En Mística se habla de un lenguaje divino, de locuciones sobrenaturales, con el cual Dios manifiesta su pensamiento inefable a un alma. Esta comunicación sobrenatural puede hacerse a través del oído o de la imaginación (fantasía), o por impresiones directas en el entendimiento. Así surge la clásica división de locuciones auriculares, locuciones imaginarias y locuciones intelectuales.
Santa Catalina Labouré describe las apariciones de la Medalla, y en sus descripciones nos dice haber escuchado ciertas palabras, al parecer pronunciadas por la Virgen. He aquí las palabras escuchadas y la descripción hecha por la vidente:
- «La Santísima Virgen bajó los ojos mirándome y se oyó una voz que me dijo estas palabras: Esta esfera que ves representa el mundo entero, particularmente a Francia y a cada persona en particular… (al llegar a esto no sé cómo expresarme para decir lo que experimenté y lo que pude ver); la hermosura y el brillo de los rayos de luz tan hermosos… son el símbolo de las gracias que derramo sobre las personas que me las piden… Haciéndome comprender cuán agradable era que se rezase a la Santísima Virgen y cuán generosa era ella hacia las personas que la invocan; qué de gracias concedía a las personas que se las pedían y qué alegría experimentaba al concederlas…»
- «Entonces se dejó oír una voz que me dijo: Haz acuñar una medalla según este modelo; todas las personas que la lleven recibirán grandes gracias; llevándola al cuello las gracias serán abundanasimas para las personas que la lleven con confianza…»
- «Inquieta por saber lo que hacía falta poner en el reverso de la Medaca, después de rezar mucho, un día, en la meditación, me pareció oír una voz que me decía: La «M» y los corazones dicen bastante…»
Ante estas palabras cabe preguntarse: ¿Son auténticas y verdaderas? ¿Se trata de locuciones sobrenaturales, auriculares, imaginarias o intelectuales? ¿Qué quieren decir?
Lenguaje auténtico
Los autógrafos de la vidente se conservan en Rue du Bac, París, y en ellos puede comprobarse que estas palabras son auténticas: Santa Catalina las escribió en 1841 dos veces y en 1876 otras dos veces. En el proceso de beatificación se hizo constar la autenticidad de estos documentos autógrafos, de los que circulan fragmentos fotocopiados.
Pero la cuestión aún queda planteada: ¿Dijo la verdad Sor Catalina o fue engañada? ¿No podría ocurrir que la vidente creyó haber oído cosas que ella deseaba oír, pero que de hecho no oyó? Dado que la vidente ha sido canonizada y que sus escritos fueron examinados, debemos suponer que fue sincera. Sin embargo, en la cláusula «Esta esfera representa el mundo, particularmente a Francia, y a cada persona en particular…» hay una frase «particularmente a Francia», que puede considerarse como dudosa: Es extraño que la pronunciara la Virgen. E] Padre Ala-del, en su Notice, no menciona esta frase más que a partir de la cuarta edición, y la vidente la incluye tan sólo en el primero de sus relatos, en 1841. ¿No influiría en esto el director en su dirigida? Esta frase nos recuerda al jesuíta P. Hoyos cuando asegura que el Sagrado Corazón de Jesús reinará en España más que en el resto del mundo.
Hay otra cláusula que el Padre Aladel cambió en sus escritos y declaraciones. Donde Santa Catalina dice «las personas que la lleven (la Medalla) recibirán grandes gracias; llevándola al cuello, las gracias serán abundantísimas para las personas que la lleven con confianza», el Padre Aladel escribe: «Las personas que la lleven indulgenciada y digan esta pequeña oración (la del ¡Oh, María…!) disfrutarán de una protección especialísima de la Madre de Dios.» ¿Qué significado podían tener las indulgencias para los que no son católicos? La Medalla era para todos, como lo demuestra el caso del judío Alfonso Ratisbona. Pienso, con el Padre Julio Sánchez, en su libro La mediación de María, que el Padre Aladel convertía sus pensamientos y deseos en promesas de la Virgen, y que dichas palabras son apócrifas. Lo importante es llevarla con fe y confianza. Al P. Aladel le influye la preocupación de su sociedad piadosa por las indulgencias.
Hay que admitir, con el ilustre periodista internacional, converso, Gaetano di Sales, que los escritos de Santa Catalina son como «una contabilidad ordenada de detalles y de impresiones que antes de ser inscritos en los registros han sido sometidos al control de una prueba matemática». Pero también está fuera de duda que estos escritos van cargados da incorrecciones ortográficas y gramaticales. Cuando la vidente escribe «las personas que la lleven recibirán grandes gracias; llevándola al cuello, las gracias serán abundantísimas para las personas _que la lleven con confianza», evidentemente está hablando un lenguaje incorrecto, pero por eso más sincero, espontáneo y auténtico. Seguramente que todo cuanto pretendió decir fue esto: que quienes lleven la Medalla al cuello con confianza recibirán muchas gracias. Purgando, pues, estas locuciones, de las mencionadas interfiolacioues y añadiduras, tenemos el mensaje auténtico en un lenguaje acomodado a la vidente, de imperfecciones gramaticales.
Locuciones sobrenaturales
A la pregunta de si estas locuciones fueron auriculares, imaginarias o intelectuales, José Santos responde que fueron imaginarias e intelectuales. El doctor Santos explica en su Disertatio ad Lauream en el Angélico de Roma (1954) que no fueron auriculares, pues de haber existido sonidos exteriores que impresionaran el oído de la vidente también habrían impresionado los oídos de sus compañeras de rezo. Y esto no ocurrió. Por otra parte, la vidente afirma que la voz se dejó oír en el fondo del corazón. Así consta en el segundo de sus relatos. Se trata de una voz interior, no exterior, es decir, no procedente de fuera.
En el proceso intelectual del lenguaje, los sonidos escuchados por el oído son llevados a la imaginación, donde se forman imágenes auditivas de ellos, que después son presentadas al entendimiento para que forme idea de ellas. Santa Catalina no escuchó con sus oídos, pero en su imaginación o fantasía había imágenes de sonidos: Une voix se fit entendre (una voz se hizo oír). Es decir, se trata de comunicaciones hechas directamenré a la imaginación sin que haya habido intervención de Tos sentidos externos.
Por otra parte, hubo también locuciones intelectuales que la Santa atribuye a la misma persona que hablaba. Después de explicar el simbolismo de los rayos de luz, dice la vidente:– «haciéndome comprender (en me faisant comprendre) cuán agradable era que se rezase a la Santísima Virgen», etc. Estas intelecciones no habían ido precedidas ni de sonidos ni de imágenes de sonido. Son, sin duda, locuciones intelectuales formales en las que ei alma nada pone de su parte, sino que todo es un regalo.
Era lógico que a las locuciones imaginarias sucedieran las locuciones intelectuales. Parodiando a Santa Teresa en el capítulo XXVII de su vida diríamos que tenía que ser así.
Una de las pruebas de su autenticidad consiste en saber el cúmulo de verdades que enseñan, la gran paz y el sabor espiritual que dejan, y la majestad y autoridad con que se imponen a quien las recibe. Santa Catalina se explica: «Al llegar a esto no sé cómo expresarme para decir lo que experimentaba y lo-que pude ver…, haciéndome comprender cuán agradable era que se rezase a la Santísima Virgen y cuán generosa erá ella para los que la invocan», etc. Para un psiquiatra o psicólogo, tal vez quede esta preguna: ¿No serán todas esas ideas algo que Santa Catalina llevaba en el subsconsciente y que surgió en el consciente en un momento dado? Esta podría ser una posibilidad, pero frases como ésta: Ici je ne s’ait m’exprimée sur ce que j’ai eprouvée…» prueban que aquello era algo totalmente nuevo para la vidente, algo que la tenía como fuera de sí, en un mundo nuevo para ella «en el que era o no era», ou j’etais ou je n’etais pas… Se trata de una voz celestial que instruye inmediatamente, y no de unas ideas que se han ido incubando lentamente en el subconsciente, como ocurre en el mundo subrealista, donde brotan las ideas sin una lógica aparente.
Mensaje de plegaria
Ahora bien, ¿qué enseñanza encerraban aquellas palabras? El mandato inmediato era el de hacer acuñar una medalla. Pero-bien analizadas las cosas, el mensaje tenía como finalidad primaria el invitar a la oración de petición. No se trataba de una revelación que tuviera como beneficiaria única a la vidente. La revelación iba dirigida a la Iglesia o más bien al mundo entero. Era una revelación privada de tipo social. El mundo tenía olvidada la oración. Los rayos de luz eran el símbolo de las gracias que la Virgen obtenía para quienes se las pedían. Sor Catalina comprendió «cuán agradable era que se rezase…»; y en el tercero de sus relatos, del cual hay dos copias en París, ambas fechadas por mano extraña el 10 de abril de 1876 se lee: «Estas pocas líneas deben ponerse en leyenda en la parte inferior de la. Virgen.» Evidentemente, las líneas que hay que escribir para que estén a la vista son: «Estos rayos son el símbolo de las gracias que la Santísima Virgen obtiene a las personas que se las piden.»
Por la «parte inferior de la Virgen» debe entenderse la peana sobre la que se alza la imagen. Pocas veces se ha dado cumplimiento a este deseo tan significativo. Esta leyenda es como un recuerdo constante de que la Virgen quiere que pidamos. Y para facilitarnos la oración nos adelanta una fórmula fácil y breve: ¡Oh, María, sin pecado concebida, rogad por nosotoros que recurrimos a vos! Las Teresianas del Padre Poveda tienen por costumbre rezar el rosario de la Milagrosa, que consiste en decir sesenta y tres veces la jaculatoria de la medalla, intercalando el Gloria en cada decena. Con razón Gaetano di Sales piensa que el ¡Oh, María! es como una abreviatura del saludo del ángel o Avemaría. La primera parte es un saludo, y la segunda, un ruego.
La Virgen apareció, según expresión feliz del Cardenal Tisserant, con sus manos manando gracias para inspirar confianza en el ruego.
Pío XI proclamaba este mismo mensaje el 19 de julio de 1931 y le hacía cobrar actualidad: «Ahora bien —decía—, en estos días viene a resplandecer la Medalla Milagrosa como recordándonos, en un modo sensible y palpable, que todo ha sido prometido a la oración, aun los milagros, y éstos, sobre todo. Esta es la especialidad magnífica de la Medalla. Y nosotros tenemos necesidad de milagros…»
Así sonaban las palabras del Papa, un siglo después de que la Virgen se apareciera en Rue du Bac, en la proclamación de las virtudes heroicas de Santa Catalina.
El notable escritor francés Daniel Rops, en su magnífica obra La Iglesia de las revoluciones, dedica el último párrafo a las apariciones de Rue du Bac, de La Salette y de Lourdes, que, según él coinciden en el mensaje: la plegaria. He aquí, pues, otro testimonio acorde. El mensaje de la Virgen a Santa Catalina es una promesa de salvación «cuyo medio está en la plegaria.
Bibliografía:
SANTOS, José: La revelación privada de la Santísima Virgen d6 la Medalla Milagrosa a Santa Catalina Labouré (disertatio ad Lauream en el Angélico, págs. 15-16, 63-64, Romae, 1954; SANTA TERESA DE JESÚS: Autobiografía, cap. XXVII; Juan DE LA CRUZ: Subida al monte Carmelo, 1-2, caps. XXVI y sigs.; Catalina LABOURÉ: Autógrafos (Archivos de París, en Rue du Bac); MISERMONT, Lucien: L’Ame de la bienheureuse Catherine Labouré…, págs. 220-237, París, 1939; DFLGADO, José: Mariología en símbolos, págs. 72, 85, 140 y 156, Madrid, 1965; SÁNCHEZ, Julio: La mediación universal de María y la Medalla Milagrosa, pág. 231, nota 1.», Madrid, 1922; Gaetano DE SALES: Soeur Catherine, págs. 25, 47 y 50, Roma, 1947; Angel L. (Carmelita Descalzo): La jaculatoria milagrosa y las tres Avemarías, Valencia, 195A; ALADEL, Jean Marie: Notice historique…, 8.» edic., pág. 27, París, 1842; TABOADA, Jesús: La devoción a la Milagrosa en la Institución Teresiana, publicado en «La Milagrosa»: 2 (1965) 15-17, Madrid; René GILLY DE COMIERES: La Virgen habla al corazón, página 8 (prefacio del Cardenal Tisserant y traducción española de Francisco Aparicio, S. J.), edic. Studium, Madrid-Buenos Aires, 1916; L’Osservatore Romano: «Il Santo Padre esalta i prodigi della Medaglia Miracolosa», nlm. 167, págs. 20-21, julio, 1931; La IgTesia de las revoluciones, página 813, Barcelona, 1962; VILANOVA, Francisco: Ramillete de obsequios .a la Virgen Milagrosa, 4.»edic. págs. 26-30, Barcelona, 1922.