Espiritualidad vicenciana: Ozanam

Francisco Javier Fernández ChentoFederico OzanamLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Francisco Carballo, C.M. · Año publicación original: 1995.

Vida y actividad.- Ozanam y las Conferencias de SVP.


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Federico Ozanam-11. Vida y actividad de Ozanam

Federico Ozanam sigue vivo en el recuerdo de su familia, de las Conferencias de San Vicente de Paúl y de los intelectuales católicos. La introduc­ción de la causa de su beatificación es una mues­tra de su actualidad. Ozanam fue un intelectual católico en continua evolución, siempre bajo la guía del estudio de la realidad cambiante y del Es­píritu que dirige la Iglesia.

Nació en Milán, Italia, de padres franceses, 23- IV-1813. Su padre ejercía la medicina y su madre dio a su numerosa prole una educación cristiana en Milán y en Lyon. Federico, 5s de los herma­nos, era de complexión débil, pero laborioso y constante.

Inició los estudios de Derecho en Lyon, 1830, traslandándose a París en 1831. Aquí compartió en seguida la compañía de importantes intelec­tuales católicos empeñados en la revitalización espiritual de la Universidad. La revolución de 1830 había dejado inquietos a algunos sectores católi­cos. Conoció a Ampére, Chateaubriand, Monta­lemberg . En sus reflexiones llegó muy pronto a esta conclusión: «la palabra es estéril, vayamos a los pobres».

Un círculo íntimo de amigos se reúne para la catequesis, la visita a domicilio de familias po­bres. Un profesor, M. Bailly acepta presidir esa conferencia, 1834. Buscan inspiración y sentido cristiano de la pobreza en San Vicente de Paúl, cuyo patrocinio da nombre a la conferencia. En­tre las personas a las que consultan para su ex­periencia está Sor Rosalía Rendu, Hija de la Cari­dad, una importante movilizadora del servicio a los pobres en aquel París de los años treinta.

Ozanam dedicará siempre a la actividad cari­tativa y organizativa de las Conferencias parte de su vida. Fue vicepresidente desde 1844 hasta su muerte y el más influyente pensador de todos los que participaron en esta obra. Si bien es cierto que el primer presidente de las CSVP (Conferencias de San Vicente de Paúl) fue M. Bailly, el primero en pensar e invitar a esta creación fue Ozanam. En 1892, escribía Lamache «Le bon Dieu tout seul quia tout fait», así repetía cómo Ozanam ve­ía el origen de las Conferencias. Éstas se multi­plicaron rápidamente y en su seno aparecieron di­versas corrientes ideológicas; en una de ellas, en la más avanzada se afirmó F. Ozanam.

El estudiante fundador de las Conferencias prosiguió sus estudios de Derecho y de Letras. En 1836, doctor en Derecho y abogado «á la court d’appel». Por fin, en 1839 obtuvo el doctorado en Letras. Ejerció como profesor en Lyon y, desde 1841, en París, en la Sorbona.

En 1841 contrajo matrimonio con Amelia Sou­lacroix y en 1845 nació su hija María. Supo unir en un mismo horizonte su vida familiar, universi­taria, editora, de acción caritativa y social. Una actividad trepidante, un cúmulo de honores aca­démicos y políticos (Caballero de la Legión de Honor, 1846) y un sólido prestigio a su alrededor tanto en el Vaticano como en París. Pero su en­fermedad le obliga a abandonar la cátedra en 1852. Busca en los viajes el remedio, pero falle­ce en Marsella el 8 de septiembre de 1853, sien­do inhumado en París, en San Sulpicio.

Hay en Ozanam un compromiso global por el Reino de Dios: para que se realice ahora la sal­vación liberadora que el Evangelio nos ofrece. Es­te compromiso no tiene más límites que la pro­pia capacidad; no se encierra en ningún aspecto de la vida social; se extiende a la totalidad. Oza­nam moviliza las Conferencias de SVP a favor de los pobres, enseña en la universidad y participa en su funcionamiento, colabora en la prensa y en actos públicos de comunicación de masas, publica y trabaja en la vida política.

Esta actividad política es un paradigma de hon­radez y de radicalización democrática. Empieza como legitimista y acaba como republicano. En 1832 escribía: «Creo que (la sociedad francesa) aún tiene necesidad del régimen monárquico. El rey es para mí el símbolo de los destinos nacionales, el representante del pueblo por excelencia» (Car­ta a A. Falconnet, 10-11-1832).

Lentamente Ozanam se alinea con los cató­licos liberales. Convive pacíficamente con la monarquía de Luis Felipe y se relaciona con el mi­nistro Guizot; está convencido de que los pro­blemas no están en las personas «ni en las formas políticas, sino en lo social». Sus amigos, Lamennais, Lamartine, Montalembert, etc. le ayu­dan a desprenderse de la fórmula de alianza del trono y el altar. En 1845 escribía a P. Dugas: «Per­míteme ahora felicitar a nuestros amigos comu­nes, por haber separado la causa de la iglesia de la de un partido, por muy respetable que sea…, si la libertad estuviera siempre defendida de es­ta manera, su triunfo sería fácil, es preciso que la religión tenga su independencia como pasa con la industria, la prensa, como todas las potencias de la sociedad moderna» (1-V-1845).

La revolución de febrero de 1848 provocó en Ozanam una ruptura ideológica. En un artículo de prensa de mayo de ese año, se manifiesta así: «Si la democracia es tan vieja como el mundo, si des­pués de cincuenta años se esconde bajo las fic­ciones legales del Imperio y de las monarquías constitucionales, hay que reconocer que en­cuentra su expresión más exacta en la constitu­ción republicana. Por esto es por lo que hemos aceptado la república, no como un mal de los tiempos a los cuales hay que resignarse, sino co­mo un progreso que hay que defender» (L’Ere Nouvelle, 1-V-1848).

Aún más, Ozanam aceptó la candidatura del Ródano para la Asamblea Constituyente de 1848. Elaboró un programa y obtuvo 17. 000 votos sin ganar el escaño por Lyon. En su programa pode­mos leer: «La revolución de febrero no es para mí una desgracia pública a la que hay que resig­narse, es un progreso. Veo en ella la llegada tem­poral del Evangelio expresada en estas tres pa­labras: libertad, igualdad y fraternidad… Quiero una constitución republicana, sin espíritu de vuel­ta a las realezas ya imposibles. La quiero con igualdad para todos y, en consecuencia, con su­fragio universal para la asamblea nacional. .».

Si no fue diputado, fue un ardoroso periodis­ta político. Para eso funda con amigos de su mis­ma tendencia L’Ere Nouvelle (1848). Lo dirige el P. Lacordaire y colabora entre otros el presbíte­ro Maret, profesor de la Sorbona y más tarde obispo de Sura. Es un periódico que recupera la defensa de la libertad y de los derechos del hom­bre tal y como Lamennais hacía en L’Avenir. L’E­re Nouvelle mantuvo fuertes polémicas con L’U­nivers donde Luis Veuillot, miembro también de las CSVP, hizo a Ozanam blanco de graves ata­ques y precisamente por la carga social que aquél reivindicaba para la república. El 31-V-del 48 Oza­nam respondía: «No somos socialistas en el sen­tido en que no queremos la desarticulación de la sociedad, pero queremos la reforma libre, pro­gresiva, cristiana».

En fin, Ozanam recorre un largo camino de ra­dicalización política: desde el legitimismo al ca­tolicismo liberal, a la democracia cristiana y al catolicismo social.

Ozanam dedicó al estudio y publicaciones de temas jurídicos y literarios y a su compromiso en las CSVP la mayor parte de su tiempo desde los 17 años.

En 1855 se publicaron, por primera vez, las Obras completas de A. F. Ozanam. Van precedi­das de una «Notice» del P. Lacordaire y de un prólogo de Ampére. Son «11 volumenes en 8»; nu­merosas cartas y escritos no aparecen en esa colección. He aquí la temática central de tan vo­luminosa obra:

  • I-II. La civilización en la Edad Media.
  • III-IV. Loa germanos y los francos.
  • V.  Los poetas franciscanos.
  • VI. Dante y la filosofía católica del s. XIII.
  • VII-VIII. Temas variados de religión, política, de­recho, viajes.
  • IX. El purgatorio de Dante.
  • X-Xl. Cartas desde 1831 a 1853.

Como Chateaubriand y tantos otros románti­cos, Ozanam sentía curiosidad por la Edad Media y amaba tanto la épica como la lírica me­dievales. Pero más que la estética Ozanam bus­caba el hilo conductor de una Iglesia que desde Jesús a hoy era luz y guía. En la E. M. intentaba ver el dominio de esa luz. Pero esa búsqueda in­tensa no le apartaba del presente difícil. En ese presente clavaba también su mirada de amor.

2. Ozanam y las Conferencias de San Vicente de Paúl

Siete jóvenes fueron el grupo inicial de las Conferencias de SVDP. La inspiración partió de Ozanam 1833, la presidencia la otorgaron al pro­fesor Bailly, quien la mantuvo durante once años. Estos siete jóvenes, F. Ozanam, Augusto Lama-che, Pablo Letaillandier, Julio Devaux, Francisco Lallier, Félix Clavé y Gustavo de la Noue se reu­nían con el profesor-presidente para llevar una vi­da cristiana y demostrar con obras de caridad la realidad del cristianismo.

El socorro de las familias pobres y la visita personal fue dando cuerpo a este grupo . En la parroquia de Clichy adoptan por titular y patrón de esta obra a San Vicente de Paúl. Una Hija de la Caridad, sor Rosalía Rendu, les orienta en la con­cretización de esta labor de socorro y de encon­trar formas crediticias para una sistematización de la ayuda asistencial.

Desde 1833 y durante ocho años las confe­rencias se extienden sin más aprobación que la tácita del gobierno de Luis Felipe. Nacía de este modo una asociación laical, que consiguió la ala­banza y la recomendación de Gregorio XVI y de papas sucesivos, con un Cardenal Protector des­de 1851. Ozanam insistió en este carácter seglar y quiso que se evidenciase en las mismas reu­niones presididas por el presidente y no por un sacerdote, algo usual en las asociaciones ecle­siásticas. Las Conferencias han tenido siempre muy claro su naturaleza de entidad de la iglesia; no forman parte de la estructura jerárquica, pero quieren mantener con esa jerarquía relaciones de amor y presencia.

La obra de Ozanam ha conservado, de forma extraordinaria, su personalidad colectiva como en los años fundacionales. Dice el Reglamento ac­tual : «La Sociedad de San Vicente de Paúl es una organización internacional católica de seglares, fundada en París en 1833 por Federico Ozanam y sus compañeros. Puesta bajo el patronato de San Vicente de Paúl, se inspira en su pensamiento y en su obra, y se esfuerza en aliviar, con espíri­tu de justicia y de caridad a aquellos que sufren, haciéndolo por medio de un compromiso perso­nal… Por su carácter católico, está abierta a to­dos aquellos que deseen vivir su fe en el amor y en el servicio de sus hermanos.

Ninguna obra de caridad es ajena a la Sociedad. Su acción consiste en toda clase de ayuda, que por un contacto de persona a persona, trate de aliviar el sufrimiento; y de promover la integridad y la dig­nidad humana. La sociedad busca no sólo deste­rrar la miseria, sino también descubrir y remediar las situaciones que son su causa. Quiere llevar su ayuda a todos, cualesquiera que sean su religión, opiniones, color, raza, origen o casta».

La dirección de la Sociedad de SVDP recae en los Consejos, locales, regionales, nacionales y mun­diales. Los miembros pueden ser varones y mu­jeres, jóvenes y adultos. Cada conferencia puede intregrar a hombres y mujeres o a una sola rama.

La Sociedad ha mantenido su espiritualidad de familia, entre los miembros y con los participan­tes a los que ayuda. La lectura de la Biblia, la ora­ción y la fidelidad al magisterio de la Iglesia, son los pilares de su actividad caritativa y de lucha por la justicia.

¿Forman las Conferencias de la Sociedad de SVDP un todo monolítico? Desde los primeros años se conjugaron las diversas tendencias so­ciopolíticas. Ya hemos expuesto la evolución personal de F. Ozanam. Otros miembros no evo­lucionaron de esa forma. En la actividad más pró­xima a la específica de la sociedad, la acción social, también aparecieron formas plurales de entender la cuestión social.

Ozanam acuñó dos expresiones de fuerte sen­tido en 1833, «vayamos a los pobres»; en 1848, «pasémonos a los «bárbaros»». Pensaba en 1836: «La cuestión que divide a los hombres en nues­tros días no es una cuestión acerca de las formas políticas, es una cuestión social, es saber si triun­fará el espíritu del egoísmo o el espíritu de sacri­ficio; si la sociedad no va a ser más que una gran explotación a favor de los más fuertes, o una con­servación de cada uno por el bien de todos y so­bre todo para la protección de los débiles. Es el papel de mediadores a lo que nuestro título de cris­tianos nos obliga. Por lo menos amortigüemos el choque».

Con esta mentalidad actúa y escribe en cola­boración con otros católicos activos como los de L ‘Univers, Correspondant etc. Pero el curso de la revolución de 1848 influyó sobre su pensamien­to y su práctica social y asistencial. Escribe en ese año: «Detrás de la revolución política hay una re­volución social; detrás de la cuestión republicana, que ya no interesa más que a intelectuales, hay las cuestiones que interesan al pueblo, por las cua­ les él tomó las armas, las cuestiones de la orga­nización del trabajo, de la alimentación, del sala­rio. Dos cosas me sorprenden. La primera es que el pueblo que se moviliza, me parece mucho más lúcido, más moral, menos ciego que la burguesía a la que sucede. Éstos son, en efecto, los bárbaros de los que yo hablé en mi articulo del Corres­pondant, ellos tienen pasiones, pero no vicios, ni la depravación racionalista de parte de las clases «intelectuales». Y su divisa: libertad, igualdad, fra­ternidad, es el mismo Evangelio».

A este límite de respeto al pueblo, que irrum­pe en las reivindicaciones sociales y políticas, lle­ga Ozanam. La Iglesia no se dotó de una doctri­na social hasta finales del XIX, pero en los últimos escritos de F. Ozanam se evidencia un catolicis­mo social que abandona la teoría de colchón en­tre burguesía y trabajadores. Decididamente es obligado ver en Ozanam a un católico progresis­ta y avanzado en la búsqueda de soluciones y de apertura de nuevos horizontes.

La influencia de Ozanam no se reduce hoy en día a sus escritos, la Sociedad de SVP, esta­blecida en 109 países, con 800. 000 miembros, dis­tribuidos en grupos o conferencias, es su gran obra permanente, la operativización, en alguna medida, de sus proyectos.

Bibliografía

Oeuvres Completes de A.-Frédéric Ozanam, París, Jacques Lecoffre et Cie, 1955-1965, 11 tms.- Lettres de Frédéric Ozanam, París, Celse, 1971­-1978, 3vls.- Sacra Congregatio pro causis sanc­torum, Disquisitio de vita et actuositate Servi Dei Friderici Ozanam, Romae, 1980.- Eugéne GALOPIN, Essai de Bibliographie Cronologique sur Antoine-Frédéric Ozanam, París, Les Be­Iles Letres, 1933.- Henri-Dominique LACORDAI­RE, Fréderic Ozanam, en Le Correspondant, t. XXXVII, 1856, p. 210-253.- María Teresa CAN­CELAS, Federico Ozanam, Madrid, La Milagro­sa, 1990.- J. GOYAU, Federico Ozanam (versión española), Madrid, Talleres Voluntad, 1925.

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