El Almanaque de la Caridad
En la medida en que se fueron incorporando a la Iglesia de la Merced los Padres Juan Álvarez, Miguel Gutiérrez, Ramón Gaude, Hilario Chaurrondo e Isidro Navas, el apostolado de los Paúles se fue enriqueciendo cada vez más. En 1919 el P. Chaurrondo comenzó a publicar un modesto Almanaque que sostenían las Conferencias de San Vicente de Paúl. Poco a poco el que se llamó desde entonces Almanaque de la Caridad, se convirtió en una de las mejores guías eclesiásticas de América.
Este almanaque fue fundado en 1882 por las Conferencias de San Vicente de Paúl para Caballeros, con el fin de recaudar fondos para un asilo de huérfanos. Estuvo a punto de desaparecer, cuando cayó en manos del Padre Chaurrondo en el año 1919 y le volvió a dar vida. Desde entonces hasta 1969, estuvo al cuidado del P. Chaurrrondo, mejorando mucho su formato.
Sólo queremos destacar de él que, en 1923, fue convertido en Guía Eclesiástica para todas las diócesis de Cuba.
El Arzobispo de la Habana, Monseñor Evelio Díaz escribe:
el Almanaque de la Caridad desde hace varios años viene constituyendo para nosotros una especie de Guía o Directorio oficial de todas las diócesis de Cuba. Su empeño en aportar datos que faciliten el conocimiento de nuestros párrocos e instituciones religiosas que desarrollan su apostolado entre nosotros, ha hecho necesario el almanaque de la Caridad en todos los hogares católicos de Cuba y por eso nos complacemos en bendecir y recomendar su uso entre todos nuestros amados diocesanos.
Contiene ensayos importantes sobre temas de la iglesia en casi todos los años. En 1969, durante los años difíciles de la Revolución Cubana, y dada la escasez de Sacerdotes Paúles, debido a la expulsión de muchos de los Misioneros, la Conferencia Episcopal de Cuba pasó a hacerse cargo de su publicación, que lo sigue sosteniendo aun en tiempo de la revolución castrista, bajo la responsabilidad del sacerdote cubano Carlos Manuel de Céspedes.
Otros trabajos que hicieron los Padres Paúles durante el primer cuarto del siglo XX en materia de publicaciones se presentaron en forma de folletos como Novena y Triduo a la Virgen de la Medalla Milagrosa, La Medalla Milagrosa, Visita a Domicilio de la Virgen de la Medalla Milagrosa, Catecismo de la Medalla Milagrosa, El Retrato de Nuestra Madre, y otros que totalizaron 65 000 ejemplares. Varios de ellos se editaron dos, tres y cuatro veces. Se redactaron y publicaron además, con mayor o menor extensión, La Virgen de Lourdes, Bodas de Oro del Colegio de La Inmaculada, una Introducción y traducción de la vida de San Vicente de Bougard y su libro «La Milagrosa», Lira y Salterio, Recuerdo del Tercer Centenario de la Congregación, varios libros de texto para escolares como El Libro de Lectura, Aritmética, Historia de la Iglesia, Reseña Histórica del Colegio-Seminario de San Carlos y San Ambrosio, escrita a partir de fuentes muy documentadas por el P. Guillermo Vila, Clasicismo del lenguaje de Santa Teresa (que mereció premio en el Tercer Centenario de la Canonización de la Santa en 1923) y Cantos Patrióticos, ambos realizados por el P. Juan Zamora, que se destacaba como buen poeta.
Durante la década que comenzó en 1930, el P. Romero logró publicar cuatro libros: La Conquista de Orán por Cisneros, Lira y Salterio, Cromos Evangélicos, y Razones y Trompetillas, al mismo tiempo que colaboraba en El Debate y en general, en cuantos semanarios se publicaban por aquel entonces.
Al P. Hilario Chaurrondo le corresponde la producción literaria más copiosa y el mérito innegable de haber realizado un gran trabajo de recopilación y ordenación de los trabajos y documentos referidos a la historia de los Paúles en Cuba que se guardan en la Iglesia de la Merced, así como la de haber mecanografiado miles y miles de páginas, gracias a la eficiente labor realizada por su fiel y permanente secretario, Jesús Potestad, en las que aparecen tanto las crónicas pormenorizadas de la Congregación de la Misión en Cuba y en la Provincia de las Antillas, como numerosos aspectos y documentos de importancia para la Iglesia cubana. Toda esta labor paciente y abnegada la realizó durante muchos años desde la Iglesia de la Merced.
En los últimos 40 años el P. Hilario Chaurrondo, además de su colaboración en el Diario de la Marina, El Mundo y Diario Nacional y en cadenas de periódicos extranjeros como el Catholic News, de Washington, ha publicado interesantes planas periodísticas con documentos para la historia de la Iglesia en Cuba y sobre la Congregación de la Misión. Entre sus 35 libros y folletos publicados mencionaremos solo los más interesantes, tales como Los PP. Paúles en las Antillas, Las Hijas de la Caridad en Cuba, Misiones Parroquiales, Obra de San Vicente de Paúl al servicio del preso, Historia del Colegio La Inmaculada, Historia de la Iglesia para «escuelas normales,» ( catequistas, tercer nivel ) Sembrando, sobre formación de la conciencia en los deberes de los católicos para con la Iglesia, y los 12 tomos de sus Memorias, en los que nos deja sus ideas sobre lo ocurrido antes, durante y después de la Revolución..
Entre todos ellos destaca, de una manera especial, el libro Los Padres Paúles en las Antillas. Es un resumen histórico de las actividades y las fundaciones de los Padres Paúles en la Provincia de las Antillas, es decir, en Cuba y Puerto Rico.
La publicación de esta importante obra fue organizada bajo la dirección del P. Chaurrondo, con la cooperación del P. Vicente Sainz. Fue compuesta por un equipo de misioneros, cuidándose cada uno de su casa, tales como el P. Florencio García, de Ponce; P. Vicente, de Baracoa, y José Miedes, de Santiago de Cuba. Encuadernado en París, se hizo una distribución muy grande en la Congregación y en bibliotecas más o menos públicas de Cuba. Abarca la historia desde 1863 hasta 1925.
Sin duda alguna que, entre todos los Padres Paúles, el que más se distinguió por su labor profesional fue el P. Chaurrondo, quien con su ágil pluma y temas muy variados, supo colaborar con los mejores periódicos de la época. Él mismo nos dice:
Colaboré durante 13 años con los diarios, el Mundo, La Marina y Diario Nacional. Debido a esa colaboración se me concedió el título profesional en la Universidad de la Habana. Cuando enviaba alguna noticia a alguna cadena norteamericana, recuerdo que se me pagaba 9 céntimos de dólar por cada 10 palabras.
Como prueba de gratitud por su obra gigantesca, el Sr. Presidente de la República de Cuba, Dr. Carlos Prío Socarrás, le otorgó en 1949, la placa de la Orden al Merito
Carlos Manuel de Céspedes, máxima distinción que concede la Patria Cubana a sus fieles servidores exigiendo que estos servicios sean relevantes.
En el Periódico EL PAÍS, de la Habana, en su edición del 8 de Octubre de 1949 leemos:
«EL GOBIERNO CUBANO CONDECORA AL REVERENDO P. HILARIO CHAURRONDO, CONCEDIÉNDOLE LA ORDEN DE MÉRITO, CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES , MAXIMO HONOR QUE SUELE CONCEDERSE A UN CIUDADANO. «
«Por un Decreto del Honorable Sr. Presidente de la República, Dr. Carlos Prío Socarrás, fechado el 8 de Octubre, otorgó al Revdo. P. Hilario Chaurrondo, natural de Iturgoyen, la placa de la Orden del Mérito, Carlos Manuel de Céspedes, máxima distinción que concede la Patria Cubana a sus fieles servidores, exigiendo que estos servicios sean relevantes.
El día 10 de Octubre, en el Salón de Recepciones, el Sr. Ministro de Estado, Dr. Carlos Hevía, entregó al P. Chaurrondo, en solemne acto, el documento oficial que lo acredita como miembro de tan ilustre Orden al Mérito. Con el Reverendo P. Hilario Chaurrondo, de la Congregación de la Misión, son cuatro los miembros de la doble familia los que últimamente han merecido tan elevada concesión del Gobierno Cubano, pues hace dos años se le otorgó la Orden de Carlos Manuel de Céspedes a Sor Concepción Crespo, Sor Petra Vega y Sor Josefina Torres.
El P. Hilario Chaurrondo Izú, nacido en Iturgoyen, vive en Cuba desde 1918. Encariñado emocionalmente con su país de adopción, ha trabajado durante treinta años con intensidad y eficacia en Cuba, debiéndose a su esfuerzo el juicio y origen de prestigiosas instituciones tales como:
La «Obra de las Misiones Parroquiales» que iniciada por él en 1926, constituye hoy una organización nacional, que abarca las seis Diócesis de la Isla.
a) La Asociación de Católicas cubanas, la cual habiéndola él tomado en sus inicios, 1924, es hoy la organización femenina más fuerte en Cuba, contando con 12.000 socias, y un Sanatorio valuado en más de un millón de dólares.
b) La Obra de «San Vicente de Paúl al Servicio del Preso», organización penitenciaria nacional, que en combinación con el Ministerio del Estado, ha organizado los servicios religiosos, culturales y benéficos, en todas las prisiones de la isla de Cuba, dotando a éstas de Iglesia y Biblioteca.
c) La Cruzada del Santuario, institución que tiene por objeto dotar a las iglesias pobres de ornamentos y vasos sagrados.
«Misionero que ha recorrido todas las regiones de Cuba, el P. Chaurrondo, C.M. ha encontrado tiempo para escribir con asiduidad en los dos principales periódicos de Cuba, «El Diario de la Marina», y «El Mundo», manteniendo durantes años secciones fijas. Corresponsal de la Catholic Welfare, de Washington, su firma es popular en los Estados Unidos, y en otras revistas de Suramérica, siendo rara la publicación cubana, en la que no haya colaborado el Reverendo P. Hilario Chaurrondo,CM
Miembro prominente de los Comités de los tres Congresos Eucarísticos y de la Doctrina, ha tomado parte en todo acto público organizado por la Iglesia.
El Gobierno de Cuba, reconociendo como servicios prestados a la Patria los trabajos realizados directamente por el P. Hilario Chaurrondo en servicio de la iglesia, ha querido pagar de ese modo al P. Chaurrondo, C.M. a su Congregación, los Padres Paúles, y a la Patria que lo vio nacer, la cual se congratula por ello, agradeciendo al Dr. Carlos Prío Socarrás, Honorable Presidente de la República de Cuba, el honor que ha otorgado a su hijo de España».
No fue ésta la única condecoración otorgada a los Padres Paúles por las autoridades Civiles. En el Archivo de la Merced hay una carta, firmada por el Excelentísimo Señor Obispo de la Habana el 22 de Diciembre de 1897, en la que comunica al P. Provincial Ramón Guell que el Capitán General y General en Jefe del Ejército de operación en la Isla de Cuba concedía al P. Luis Vega la Cruz Blanca Primera Clase del Mérito Militar.
No deja de ser curiosa la respuesta que el P. Provincial da al Señor Obispo:
«Los Misioneros de San Vicente de Paúl ni tienen más aspiración que la propia satisfacción y hacer todo el bien que se pueda a los prójimos. Espero que S. E. no tomará a mal el que se renuncie a dicha gracia».
La Radio y la Televisión.
Como si todo fuera poco, el P. Hilario Chaurrondo fue también uno de los primeros sacerdotes católicos en Cuba que utilizó la radio y la televisión para difundir los servicios espirituales de la iglesia.
Durante trece años, todos los domingos, a la una de la tarde y desde la Iglesia de la Merced, tomaba en sus manos el micrófono para lanzar pon las ondas de la radio La hora Católica.
Todo el material radiado fue mecanografiado por el joven Arturo Liendo, secretario y ayudante en la portería de la. Merced. Esto era obligatorio porque había que someterlo al gobierno, por prescripción legal, para posibles censuras.
La Hora Católica la sostenían empresas muy responsables e instituciones docentes como los Colegios de los Jesuitas, De la Salle, Escolapios, Hijas de la Caridad, Universidad de Villanueva y otros. Ellos aportaban el material artístico, los locutores y una cantidad adicional para los promotores.
La Hora Católica solía tener el siguiente formato. Lectura del Evangelio del Domingo, noticias católicas, una conferencia central, un ensayo sobre motivos de actualidad, dos recitaciones poéticas y cuatro o cinco números de cantos por diversos coros de la ciudad.
Parecida labor se estaba llevando a cabo en la televisión durante tres años, hasta que la revolución de Fidel truncó esa trayectoria.
La Biblioteca de la Iglesia de la Merced.
Prácticamente desde la llegada de los Paúles comenzó a formarse la biblioteca en la Iglesia de la Merced, de gran necesidad, puesto que allí mismo se ubicaba la Casa Central de los Padres Paúles. Desde que los Hijos de San Vicente se hicieron cargo de la Iglesia y el Convento de la Merced, en 1863, debió existir algún lugar donde se conservaran los libros de la Comunidad, ya que no es posible que en un lugar donde residían tantos sacerdotes instruidos, de los que muchos fueron profesores del Seminario San Carlos durante varios años, no hubiera un sitio destinado a los libros. Dice el P. Chaurrondo que:
«al principio, debióse componer la Biblioteca de la Merced de libros particulares, herencias de misioneros que se trasladaban o morían. Casi todas nuestras bibliotecas (las de los Paúles) se forman así, de libros repetidos de otras casas y de donaciones de misioneros que pasan a mejor vida; algunos se compran, mas por desgracia no suele ser la biblioteca el departamento por el cual nuestros Superiores muestran especial interés.
Biblioteca de la Iglesia de la Merced.
Hemos revisado el archivo de la Merced y curiosamente ya en el año de 1908 existe un catálogo, escrito a mano, de autor desconocido, en el que se registran los libros existentes en aquel año. Teniendo en cuenta la época, hace más de 100 años, nos parece relativamente hablando, buena biblioteca.
Los primeros esfuerzos para formar la biblioteca de que se tienen noticia, se deben al trabajo del P. Doroteo Gómez, Superior de la Comunidad de los Paúles desde 1910 hasta 1914, que apoyó decididamente los esfuerzos que ya venía realizando el P. Vargas para salvar de la ruina muchos libros valiosos que estaban confinados en un rincón apartado del convento donde se conservaban en estantes de pino, con el fin de evitar que con el tiempo, las malas condiciones de conservación y el comején los destruyeran por completo. El P. Gómez dispuso la construcción de seis grandes armarios de caoba, y los trabajos de carpintería fueron realizados con gran destreza y esmero por el Hennano Eugenio Ulargui. Los libros que habían sobrevivido a la edad y al descuido, se depositaron cuidadosamente en los nuevos armarios.
No se contaba con presupuesto para hacer más y el P. Vargas ordenó, conservó y aumentó, en la medida de las posibilidades, el fondo de libros de la biblioteca de la Merced. En su momento, el P. Carlos Roqueta colaboró todo lo que pudo en aquella tarea, hasta que en 1919 los libros quedaron a cargo del P. Hilario Chaurrondo. Fue entonces cuando se realizó una gran labor dirigida a ampliar y enriquecer la biblioteca, que fue registrada por los cronistas de la Merced con estas palabras:
En 1919 el P. Hilario Chaurrondo se hizo cargo de la Biblioteca, llegando a coleccionar 8,000 volúmenes escogidos. Hay tres secciones: Historia de la Congregación, la de América y la de Cuba.
De la primera se ha adquirido cuanto se ha podido encontrar en Francia, contándose con una colección de los anales franceses de las más completas que existían.
De América, las crónicas de los soldados, frailes y regidores. Ahí están los Zumárraga, Sahagún, Motolinía y las Casas, Oviedo, Herrera, Bernal Díaz y Hernán Cortés, y otros primitivos historiadores de Indias, hasta los americanistas de hoy: Guevara, Pereira, Rojas.
De Cuba hay 1,500 volúmenes: P. Varela, Luz y Caballero, José Antonio Saco, la Avellaneda, Heredia, Bachiller y Morales.
El P. Chaurrondo recibió un gran apoyo del P. Juan Alvarez, Visitador, para formar la espléndida biblioteca con que cuenta la Iglesia de la Merced y que ha llegado felizmente hasta el día de hoy. Muy pronto, el incansable Chaurrondo se dio a la tarea de visitar y registrar librerías de La Habana donde a veces encontraba ejemplares muy antiguos y magníficos a precios de ocasión. Además, se puso en contacto con las Casas Rico y Cía., de Madrid, y Gabalda, de París, que escucharon sus solicitudes y muy pronto pudo comenzar a incorporar a la biblioteca nuevos libros de gran valor. Al terminar el primer cuarto del siglo XX, los ejemplares alcanzaban la cifra de 8,000 volúmenes, y al comenzar la década de los 60 debían sumar alrededor de 20,000. En una conversación que tuvimos sobre este tema con el Ho. Eligio Rivas, en la casa de los Padres Paúles en la ciudad de Salamanca nos informó (Julio 4 de 2009) que él estuvo manejando la biblioteca durante los años 1955-1961 y que tal cantidad le parece un poco exagerada. Nos dijo que durante los años que él estuvo apenas aumentó el número de volúmenes. Es posible, nos informó, que debido a la expulsión de muchos de los Misioneros al inicio de la Revolución, los libros que éstos tuvieran fueran a parar todos a la biblioteca. Lo que si afirmó es que el P. Hilario Chaurrondo tenía en las Católicas Cubanas una pequeña pero muy selecta biblioteca, que se supone que iría a parar a la Biblioteca de la Merced.
La primitiva biblioteca contenía sobre todo tratados de Moral, Teología y Predicación. El P. Chaurrondo se dio a la tarea de actualizar y modernizar los fondos de esas materias adquiriendo lo mejor y más avanzado que entonces se publicaba en España, Italia y Francia.
En cuanto a las secciones de Historia, Literatura, Filosofía, Ciencia Bíblica, Apologética, Derecho y Ciencias Naturales, comenzaron a formarse a partir de 1919, fecha en que Chaurrondo comenzó a reunir los libros más selectos publicados en Cuba, España y Francia.
Uno de los aspectos que el P. Chaurrondo atendió con más interés fue el enriquecimiento de las secciones dedicadas a la Historia de la Congregación, la de América y la de Cuba. Para la sección dedicada expresamente a la historia de los Padres Paúles,
Se ha adquirido cuanto la solicitud del P. Coste ha podido encontrar en Francia, de primera y de segunda mano. Contamos en esta sección con una colección de los Anales franceses de los más completos que existen… en esta sección pueden nuestros misioneros apreciar la obra de San Vicente y de su posteridad.
Hasta el comienzo de la década de los 60 del siglo XX, la Biblioteca de la Iglesia de la Merced poseía una de las colecciones cubanas más importantes, con numerosos libros de primera fila, escritos dentro y fuera de la Isla, donde no faltaban los volúmenes redactados por los venerables forjadores de la Patria y la nacionalidad cubana, cuyo examen y estudio ayudaba a que los misioneros
amen el país donde trabcjjan, de cuyo pensamiento y movimiento social nunca deben divorciarse.
Después de 1960, como consecuencia del triunfo de la Revolución, las circunstancias que impactaron la vida de la Iglesia influyeron mucho sobre los Misioneros Paúles. No era posible seguir enriqueciendo la biblioteca con libros traídos del exterior sino con algunos ejemplares, muy escasos, que traían los Padres en sus equipajes cuando viajaban. Por otra parte, la dinámica de la pastoral y del culto desbordaban el trabajo de los sacerdotes, y había poco tiempo para leer y para estudiar. La gran Biblioteca de la Iglesia de la Merced fue cayendo en el olvido y ya en 1999, las existencias habían disminuido a poco más de 13,000 ejemplares.
Por este tiempo la Comunidad decidió comenzar un trabajo efectivo para rescatar los fondos y reorganizar la Biblioteca. Los libros se limpiaron, fueron reclasificados y etiquetados, se reorganizaron y repararon los estantes, se consignaron los volúmenes en un registro maestro, se prepararon programas de computación para su ordenamiento, y luego pasaron a formar parte de una base de datos de manera que actualmente su localización, por materia o autor, resulta muy sencilla e instantánea. Los libros procesados han sido anotados en un Registro General consignando el número consecutivo y los números del estante, la columna y la fila donde están ubicados. En el mismo Registro aparecen otros datos referidos a la antigüedad de cada libro y su estado de conservación. De inmediato, las fichas de los primeross 6447 libros se han introducido en la Computadora utilizando el Programa Biblio, que se preparó al efecto y en tres soportes magnéticos para garantizar su conservación. El Programa Biblio permite la localización rápida de los libros y la impresión de ficheros por estantes, autores o materias, o el empleo de referencias cruzadas para encontrar cualquier información relativa al contenido de la Biblioteca. Esta gran labor de reorganización e informatización se la debemos al Dr. Salvador Larrúa y a su esposa Noemí, quienes trabajaron incansablemente durante varios meses parta llevar a cabo esta hermosa tarea, En estos momentos hay personal que se encarga de la custodia de la biblioteca, actualmente climatizada, y personal de limpieza que se encarga de su mantenimiento.
El día 19 de Julio, fiesta antigua de San Vicente de Paúl, se inauguró la nueva organización, climatización e informatización de todos los libros. Ese día, el P. Raúl, convaleciente y en silla de ruedas, no pudo contener la emoción al leer la tarja conmemorativa de tal ocasión que daba nombre oficialmente a la renovada Biblioteca de la Merced. La tarja dice así:
BIBLIOTECA HILARIO CHAURRONDO, C.M.
En memoria del insigne misionero Paúl, R.P. Hilario Chaurrondo, Director de las Misiones Parroquiales. Incansable escritor e historiador. Ejerció su misión en la Radio y la Prensa. Fue Promotor de esta hermosa biblioteca. Honramos tu memoria y seguiremos tu ejemplo.
Tus Hermanos de Congregación.
Julio 19, de 2001
Poco a poco, a partir de compras, donaciones y legados de particulares y de algunos Padres, los libros van alcanzando la respetable cifra de 15.000 ejemplares y se trabaja, en la medida de lo posible, para modernizar los fondos con vistas a la apertura de la biblioteca para investigadores y personal autorizado.