Capítulo III: Fundación de la Comunidad
Testimonio cristiano
El primer ataque al que debió enfrentarse la Sra. Gallice después de su encuentro con Portal vino de las escuelas municipales del barrio. El peligro fue de los más graves ya que la guardería descansaba sobre la idea de que un entendimiento y una colaboración eran posibles entre la enseñanza pública y una obra neutra animada por cristianos. Las maestras disponían de medio de presión, y los utilizaron. La Sra. Gallice tuvo que apelar a uno de sus nuevos alumnos, un antiguo diputado que había sido colega de Émile Combes en el ministerio Bourgeois de 1895, luego una de los padres fundadores, en 1901, del partido republicano radical y radical-socialista, colaborador además del periódico anticlerical La Lanterne: Gustave Mesureur, director de Beneficencia. La Sra. Gallice le había conocido nada más comenzar su obra, al enterarse que uno de sus indigentes a quien ayudaba no recibía ya nada del ayuntamiento. Y ella que, en la calle de Longchamp, no habría recibido en su mesa a un funcionario republicano, ni siquiera a un magistrado, alborotó de tal manera a la administración que logró llegar hasta Mesureur quien le respondió «que no sólo no se le quitaría nada a esta persona sino que desearía tener muchas damas como la Sra. Gallice para ayudar a los pobres235». Y él la puso en contacto con un amigo suyo, el Sr. Tesson, director de Beneficencia en el distrito quince, quien después colaboró estrechamente con ella.
El Sr. Tesson carecía de sentimiento religioso, pero era un hombre de honor y fue para mí de gran ayuda. En medio de las persecuciones que he tenido que padecer más tarde me dijo: «Sabed que encontraréis para combatir el buen combate a hombres a vuestro lado». Era él quien tenía todas las fichas en el ayuntamiento, se servía de mí para obtener informe sobre tal o tal familia. Sabíamos así los socorros que se daban por un lado y por otro.
En lo más agudo de la crisis, el Sr. Tesson aconsejó a la Sra. Gallice una política de pacificación: «No digáis nada, estad tranquila. Todo eso se vendrá abajo». Todo aquello se vino abajo, en efecto, pero no se habría venido a bajo quizás tan pronto sin la actitud de la gente del barrio. A las madres perplejas que venían a verla, respondía invariablemente: «Yo no me encargo de vuestros hijos más que para prestaros un servicio, sois libres, recuperadlos, ahora mismo si queréis». Dos niñas dejaron la guardería. Las otras «tenían un modo original de dar sus razones: ‘Somos libres’, dicen». Libres, pero sobre todo apoyadas por sus padres.
Las señoras sólo hacen el bien, decían incluso los socialistas revolucionarios que en esa época eran numerosos en Javel. Ellas no obligan a nadie a abrazar sus ideas, nos prestan un servicio, que las dejen en paz.
Después de algunos meses de observación, la Sra. Gallice acabó por ser bien recibida por los enseñantes de la calle Lacordaire, de la calle Saint-Charles y de la calle Violet.
Fue pues una obrar en vías de integración en la red de las instituciones laicas que creció y se trasladó en enero de 1908 de la calle Sébastien-Mercier a la calle de Lourmel. Habiendo optado por quedarse, la Sra. Gallice no quiso ceñirse a la pequeña guardería, que no era más que un ensayo, una prueba. Pero para crecer, le había hecho falta resolver el problema del lugar. Como había roto todo lazo con su vida de «antes», no había podido contar más que con el abate Aubert y el Sr. Portal. El abate Aubert encontró a la primera colaboradora, una joven de diecisiete años, Rosa Géraud. Hija de obreros, nacida en el barrio, habitaba en la calle de Saint-Charles y hablaba el mismo lenguaje que las niñas de Javel. La Sra. Gallice la vio tan eficaz que no quiso esperar a otras reclutas para trasladarse. Alquiló un piso bajo en el 116 de la calle de Lourmel, dos grandes salas que limpió ella misma. Pensaba triplicar sus efectivos, cincuenta niñas en una sala, cincuenta en la otra. La nueva guardería abrió sus puertas el 6 de enero; al día siguiente, pareció demasiado pequeña; superada, la Sra. Gallice debió limitarse a 230 pequeñas, 130 en la sala que cuidaba ella, 100 en la de Rosa Géraud.
Portal se lanzó entonces a una campaña de captación, campaña difícil que se convirtió en una de sus constantes preocupaciones. Puso entonces en juego toda su autoridad para obtener la ayuda de la calle de la Abbaye, que proporcionó las primeras colaboradoras y permitió diversificar la labor. Se remedió primero los más urgente, es decir la puesta en marcha de la guardería. Entre semana, después de la merienda y el recreo, los niños se agruparon por clase y unas jóvenes voluntarias o retribuidas se pusieron a explicarles las lecciones o a mandarles hacer los deberes. Luego, bajo el impulso de Portal, se crearon lo que de momento se llamó reuniones domésticas, y luego cursos domésticos, finalmente escuela doméstica. A partir del mes de marzo de 1908, funcionaban las clases de higiene y de enfermeras, de cocina, costura, corte y «diseño para aplicación industrial». Más tarde se fundaron cursos de estenografía, dactilografía, contabilidad, comercio y de inglés. Comenzaron funcionando jueves y domingos, luego los hubo el sábado por la tarde y también varias tardes a la semana. Los padres y profesores tuvieron sus reuniones mensuales. Los jueves y domingos tuvieron lugar igualmente lecciones de literatura, solfeo, canto, danza, dibujo, gimnasia, llegando a montar obras de teatro.
En marzo de 1908, Portal presentó el tema de la afiliación a la Unión central de los sindicatos profesionales femeninos. La Sra. Gallice se negó en redondo. No era el hecho sindical lo que la preocupaba, sino el carácter confesional de la Unión. Recordó loo que era el barrio, «particularmente sombrío y hostil en el aspecto religioso y social», Dejó bien claro que había que «ganarse primero la confianza de los niños y de los padres (de los niños ante todo, ya que son ellos los que traen a los padres) […]. Después, se podrá ensanchar el horizonte de las obras236».
Modelos ortodoxo y anglicano
En un tema diferente, Portal logró superar las reticencias de la dama de hierro. Después del éxito de la segunda guardería, todos admitieron que había que buscar otro local, más amplio, mejor adaptado. En un barrio como Javel, ello traía consigo la compra de un terreno y la construcción de un edificio nuevo. Portal quería que se pudieran acoger centenares de niños, pero también de solteras en plan de vida comunitaria. Con excepción de Rosa Géraud, todas las colaboradoras de la Sra. Gallice eran extrañas en el barrio. A Portal no le costó mucho ver las dificultades de la fórmula. Falta de transportes públicos, pérdida de tiempo, fatigas inútiles, buenas voluntades desanimadas. Subrayó también qué contrario era este ir y venir al método que hasta entonces había asegurado el éxito de la Sra. Gallice: una presencia constante en el barrio. Recordó por fin la experiencia acumulada por las diferentes Iglesias cristianas y citó tres ejemplos: las primeras sirvientas de los pobres del Señor Vicente, desde luego, pero también la cofradía de Nepluyef y los settlements londinenses. Vozdvijensk podía parecer muy distante de Javel, en todos sus aspectos; pero la cofradía y sus escuelas presentaban un modelo de vida educativa cuyo éxito iba unido al hecho comunitario. En sus cartas a la Sea. Gallice, Portal volvía con frecuencia sobre este tema: cuanto mayor es el don de sí mayor debe ser la perfección individual; y la perfección sólo puede venir de un esfuerzo colectivo, de una ayuda mutua constante, de una participación de la vida material y espiritual. Vozdvijensk venía al caso para demostrar que era posible fundar una comunidad de laicos, una comunidad que no sea ni un monasterio ni una congregación. En abril de 1908, Wilbois vino a dar una conferencia sobre Nepluyef en la calle Grenelle. En mayo, Portal mandó venir a Javel a una de las parientes de Nicolas Nicolaievitch, la Sra. de Schipowski, que hizo una serie de exposiciones sobre la confraternidad y el modo como se educaba allí a los niños.
Hay algo que aprender en todo aquello, estoy convencido cada vez más de ello. En todo caso, los miembros de nuestra reunión se han emocionado profundamente. Veréis que iremos a Rusia237.
Otro modelo no católico: los social settlements anglicanos. En mayo de 1908, también, una prima de Lord Halifax que trabajaba desde hacía quince años en el East End londinense, Miss Leeke, vino a describir los principios a las colaboradoras de la Sra. Gallice. Fundados por alumnos y profesores que quisieron establecerse en los barrios más desfavorecidos, los settlements son grupos de hombres y de mujeres que viven en comunidad, pero sin otro lazo ni regla que el fin común de estudiar los problemas sociales y de ayudar a los pobres […]. El primer settlement femenino de Oxford fue fundado en 1890 por Miss Ingram238.
Desde principios del siglo un debate –del que se encuentra un eco en las instrucciones de Portal a la comunidad de Javel- oponía a los partidarios de una simple presencia entre los obreros a aquellos que querían compartir sus condiciones de trabajo.
El proyecto de comunidad laica no entusiasmó a la Sra. Gallice. «Esto me parecía algo duro. Yo no podía creer que se podía vivir así juntos». Estuvo meditando la idea hasta enero de 1909, compró entonces un terreno en el 112 de la calle Lourmel y encargó los planos de una gran casa de piedra. Las obras comenzaron en otoño. Quince días después de los primeros golpes de zapa, la dama de hierro cayó enferma. Los médicos avisaron a Portal que si ella no se marchaba inmediatamente de Javel, se moriría dentro de tres meses. La enviaron al sanatorio de Leysin, en Suiza.
El año terrible
Se tratara de las maestras benévolas o de las retribuidas, las personas que se ocupaban de la obra no vivían ninguna en Javel. Rosa Géraud era la única que se quedaba en el lugar. Y tenía diecinueve años. Se trató de dejarlo todo. Pero Portal, tanto como la Sra. Gallice, se había encariñado con las niñas. «Todas le querían como a un padre. Les hablaba con tal sencillez». En Javel, se había encontrado sino con su verdad, al menos con una parte de su verdad.
Si el Señor Portal se hubiera contentado con explicar la teología a los alumnos de un seminario, con escribir artículos de revista, con animar a estudiantes y escritores, si no hubiera socorrido con la práctica a los desdichados, si no se hubiera compadecido de las almas y también de los cuerpos, tengámoslo po cierto que él habría dudado de su sinceridad239.
Añadamos que estaba atento a los signos, a las manifestaciones de la Providencia a la que no se debe uno adelantar, según la fórmula del Señor Vicente. Y consideró un signo que la primera palada de tierra se hubiera realizado dos semanas antes de que los médicos diagnosticaran la enfermedad de la Sra. Gallice.
So lo hubiéramos sabido hace quince días, decía, me parece que no habría sido conveniente comenzar; pero la decisión estaba tomada, las obras están en marcha, sería dudar de Dios no continuar.
Se continuó pues, con una mezcla de improvisación y de chapuza. A principios de 1910, Portal, que venía casi todos los días, vio que el nivel del Sena no cesaba de subir. Obreros colocaron contra las verjas muelles de sacos de cemento, tablas, telones de alquitrán; por detrás de ellos surgió el agua por entre el pavimento. La gente de Javel comenzaron a formar balsas: recubiertas de maderos, formaron pasos altos a lo largo delas casas, pasarelas para atravesar las calles, o también especies de estaciones donde se esperaba a las barcas. Pronto subió dos metros el agua en la calle de Javel, un metro y medio en Sébastien-Mercier, un metro en Lourmel. En París faltaban barcas; las improvisadas, las de los bomberos, las de los marinos de Cherbourg no fueron suficientes. Se vieron enorme volquetes ir y venir con el agua hasta el pecho de los caballos. Portal usó por un momento una balsa hecha de dos tablas clavadas sobre dos barricas vacías; luego, renovando la alianza del Ejército y de la Iglesia, logró apoderarse de una de las improvisadas, «el gran lujo», aseguraba. Tuvo la ocasión de cedérsela al presidente Fallières, a Aristide Briand y al prefecto Lépine, llegados a calibrar una catástrofe que amenazaba con convertirse en crisis política y social.. Hizo «una gran reverencia sombrero en mano a estos eminentes personajes», mondándose al ver el Carro del Estado navegar en el esquife del complot clerical.
Aprovechó la inundación para familiarizarse con el barrio y ser bien recibido en todas partes.
Me fui a lugares donde un hombre decente no va, ni siquiera de día. Allí todo el mundo era educado. Hasta tratar un obrero a otro de imbécil, con una energía casi divertida, por haber tenido un gesto poco amable […]. Vi a buenísima gente. Me parecía estar oyendo a gente de nuestra tierra [es decir gente de Laroque]240.
Los habitantes de Javel, evacuados los 27 y 28 de enero, no pudieron volver a sus casas hasta el 7 de febrero, y eso para constatar el desastre: al retirarse las aguas del Sena mezcladas con las de las alcantarillas reventadas no habían dejado más que objetos informes cubiertos de un barro pegajoso. Lo más grave era el paro, los talleres y las fábricas cerradas, los tenderos que habían perdido sus géneros. Portal obtuvo del Sindicato de la prensa y de otros donantes diez mil francos para fundar un «vestuario». Compró dos centenares de objetos confeccionados y miles de metros de tela, de lona, de flanela, de algodón que, trabajados por obreras en paro, permitieron vestir a doscientas personas.
El solar del 112 de la calle Lourmel no se parecía ya en nada a un solar, y hubo que comenzar otra vez las obras. Portal no mostró por ello menos determinación en hacer llegar a buen término su proyecto de comunidad. La Sra. Gallice regresó a finales de mayo o principios de junio, y la nueva casa abrió sus puertas a finales del año. La guardería recibió después de cuatrocientas a quinientas niñas, con alzas de seiscientas durante la guerra. Junto a la guardería, a la escuela doméstica, al taller de ayuda en el trabajo, al vestuario y a la asistencia a domicilio, se montaron nuevos servicios: un internado de dieciséis camas para alojar a las pequeñas con madre enferma o para dar a luz, y una cantina abierta a la vez a los ancianos y a las jóvenes, obreras y empleadas.
Una vez que la Sra. Gallice y Rosa Géraud dejaron la calle Sébastien-Mercier y Saint-Charles para establecerse en el lugar, ya se puede fechar en ese momento la fundación de la comunidad. Pero por dos colaboradoras estables, veinte seguían viniendo del exterior. Fue preciso esperar hasta 1913 para que tres hermanas, Louise, Geneviève, y Eugène Guillemin, vinieran a unirse a las dos fundadoras. Al acabar la guerra, la obra de Javel contaba con siete personas que vivían en comunidad en la calle Lourmel, siete u ocho que venían a trabajar todos los días, sin contar a los profesores de la escuela doméstica que venían dos o tres veces por semana. En esta época, el grupo había perdido a Rosa Géraud, ingresada en sanatorio en 1915 y muerta poco después.
La comunidad fuera de París
Si al acabar la guerra Portal dirigía a una quincena de colaboradoras parisienses, contaba con otras fuera de la capital. La obra de Javel se comprometió en efecto con el movimiento de las colonias de vacaciones que promovían desde los años de 1890 sacerdotes como el abate Ferret, el abate Pitray o el abate Boyreau241. Portal fundó una primera colonia en 1911 en la casa de Maule de las hermanas de san Vicente de Paúl, después una segunda en 1912, en Saint-Germain-en-Laye, en una propiedad que compró la Sra. Gallice a este efecto. Él había soñado siempre con una casa en los Pirineos, pero Saint-Germain, donde iba a dar patadas al balón, a contar cuentos o montar sainetes, presentaba la ventaja de ser accesible los domingos y los jueves. Finalmente se creó una tercera colonia en el castillo de Thaon, en Calvados, que la Sra. Gallice poseía de su padre.
Agosto de 1914 aumentó el trabajo de la comunidad al verse privada de una parte de sus auxiliares. Además la Sra. Gallice fue víctima de un empujón en una estación donde iba a buscar a niños refugiados; no pudo andar ya nunca sin ayuda de un bastón. A pesar de todo, en una improvisación constante, se recibieron familias refugiadas de las provincias del Norte y del Este, se dio de cenar por la noche a trescientas pequeñas (Lord Halifax utilizaba a la Royal Navy para entregar jamones de York, su especialidad), de entregaron empleos a domicilio a las mujeres de movilizados, se fabricaron vendas, se enviaron paquetes a los soldados. Pronto, se planteó el problema de las huérfanas.
La Sra. Gallice comenzó por recibirlas en el castillo de Thaon, mientras Portal se ponía a buscar una edificación mejor adaptada. En 1915, mandó comprar por su colaboradora un hotel en Saboya, en el lugar llamado Corbières, sobre el municipio de Pugny-Chatenod. «La propiedad se halla cercana a Aix, en un hermoso paraje a 700 metros de altitud, con vistas al lago del Bourget y sobre las montañas que rodean a Aix242». En 1916, sirvió de colonia de vacaciones, después el orfanato abrió sus puertas en marzo de 1917. Al final de la guerra, cobijaba a cuarenta huérfanas al cuidado de ocho personas que formaban una comunidad gemela de la de Lourmel.
Desde entonces, Corbières fue el lugar de predilección de Portal, su descanso, su retiro. Se ocupó por lo menos tanto de las huérfanas como de sus normalistas de la calle de Ulm. Las mimaba, tomaba parte en sus juegos, les contaba cuentos, les daba catecismo. Muy pronto una de sus grandes afanes fue casar a las pensionistas de más edad, y el problema de las dotes le atormentó más que la exégesis bíblica o la interpretación simbolista de los Evangelios. Creó un taller de punto cuyo producto, depositado en libretas de ahorro, era entregado a las jóvenes el día de su boda. Se conservan cartas suyas que se creerían de un patriarca campesino atento a las alianzas; ésta por ejemplo, dirigida a la hermana Marie, la confidente obligada de los asuntos matrimoniales:
Ayer bendije el matrimonio de la mayor de nuestras niñas. Se casó con el hijo de im pequeño propietario, vecino nuestro, familia acomodada y muy honrada. La joven recibió 3 000 francos del punto. La casa le dio 2 000 lo que le permite llevar 5 000 como dote. Todo pasó admirablemente y me siento feliz porque con ello nuestras niñas se colocan en el país en que yo deseo sea honradamente consideradas. Las recién casadas forman una pareja muy bonita lo que no es pérdida de tiempo243.
Y está firmado Fernand, el mismo Fernand que conversaba entonces sobre la primacía de Occidente con el cardenal Mercier, los orígenes del hombre con el abate Breuil y el medio divino con el padre Theillard de Chardin.
Y hasta llegó a confiar a Marcel Légaut su sueño nepluyevino de fundar, junto al orfanato de niñas, un orfelinato de niños, y favorecer matrimonio entre ellos. Quizás con esa intención mandó comprar, a tres kilómetros de Corbières, la casa San Vicente. Pero ésta no recibió nunca más que colonias de vacaciones para las niñas de Javel., lo mismo que normalistas de la calle Ulm, estudiantes y maestros que vinieron a hacer retiro.







