4. Breve Historia del órgano de la Iglesia de la Merced
Ya desde muy antiguo hay noticias de la existencia de un órgano en la Iglesia de la Merced. Nos cuenta el P. Chaurrondo que:
una de las últimas realidades de los frailes Mercedarios fue la compra en Nueva York de un órgano por el precio aproximado de 4.000 y colocado en la Iglesia de la Merced en el año 1833. Así es que lo dejaron casi nuevo en 1841 al abandonar su residencia.
Este órgano debió de deteriorarse mucho debido a la expulsión de los Mercedarios. Al ser expulsados y todos sus bienes confiscados por la «Ley de Desamortización de Bienes» y por culpa del abandono por parte del Gobierno de los bienes confiscados. Un documento existente en el Archivo de la Merced con fecha 22-4-1850 dice así:glesia de la Merced. Vista desde el altar con el órgano en el coro.
Una de las providencias adoptadas por S. E para mejorar el culto divino en las Iglesias de esta Capital y en otras situadas fuera de ella, es la adquisición de un órgano para cada una de ellas. Y como haya llegado a entender que el que posee esa Iglesia del cargo de V. desde el año de 1853 se haya bastante deteriorado y habiendo resuelto que los aspirantes a la plaza de Organistas no logren su objeto sin previa oposición pública que habrán de verificar muy luego, ha dispuesto se prevenga a V. haciéndose reconocer el antedicho instrumento por persona inteligente, remita a este Obispado …el presupuesto detallado de la reparación que sea necesario hacer en él y que pro’ongan además los medios de dotar al organista que habrá de tocarlo.
Sin duda alguna que el P. Viladás debió hacer todo lo que estaba en su poder para volver a restaurar este órgano adquirido por los Frailes Mercedarios en Nueva York en el año 1833- y dar así el realce litúrgico a las ceremonias en su querida Iglesia de la Merced. Con este propósito, el día 15 de Enero de 1868, firmó un contrato con el Sr. Porten y Petit en el que dice textualmente
Yo el infrascrito Ant. Portell y Petit, Organero, de una parte; y de la otra el R. P. Viladás, superior de la Merced nos comprometemos al contrato siguiente:
Me comprometo a hacer la reparación del órgano de Nuestra Señora de la Merced del modo que sigue:
Hacer el desmonte general del órgano y trasladarlo, donde se disponga sirviéndome de todo lo que está en buen estado.
Construir tres registros de lengüeterías. Uno será la Trompeta de ocho pies, el segundo llamado Clarín .de seis pies, y el tercero será el Oboe que estará en Eco, todos de estaño fino.
Construir de estaño fino diez y siete tubos grandes que cubrirán la fachada y corresponden al flautado de ocho pies.
Hacer nuevos los bajos de un registro de los Ecos.
Poner un registro de Pajaritos
Construir nuevo el Fuelle aumentándole, para que pueda contener doble cantidad de aire del que contenía, dándole nueva formas y poner un guía para mantener el paralelismo de la tabla superior, válvulas, etc.
Construir un teclado nuevo y arreglar todo el maquinismo de los demás,
Poner un péndulo para dar el aire al fuelle, con su maquinismo Hacer un secretito para trasladar el registro de corneta, con su portavientos y maquinismo para abrir y cerrar dicho registro.
Recomponer y hacer nueva todas las piezas del órgano que lo necesite y construir todos los caños que faltan a todos los registros y dejar todo el órgano bien afinado y arreglado en todas sus partes.
Será de cargo del Sr. Padre elegir el puesto para la colocación del órgano donde mejor le convenga y se compromete ha (sic) abonarme para todo lo dicho la cantidad de 1.500.
Mas, durante los trabajos al dicho órgano prestare mi órgano para aquella Iglesia y si padece algún detrimento (sic) fortuito el P. Superior pagará el detrimento, por algún lance inesperado que pudiera sucede.
Ant. Portell y Petit.
Dice el P. Vargas
Infatigable el P. Viladás, apenas terminó los anteriores trabajos… en 1868 se hizo la traslación y reforma del órgano. Había sido éste colocado en la iglesia en 1833. Siendo Presidente Fr. Benigno Rochel, en Abril de 1856 se hallaba bastante deteriorado. Se le trasladó desde el muro derecho del coro al muro central.
Por fin, el año pasado, hacia 1910 estando otra vez en gran deterioro fue completamente restaurado por Don José Pigaráu y si bien dista mucho de los órganos modernos, en lo sonoro de sus voces compite con cualquiera de ellos y llena por completo los ámbitos anchurosos de la Merced.
«Cuando en 1918 llegamos nosotros a la Merced, dice el P. Chaurrondo, cuidaba del órgano dicho Pigarau, por medio de una iguala. Presenciando como lo afinaba dos o tres veces al año, coincidiendo con las grandes festividades del año. Dice Solo en lo que va de mi estancia en la Merced desde 1918, varios han sido los cirujanos que con mayor o menor maestría han intervenido sus entrañas líricas o sonoras.
Hoy (circa 1925) se encuentra en estado muy imperfecto y solo espera ser relegado a un museo de pasadas glorias y que almas caritativas como las de 1868 se impongan el noble sacrificio de contribuir para otro que esté en armonía con la magnificencia de la actual iglesia»
Escribiendo años más tarde nos dice:
También le ha tocado su renovación y su operación quirúrgica en este Centenario, cambiando su estructura tubular por otra electrónica, al precio de 8.000, aprovechando un equipo alemán existente en Cuba anteriormente a la revolución.
La consola estaba lejos del órgano junto a la barandilla del coro y era movido por un motor colocado en el cuarto primero del pasillo que quedaba inutilizado y producía un gran ruido por lo cual estaba colocado fuera de la Iglesia.
Luego este motor ruidoso fue sustituido por otro alemán silencioso colocado dentro del órgano mismo con lo cual fue utilizada la habitación en la cual ha vivido el P. Prudencio García desde que vino a Cuba. La puerta del coro y la de la habitación, están enfrente con lo cual se convierte en un baño de fresco. También retiraron la consola y la pusieron junto al órgano, que es la que actualmente se ve, evitando de ese modo el tener que taladrar el piso para conducir los cables de la consola al órgano, cono acontecía con la anterior que partía en dos el piso del coro.
Durante mi residencia en la Merced en distintas ocasiones se han realizado obras de carpintería por el Hno. Ulargui, opinando que casi toda la obra de carpintería que ostenta actualmente es de buen cedro, pueda ser casi toda, renovación del antiguo coro ejecutada por el Hno. Eugenio Ulargui, tan cuidadoso de todas estas cosas.
El organista de muchos años y que yo encontré en la Merced era un tal Saurí, valenciano, un gran bajo, proveniente del teatro del que todavía la gente se acordaba de su actuación en las operetas y zarzuelas españolas. Puntual a carta cabal, era un sepulcro para las cosas de la Comunidad y vida de los padres, sin que jamás comentase nada. A él le ha sucedido el Maestro Oyanguren, mucho más organista que Saurí, pero no de tan impresionante voz.
El arreglo que nos habla el P. Vargas fue bastante duradero pues no recuerdo que siendo yo procurador de la casa de 1919 a 1928 se gastase en reparación del órgano, ni he oído años después, hasta 1950 en que estando ya muy deteriorado, volvió a restaurarle un tal Alberti, español y un alemán, cobrando por el arreglo uno cinco mil pesos. Quedó bastante bueno pero el tiempo pasa y ya, gran parte de las membranas y otros elementos habíanse pasado y podrido, por lo cual el iniciarse el Centenario, pensóse que la restauración debía llegar también al órgano.
Una tarja pequeña recordaba esta restauración, la cual ha sido sustituida por la del actual organero. Que es una suerte haber encontrado elementos para cambiar el sistema, tubular por el electrónico, debido haber venido ese material de Alemania. Antes de la revolución y no haber sido utilizado nos animó0 a ello. Para recoger el cambio 1 realizado en el órgano nos ha parecido bien traer a este escrito el contrato firmado por el Sr. G. Pérez con el P. Julián Pérez, ya que yo desconozco esta materia. . Actualmente todo
el público hace elogios de su buen sonido y de cómo hasta en eso se ha rejuvenecido la Iglesia de la Merced, contribuyendo no poco al aumento de las misas cantadas, pues el público sabe distinguir las cosas buenas de las malas y hoy la Iglesia de la Merced cuenta con un buen órgano y un mejor organista, al que suple en no pocas veces el Hno. Raúl Núñez, pues la salud y los años no le acompañan favorablemente al Maestro Justo Oyanguren. Que Dios nos lo conserve muchos años pues la escasez de este elemento de organista es muy difícil hoy en la Habana pues hay quien atiende dos y tres iglesias.
La misma historia de la restauración del órgano se repitió durante el tiempo del P. Heriberto Vergara. Hay un documento en el Archivo de la Merced que reza así:
El suscrito, ecónomo provincial de la Comunidad de los Padres Paúles de la Habana, cuba certifica:
Que dio al Señor CARLOS MANUEL ALVAREZ la suma de ocho mil pesos, 8.000.00 como pago de la primera parte del arreglo del órgano equivalente a 10.000.00 por la armada completa y hacerlo funcionar.
La segunda parte del trabajo se ajusta en el momento oportuno. Para constancia se firman en la Habana a los 19 días del mes de junio de 1993.
Pbro. Heriberto Vergara Parra. Carlos Manuel Alvarez, Ejecutor de la obra.
La Habana, junio 19 de 1993.
Tampoco fue ese el último intento. En el año 1997 el P. Justo Moro trató de «adecentarlo» un poco, pero eran los tiempos malos del llamado «período especial», y no se encontraban los materiales adecuados para la restauración, por lo que se desistió del empeño.
Ahí queda esa historia, hasta que vengan tiempos mejores para que se pueda hacer la debida restauración y que el famoso órgano de la Iglesia de la Merced vuelva a llenar las naves de la Iglesia como lo hizo en sus mejores tiempos.