En la carta que el P. Maloney, Superior general de la Congregación dirigió a la Conferencia de visitadores de Europa, el 19 de abril de 1999, después de describir la situación surgida en Europa a partir de la caída del muro de Berlín (diversidad lingüística, cultural y de perspectivas), decía: «Hoy os propongo dialogar sobre algunos puntos. Los considero como una invitación a reflexionar juntos en el transcurso de esta reunión y a realizar en el futuro una acción común, considerando estos puntos como aspectos en torno a los cuales es posible promover una mayor unidad, preservando al mismo tiempo la rica diversidad que ha caracterizado las numerosas Provincias que forman la Conferencia». Proponía a los visitadores seis puntos claves para la implicación de la Congregación en la construcción de Europa: un centro de formación continental, una mirada sobre las migraciones y los ministerios en este sentido, una representación de la CM en Bruselas, una reflexión sobre el patrimonio a nivel europeo, una renovación en los medios de la oración y una agilización de la estructura jurídica de la CEVIM.Esto implica considerar las encrucijadas de la tradición cristiana en el continente. Diversas lecturas me han mostrado como la Congregación ha participado hasta hoy en los dinamismos característicos de Europa. Al paso del Concilio, la Congregación, manifestando incluso una gran vitalidad, intentó expresar el carisma buscando caminos para acompañar la nueva configuración del espacio europeo. Hoy nos corresponde seguir aportando nuestra contribución en torno a tres ejes característicos de nuestra identidad.
Tradición cristiana en Europa
Lo que constituye la asociación de estos países, actualmente 25, donde se hablan más de 15 lenguas diferentes que expresan tradiciones diversas, unificadas en gran parte gracias a las diferentes tradiciones cristianas, fruto de la historia: católicos, protestantes y ortodoxos, es la diversidad cultural. Aunque ya en los años anteriores se habían reavivado las tensiones en cuanto a la interpretación de la historia, surgiendo interpretaciones contradictorias: tradiciones religiosas, corrientes filosóficas, tradiciones no creyentes, Europa ha rechazado finalmente la inscripción de las «raíces religiosas» en el proyecto de Constitución Europea en beneficio de una nota que habla de «tradiciones espirituales».
La emergencia de la presencia de culturas del Islam provocada por personas llegadas para sostener el impulso económico (Turquía, y Magreb, Asia) y los temores frente al futuro, han provocado ciertamente la reflexión que ha llevado finalmente a rechazar el texto de la Constitución en tres países, postponiendo el acontecimiento de este marco común para más adelante. A semejanza de esta construcción lenta, la Congregación presente en Europa, avanza a pasos cortos.
El Cardenal Poupard, presidente del Consejo para la cultura, en un reciente coloquio organizado en Viena entre las tradiciones católicas y ortodoxas, citaba a Maurice Schuman con el fin de orientar la misión de las Iglesias en esta laboriosa construcción europea: «Importa darnos cuenta de que Europa no se conformará a largo plazo, con ser una estructura meramente económica. Hace falta que Europa sea también garantía de todo lo que constituye la grandeza de nuestra civilización cristiana: dignidad de la persona humana, libertad y responsabilidad de la iniciativa individual y colectiva, desarrollo de todas las energías morales de nuestros pueblos. Semejante misión cultural será el complemento indispensable y el fin de una Europa que hasta ahora ha estado fundada sobre la cooperación económica. La civilización cristiana le conferirá un alma, un ennoblecimiento espiritual y una verdadera conciencia común. Es menester que no tengamos una concepción limitada de la Europa del mañana, encerrándose en sus preocupaciones materiales, si queremos que afronte el desafío de los movimientos racistas y de los fanatismos de todo tipo».1
Retomo esta expresión «Dar una alma a Europa » como proyecto de la iglesia en el interior del continente. Si el pastor William Collins, secretario de la KEK, con ocasión de la ultimo encuentro ecuménico entre la Conferencia de Iglesias de Europa y el Consejo de conferencias episcopales europeas (CCEE) (antes del encuentro que tendrá lugar en septiembre 2007 en Rumania), señalaba que la secularización aparecía como un dato incontestable de la presencia cristiana en Europa, ella viene a ser el verdadero desafío para los participantes. Pero le parecía que «construir una Europa justa y equitativa sin las Iglesias no tiene sentido». El pastor Thomas WIPF presidente de las Iglesias protestantes en Europa, invitaba a «dar un alma a Europa», «a trabajar directamente para hacer un espacio común de libertad, de justicia, y paz»; en lugar de arriesgarse a añadir un barniz cultural o ideológico, orientaba más el trabajo en el campo de acción social para dar lo que llama «un corazón» a Europa
Actualmente, se desarrollan numerosas iniciativas para expresar la preocupación de una presencia de cristianos en Europa, especialmente la iniciativa del historiador suizo Martin Kluger que ha iniciado la asociación «Kairós»,2 «con el fin de animar a los cristianos y ayudarles a influir en el desarrollo de Europa»; para ello propone diversas maneras de responder a los desafíos que nos lanza esta nueva comunidad; nos recuerda: «Construimos este proyecto ecuménico sobre tres ejes: el primero, la invitación a rezar cada día a Dios nuestro Padre por una Europa con valores cristianos, preferentemente al mediodía; el significado que tiene para los católicos rezar el Angelus; el segundo, una carta mensual sobre temas actuales que están en la encrucijada entre el cristianismo y cuestiones de actualidad; los artículos están escritos por personas conocidas; pretende ofrecer argumentos a los cristianos ‘de a pie’para permitirles hacer frente tanto a las pequeñas como a las grandes discusiones. El tercer pilar es consecuencia de los otros dos y podría ser descrito con los conceptos de sensibilización, coraje, compromiso político y cultural. Nuestra pegatina con el pez europeo visible sobre miles de coches y carteras o bolsas, debería en este sentido animar y dar un impulso positivo a los cristianos».3
En el corazón de esta Europa que busca, los hijos de San Vicente de Paúl buscan también su camino.
La Congregación en Europa al alba del siglo XXI
La caída del muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, que sorprendió a todo el mundo, fue ampliamente sostenida por las comunidades cristianas. La Congregación de la Misión dió una respuesta rápida en la Asamblea General de 1992, llamando a abrir una misión en el Este. El Padre General nos lo recordaba con alegría: «Como ustedes saben, la Asamblea General de 1992, en su sexto compromiso sobre la nueva evangelización dice‘Nuestra Congregación se compromete a realizar, en Europa del este, al menos un proyecto misionero como signo concreto de una aportación comunitaria a la Nueva Evangelización. En respuesta a esta directiva de la Asamblea, hemos comenzado una nueva misión en Albania en 1993. Actualmente hay cinco cohermamos que trabajan con tres comunidades de Hijas de la Caridad. En Navidad he tenido noticias de los cohermanos y de las hermanas. Manifiestan mucha alegría en su nueva vida y por su nueva misión. Al mismo tiempo, los cohermanos de las provincias de Polonia, Eslovaquia, y Eslovenia han comenzado a trabajar en Ucrania, Bielorrusia y Lituania’».
A pesar del signo del «invierno demográfico europeo que aumenta de año en año » el cardenal Poupard completaba su constatación diciendo que: «Uno de sus compatriotas franceses, espectador comprometido como le gustaba definirse, Raymond Aron, ya en sus Memorias (1983), estimaba que los europeos estaban suicidándose a causa de la natalidad. La ausencia de descendencia, bíblicamente vivida como un castigo divino, es hoy, en ciertos países, considerada incluso como un ideal, un rechazo de niños, ‘sin niños’». El deseo de un niño no es de ley. La ausencia de hijos en la mujer es la consecuencia de una cultura materialista, hedonista, que afecta ampliamente a nuestras iglesias. No es una ideología, sino una actitud práctica ante la existencia, concebida como un fruto a cosechar para gozar egoístamente, uno o dos, del mismo o del otro sexo, sin limitaciones ni cortapisas, en un horizonte intramundano donde la esperanza de la vida eterna es absorbida por un tiempo sin esperanza. En este momento difícil, la Congregación participa en la dinámica europea gracias a un exceso de vida.
Notemos sin embargo que la Congregación, nacida en el corazón de la Europa de los siglos XVI, bajo el impulso de San Vicente, está inscrita en el gran movimiento de expansión del continente en los siglos XIX y a principios del siglo XX. Participó en la llegada del cristianismo a América del Sur y del norte, a Asia y a África, inscribiéndose en las zonas de influencia de diversos países que constituían las fuerzas del continente europeo: «Señalemos la expansión misionera en las diferentes zonas del continente africano: italianos y holandeses en Etipiopia, portugueses en Mozambique, belgas en el Congo, contando con la colaboración de los misioneros polacos y holandeses, franceses en el norte de África, en Madagascar y Camerún, irlandeses en Nigeria…, Asia y las Islas del Pacifico son fruto también el impulso misionero de las provincias de Europa. Desde España, fueron para la misión Filipinias y de la India… Los cohermanos holandeses con la colaboración de misioneros de Italia, llevaron el evangelio a Indonesia, a Vietman, junto con los cohermanos holandeses y franceses. La gran misión de China continental e insular recibió su impulso de misioneros de diversas procedencias: italianos, portugueses, franceses, holandeses, polacos, húngaros e irlandeses. Gracias a los misioneros de Irlanda, la CM se implanta en Australia. Los cohermanos franceses trabajaron en Medio Oriente e implantaron la CM en el Líbano, en Siria, en Israel, en Egipto, en Irán. En América, las provincias europeas se entregaron a fondo para cooperar en la evangelización del nuevo continente y establecer allí la CM. La mayor parte de las provincias de Europa han enviado a los cohermanos a evangelizar los lugares donde se encuentra hoy la CM en América Latina: en Brasil, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Colombia y América central. Brasil recibió también la ayuda misionera de cohermanos portugueses, polacos, holandeses. La antigua provincia del Pacifico se consolidó gracias a los misioneros venidos de puntos de Europa muy diferentes, entre otros de la provincia de Barcelona. América Central recibió misioneros de Holanda; Costa Rica, de Alemania. Las provincias españolas llevaron el Evangelio a toda una zona de América Latina: Méjico, Cuba, Perú, Puerto Rico, Venezuela, sin dejar de colaborar con otros territorios del nuevo continente. Con respecto a Estados Unidos, son los misioneros venidos de diversos países de Europa: italianos, españoles y más tarde los polacos, que comenzaron en el actual territorio de la provincia de Nueva Inglaterra. Por otra parte los cohermanos franceses y eslovenos fueron los que iniciaron la misión de Canadá».4
Las diversas transformaciones de las dos guerras, los cambios en la concepción de la misión, el desarrollo económico de los años 70, acompañado por las evoluciones demográficas mundiales, han conducido a la población europea, que constituía alrededor del 25% de la población mundial, a estar hoy entorno al 11 %, y no serán más del 7% en 2050. Los europeos no compartirán más que un pequeño destino con los otros países industrializados —con excepción de Estados Unidos, que continuará con el aumento de su población—.5 Sin embargo, estos últimos años la Congregación ha sabido participar en los nuevos dinamismos misioneros (Francia, Polonia en Bolivia, Polonia en las Islas Salomón, Italia en Albania). Se ha aumentado también la presencia en las poblaciones musulmanas (Italia reforzando a Austria en Turquía, Francia, reforzando su presencia en Argelia y en Irán. La CM se ha abierto también hacia la vertiente oriental de Europa (los misioneros polacos en Grecia). Me siento obligado a ser portavoz del apoyo económico que de diversas maneras realizan las provincias de Europa a las provincias de diversos países donde se despliega la presencia del Espíritu de San Vicente.
Sobre este tema de la misión ad gentes, los cambios profundos que han sido realizados como consecuencia de las nuevas percepciones sobre la misión, después del Concilio Vaticano II, vivida más como un dialogo entre las culturas, producirán nuevas transformaciones. Notemos, para ilustrarlo, la acogida de los nuevos misioneros de países de África, Asia, América del sur en los equipos misioneros, trabajando en nuestro continente, y a veces los cambios estructurales que han convertido Bélgica en una región de la provincia Congo.
Es en esta perspectiva, en la que surgen laicos que aportan su contribución al servicio de los pobres. Nuevos caminos se esbozan. MISEVI, (misioneros laicos vicencianos) bajo el impulso de los cohermanos y hermanas españoles. Presente en España — en la misión de Bolivia, en Honduras, en Mozambique, en Italia — con un envío al Congo, por parte de Irlanda — para una misión en Etiopia, y desde Francia — para las misiones en Mauritania y en Israel, es una nueva manera de llevar conjuntamente la misión vicenciana. Sus estatutos internacionales acaban de publicarse a finales de 20057 con ocasión de la Asamblea General en el Berceau.
Nuestro carisma frente a los desafíos de Europa
Las culturas están más determinadas por un laicismo que sitúa a la Iglesia en la periferia de nuestra sociedad, los ciudadanos de Europa del Oeste están aferrados al agnosticismo, y los ciudadanos del Este en un intento mimético corren el riesgo de debilitar su propio dinamismo. El gran «aggiornamento» de la Iglesia Católica con el Concilio contribuyó a su manera a estos desplazamientos que constatamos. Nuestra congregación padecerá una crisis radical. Repensar los modelos de iglesia y la percepción del lugar de la autoridad y de lo sagrado, supondrá la salida de muchos sacerdotes y la dificultad para transformar sus misiones tradicionales (formación del clero y misiones populares) en un contexto que parece cada vez más complejo e inabarcable.
Un articulo del P. Rafferty mostraba como las 20 provincias de Europa que en 1999 contaban con 1500 cohermanos, repartidos en 248 comunidades, con una edad media de 61 años, no contaban más que con 148 estudiantes (de los cuales 75 eran de Eslovaquia y de Polonia). Concluía su reflexión sobre las dos misiones propias de la CM que el autor quiere replantear. Las misiones parroquiales: estando atento para no separarlas de la reflexión teológica sobre las comunidades de la Iglesia. España se ha iniciado poniendo en marcha misiones renovadas en su forma: animadas por paúles, hijas de la caridad y laicos vicencianos. El campo de la formación de sacerdotes y su acompañamiento; quizá no se ha diversificado y no se ha pensado. No ha habido nuevos tipos de formación ni nuevos tipos de acompañamiento de sacerdotes que respondan a las nuevas situaciones del clero diocesano: soledad, aislamiento en las unidades pastorales. Solamente en Irlanda se ha realizado un intento: la ayuda a los sacerdotes8, intentando abrir un acompañamiento temporal a sacerdotes que sufren la soledad y que atraviesan crisis que debilitan su ministerio y en ocasiones incluso su misma vocación.
La formación de laicos: es otro aspecto de nuestra Congregación recogido en sus nuevos estatutos, y que ha sido sustituido de algún modo por la participación de ciertos cohermanos en programas de formación en el marco de universidad católica o cursos de formación diocesana. Ha sido sin embargo una actividad en la que hemos participado pocos. Quizá se han dado a conocer pocas iniciativas. No podemos sin embargo dejar de resaltar la experiencia original, ahora trentenaria, de las semanas vicencianas de Salamanca (en España) que agrupan cada año unos 300 participantes laicos vicencianos, hijas de la Caridad, paúles, para profundizar en los temas de nuestra espiritualidad. De ellas nació una editorial que continua poniendo de relieve el patrimonio dejado por nuestros fundadores.6
En las nuevas Constituciones salidas de la Asamblea General de 1986 se propuso la nueva manera de vivir el carisma. Ellas querían expresar la identidad de los paúles hoy, traduciendo la voluntad de responder a los signos de los tiempos. La Asamblea General de 2004 se proponía esta puesta en marcha evaluando el camino y orientando el futuro. La repercusión a nivel europeo se expresó con ocasión del encuentro de Visitadores de la CM en Río en 1989. Durante este encuentro, tres visitadores plantearon la fundación de la segunda conferencia continental de la Congregación siguiendo los pasos de los cohermanos de América Latina, constituidos en conferencia desde 1971.
Confrontada con los dinamismos centrípetos propios del continente europeo (multiplicidad de lenguas, presencia de tradiciones cristianas plurales, intereses económicos diferentes), la conferencia de visitadores ha tomado tiempo para estructurarse. Ha elaborado los estatutos y ha escogido llamarse CEVIM (Conferencia Europea de Visitadores de la Misión). Comprende 19 provincias de Europa e integra la provincia de Medio Oriente. Una de sus primeras opciones es organizar sesiones de jóvenes cohermanos, a partir del encuentro de Paris en 1990. En 2000, organiza la de formadores, muy apreciada por los participantes, que han expresado en su declaración final: «La identidad común que caracteriza la Congregación».7
Más recientemente, organizó el encuentro de ecónomos provinciales — que tuvo lugar en enero de 2007, con vistas a una reflexión sobre la gestión de los recursos de la Misión a nivel europeo. Esta dinámica se continuó en un encuentro de jóvenes misioneros, en el establecimiento de un seminario interno en Europa occidental, en la apertura de ejercicios anuales de las provincias a los cohermanos de otras provincias de Europa.
¿Qué dirección debe tomar para hacer vivir este triple rostro del carisma vicenciano en relación con las diversas asociaciones inspiradas en el mismo espíritu de San Vicente de Paúl? El P. Sens8 sugería cuatro orientaciones: la evangelización de los pobres (vivir atento en la dinámica de diálogo y anuncio, usando un lenguaje renovado que tenga en cuenta la esperanza de los cristianos), la inserción en nuevas propuestas de formación, la preocupación en la defensa de los más pobres (inmigrantes, víctimas de violencias), el diálogo interreligioso y las vocaciones. Nos encontramos los tres grandes ejes de nuestra espiritualidad: el lugar de Dios, el servicio a los pobres y la confianza en el acontecimiento de la creación. Los cohermanos están ya presentes en las iniciativas del anuncio de la fe con inmigrantes en nuestras regiones. Han creado espacios para el anuncio adaptado a personas de cultura islámica a través de la Fundación «Justino de Jacobis» en Austria o en Francia donde han realizado el acompañamiento de catecúmenos de estas culturas, especialmente un paúl de la provincia de París. Aunque no ha habido grandes éxitos, el intento de renovar las misiones populares, ha conocido dinámicas nuevas en España, en particular, se han abierto misiones itinerantes asociando laicos vicencianos, Hijas de la Caridad y Paúles.
Desarrollar nuestro carisma en Europa como respuesta a la llamada de la Iglesia
Es necesario continuar cultivando el camino abierto. El sínodo de la Iglesia de Europa para preparar el año 2000 clausurado con la Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II, invita a las Iglesias de Europa a responder a la nueva evangelización, situando la exhortación en relación a la llamada del apóstol a las siete Iglesias del libro de la Apocalipsis, para expresar de algún modo, que hace falta continuar dando testimonio de unidad en medio de la diversidad, a la espera del retorno del Señor. El hilo conductor del mensaje es animar y ser creativos, para dar razón de la esperanza, de modos diversos.
Como lo hacia el Cardenal Tettamanzi, arzobispo de Génova, diciendo en su declaración de apertura durante esta asamblea sinodal: «El realismo cristiano que debe animar nuestro discernimiento no puede cerrarse a un optimismo radical. Es el optimismo que nace de la fe en la presencia del Señor Jesús, que no abandona a la Iglesia ni al hombre, y que continua enviando su espíritu a los cuatro vientos para que alcance y transforme también a Europa, en sus aspectos más alejados. Es lo que ha ocurrido ininterrumpidamente durante estos dos mil años de historia. Y son numerosos los signos de esta presencia operante y vivificante del Espíritu».9
El sínodo reciente de la Iglesia de Europa ha resaltado también la necesidad de «acciones concretas para ayudar a los pobres de Europa, cualquiera que sea la razón de su pobreza. Esto significa una solidaridad aún más grande hacia los países más pobres de nuestro continente. Al mismo tiempo, no podemos olvidar a los pobres de otras partes del mundo. Dicho de otra manera, debemos ser más
generosos que lo que somos hoy. Recordando con fuerza que Europa no debe cerrarse sobre ella misma», continúa insistiendo sobre la importancia del dialogo con el Islam, la sensibilización de todos sobre las cuestiones relacionadas con la pobreza, la formación de laicos y la urgencia del desafío de las vocaciones.
Las provincias de la Congregación en Europa, ofrecen ya realizaciones que expresan la escucha de nuestro propio carisma; tanto en las intuiciones de nuestra Asamblea General, como en las orientaciones asumidas por la CEVIM.
Más que una cuestión de asuntos propios, de actividades específicas en las que tendríamos que manifestar nuestra presencia y nuestro interés, nos hace falta retomar lo que caracteriza el corazón de nuestro carisma «el amor y la veneración hacia el Padre, el amor compasivo hacia los pobres y la docilidad a la divina providencia» (Const. 6).
Amor y veneración hacia el padre
En una Europa que busca su camino frente a la herencia religiosa, replantear la triple intuición de las Constituciones conduce a profundizar sobre la exigencia de una transmisión de la fe que pueda ser directamente comprendida. No hay que olvidar resituarse en el sentido de esta llamada específica. San Vicente, utilizaba la terminología de la escuela francesa de espiritualidad, traduciendo en sus cartas que en estas dos direcciones se comprendía toda la psicología de Jesús: «La relación filial (termino francés de religión) hacia su Padre y la caridad hacia los hombres»,10 convirtiendo la devoción en un amor pronto, deseoso y activo. Se trata por tanto de resituar la fe cristiana en el núcleo de nuestras preocupaciones.
Si prestamos atención a las sugerencias de Mgr. Koch para alentar los valores humanos fundamentales, percibimos la riqueza de la percepción vicenciana para la puesta en práctica de la primera dimensión que es: «El amor y la veneración hacia al Padre». Sugiere que «en una relación vivida con Dios, se encuentra el mejor antídoto contra el peligro amenazador de absolutizar y de idolatrar los valores finitos… contra el crepúsculo de los dioses, plantear el principio divino. En consecuencia, el anuncio de una realidad divina sin precio, que es capaz de proteger eficazmente la dignidad de la persona humana; Dios es quien mejor garantiza la dignidad humana. Así es planteado el principio humano contra la utilización de lo humano y su dignidad. Personas enraizadas en Dios, conscientes de su dignidad única, son al mismo tiempo invitadas a religarse unas con otras, en vistas a formar una comunidad. Abandonan las relaciones comerciales, a las que la sociedad tanto se aferra, para suscitar unas relaciones sociales auténticas. Así se encuentra planteado el principio social contra el individualismo insolidario».11
Es necesario por tanto recordar, como lo resaltaba el artículo citado anteriormente, hablando del sínodo de Europa, que «es urgente que cada cristiano, cada comunidad cristiana, reencuentre el espíritu misionero para anunciar el kerigma con la fuerza que da el Espíritu que ya está actuando, buscando al mismo tiempo los métodos nuevos que permitirán reencontrar al hombre allí donde él se construye y se expresa hoy. El anuncio del Evangelio es una tarea que concierne a todos los cristianos. Esto exige comunidades y personas auténticamente creyentes. El testimonio de personas representa una necesidad absoluta. Para evangelizar, hace falta saber encontrar las carencias de los agentes de evangelización y las carencias de las comunidades, a nivel de fe y de expresión, por ejemplo una fe fundamentada más sobre la costumbre, que sobre convicciones, una práctica religiosa rutinaria o una falta de interés por los desafíos culturales actuales. En un mundo donde apenas se acepta, las doctrinas abstractas, es por el testimonio individual y comunitario de cristianos auténticos, a través de la unión de la vida cotidiana y la escucha, como el Evangelio es anunciado con más autenticidad y con más impacto».
Una llamada de atención sobre los lugares de formación para que sean formativos. Las conclusiones de la sesión de formadores de los nuestros han reconocido la identidad común y abren el camino a un trabajo más estrecho sobre los ejes pedagógicos claves para nuestra congregación en el continente, para descubrir los desafíos de la sociedad en la que nos desenvolvemos. La CEVIM que está consolidando el seminario interno internacional, redactando los estatutos, finalizará su trabajo en julio, con ocasión de su próximo encuentro. El ambicioso objetivo de una formación europea común para los candidatos de la Misión está en sus comienzos.
Amor compasivo hacia los pobres
Nuestras sociedades europeas se enfrentan con el surgimiento de nuevas pobrezas en todos los órdenes: paro, condiciones de trabajo inestable, debilitamiento de los sistemas de protección social, incertidumbre de alojamiento en condiciones dignas, violencias familiares, maltrato de niños, migraciones de población en búsqueda de un porvenir mejor. Nuestro amor compasivo se traduce en actividades de acompañamiento de personas en situaciones muy difíciles, lo que supone una formación permanente, experta y especializada. Mante-ner la preocupación en relación continua con las nuevas instancias que dan respuesta a las nuevas situaciones… Con respecto al campo de solidaridad con las migraciones: notemos especialmente el soste-nimiento de los emigrantes de Sudamérica en España: Manos Abier-tas en Zaragoza…12 Los cohermanos al servicio de toxicómanos en Italia o personas itinerantes en Irlanda. Por otra parte en Francia han surgido iniciativas de servicios hacia personas que viven la prostitución, desarrollando el acompañamiento en asociaciones: es decir personas del mundo de la prostitución comprometidas en las asociaciones que están a su servicio.
En el ámbito del diálogo religioso, podemos resaltar algunas iniciativas que dependen de las opciones provinciales y que no han surgido de la CEVIM. Hace falta resaltar la presencia de misioneros para vivir el «diálogo de la vida» en los países de cultura islámica: en África del Norte, en Turquía y en Irán. El primer encuentro tuvo lugar en el Líbano en 2001 y ha servido para evaluar y dinamizar las presencias ya antiguas que se están realizando por miembros de la familia vicenciana. En Europa, los cohermanos de Austria y el servicio del Instituto «Justino de Jacobis» que propone itinerarios adaptados a personas de cultura islámica interesadas por el cristianismo.
Docilidad a la divina Providencia
Esta dimensión plantea la relación estrecha entre nuestra creatividad y su origen: el corazón de Dios. El Sr. Vicente no se ha convertido en San Vicente de Paúl más que en la escucha constante de la Providencia, a la que aconsejaba no adelantarse. La CEVIM con ocasión de la última asamblea general, se propuso: «Incorporar la dimensión vocacional en todas la actividades apostólicas, promover un estilo común en la evangelización y en las actividades caritativas, promover la colaboración con la Familia Vicentiana y con otros organismos ya presentes en Bruselas, para participar en proyectos de solidaridad social de la Comunidad Europea, para promover encuentros de intercambio y de estudio entre nuestros cohermanos de diferentes provincias europeas, teniendo en cuenta el fenómeno de la inmigración y el Islam, desde una perspectiva vicenciana común…». Otros elementos no mencionados, están ya en vías de realización.
En este contexto, la crisis de vocaciones continúa siendo una tarea pendiente. Las provincias han propuesto un discernimiento vocacional a muchachos y muchachas en un programa de encuentros anuales, colaborando en la misión de las comunidades. Experiencias como la de los «jóvenes europeos»: un año de discernimiento y de experiencia misionero, puesto en marcha por los jesuitas, no ha tenido su equivalente en la Congregación.
En esta preocupación por tener en cuenta los horizontes comunes, resaltamos la puesta en marcha de los consejos interprovinciales en Francia y recientemente en Italia, que manifiestan la preocupación por una mejor programación de los objetivos misioneros comunes, en vistas a un apostolado más organizado, tanto en personal como en los medios económicos y pastorales. Quizá ha llegado el tiempo de responder a la cuestión de la representación de la Congregación en la Comunidad europea. Retomando esta cuestión, con ocasión del último encuentro de la CEVIM en Istanbul, la próxima sesión, al fin la Asamblea de los Visitadores de la Congregación en Méjico, dará la respuesta.
Termino con algunas reflexiones sobre nuestra presencia vicenciana en Europa, con la llamada entusiasta que nos lanzaba la última Asamblea General: «¡Congregación de la misión, se lo que tu debes ser ¡no te acostumbres a la mediocridad! ¡Transfórmate en fuego! ¡Camina apasionadamente en el seguimiento de Jesucristo evangelizador de los pobres, a ejemplo de san Vicente! Vivifica el carisma, el don que el Espíritu te ha confiado. Trabaja, amplía incansablemente las fronteras de la misión. Vive como testimonio convincente, se luz y comparte la vitalidad de tu vocación».13
- ELODIE MAUROL, periódico La Croix, martes 20 febrero 2007.
- Visitar el sitio: www.europe4christ.net
- Entrevista con Martin Kugler, Zenit, Domingo 29 enero 2006.
- J.I. MENDOZA, Las Provincias Europeas de la C. M. y la Misión «ad gentes», en Vincentiana, nº 1, 2000, pgs. 49-54.
- «Repeuplons l’Europe» STÉPHANE BASTANO, L’Expresso. Courrier International, 22.01.07.
- JOSÉ MARIA SANCHEZ MALLO, Las Semanas Vicencianas de Salamanca, en Vincentiana, n° 1, 2000, pgs. 72-81.
- ARKADIUSZ ZAKRETA, Conferencia Europea de Visitadores de la Misión, en Vincentiana, n° 3, 2003, pgs. 157-165.
- CHRISTIAN SENS, Al alba del Tercer Milenio. Retos para la Congregación de la Misión, en Vincentiana, n° 1, 2000, pgs. 40-48.
- JEAN LANDOUSIES, Jesucristo Vivo en su Iglesia, Esperanza para Europa, en Vincentiana, nº 1, 2000, pgs. 13-22.
- Carta de San Vicente a un Sacerdote de la Misión, SV VI, pag. 393; SVP.ES VI, pag. 373.
- Mgr KURT KACH, Chrétiens en Europe, Ed Saint-Augustin, 2004, p. 116-121.
- J. ARANA – V. SOLA, Servicio Manos Abiertas. Capellanía para los Inmigrantes. Iglesia de la Milagrosa de Pamplona, en Vincentiana, nº 2, 2004, pgs. 98-106.
- Documento Final de la XL Asamblea General, en Vincentiana, nº 4-5, 2004, pgs. 363-373.