El Señor Portal y los suyos (1855-1926) (39)

Mitxel OlabuénagaHistoria de la Congregación de la MisiónLeave a Comment

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Author: Régis Ladous · Translator: Máximo Agustín, C.M.. · Year of first publication: 1985 · Source: Les Éditions du Cerf, Paris.
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Capítulo III: Nuevas fronteras

Portal-ACon la aprobación del sucesor de Mercier, Mons Van Roey, la sexta conversación de Malinas debía celebrarse el 20 y el 27 de junio. Se pretendía, como se lo escribía Batiffol al Dr Kidd, «preparar una publicación que diera a conocer nuestros trabajos y sus conclusiones al gran público». Para Portal esta conversación habría sido de todas las maneras la última.

En este asunto de la unión [se lo explica en mayo a Jean Calvet] lo que yo soñé se ha realizado. Deseé el acercamiento, nos hemos acercado, se conversa. Lo que era mi obra se ha terminado. Sólo me queda desaparecer. Para ir más lejos se necesitan otros medios que yo no sé; se necesitan otros hombres que no se hayan gastado. Lo que más me molestaría es que yo no sirviera. Para los normalistas es lo mismo. Quise agruparlos: están formando grupo y el grupo se mantiene. Esa era mi parcela. Para trabajar este agrupamiento, se necesitan otros hombres. Como lo siento, no me queda más que desaparecer.

En el mes de abril, había caído gravemente enfermo, el médico había mandado reposo; por entonces, el propietario del 14 de la calle Grenelle, heredero de la Sra. Lefort, le había expresado su voluntad de recuperar los lugares. Venga, había que trasladarse. Con mejor salud, Portal se habría acercado por la Escuela normal superior. Buscó un apartamento en la montaña Santa Genoveva, luego se atuvo al parecer del Señor Verdier, su superior y amigo de infancia: se estableció definitivamente en la calle Lourmel. Seguir este partido le resultó fácil por cuanto ya había expresado por 1907 el deseo de acabar sus días «cerca de la pobreza y de la caridad», y que estaba dando a la comunidad un impulso nuevo, y no sólo en el plano unionista.

Desde la guerra, el barrio de Javel había cambiado mucho; resultaba urgente señalarle de nuevo la finalidad de trabajo. En el plano religioso, la parroquia tomaba el relevo. Antes de dejar Saint-Alexandre por la parroquia de Saint-Pierre-de-Montagne, en 1916, el abate Aubert había logrado abrir una escuela para chicos y otra para chicas. Su sucesor se propuso construir una iglesia, y en 1921 el arzobispo de París vino a poner la primera piedra del templo dedicado no ya a San Alejandro sino, por gracia de la industria automovilística, a San Cristóbal. En 1924, la parroquia fue confiada a los asuncionistas. La situación se normalizaba. En el plano social, el estado, el municipio, las empresas se habían encargado de la mayor parte de los servicios asumidos hasta entonces por la comunidad de Mme Gallice. La guardería, por ejemplo, fue sustituida por los estudios de la noche abiertos en las escuelas públicas. Esta situación nueva colocaba a Portal y a Mme Gallice ante la elección de dos soluciones: normalizar la obra de Javel, transformarla en un colegio de enseñanza confesional y encargarse de las obras parroquiales; o bien relanzar la actividad pionera en ambiente descristianizado, lo que obligaría a cambiar de barrio.

Portal explicó a sus colaboradoras que era normal y una suerte que tras ellos se organizara en Javel toda una red de asistencia social, bajo el impulso de los poderes públicos: la función de las obras cristianas era inventar fórmulas y servicios para que la colectividad las tomaran a su cargo después; el objetivo era ayudar a la sociedad global a progresar, y no construir una ciudadela cristiana. Evocó a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl que habían puesto en pie «una verdadera asistencia pública, antes de que el estado pensara en ello. Además es así como sucede de ordinario. Los hijos de la Iglesia juegan el papel de los pioneros, de los soldados o de los marinos que van a conquistar nuevas tierras. La administración viene después». La comunidad no debía pues replegarse sobre sí misma, sino continuar inventando modos de acción para responder a las necesidades que el estado olas colectividades locales no satisfacían aún. «Un organismo que no sirve a la sociedad, ¿en qué se convierte? La sociedad lo despide […]. Si no servimos, la sociedad tiene otra cosa que hacer que alimentar a parásitos524». Sin embargo la comunidad de Mme Gallice habría podido ser eficaz y viva entrando en el sistema de las obras parroquiales de San Cristóbal. Pero Portal pensaba que no era ésa la tarea, y que para «ser fiel a su vocación», debía «ir a los más desheredados525», trasladarse allí donde las necesidades eran mayores, los hombres más abandonados, la red de la solidaridad humana más floja, más insuficiente. Por otra parte, debía continuar animando por dentro a la sociedad en vías de secularización, y animarla allí donde ésta, sin dejar el odio contra la Iglesia, había provocado una completa ignorancia del cristianismo.

No se trataba de enraizarse, sino de trasladarse a otra parte para encontrar una frontera nueva. Portal y Mme Gallice se pusieron entonces a recorrer la «zona» en busca «de un rincón particularmente lamentable526». «Después de visitar cantidad de alrededores de París, les pareció que uno de los rincones más abandonados era la meseta del Kremlin-Bicêtre, y decidieron que allí se construiría un dispensario de niños527». Un dispensario: no era aquél un proyecto premeditado, se vio sencillamente que en el Kremlin, en un mundo digno de Muerte a Crédito del Dr Destouches, la mortandad infantil era particularmente elevada y que la gente tenía necesidad de un centro de consulta para niños y recién nacidos. Enterado, el párroco del lugar se entusiasmó y habría incorporado con agrado el dispensario a sus obras. Portal se negó, recordando que

Se trata ante todo de un medio de penetración lo que hemos sido desde un principio. No nos hemos mezclado con las organizaciones parroquiales […].esto ha sido lo más interesante, no era una obra de párroco, sino una obra cristiana para hacer caer los prejuicios […]. No se ha de perder de vista la finalidad primera de hacer una obra de penetración […]. Nosotros estamos en primer lugar para el pueblo, ese es el espíritu de la obra. En el Kremlin, yo no estaría para encargarme del trabajo de los catecismos y del patronato; es la obra de las congregaciones, la obra exterior. Nosotros somos obra interior528.

El Kremlin no estaba destinado a recibir a todas las Damas de la Unión, ya que se necesitaba una formación de enfermera. Pero el dispensario debía recordar a todas con qué exigencias se había fundado la comunidad; debía servir también de punto de apoyo, de base de partida de toda una actividad móvil y diversificada por todo el Sur del arrabal parisino.

El 16 de junio, después de recibir la emisaria de dom Lambert, Simone Corbiau, Portal fue a visitar el dispensario, y examinó todos sus detalles: la inauguración era para dentro de dos días. De vuelta a la calle Lourmel, donde Mme Gallice le había preparado una pequeña habitación, se sintió muy cansado y se acostó. El 18, no pudo acompañar a Mme Gallice al Kremlin-Bicêtre. Su última felicidad fue saber que todo funcionaba bien y que había habido desde la apertura numerosas consultas de bebés. El 19 por la noche, su estado se agravó. Llamado con urgencia, un cirujano decidió que si no había una evolución favorable, habría que operar al día siguiente por la mañana. Portal mandó venir a un compañero de San Lázaro para confesarse, recibió a su médico, un viejo amigo que preparó los lugares para la operación (no se encontró lugar en una clínica), luego exigió de Mme Gallice que fuera a acostarse y pidió que le dejaran solo. A las 10 y media, se le encontró sin conocimiento; y murió por la noche.

El 6 de junio, El 6 de junio, había asistido a una jornada de Gentilly y había dado él mismo la conferencia de la tarde.

Nos había hablado de san Vicente de Paúl, insistiendo sobre el momento de su vida en el que, al sacerdote preocupado solamente por hacer una honrosa carrera eclesiástica, una «conversión» sustituye el santo; y nos decía que en la vida de la mayor parte de los santos, hay así una crisis decisiva, una llamada a la que responden con el don decisivo de sí mismos a Dios.

Jean Guitton recordó esta frase : «No se sale de la mediocridad cuando uno no se ha entregado del todo». Después, con voz sorda y como cansada, había anunciado su retiro, y el cierre de la casa de estudios de la calle Grenelle. Apoyándose en las palabras con silencios, dio instrucciones para la supervivencia del grupo. «Hombre de acción ante todo, no quería que la muerte le sorprendiera; quería que le interrumpiera». La mayor parte de los que asistieron a sus funerales, en la capilla de los lazaristas de la calle Sèvres, ignoraban la extensión de sus amistades y la diversidad de su acción, tanta discreción había demostrado y tanto había tabicado su vida. Fue una sorpresa cuando se vio, codo con codo, a los representantes de la Academia francesa, de la nunciatura apostólica, del ministerio de Asuntos exteriores, del Instituto católico, del Colegio de Francia y de varias facultades. Los alumnos católicos de la Escuela normal superior se encontraron por primera vez con las Damas de la Unión. Después de la misa de difuntos, que fue celebrada por el superior de la casa de Gentilly, Jean Guitton pensó en lo que le había dicho Portal de regreso de los funerales del cardenal Mercier: «Era muy triste, y sin embargo no se podía estar triste».

El cuerpo fue llevado al panteón de los lazaristas, en Montparnasse. Allí estuvo un año. Después de la guerra, Portal había mandado construir, al lado del orfanato de las Corbières, una capilla con cúpula, en forma de cruz griega, y había expresado el deseo de ser enterrado en la cripta. «Querría descansar en esta montaña que quiero tanto, cerca de los niños que rezarían por mí532». El deseo fue escuchado en 1927, una vez que la capilla fuera dedicada por el arzobispo de Chambéry a Cristo Redentor. Mme Gallice murió en 1932 y fue, también ella, enterrada en la cripta.. Ellos descansan uno frente a otro. De esta manera las huérfanas, sus hijas en el sentido de la caridad, no dejaron de unirlos en sus oraciones.

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