2. 1927. Historia de la primera casa y capilla de la Milagrosa en Santos Suárez, La Habana. 1946: Construcción del templo actual de la Parroquia de la Milagrosa con la bendición de la primera piedra.
Es posible que la Iglesia de la Milagrosa de La Habana haya comenzado a gestarse en la mente de los Paúles en 1918, cuando el P. Juan Alvarez, Visitador, se preocupaba porque muchos vecinos de la Ciudad de La Habana comenzaban a emigrar de sus antiguas casas situadas en el casco histórico o los alrededores cercanos para los nuevos barrios que surgían en el Vedado, la Víbora, Luyanó, Lawton, Santos Suárez y otros viejos lugares habitados, que comenzaban a crecer y a conectarse entre sí. Al mismo tiempo, las antiguas casas de La Habana colonial comenzaban a ser ocupadas por inmigrantes europeos, sobre todo polacos, muchos de los cuales eran de origen judío, de manera que en pocos años el barrio donde se encontraba situada la Iglesia de la Merced comenzó a ser llamado «Varsovia», recordando la capital de Polonia.
Al mismo tiempo, los más ricos comenzaban a construir grandes y lujosas residencias en los mejores lugares del Vedado o Miramar. Las familias que vivían frente a la Merced, o en las esquinas aledañas al templo, comenzaron a mudarse. Este proceso ya había comenzado a los inicios del siglo XX.
Había sido siempre la aspiración de los Padres Paúles el fundar otra casa en la Habana, pues la Merced, por razón del vecindario que desmejoraba mucho, ya no es lo que fue. Para las grandes fiestas todavía viene la gente, pero para el culto diario, sin las grandes familias, ya no es posible defenderlo.
En medio de aquellos cambios que se iban desarrollando en el entorno, cuando los Paúles residentes en la Merced se enteraron de que la Sra. María Dolores Machín, Secretaria o Tesorera de las Damas de la Caridad, era la propietaria de los terrenos donde fue construido en el siglo XIX el antiguo Cementerio Espada, muy cerca de los Paúles, varios representantes de la comunidad, entre los que se encontraba el P. Chaurrondo, fueron a ver el solar para analizar la posibilidad de levantar en él una Iglesia bajo la advocación de la Virgen Milagrosa. Comunicaron la gestión realizada y sus conclusiones al P. Alvarez, que prometió hablar con María Dolores, pero el asunto no progresó.
Poco tiempo después el P. Alvarez pensó en la posibilidad de levantar una basílica a la Milagrosa en la Loma de Chaple, que dominaba la ciudad. Para lograr su propósito realizó numerosas gestiones, adquirió una propiedad rústica para fomentarla y acopiar fondos, realizó numerosos gastos… y en definitiva no pudo materializar su sueño. Pero dejemos que el P. Chaurrondo nos narre esta interesante historia:
Se acarició la idea de levantar el templo en Marqués González y Ancha del Norte. En efecto, yo trabajé indeciblemente por conseguir el terreno de los Ajuria y redacté la libreta de las colectas que corrió por las Hermanas y por sus amigas durante el año 1925 y1926. Se hizo voz pública de la idea, pero un día so Concepción Crespo me manifestó el acuerdo del Consejo de las Hermanas, final de 1925, de que vería con disgusto que la futura Iglesia fuera Parroquia y para el público. La noticia hirió mi corazón y me convencí de que el egoísmo era el único móvil de las Hermanas.
Entonces resolví delante de la Virgen de buscarle otro lugar donde levantar su templo, y de no ir a una con las Hermanas, cosa que me autorizó el P. Atienza, el cual era del parecer de no levantar el templo en Marqués González.
La Virgen nos oyó. Cuando vino el P. López le sugerí la idea de dirigirme al Prelado, Febrero de 1927, pidiéndole autorización para hacerla en Santos Suárez. Acompañé al P. López y yo se lo pedí al Sr. Arzobispo y él me autorizó estableciendo temporalmente la Capilla en Serrano, N. 8.
Se abrió la casa en Serrano N. 8, pagando 95 pesos de alquiler y gastando como 200:00 pesos en la adaptación del frente para Capilla[/note].pero al segundo día nos convencimos que no habíamos conseguido nada con gastar ese dinero, pues el número de gente fue tal, que más de la mitad se quedó sin oír misa. A todo esto se presentó un problema. El Señor Arzobispo comenzó el expediente, contándonos que algunos párrocos le habían contestado que no estaban de acuerdo con nuestra presencia en la zona. Pero al fin, el Sr. Arzobispo dio los dos decretos, a reserva de refrendarlos en Roma, para mayor seguridad.
A los pocos días de la fundación se entró en trato para alquilar en la misma manzana una nave que desde el ciclón estaba en mal estado. Pidió el dueño 70,00 pesos de alquiler y como le adelantamos hasta Junio, con esa cantidad arregló el local y lo que son las cosas, un fondo de manifestador hecho por el P. Viladás sirvió de altar. Siempre la sombra benéfica del P. Viladás
Con el P. Ayerra se comenzó a trabajar con intensidad. La gente acudió, el Catecismo aumentó y la idea de un lugar más adecuado y más presentable urgía. El P. López y yo nos pusimos en marcha y fuimos a visitar solares. Vimos uno en Santa Eulalia y Paz, que nos pareció bueno, pero nada más. Allí se nos acercó un hombre y nos habló de otro solar en Goicuría y Luis Estévez, el cual tenía la ventaja de que sólo había que pagar el diez por ciento al contado, y el resto en hipoteca al seis por ciento. Se firmó la opción, se comunicó al Sr. Arzobispo, pero éste, antes de contestar negativamente, nos llamó al P. López y a mí y nos rogó que desistiéramos de aquel lugar por estar en la Parroquia de Paula. Y así lo hicimos. Pero el hombre que había gestionado aquel terreno no desistió de buscar otros. Dio con los terrenos actuales de Santos Suárez y Paz, que pertenecían a cinco individuos, nada menos. Estos terrenos tenían el inconveniente de que había que pagarlos al contado y no había dinero. Pero tenía la ventaja de tener dos casas, una de las cuales serviría para vivienda y la otra para capilla, quedando terreno para empezar la iglesia. Entre el bodeguero de enfrente, que nos prestó 20.000 pesos, y las contribuciones de los Padres y las de algunas Hermanas, se logró llevar a cabo la operación.
Los tres Padres comenzaron la obra pues esta tenía que salir de las limosnas del barrio. Se pidió por las casas del barrio, la Asociación de la Medalla Milagrosa de la Merced dio 400:00, una comisión de señoritas pidió por las casas del barrio…y así la capilla quedó terminada para primeros de Febrero. Fue verdaderamente una labor intensa la realizada por los Padres en tan corto tiempo.
Esas fueron las dos primeras iniciativas para erigir un templo dedicado a la Virgen Milagrosa en La Habana. Completamos la historia con los datos siguientes:
En 1925, el P. Alvarez viajó a París y nunca regresó a Cuba. La Provincia se quedó sin Visitador, aunque estaba al frente el P. Saturnino Ibáñez, que era un hombre muy creativo y amante del progreso. Como consejero, el P. Izurriaga. Por aquel entonces, los Padres Angel Tobar e Hilario Chaurrondo, después de comunicar sus propósitos al P. Izurriaga, fueron a ver al Arzobispo de La Habana, Mons. Manuel Ruiz, y le explicaron sus planes de fundar una nueva casa e Iglesia en La Habana. La nueva casa y futura iglesia permitiría abrir nuevos horizontes a la Congregación de la Misión, cuyos miembros habían aumentado porque con la persecución de Méjico habían llegado a La Habana nuevos Padres Paúles.
El Arzobispo comentó, de muy buen grado, que si los Paúles querían abrir dos o tres casas más en vez de una, él estaría de acuerdo. Como quiera que los Paúles de La Habana no podían hacer contratos mientras no llegara el P. Joaquín Atienza, Comisario del P. General, Mons. Ruiz les dijo que fueran pensando en qué sitio podrían levantar la nueva Iglesia.
A instancias de Mons. Ruiz, los Padres fueron a ver un templo que era propiedad de la Arquidiócesis habanera y estaba a medio construir en la barriada del Cerro, ya que el prelado cedería sus derechos sobre él a la Comunidad de los Paúles. Pero los Padres no aceptaron la propuesta porque el terreno era muy pequeño. Tiempo después visitaron un nuevo solar en Luyanó que tampoco se ajustaba a sus propósitos, pero como Mons. Ruiz insistió en la necesidad de abrir una Iglesia en la zona, los Padres comenzaron a recorrer el barrio de Santos Suárez buscando un lugar idóneo.
En 1926 llegó el P. Joaquín Atienza que se declaró partidario de la nueva fundación, pero al conocer el estado del asunto, dijo que lo correcto era esperar a que viniera el nuevo P. Visitador. A fines del mismo año cuando llegó el Visitador, P. Antonio López, la cuestión de la nueva Iglesia fue una de las primeras que se trató en el Consejo con los Padres Ibáñez, Izurriaga y Chaurrondo. Poco después, visitamos al Sr. Arzobispo, quedando en alquilar de inmediato una casa para abrir la fundación a los efectos canónicos (y) desde allí, ya en el barrio, preparar el lugar definitivo para construir casa e Iglesia en un buen solar.
Los Padres Tobar y Chaurrondo, en sus recorridos por el barrio, finalmente encontraron una buena casa en la esquina de las calles Serrano y San Leonardo, y de inmediato pusieron manos a la obra para preparar la casa.
Las Hermanas, sobre todo del Colegio de las Domiciliarias, ayudaron mucho a limpiarla. El carpintero del colegio se cuidó de preparar la mesa del altar. Vinieron los bancos de acá y de allá. Camas, mesas, sillas, ropa de cama, vajilla, de todo apareció bajo la dirección de Sor Paulina Lourd con Sor Manuela, la Visitadora, Sor Carmen Charril, Sor María Teresa de las Católicas, Sor Cortegui de Jesús María y otros. En pocos días (la casa) quedó equipada del todo para tres Padres.
La primera capilla de la Milagrosa en el barrio de Santos Suárez, calle Serrano N. 8, fue inaugurada en marzo de 1927. En una fotografía que se publicó en la revista La Milagrosa correspondiente a ese mes y año, se podía ver a:
Mons. Alberto Méndez, Secretario del Arzobispado, que actuó en la bendición (del nuevo templo), al párroco de Jesús del Monte Mons. Méndez, en cuya jurisdicción estaba enclavada la capilla, los PP. López, Visitador, Cipriano Izurriaga, Buenaventura Antón, Angel Tobar e Hilario Chaurrondo, junto con tres Hnas. de la Caridad: Sor Paulina Lourd, Superiora de las Domiciliarias, (que residían en) la casa más contigua, Sor Petra Vega, del Asilo de San Vicente de Paúl y Sor Faustina de Jesús María, encargada de organizar la ayuda de las Hermanas a la inauguración.
La comunidad estaba formada por los Padres Buenaventura, Antón, Luciano Martínez, y Manuel Rodríguez Sorga. Residían en la casa de dos pisos, que albergaba en los bajos la capilla y la sacristía, y en el piso superior las habitaciones y el comedor.
Al P. Antonio López le correspondió el honor de celebrar la primera Eucaristía. Desde el primer momento, y según informes fechados en julio de 1927, se puso de manifiesto que la capilla no bastaba para recibir al numeroso público que acudía los domingos, y comenzó la búsqueda de un local más amplio. En la calle San Leonardo, y en la misma cuadra, apareció una nave que desde el ciclón estaba en mal estado. Se alquiló ese local que con mucho trabajo fue habilitado y provisto de bancos. Ese local fue la segunda capilla en el barrio de Santos Suárez. Ahí comenzaron, entre otras actividades, las clases de catecismo a cargo del P. Martínez y la ofrenda de flores a la Virgen en el mes de mayo.
Los Paúles se sintieron más cómodos. Vivían en un pequeño chalet y utilizaban la nueva nave recién habilitada, y que era al menos tres veces más grande que la capilla anterior, pero no estaban conformes con el pequeño progreso. Todavía era necesario conseguir un solar capaz para fabricar una gran Iglesia con la casa anexa.
Después de analizar las condiciones de un local en la calle Luis Estévez, situado en el centro mismo de Santos Suárez, no fue aprobado por el Arzobispo porque estaba dentro de los límites de la Parroquia de San Francisco de Paula.
Tiempo después, apareció finalmente un terreno en la intersección de las calles Santos Suárez y Paz, que fue la solución del problema.
(Este terreno) era mucho más adentro del reparto, pero no encontramos solar a propósito. La mayor parte de las casas eran pequeñas propiedades que abarcaban manzanas enteras, con múltiples dueños, resultando primero que había que pagar mucho fabricando para derrumbarlo y luego, resultaba casi imposible aunar las voluntades y los intereses de seis o diez personas que tenían construidas sus casas, casi todas propias.
Por la parte del frente de lo que es actualmente la Iglesia, o sea, por la calle Santos Suárez, no había ningún espacio libre Pero por la calle Paz quedó un pasillo estrecho que conducía a un terreno interior de buen tamaño, donde se instaló primero la capilla y después el salón de actos. Sería necesario demoler algunas construcciones aledañas con el fin de que quedara un terreno capaz para la Iglesia proyectada, y conservando parte de los edificios se tendría una casa para la comunidad, haciendo las modificaciones correspondientes.
Faltaba el dinero necesario para hacer todo eso. La caja de la Procuraduría había quedado exhausta por los gastos ocasionados por la finca que se quiso fomentar y por los trabajos de prospección realizados so pretexto de que parecía haber petróleo en aquel terreno Finalmente, fue necesario pedir un préstamo por valor de 10,000 pesos al Banco Comercial para hacer frente a algunas obligaciones pendientes. En 1925, después de la partida del P. Alvarez, el P. Izurriaga, como Procurador Provincial, obtuvo del Arzobispado otros 10,000 pesos a préstamo para restaurar los claustros, por lo que la deuda total alcanzó 20,000 pesos.
La deuda con el Arzobispado se podía pagar a largo plazo por lo que no constituía una gran preocupación, pero la del Banco Comercial tenía vencimiento a corto plazo y resultaba muy presionante: se fue pagando poco a poco y se amortizó en menos de un año. Simultáneamente, se pagaban puntualmente los intereses de la deuda contraída con el Arzobispado de La Habana.
En 1927, la depresión continuaba tocando a las puertas de la economía cubana y nadie quería hacer negocios. Entonces, el dueño del terreno de Santos Suárez y Paz propuso la venta de las casas y el solar a buen precio, dando una pequeña cantidad de entrada y poniendo una hipoteca a largo plazo. Las casas y solares, en conjunto, importaban algo más de 40,000 pesos.
Para poder cerrar el negocio fue necesario que el P. López solicitara el auxilio de algunos particulares, de los que recibió ciertas cantidades para el pago de la primera cantidad de entrada. Con la experiencia de lo que había hecho la Asociación de las Católicas Cubanas para abrir el Sanatorio La Milagrosa, compramos sin dinero en mano. Después de hacer el primer pago, lo restante se terminó de abonar en cuatro años y se comenzó la construcción de la nueva capilla.
El 9 de octubre de 1927 efectuóse la solemne ceremonia de la bendición de la primera piedra, de la que ahora será capilla y más tarde, bella Iglesia.
En lo mejor del reparto de Santos Suárez, calle de Paz y Santos Suárez, se extiende un amplio solar de 716 metros cuadrados, en sus esquinas se cruzan los tranvías y allí se levantará el futuro templo.
(A) las 9 de la mañana un grupo de Hijas de la Caridad y cientos de alumnas con un numeroso público ocupaban el local de la bendición. Llegó el P. Luciano Martínez, alma de la empresa, con el P. Saturnino Ayerra, Superior de la Comunidad, acompañado de los padrinos de la Capilla Sr. Juan B. Rodríguez y Dolores Domínguez de Rodríguez, procediendo a recitar las oraciones de la liturgia propia del caso. Satisfechos deben sentirse los PP. Paúles, de tan decisiva cooperación por parte del público de La Habana y del barrio.
El P. Luciano Martínez organizó una colecta anual para hacer frente a los gastos de la obra. Un día, cuando se necesitaban 300 pesos para pagar los alquileres, llegó un donativo justamente por esa cantidad con una carta de Don Gonzalo de Mendoza que pedía se le excusara la demora en enviar el dinero que le habían solicitado, porque la carta con la petición se había extraviado en su oficina y pasó el tiempo sin que llegara a sus manos.
La nueva capilla por fin se inauguró en la tarde del 4 de febrero de 1927. Eran las 4:00 p.m. cuando se bendijo el pequeño templo de 30 metros de largo por 10 de ancho que ostentaba un amplio coro. En el camarín del altar se podía ver una hermosa imagen de La Milagrosa tallada en Barcelona, que había sido obsequiada por la Srta. Teresa Gastón, quien fue la madrina acompañada por las Hermanas Sor Faustina Pérez, Sor Petra Vega y Sor Paulina Lourd, que habían ayudado mucho para lograr la culminación exitosa de la obras, con San José y San Vicente de Paúl a ambos lados. A las cinco de la tarde el Visitador de la Congregación de la Misión, P. Antonio López, asistido por los Padres Andrés Vega, Saturnino Ayerra, Manuel Rodríguez e Hilario Chaurrondo, bendijo la sencilla pero hermosa campana que se colocó a continuación en el remate de
la modesta torre.
Al día siguiente era domingo y Mons. Martín Thrisler, Arzobispo de Mérida, Yucatán, desterrado de su tierra por la persecución desatada en México, dijo la primera misa acompañado por el P. Chaurrondo…
La primera misa solemne fue a las nueve del domingo, oficiando el P. Antonio López, Visitador, ayudado por los PP. Saturnino Ibáñez y Proto Jacinto Hernández… el sermón (estuvo a cargo) del Rvdo. P. Hilario Chaurrondo.
Ese mismo día, en horas de la tarde, Mons. Carlos de Jesús Mejía C.M., Obispo de Cina, dio la bendición con el Santísimo y el P. Manuel Méndez, Párroco de Jesús del Monte, ofició en el Te Deum.
La noche anterior, o sea, la noche del sábado, el P. Luciano Martínez, que había llevado encima el peso de la construcción, enfermó y tuvo que ser ingresado en el Centro de Dependientes. Al visitarlo el lunes, los Paúles lo hallaron sumido en un estado depresivo y con la mente confusa, enfermedad de la que no pudo recuperarse. Los Superiores decidieron enviarlo a España, de donde nunca regresó.
Desde 1928 hasta 1949 la capilla de Santos Suárez fue el centro del apostolado de los Padres Paúles en aquella zona de La Habana antes de que se levantara la definitiva Iglesia de La Milagrosa que se inauguró en 1949.
Desde aquella capilla, los Padres lograron universalizar el conocimiento de La Milagrosa en el barrio, con lucidas procesiones, terminales de año de la catequesis y la solemnidad de todas las fiestas marianas y universales. Cuidaban de la capellanía de la Domiciliaria y del catecismo en varios colegios de seglares, realizando una buena labor. .La gente se habituó a llamarlos (a los Paúles) para los enfermos en vez (de acudir) a la parroquia.
Y por fin, en 1943, la Comunidad de los Paúles se preparó para levantar la Iglesia definitiva.
Ese mismo año el P. Simeón Obanos pasó a dirigir la Comunidad de Santos Suárez y su primer compromiso fue el de terminar la construcción de la Iglesia de la Milagrosa. Pasó el tiempo y al cabo de tres años, en 1946, ya se podía dar inicio al proyecto, por lo que se comenzó a solicitar la cooperación económica de los fieles y se emitieron hojas impresas donde se narraban las historias de las apariciones de la Virgen. La Obra de las Misiones Parroquiales dio su colaboración al imprimir más de medio millón de estas hojas. Había un poco de tensión y prisa para poder terminar la obra, primero porque en 1947 se iba a celebrar el Centenario de la llegada de las Hijas de la Caridad a Cuba. Segundo porque se celebraba la canonización de Santa Catalina Laboure, que presenció las apariciones de la Virgen, y tercero por las Bodas de Oro sacerdotales del Visitador, P. Antonio López. La inauguración de la Iglesia de La Milagrosa sería, por lo tanto, la conmemoración más adecuada de estos tres acontecimientos.
Para recaudar fondos y aprovechando las Bodas de Oro del P. López, se imprimieron bonos de suscripción por valores que iban desde uno hasta mil pesos, con lo que se pudo juntar una suma considerable. Además, se habían guardado algunos pesos de una tirada de medio millón de sellos conmemorativos del Centenario de 1930.
El P. Obanos, con la ayuda inapreciable de los Padres Isidro Nava y Ricardo Otayo, dio principio a la gran obra con la solemne colocación de la primera piedra el 5 de enero de 1946 la nueva iglesia a la Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, la que quedó colocada en el centro del pórtico.21 El Arzobispo de Santiago de Cuba, Mons. Valentín Zubizarreta y Unamunsaga, estuvo a cargo de la ceremonia. El Visitador de los Padres Paúles y la Visitadora de las Hijas de la Caridad fueron los padrinos, y el discurso oficial fue pronunciado por el Obispo de Camagüey, Mons. Enrique Pérez Serantes, ante una muchedumbre que escuchaba emocionada sus palabras.
La gran Iglesia debía albergar tres altares. El local del templo sería de ochenta metros de largo por dieciocho de ancho y doce de alto, balcón corrido a todo alrededor, y tenía capacidad para ciento veinte personas sentadas en los bancos. El balcón se suprimió por una decisión posterior. Para el mes de junio de 1946, el P. Obanos informaba que la construcción marchaba adelante. Los simpatizantes de las Hijas de la Caridad y de los Padres Paúles habían contribuido hasta ese mes con veinticinco mil setecientos pesos.
Pero las bocas abiertas de las columnas esperan con avidez de hambrientos los $ 80.000 (ochenta mil pesos) restantes que todavía se necesitaban para terminar este monumento en piedra a la Virgen Milagrosa.
Se anunció que la nueva Iglesia estaría terminada al comenzar el año 1947. Para apoyar este empeño, en la Iglesia de la Merced se había formado una Comisión que realizó una gran colecta con el fin de financiar la terminación de la obra.
No existen datos contables exactos sobre el costo de la construcción del templo. Según los libros de la Procuraduría Provincial, ésta aportó 82.000 pesos y las donaciones alcanzaron unos 38.000 mil. Si a esta suma se le incorporan los 45.000 mil invertidos por la Comunidad de los Paúles en la casa y templo de Santos Suárez, se llega a un total de 165.000 pesos.
Por falta de recursos, la obra se paralizaba a veces y continuaba en cuanto llegaban los materiales. En febrero de 1947, en Acción de Gracias por el fin de la Segunda Guerra Mundial, se realizó un Congreso Eucarístico que dio un nuevo impulso a la construcción. Del 9 al 18 de febrero de ese año se dieron misiones eucarísticas. Como las obras estaban bastante adelantadas y la Iglesia tenía más capacidad, se pudo celebrar en ella la Misa de Comunión General en que ofició el P. Antonio López y después, en horas de la tarde, salió una gran procesión que recorrió las calles del barrio. La Virgen Milagrosa iba sobre un carruaje que estaba escoltado por dos bandas de música y por miles de fieles, así como por las Hijas de la Caridad. En esa oportunidad, el público pudo apreciar «in situ» lo que faltaba para terminar el templo.
En junio, los Padres Simeón Obanos, Hilario Chaurrondo y el Visitador Antonio López, salieron para París. Los Padres Isidro Nava y Ricardo Etayo siguieron al tanto de los progresos de la obra, cuya inauguración se trasladó para 1948, pero como el P. López no regresó de su viaje porque tuvo que asumir su nuevo cargo de Asistente General, al tiempo que el P. Obanos tuvo que permanecer en España hasta 1948, se fijó el mes de mayo de 1949 para inaugurar la Iglesia de La Milagrosa, como efectivamente sucedió. En el periódico Información apareció la foto de la bendición con la siguiente nota:
A las cinco de la tarde de ayer, (7 de Mayo de 1949), Su Eminencia el Cardenal Manuel Arteaga Betancourt, Arzobispo de la Habana, procedió a bendecir solemnemente la nueva iglesia de los reverendos Padres Paúles, dedicada a la Virgen La Milagrosa, en
la calle de Santos Suárez y Paz, en la Víbora.
Poco antes de la anhelado momento se repartieron los Programas de la Inauguración de La Milagrosa. Durante los días 5, 6 y 7 de mayo se celebró un Triduo Preparatorio. El mismo día 7 a las 5:00 p.m., el Cardenal Manuel Arteaga Betancourt bendeciría la nueva Iglesia. El día 8 se llevaría a cabo la inauguración oficial del templo junto con los siguientes actos: a las 8:00 a.m., Misa de Comunión General en la que oficiaría Mons. Antonio Taif , Nuncio Apostólico de Su Santidad en Cuba, y a las 10:00 a.m., la Misa Solemne y el Te Deum de Acción de Gracias, en la que ofició el P. Aquilino Sánchez, Visitador de los Padres Paúles y Director de las Hijas de la Caridad, y en la que predicó Mons. Evelio Díaz Cía, Obispo de Pinar del Río.
Nueva Iglesia de la Milagrosa, Santos Suárez, La Habana
Al final de la emotiva ceremonia, el P. Aquilino Sánchez agradeció al público su generosidad y (reconoció) los oficios de los PP. Obanos, Nava y Etayo, héroes de la jornada larga, pero al final terminada, de la construcción de la nueva Iglesia. Tales fueron los orígenes del templo a la Virgen Milagrosa en Santos Suárez. El P. Antonio López, como visitador, no asistió a la inauguración, pero tuvo la satisfacción de verlo años después, con motivo de su visita canónica que hizo a varias repúblicas hispano americanas. El verdadero impulsor y pulmón de la obra fue el P. Obanos, mereciendo que una tarja, dedicada por los Caballeros Católicos, le recuerde en letras de bronce para la posteridad. La tarja está colocada debajo del coro, parte izquierda, y dice así:
A nuestro Consiliario R. P. S. Obanos, C.M.
en testimonio de gratitud
por la construcción
de la Iglesia La Milagrosa
Los Caballeros Católicos
de la unión N°.44
5 de Enero de 1946
7 de Mayo de 1949
Con este emotivo acto comenzó a funcionar la magnífica Iglesia que la constancia de los Padres Paúles levantó a la Virgen Milagrosa. Constatamos para el futuro que los autores del proyecto fueron el ingeniero de la obra y autor del proyecto, Sr. Gordón y Sabino Lorenzo el arquitecto. Ambos continuaron tenazmente con el proyecto en cuanto aparecían los materiales. Ambos se pusieron de acuerdo, junto con los Padres, de que toda la Iglesia, de estilo románico moderno, fuera revestida de piedra. Y como detalle curioso mencionamos el hecho de que el altar mayor actual fue regalado por los antiguos dueños de los Almacenes Ultra, Sr. Cesar Rodríguez y su esposa María Antonia Muñoz por el precio de 10,000 pesos. Esto fue debido a la gran amistad del P. Ricardo Etayo con el rico comerciante y dueño de dichos almacenes.
La iglesia de la Milagrosa, después de la expulsión de muchos de los misioneros, quedó por algún tiempo sin ningún padre. Volvieron a ocuparla los Padres Pedro Vila y José María Ardanaz, en cuyo tiempo se construyó la hermosa verja que hoy protege el templo de molestos gestos de la calle, al costo de 10:000 pesos.
Así los Paúles de Cuba han ido dejando sus sudores en esta tierra cubana que han considerado siempre como suya y como prueba fehaciente de que no es verdad que han trabajado en Cuba en provecho de España, a la cual, como es natural, remitieron en esos años las cantidades convenidas para la formación de los futuros Paúles, algunos de los cuales, sin duda, vendrían a Cuba para continuar esta hermosa tarea. Así se hizo con la Iglesia de la Milagrosa de Santos Suárez. Y así lo hicieron con las iglesias de Guantánamo, la casa de Caibarién, Santiago de Cuba, y La Merced donde se han invertido grandes cantidades en el mantenimiento y construcción. Hay que tener en cuenta que el tiempo hace estragos en los edificios y mucho más en los bicentenarios como son San Francisco y la Iglesia de la Merced.