualmente a las Hijas de la Caridad, establecieron en su propia casa una especie de confe­rencias eclesiásticas a las que asistía el clero de la ciudad, y dieron auge a las Conferencias de caballeros de San Vi­cente de Paúl. Fundaron la I.U.S.J., la Juventud Católica de San Juan, pu­sieron en marcha una cocina económica para pobres, fundaron la Escuela noc­turna para obreros, que se convirtió en Escuelas Parroquiales; dieron co­mienzo y fueron el alma de la «Casita de Salud», situada en la montaña, para el cuidado de los tuberculosos; y cooperaron eficazmente en la fundación de la Escuela Profesional de San Vi­cente de Paúl para doncellas.

La Casa de Elche tuvo una vida de 15 años y 7 meses. Cumplido el com­promiso contraído ante el Prelado diocesano, la Comunidad se retiró de la parroquia de San Juan el día 9 de agosto de 1959.

13. CASA DE VALLVIDRERA. — Resultando con poca holgura la Casa de Espluga de Francolí para cobijar a los HH. Seminaristas y Estudiantes, la Provincia adquirió un inmueble en Vallvidrera (Barcelona) —el 28 de mar­zo de 1960— para instalar en él el Teologado.

La Casa fue inaugurada el 1 de oc­tubre de 1960 con la Comunidad for­mada por los PP. David Bartolomé —Superior—, Andrés Pons, José Ba­lletbó, José Font, José Sendra, Juan Civit, Hno. Coadjutor Pedro Solá y 21 HH. Estudiantes teólogos.

Desde un principio uno de los sa­cerdotes de la Comunidad, a petición del Prelado diocesano, ejerció el cargo de Vicario de la parroquia, debido a los achaques y avanzada edad del sa­cerdote encargado de la misma.

El Teologado funcionó con toda normalidad, si bien —a los pocos años de abierta la Casa— empezó a notarse un declive o disminución gradual en las vocaciones; pues, mientras en el curso 1961-1962 eran 21 los Estudian­tes teólogos, en el curso 1966-1967 eran 14 (más dos en Northampton, Estados Unidos), y en el curso 1969-1970 eran solamente 7 (más 2 en Nor­thampton y 4 en Salamanca).

Accediendo a los deseos de los HH. Estudiantes teólogos, éstos —a partir del año escolar 1966-1967— asisten a las clases de la Facultad de Teología de Sant Cugat del Vallés (Barcelona), dirigida por los PP. Jesuitas.

A la muerte del anciano sacerdote encargado de la feligresía de Vallvi­drera, el Sr. Arzobispo de Barcelona confía la parroquia a la Comunidad. Posteriormente confía a la misma la parroquia de Bellaterra (Barcelona).

La Casa de Vallvidrera espera po­der ser destinada a centro benéfico- social, dirigido por las Hijas de la Caridad.

14. CASA DE REUS.

La Casa de Reus, abierta el 29 de enero de 1966, puso fin al largo paréntesis de más de 130 años que duró el cierre de la primera, fundada por nuestros mayores en dicha ciudad en febrero de 1758, y cuyo edificio —convertido pos­teriormente en Casa Caridad— ha des­aparecido totalmente en la actualidad.

La Casa actual, anteriormente «Asi­lo del Sagrado Corazón», era propiedad de las Hijas de la Caridad. Está ubi­cada en la calle de Santa Paula, 8. Tiene capilla abierta al público. Trans­ferida legalmente la propiedad a los Padres Paúles, éstos se establecieron en ella para dedicarse a la predicación, misiones, culto y parroquia.

La primera Comunidad estuvo in­tegrada por los PP. José Martorell —Superior y párroco—, Juan Cirer, Pedro Masdeu y Angel Solá.

El día 1 de febrero del mismo año 1966, la Comunidad se hizo cargo de la parroquia de la Inmaculada, sita en lugar pobre poblado por gente adve­nediza.

En los pocos años que lleva la Co­munidad en Reus ha llevado a cabo cumplidamente los fines de la funda­ción, añadiendo a ellos la asistencia es­piritual a las Hijas de la Caridad y el cuidado pastoral de los enfermos del Hospital Municipal de San Juan. A petición del arzobispo de Tarragona, el Superior actual —P. Miguel Piquer­ha ejercido por un bienio el cargo de Delegado diocesano de Religiosos y Presidente de C.L.A.U.N.E.

En la actualidad, ante las deficien­cias de habitabilidad del edificio y la estrechez del local de la capilla desti­nada al público, la Comunidad de Reus trata de dar una nueva estructuración a ambas cosas.

 

 

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