Historia abierta de la C.M. en España (1704-2000). La C.M. en la España de la restauración (1875-1931). Capítulo 1

Mitxel OlabuénagaHistoria de la Congregación de la Misión en EspañaLeave a Comment

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Author: Mítxel Olabuénaga, C.M. .
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1.- El contexto político-religioso

1.1. La Restauración (1875-1923)

El  29 de  Diciembre de 1874 el general Martínez Campos proclama  Rey a Alfonso XII.   La Constitución de 1876 (tras  los enconados debates en torno al artículo 11 relativo a la tolerancia de cultos) proclamará, entre otras cosas, la confesionalidad del Estado, la reducción de la tolerancia religiosa a estrechos límites, el compromiso del gobierno de respetar las obligaciones financieras  del Concordato del 1851 relativas al sustento del clero, la derogación de las medidas sancionadas por los regímenes anteriores que causaron mayor escándalo y repudio en la jerarquía (en especial, la libertad de cátedra y el matrimonio civil)…

El nuevo sistema político (cuyo líder indiscutible será D. Antonio Cánovas del Castillo) se basará, sobre todo en dos elementos: la propia Constitución y el bipartidismo. La Constitución tendrá un fuerte contenido ecléctico y el bipartidismo adquirirá la forma práctica del turnismo pacífico con todo lo que conlleva de intereses caciquiles, alteración de resultados, etc…

En general podemos hablar de entendimiento entre la Iglesia y el  Estado.  La  Iglesia (a pesar de los no muy buenos ejemplos de determinados miembros) pudo centrar su esfuerzo en un amplio despliegue renovador (en una sociedad, incluida la rural, cada vez menos proclive a ser  movilizada por el clero) sin abdicar por ello de su posición antiliberal aunque cada vez más  centrada en los núcleos  dirigentes lo cual sustrajo a  la Iglesia la adhesión de los  incipientes sectores del obrerismo y del campesinado volcado a la acción revolucionaria.1

El clero secular pondrá un especial interés en su preparación que, aunque superior a los períodos precedentes, fue casi exclusivamente humanística; el clero regular y las  Congregaciones conocerán  en este período el  mayor auge  del ochocientos, especialmente  las relacionadas con  el  testimonio de  la  caridad. La religiosidad  popular quedara reflejada  en   el  aumento  de  prácticas   propias  como  procesiones, peregrinaciones, romerías, etc…

El paso de siglo asiste  a una fuerte controversia anticlerical motivada,  en  parte,  por  «la   necesidad  sentida  por  los  partidos gobernantes de establecer artificialmente fronteras y antagonismos entre sus programas» y, junto a ello,  por «la pujanza del positivismo en el mundo  del pensamiento y en el  de las  realidades  políticas, la  del movimiento  republicano, así  como las  medidas adoptadas en Francia  y Portugal en materia eclesiástica«.2

Esta controversia  hace principal referencia, además  de a una serie  de  medidas  antieclesiásticas  (Decreto  sobre  establecimientos industriales dirigidos por religiosos, reducción del número y sueldo del clero  castrense,  exigencia de  titulación  de  religiosos miembros  de tribunales  eclesiásticos …)  al estatuto  jurídico de  las órdenes  y congregaciones  religiosas  (cuyo  número había  aumentado  notoriamente merced a los clérigos y monjas llegados de Francia).   El tema, tomado como   bandera  por   los  sucesivos   gobiernos,  estuvo   sometido  al pendularismo de  éstos, de  manera que  el «tópico  del anticlericalismo sirvió  al  partido liberal  para  la  asimilación del  librepensamiento burgués  y la  aproximación a  las organizaciones  de asalariados  cuyos verdaderos intereses  no  preocupaban  realmente   a  los   políticos liberales.  El  tópico  de  la religión  amenazada  sirve  al  político conservador  para  meter en  danza,  a  efectos  políticos, a  una  masa católica  políticamente  informe  o  apática.  Como  resultado  de  ésta táctica, el tema  religioso se constituye en problema  fundamental de la política de  este período […].  La  Iglesia consigue con todo  esto un detenimiento en el proceso de  liquidación de sus antiguas prerrogativas porque, de hecho, no sale muy  perjudicada a nivel institucional a causa de  la  fuerte  reacción  católica que  suscitan  las  llamadas  medidas anticlericales. Pero a  nivel  popular aparecerá  hasta nuestros  días mixtificada con  determinados elementos socio-políticos y  económicos en detrimento de la religiosidad popular«.3

1.2.  La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1931)

Diversas circunstancias  influyeron en la crisis del sistema de la restauración.

a) El Impacto del Desastre de 1898. La pérdida de las colonias es vivida por la sociedad española como una catástrofe aunque no fuese tanto (el régimen monárquico continuó, los partidos dinásticos -Conservador y Liberal- continuaron alternándose en el poder y la Hacienda Pública consiguió cierto equilibrio después de los grandes gastos que había supuesto la guerra colonial). Con ello, no obstante se inició una crisis lenta del poder del Estado caracterizada por la división interna de los partidos del régimen y la inestabilidad política.

b) La muerte de los líderes (Antonio Cánovas y Mateo Sagasta)que provoca divisiones internas en ambos partidos motivadas por la lucha del liderazgo: Conservadores: Fernández Villaverde y Maura; Liberales: Montero Ríos, Moret y Canalejas.

c) La Semana Trágica (julio 1909). Enfrentamientos del Ejército español con Marruecos, en Melilla, decidieron al Gobierno movilizar a los reservistas. La impopularidad de la guerra y el llamamiento de los reservistas desencadenaron una huelga de protesta en toda España (26 julio). Hubo enfrentamientos armados entre los obreros y el Ejército, y saqueo e incendio de edificios religiosos. Las tropas restablecieron el orden y se llevó a cabo una fuerte represión que culminó con la ejecución de cinco penas de muerte. Entonces se produjeron protestas en España y en Europa contra la política represiva del gobierno de Maura.

d) La Crisis de 1917. A la muerte de Canalejas, los partidos dinásticos cayeron en una profunda división interna, formando grupos con líderes enfrentados. Esta situación produjo la gran conmoción revolucionaria de 1917, que tuvo tres escenarios: el militar, el parlamentario y obrero.

e) El problema de Marruecos (1921).Las tropas españolas recibieron un golpe muy duro a manos de los independentistas marroquíes, guiados por el caudillo Abd el-Krim. El ejército español tuvo que huir hasta Melilla y sufrió 12.000 bajas. La derrota de Annual dividió más a los políticos y a la opinión pública entre los partidarios y los detractores de la guerra. La investigación sobre las responsabilidades del desastre se plasmó en el llamado Informe Picasso: implicaba al gobierno, a los militares y al mismo rey.

El  12 de  septiembre de  1923, ante  la situación  general de crisis,  violencia y  descomposición  del sistema  político, el  capitán general de Cataluña, Miguel Primo  de Rivera, hace público un manifiesto en el que señala ha decidido  constituir en Madrid un Directorio militar de carácter  provisional.  El 15  de Septiembre  el Rey Alfonso  XIII le nombra jefe  de Gobierno.4 Dos años más tarde, diciembre  de 1925, se  constituye un Directorio civil.

El apoyo político, además del  ejército y la corona, le vendrá del  maurismo  y de la  derecha católica a los que  se  sumaron  las organizaciones  patronales, especialmente  catalanas.   La Iglesia (que recibe a la dictadura con  indisimulable  alborozo) se alegra de  las declaraciones  antiliberales y  moralizadoras del  Directorio aunque  no quiere vincular su suerte a la del régimen; así junto a la organización de  espectaculares  Congresos  se  encuentra el  descontento  del  clero catalán (al que se prohíbe predicar  en su lengua), del clero rural (por la política estatal acerca de las escuelas primarias) y del sindicalismo católico  (postergados por  la UGT).   A comienzos  de siglo  existen en España  33.400   sacerdotes  seculares,   10.000  religiosos   y  40.000 religiosas.

El  balance  de  la  política social  puede  considerarse,  en general, bastante  positivo.  Mejoró  el nivel de  vida de  la población española, descendió el paro y la  conflictividad social y hubo un fuerte incremento en  las inversiones sociales del  Estado (educación, sanidad, vivienda).5 El 28 de Enero  de 1930 dimite Primo  de Rivera.  Tras las  elecciones  municipales  del  12  Abril  de  1931  se  proclama  la República.  El rey Alfonso XIII saldrá para el exilio.

Al final del período la sociedad es mayoritariamente católica y rural con unos elevados índices de analfabetismo aunque acortándose la distancia respecto a las sociedades europeas más desarrolladas. La población urbana se había duplicado, mejorando las tasas de alfabetización y haciéndose perceptible el proceso de secularización aunque se mantenían las profundas desigualdades sociales y regionales. «Sobre esa sociedad todavía mal comunicada y poco integrada, de localismos y vida provinciana, con una cultura política asociativa y participativa escasamente desarrollada, se dispuso la República a reformar, transformar y revolucionar casi todo»6

  1. CUENCA   TORIBIO,  J.M.:   «El  catolicismo  español   en  la Restauración 1875-1931» en «Historia de  la Iglesia en España» (Dir. por R. Garcìa Villoslada» V, p.297.
  2. Id. p.280.
  3. MARTIN,  J.: «Iglesia  y Estado.  Primer  tercio del  siglo XX (1903-1931)» en «Diccionario  de Historia Eclesiástica de  España» I, p. 1174.
  4. MARTINEZ   CUADRADO,  M.: «La  burguesía   conservadora»  en «Historia de España Alfaguara» (Dir. por M. Artola) VI, p.383.
  5. JORDA, M.- JOB, J.: «La Dictadura» en «España s.XX» (Coor. por A.Gallego) p.260.
  6. CABRERA, M.: «Proclamación de la República, Constitución y Reformas» en «República y Guerra en España» (Coor. Por Santos Juliá). Madrid, 2006, p.45

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