Abordar la dinámica y contenidos de la misión popular es arriesgado, por lo mucho vivido y por lo poco sistematizado en publicaciones. Estas páginas van a correr, pues, un riesgo. Salen alentadas por el deseo de contribución a la síntesis de una riqueza pastoral escondida en la historia, y a veces desconocida o designada despectivamente como tradicional o antigua. Ojalá logren clarificar y resaltar lo positivo de la vieja y valiosa misión popular.
Estas páginas se refieren a España y nacen desde una visión de muestreo; a la hora de reseñar las misiones se atienen a unas cuantas significativas —acaso no las más— desde 1940; pertenecen a diversas épocas, regiones y situaciones y pueden expresar con fidelidad datos indicativos. Recorrer y citar más misiones supone mucho esfuerzo más y acaso no mucho éxito más. Explíquese así el lector la repetición de nombres que encontrará.
Desde ahora invito a quien lea a profundizar el tema y enriquecerlo con nuevas visiones y aportaciones. Así no será sólo la visión de un misionero redentorista, sino la de otros muchos misioneros y estudiosos, que descubren nuevos panoramas de la misión popular.
Introducción
1. La misión, una iniciativa de vanguardia
Cristo predicó la Buena Nueva de Dios a los hombres: «Jesús recorría ciudades y aldeas enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y dolencia»1. Lo que el Maestro hizo lo debían continuar sus seguidores; él mismo les trasmitió la consigna: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a todas las gentes»2. Los Hechos de los Apóstoles presentan a Pablo y a Bernabé recorriendo las comunidades cristianas3.
A lo largo de los siglos aparecen célebres figuras de misioneros, como S. Patricio y S. Agustín, que evangelizan Irlanda en los siglos V y VI, y S. Bonifacio, que evangeliza Alemania en el siglo VIII. Larga lista de misioneros llena de gloria la historia de la Iglesia4.
Como grupos más organizados, dominicos y franciscanos se dedican a la predicación extraordinaria al pueblo; son predicadores oficiales de la Iglesia; otras órdenes imitan su ejemplo de predicación y apostolado. «Los frailes son, pues, los pescadores de la segunda barca, a quienes los de la primera llaman en su ayuda cuando la pesca es más abundante. Comparten los trabajos y las fatigas del clero parroquial, sin ocasionarle perjuicio alguno en sus cargas y en sus prebendas»5. Es la época de las órdenes mendicantes, siglos XIII y siguientes.
La misión parroquial comienza a recibir contornos propios en el siglo XVI; los jesuitas se entregan a la actividad apostólica de predicar, confesar y otros ministerios religiosos y a esta actividad la llaman «misión»6. En aquellos momentos lo más urgente es apoyar la contrarreforma, hay que despertar al pueblo de su cristianismo indolente, hay que organizar escuadrillas de misioneros que instruyan sobre el contenido objetivo de la fe; el pueblo se dice cristiano, pero no tiene compromiso cristiano. Las misiones parroquiales juegan papel decisivo en la aplicación de la reforma tridentina; se las puede considerar como el instrumento más eficaz de la contrarreforma.
En los siglos siguientes surgen, por inspiración divina, nuevos institutos con dedicación a la misión parroquial; el tiempo ha comprobado su efectividad apostólica y su necesidad en la historia moderna. Hombres como Vicente de Paúl, fundador de los Padres de la Misión, y S. Juan Eudes, fundador de los misioneros de Jesús y María, en el siglo XVII, o como S. Pablo de la Cruz, fundador de los misioneros pasionistas, y S. Alfonso M.a de Ligorio, fundador de los misioneros redentoristas, en el siglo XVIII, lanzan cuadros adiestrados de apóstoles para las misiones populares. Los últimos siglos de la historia de la Iglesia son campo en que florecen numerosos institutos religiosos dedicados con preferencia a la predicación misionera popular7. Institutos misioneros como oblatos de María Inmaculada o claretianos y otros más en el siglo XIX se alistan en las filas de las misiones populares.
Los misioneros dedican sus energías a instruir en la fe; en organización apostólica recorren las comunidades cristianas, se detienen tiempo en las parroquias, instruyen religiosamente a la gente y multiplican las catequesis a todos los niveles; mirando al futuro, organizan la pastoral, planifican los catecismos, las cofradías y asociaciones, los ejercicios piadosos y de culto. Clero y pueblo quedan beneficiados de la presencia misionera, y la vida apostólica cobra solidez e impulso. Aun hoy la experiencia constata que las zonas que gozaron el paso de los misioneros siguen manteniendo un sedimento de fe más notable8.
2. Definición
Para ajustar lo que es la misión popular habría que llegar a sintetizarla en una definición. Pero no es fácil. La misión tiene una definición teológica y una definición histórica9. En definición teológica se puede decir que es una celebración extraordinaria del misterio de Cristo en una comunidad cristiana a través de la Palabra y los sacramentos10. Es una definición válida para siempre.
Es una celebración extraordinaria, dentro de la celebración que viene manteniendo la pastoral ordinaria. Es celebración temporal como tiempo fuerte de la pastoral parroquial, para intensificar la vida cristiana. La misión es una acción pastoral extraordinaria, no en el sentido de que sea ajena o yuxtapuesta a la pastoral diaria o supletoria de la misma, sino en el sentido de que refuerza e impulsa a la comunidad con una acción más intensa y especial.
La definición histórica es la que define la misión en una época determinada. Habrá de recoger las circunstancias de lugar o tiempo que la configuran. Aquí entran métodos, temarios, programas concretos. Es una definición no válida para siempre.
3. Calificación
El sustantivo misión va seguido de un adjetivo calificativo. El canon 770 le aplica el adjetivo «sagrada»: «misiones sagradas». Otros le añaden el adjetivo «popular»: misión popular. Este adjetivo puede desfigurar el sentido real, si reduce la misión al pueblo como población rural,distinto de la clase alta o de ciudades; pero expresa acertadamente el sentido, si por popular se entiende el pueblo de Dios en su integridad, suburbios, pueblos, aldeas, cortijos, ciudades, ricos y pobres, quienes mandan y quienes obedecen; es la definición de «Pueblo de Dios» que el Vaticano II aplica a la Iglesia o seguidores de Cristo11; misión popular es misión al Pueblo de Dios, en un lugar o grupo determinado.
Otros emplean el adjetivo «parroquial»; acaso sea porque la parroquia es la primera comunidad organizada que acoge al cristiano, y que está presidida por un pastor en nombre del obispo12.
Menos frecuente es el adjetivo «interior» que se ha dado a este tipo de misión entre creyentes, para distinguirla de la dada a gentes no creyentes; con este nombre figuró, por ejemplo, la renovación misional del franciscano P. Motte, hacia el año 1950, con su célebre «Centro pastoral de la misión interior»: CPMI13.
I. Dinámica evolutiva de la misión
1. Evolución constante
La misión no ha sido ni es algo estático, hecho y perfeccionado una vez para los siglos siguientes; no es una institución hecha y sistematizada en todos sus puntos de forma estable. Más bien es el fruto de una evolución constante, como acción pastoral al servicio de los hombres, y adquiere formas y expresiones nuevas según épocas y circunstancias.
La misión del siglo XVII no es la misma históricamente que la del siglo XIX o la del XX. Teológicamente conserva su identidad como celebración extraordinaria del misterio de Cristo en la comunidad parroquial por medio de la Palabra y los sacramentos; pero históricamente tiene ropajes de métodos y contenidos que la hacen distinta.
La misión de principios de nuestro siglo, por ejemplo, tiene su estilo propio: la temática densa sirve las verdades eternas y los mandamientos, y deja como medios de perseverancia prácticas concretas de devoción. Objetivo del cristiano es salvar su alma. El estilo es más bien moralizante, fustigando los vicios y urgiendo los deberes según el estado de cada uno. La meta es llevar a la gente a los sacramentos de la penitencia y de la comunión; la recepción de estos sacramentos se considera como el enderezamiento correcto del cristiano hacia la salvación eterna. Los actos misionales son masivos.
La misión de los años 80 tiene también sus características: temática cristocéntrica, con las exigencias del seguimiento de Jesús, en la comunidad de los creyentes y en las realidades temporales que le rodean. Estilo más catequético en la predicación y con menos aparato externo en las convocatorias.
Los dos tipos de misión intentan ser vivencia de lo religioso, pero por caminos distintos; se ha dado una renovación evolutiva14, fruto de una evolución es el ambiente antropológico. Los dos tipos son y se llaman misión, si bién cada uno ha sido patrocinado por sus contemporáneos como el más adecuado.
2. La misión como servicio pastoral
La evolución-renovación se ha dado desde siempre, aún en la misma nación y en el mismo instituto religioso. Esto explica la abundancia de modelos y métodos que la historia presenta; son enfoques diversos, roturaciones nuevas hacia la misma meta de cosecha de conversión en el seguimiento cristiano. Cada corporación misionera resalta unos valores y los estructura en método misional. Los franciscanos y dominicos configuran su método; los jesuitas y los institutos más modernos, desde paúles y redentoristas hasta claretianos y oblatos, redactan sistemas nuevos, con las experiencias de los anteriores y las exigencias del momento. Cada método o sistema misional es una evolución y una línea renovada de penetración misionera.
Equivalente a los métodos de los institutos es la evolución-renovación de los métodos en cada continente o país. Los lugares diversos plantean enfoques diversos. Esto explica la evolución, no la contradicción, en el tipo de misión en Europa y en América, e incluso en la América norte y en la América sur, o en la Europa latina y la Europa sajona.
La diversidad de tipos de misión es una gloria de la Iglesia misionera; es la expresión más fehaciente de que la Iglesia y sus instituciones están al servicio del hombre. El hombre es distinto en sus formulaciones según lugares y situaciones, y necesita ser servido por la Iglesia en ese su entorno. Las corporaciones misioneras han creado la misión como servicio pastoral y lo intentan ofrecer según las exigencias de los hombres. La misión es un servicio religioso a la comunidad cristiana, y los misioneros lo ofrecen según los postulados sociorreligiosos de la comunidad.
La misión evoluciona porque evoluciona la comunidad a la que sirve. La evolución es una exigencia del servicio. Cada época y lugar son sensibles a unas formas, y la misión aprovecha esa variedad de formas para servir el mismo contenido. La evolución es de formas, no de contenidos fundamentales. El contenido es el kerigma o el mensaje evangélico, invariable, porque el mensaje es Jesucristo, que «es el mismo ayer y hoy y por los siglos»15.
3. Voces de renovación
En todos los tiempos han sonado voces de renovación de las misiones. Estas producen abundantes frutos espirituales, son copiosas las reacciones de vida cristiana, los obispos y párrocos confían en ellas y les prestan su apoyo, el mismo Derecho Canónico las consagra como forma pastoral válida16. No obstante, las voces de renovación se alzan de tiempo en tiempo deseándola para las misiones; hacen mucho fruto, pero pueden hacer más, si se acomodan17. A modo de ejemplo baste citar el Capítulo General de los redentoristas de 1936, haciéndose eco de repetidas orientaciones anteriores18, urge a toda la congregación la necesidad de acomodar las misiones a las necesidades presentes e impone reuniones periódicas para la revisión del ministerio19.
En nuestros días, en torno a los años 60, las voces de renovación suenan más fuertes, en foros reducidos y en foros más amplios. En agosto de 1961, del 22 al 26, la Fedap (Federación de Apostolado de la Palabra) celebra su tercer congreso de misiones parroquiales, en Los Negrales (Madrid). En él participan once institutos misioneros: dominicos, franciscanos, capuchinos, carmelitas, jesuitas, paúles, redentoristas, pasionistas,claretianos, oblatos de María Inmaculada y misioneros de los Sagrados Corazones, con un total de un centenar de participantes; los cien misioneros, especialistas en las lides misionales, estudian la renovación de la misión y su adaptación a las exigencias actuales, porque la juzgan necesaria.
No están satisfechos con el tipo de misión que vienen predicando; hay que renovar. Y surgen dos corrientes: la una aspira a enriquecer la misión tradicional con nuevas aportaciones; la otra aspira a dejar la misión tradicional y crear una misión nueva, con estructuras nuevas; ante la nueva situación sociorreligiosa, nueva estructura misional. La primera corriente se lleva a la mayoría de los asistentes; la segunda no presenta unos proyectos objetivos. En todos bulle la necesidad de renovación, y esta manifestación se mantiene aun a costa de que los viejos misioneros sientan la tentación de verse señalados como menos adaptados20. La renovación puede lograr más encarnación en formas, en contenidos, en enfoque y objetivos.
En octubre de 1965 la semana nacional de misiones parroquiales hace eco y extiende los sonidos de renovación en la misión; diez institutos religiosos, más párrocos, misioneros diocesanos, misioneras y seglares reflexionan, en espíritu eclesial, sobre la misión al Pueblo de Dios; en total, unos 150 semanistas21. En el desarrollo de la semana aparece un conjunto estimable de aportaciones a las renovación de la misión en Europa y América y más en concreto en España. Otro conjunto de aportaciones se centra en el mensaje, en el tono y el ritmo que ha de llevar la misión. Todas las aportaciones van dirigidas a la renovación de la misión.
La semana quiere y afronta la renovación a fondo y con todas sus consecuencias. Pero surge el choque. Aún sintiendo todos la necesidad. de la renovación, cuesta dejar caminos recorridos y aceptar otros desconocidos. De fondo está el Vaticano II con su espíritu nuevo. Como idea clara que flota en el ambiente queda la de que la renovación es algo necesario, impuesto por la Iglesia y por la sociedad de hoy. La primera conclusión de la semana dice: «La misión hoy en España tiene que enfrentarse con una renovación a fondo en cuanto a su contenido, a su desarrollo interno y a sus objetivos»; otras conclusiones insisten; la quinta, por ejemplo, afirma: «Respecto a la misión clásica o tradicional, la semana se pronuncia de esta forma: 1.° La reconoce como medio eficacísimo de un período determinado de la Iglesia. 2.° En su contenido, motivaciones y objetivos debe ser renovada muy a fondo. 3.° Recomienda a los misioneros un esfuerzo notable por superarse a sí mismos y tratar de añadir a su predicación anterior toda la riqueza de la renovación teológico-pastoral…»22.
La semana más que una revisión de detalles y aspectos particulares es un nuevo espíritu y postura ante la misión vigente. Párrocos, misioneros y seglares lo ven así.
Estas dos muestras —congreso de misiones parroquiales y semana nacional de misiones parroquiales— son suficientemente representativas del espíritu de renovación que en los últimos decenios ha rodeado a las misiones; por tratarse de reuniones de reflexión y estudio y con una amplia representación eclesial, son indicativas de una mentalidad clara de evolución renovadora. Cada instituto religioso podría aportar datos muy concretos y abundantes del espíritu renovador vivido entre sus misioneros23.
4. Vía operativa
En síntesis histórica, aparecen dos frentes o actitudes fundamentales: conservadores, tradicionalistas, o renovadores, modernistas. Para los conservadores, la misión tal como se viene realizando es algo definitivo y para todos los tiempos; si no es efectiva, no se debe a la misión, sino a los misioneros y a los hombres descarriados. Hay que salvar la misión, porque es un cuasisacramento que actúa a través del misionero, porque sigue haciendo bien, porque sigue existiendo el pecado. Para los renovadores, tal como se viene realizando, ha pasado, ya no es eficaz, responde a las exigencias de una época postridentina, no a la de ahora. Hay que crear otro tipo de misión, más en consonancia con el mensaje evangélico, con la sensibilidad de hoy en lenguaje, símbolos, ceremonias. La opinión conservadora la mantienen, de ordinario, los profesionales de la misión; la opinión renovadora viene de fuera, de teólogos y pastoralistas.
Una tercera postura se abre paso: la adaptación, se adapta la misión; por ejemplo, las propuestas conciliadoras del congreso de Los Negrales (1961) van más por la adición o yuxtaposición de elementos nuevos en la estructura de la misión tradicional que por la creación de misión nueva. La mayoría de los intentos —no todos— han ido por esta vía media de adaptación. La misión de hoy no puede desligarse de una conjunción con el pasado, recogiendo su energía espiritual y su experiencia, ni de una conjunción con el presente eclesial y social24. Tradición y renovación se apoyan. Ayer fue la misión postridentina colaborando con la contrarreforma; hoy es la misión del Vaticano II, colaborando con la Iglesia, sacramento de salvación, en estos momentos25.
II. Mentalización progresiva
La misión es un espíritu en la proclamación extraordinaria de la Palabra, más que una forma concreta de hacerlo. La forma es circunstancial y está al servicio de la proclamación del mensaje evangélico, que es lo permanente. Desde esta visión, es fácil descubrir una mentalización progresiva con respecto a los elementos principales de la misión. Analizándolos en su aplicación misional, aparece la dinámica de una adaptación progresiva. Para mayor grafismo en las líneas que siguen va señalando un «Antes» y un «Después»; es sólo aproximación.
1. Finalidad de la misión
Se va formando mentalidad nueva a lo largo del tiempo con respecto a la finalidad misma de la misión. Es punto fundamental; el misionero ha de saber qué pretende en la misión. Es cuestión que ha enzarzado a los misioneros en las últimas décadas.
Esta es la pregunta: ¿La misión va a convertir o a instruir?
Antes
La misión da una respuesta a favor de la conversión e hilvana acertadamente la temática y los actos con ese fin. Se trata de una conversión de enemigo de Dios a amigo, o a mejor hijo por la gracia; es el paso del estado de pecado al estado de gracia, o el paso de un estado menos evangélico a otro más evangélico. Es lo que hizo Cristo en el comienzo de su predicación: «El Reino de Dios está cerca; arrepentíos y creed en el evangelio»26. Es la tradición de los grandes misioneros, como Vicente Ferrer, Vicente de Paúl, Alfonso Mª de Ligorio, Antonio Mª Claret. Los sermones sobre las verdades eternas, las pláticas sobre los mandamientos y sacramentos van orientados a ese fin. Todo parece culminar en una buena confesión y que el pueblo quede en gracia.
También instruye, porque para convertir hay que instruir; hay frecuentes instrucciones durante los días de misión. Incluso S. Alfonso tiene un libro, titulado «Instrucción al pueblo», que recoge las instrucciones que él daba en sus misiones27. La instrucción viene exigida por la ignorancia religiosa que padece el pueblo, sobre todo en determinadas zonas. «Pero siempre esa instrucción debe estar supeditada, debe ser un medio al servicio del fin grande y primordial de la misión, que es la conversión de los pecadores, y la conversión a corto plazo»28.
Para la finalidad convertidora a corto plazo, la misión se dirige preferentemente al individuo y no a la comunidad; es una concepción individualista de la fe y de una salvación en solitario. El estilo es de moralismo estrecho y de impresionismo tremendista. Prevalece la sacramentalización sobre la evangelización. El núcleo de la vida cristiana se fija en la práctica sacramental, en el cumplimiento dominicial, y no en el hombre nuevo a imagen de Cristo29.
Después
Se va imponiendo el amor sobre el temor. La ética cristiana tiene que ser fruto del amor más que del temor30. Paralelamente va quedando al descubierto la ignorancia básica de las gentes que se dicen cristianas. Resulta una religiosidad de ambiente, de tradición, de masas; no es fe personalizada, arraigada en un convencimiento fruto de una sólida formación. La descristianización se va corriendo en la proporción en que desaparecen los apoyos sociales; ya no es útil hablar de deberes cristianos, cuando no se sabe qué es ser cristiano.
La misión se hace más catequética; no supone un cristianismo cimentado, sino que trata de construirlo. El abanico teológico de las grandes verdades levanta nuevos aires, y temas como Dios-Padre, Jesucristo-salvador, Iglesia-comunidad, bautismo-nueva vida, fe-compromiso cobran dimensiones prioritarias.
Es el aspecto que ha acentuado el congreso de Evangelización y Hombre de hoy. Una ponencia se pregunta: «¿España es católica o es un país de misión?». Sociológicamente parece que es católica; el 86 por 100 de los españoles se declaran católicos; pero teológicamente no es fácil dar una respuesta tan optimista: «Sólo el 7 por 100 de los españoles estarían dispuestos a arriesgar su vida por su fe»31.
Desde esta cruda realidad otra ponencia insiste en el concepto de «segunda evangelización» para España. «Cuando hablamos de segunda evangelización, hacemos referencia a la nueva evangelización que debe fecundar todo un país de tradición cristiana que, al cabo del tiempo y con la evolución histórica y cultural, tiene estratos más o menos amplios y profundos que ya no están impregnados por el evangelio: sectores importantes de población que desconocen la fe cristiana o que se han alejado de ella, grupos numerosos de bautizados que no han personalizado la fe, estructuras vitales de la sociedad (familia, cultura,economía, política…) en grado tal de transformación que manifiestan en el presente serias incoherencias con una concepción cristiana de la vida»32.
Pablo VI recordaba la necesidad que hoy tiene la sociedad del «anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús. La Buena Nueva proclamada por el testimonio de la vida deberá ser, pues, tarde o temprano, proclamada por él Palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios»33.
Con la formación cristiana del individuo la misión persigue simultáneamente la formación de la comunidad, tomar conciencia de la comunidad cristiana de la que cada cristiano es miembro. Es cristiano en comunidad y se salva en comunidad. Es el sentido comunitario de la salvación34. El congreso de Evangelización y Hombre de hoy35 señala como finalidad de la evangelización «la re-creación de una nueva humanidad…, la humanidad creada-por-Dios-según-la-forma-de-Jesús», el hombre nuevo; «como finalidad mediadora, la evangelización tiende a constituir las iglesias locales». Es el hombre nuevo paulino, que es el hombre visceralmente cristiano: «Cuanto a mí, jamás me gloriaré a no ser en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo; que ni la circuncisión es nada ni el prepucio, sino la nueva criatura»36.
2. De misión de parroquia a misión de zona
Antes
La cultura de occidente está marcada por el dualismo ciudad-pueblo, por la antítesis entre cultura urbana y cultura rural. «La misión parroquial surge, precisamente, como fruto de este dualismo: de una iglesia de la ciudad frente a una iglesia del campo; de una especie de desnivelación en la acción pastoral ordinaria: un núcleo fuerte que se halla en la ciudad, y un debilitamiento de la vida cristiana y de la acción pastoral en el campo. En los momentos de renovación surgirán actividades apostólicas que se irán desplazando hacia regiones necesitadas.
«Pero esto únicamente será posible cuando esté plenamente desarrollado otro factor importante: la predicación extraordinaria.
«Así la misión, en un principio, se presentará como una acción pastoral específica en centros rurales»37. Más tarde la misión se aplica a la parroquia urbana, como acción extrordinaria en apoyo a la pastoral ordinaria. Esto se hará más urgente en los suburbios, barrios obreros y otras situaciones más necesitadas.
Ejemplos palpables son los de S. Vicente de Paúl y de S. Alfonso. A Vicente de Paúl no le va ser canónigo de Ecouis; el campo, las gentes del campo le llaman. Margarita de Silly promete ayuda a quien misione las aldeas de sus posesiones. Vicente ve el camino de su vocación y acepta el compromiso, y con algunos compañeros misiona las tierras de Gondi38. Alfonso siente la inspiración de la congregación misionera de los redentoristas cuando ve a los pastores y gentes del campo en necesidad alarmante de catequesis cristiana39.
La misión ha sido una evangelización aislada de cada pueblo. La práctica aún reciente y, en casos, aún perdurante, ha presentado a los misioneros de pueblo en pueblo y parroquia en parroquia en etapas sucesivas y sin conexión. El párroco desde sí y por sí piensa la misión y la solicita. Sus compañeros de zona se enteran como simple noticia de vecindad,sin intervenir en la decisión y menos en la programación. Era, y en ocasiones lamentablemente todavía es, cuestión exclusiva de párroco y misioneros.
Después
Desde hace tiempo, el sentido pastoral ha abogado por la misión de zona, abarcando las parroquias vecinas. El modelo de zona puede ser la ciudad grande o el arciprestazgo rural.
La segunda semana de misiones parroquiales —6-9 septiembre 1966— aborda la misión dentro de la pastoral de conjunto y llega a esta conclusión: «La misión parroquial no puede continuar siendo «aislada», sino que bajo la forma de misión general o regional ha de integrarse en la pastoral de conjunto. La misión debe organizarse a base de zonas humanas o unidades sociológicas previamente estudiadas»40.
El movimiento sociológico va reduciendo los habitantes en los pueblos y los va acrecentando en las ciudades. Las misiones, que han sido preferentemente rurales, están siendo llamadas a evangelizar ciudades y zonas amplias. Los misioneros redentoristas constatan en 1968: «Nuestras misiones de línea marcadamente rural, dadas frecuentemente en pueblos aislados…, van desapareciendo o perdiendo actualidad… Las misiones aisladas van cada día a menos y nace una nueva forma de misionar: la misión por zona»41.
En septiembre de 196.8 la Comisión Episcopal de Pastoral organiza en Majadahonda las Jornadas Nacionales de Pastoral Misionera; intenta conjuntar y proyectar acertadamente la gran fuerza misionera existente en España. «Comprobación palpable en el ambiente fue la no vigencia ya del tiempo de misión aislada y ocasional que vigió hasta hace poco. La misión del futuro ha de planificarse a escala zonal, diocesana, e incluso supradiocesana y nacional»42.
Es la misma pedagogía misionera seguida en otros países de Europa. Cuando surge en Francia, a mediados de nuestro siglo, el movimiento de renovación de la misión, arranca de la planificación zonal43. Más que de misión parroquial, en singular, hablan de misiones parroquiales, en plural, porque de ordinario la misión no queda circunscrita a una sola parroquia, sino que abarca varias. Incluso obispos de la nación vecina prohiben en sus diócesis misiones aisladas; habrán de darse misiones generales que engloben las parroquias unidas por las mismas circunstancias sociológicas.
El mismo congreso de Evangelización y Hombre de hoy selecciona como experiencia ejemplar el estilo de misión zonal realizada en España44.
Esta nueva mentalidad de misión de zona, más que de parroquia aislada, está apoyada en dos bases fundamentales, una sociológica y otra pastoral. La sociológica contempla las migraciones constantes, los intercambios festivos y laborales en la misma zona; esta realidad está pidiendo una acción conjuntada en la pastoral; las influencias ambientales no quedan reducidas a las que provienen de la sola localidad de vivienda, sino que, como semillas llevadas por el viento del trasiego humano, van llegando de otras poblaciones y otros grupos humanos. Si la misión zonal evangeliza simultáneamente esos ambientes y los conecta con el mensaje evangélico, los grupos humanos de la zona reciben a la vez el kerigma salvador.
La base pastoral se apoya en las directrices de la pastoral de conjunto. Hoy la pastoral tiene que romper el círculo estrecho de la propia parroquia para enlazarse con la pastoral más amplia de la ciudad o del arciprestazgo. El franco tirador pierde las batallas; sólo las fuerzas conjuntadas son capaces de ganarlas. En pastoral pasa así. Parroquia que se aísla es parroquia que se debilita. También aquí «la unión hace la fuerza».
3. Desde la antropología y la teología
Antropología y teología se unen para mantener en evolución la misión. Antes de emprender la acción, el misionero tiene que clarificar los presupuestos a los que atenerse. Por ser la misión acción religiosa, la doctrina de la Iglesia tiene que estar de base; por estar destinada a personas, tiene que conocer las circunstancias sociológicas.
Antes
En el orden sociológico, los tiempos pasados ofrecen unas situaciones más estables. Por el predominio de lo rural o de los simples servicios administrativos, el hombre se mantiene en unas exigencias uniformes. El modo de vivir de los abuelos lo siguen, en grandísima parte, los nietos,biznietos y tataranietos. El hombre y sus costumbres se mantienen casi idénticas en cualquier región y pl nivel de aspiraciones varía poco de un lugar a otro.
Tan habituado al ritmo establecido, rechaza lo que se presenta con alguna novedad; lo nuevo inspira miedo, e incluso se predica el deber de protegerse contra la innovación en ideas y costumbres, de retirarse de los cambios por temor a la contaminación45.
En el orden teológico-pastoral, la doctrina y la práctica están claramente definidas. Los enfoques de la Summa Theologica y la doctrina de Trento, con la colaboración del Código de Derecho Canónico, marcan líneas inequívocas. La doctrina es estable y permanece año tras año. La predicación puede usar los mismos sermones tiempo y tiempo.
Después
En épocas no tan remotas, las condiciones sociológicas han experimentado muchos y profundos cambios. Las revoluciones ideológicas, por un lado, y las transformaciones industriales, por otro, han creado una cultura humana distinta; un hombre nuevo por los condicionamientos antropológicos puebla hoy la tierra.
El congreso de Evangelización y Hombre de hoy46 analiza «El hombre a evangelizar en la España actual» y consigna sus características: el hombre de hoy es plural, con cultura secularizada, con mentalidad científico-técnica, con política democrática, con economía capitalista; es plural también en lo religioso: practicantes, no practicantes, no creyentes, creencias eclécticas, otras religiones.
Este es el hombre español al que hoy llega la misión parroquial. En estas condiciones de hombre y de sociedad la misión no puede quedarse en clichés anteriores, en trajes a la medida del hombre de ayer; tiene que descubrir nuevas entradas para llegar a él y servirle el mensaje evangélico. El hombre español de hoy resulta un reto al que no estaba acostumbrada la anterior misión popular. Acaso por esta confrontación sociológica, muchos misioneros se han dado en retirada y han abandonado las misiones; tenían una imagen de hombre bien medida, y de pronto la sociedad les ha puesto en el mercado otro hombre, al que no estaban acostumbrados. La misión, si quiere ser fiel, ha de salir al encuentro del hombre de hoy, tan plural y distinto, con otras formas; la misión ha de evolucionar y encontrar modos nuevos de diálogo evangelizador.
La teología empuja también el viraje de la misión. Con el _Vaticano II se abre una nueva mentalidad teológica, o lo que es lo mismo una nueva visión de la relación Dios-hombre, hombre-Dios. La Biblia es piedra base de construcción; la teología, con su visión de Dios como Padre y de Cristo como Redentor del hombre, de la Iglesia como comunidad de los bautizados y de la humanidad como familia que camina por la historia, abre nuevos enfoques a la religiosidad cristiana; la liturgia, como el diálogo de los hermanos con el Padre, ofrece experiencias de fe. Desde estos enfoques cobra fuerza la comunidad eclesial, compromete más a fondo la convivencia entre los hombres y la responsabilidad con las realidades terrenas, brilla con luces de esperanza el futuro escatológico. Cristo, luz de las gentes47, está con los hombres, recorriendo con ellos como Redentor el camino de la historia.
La misión popular resulta así una celebración extraordinaria del misterio cristiano y alienta la experiencia gozosa de vivir juntos como hermanos, caminando hacia el Padre. Es, desde luego, una visión renovada de la fe, que urge a la misión enfoques más fieles al evangelio y creadores de un cristianismo más consciente y comprometido. La teología está empujando hoy fuertemente la renovación de la misión, y sólo desde una fidelidad a la teología encontrará el método acertado para la regeneración cristiana.
Enfoque teológico actual es también la doctrina orientadora de «los signos de los tiempos». «Para cumplir esta misión (servicio pastoral) es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del evangelio, de forma que,acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambos»48. Otros textos del Vaticano II repiten la orientación de los signos de los tiempos como referencia para que la Iglesia ejerza eficazmente su misión49.
Los signos de los tiempos actuales exigen una evolución en la evangelización. El Vaticano II marca un tipo nuevo de misión, como marcó tipo el Tridentino. La misión es servicio extraordinario al hombre y es el hombre el que la condiciona en sus formas. Hombre y teología hacen la misión popular de hoy.
4. Convocación del pueblo
Formas diversas ha seguido la misión en su historia en la convocación que hace al pueblo para la proclamación del mensaje. Puede verse en aspectos varios: como masas o grupos, estados o profesiones, en iglesias, plazas, salones o casas, durante una semana ó 10, 12, 15, 20 días. También aquí aparece la evolución.
Antes
Preferentemente es la iglesia, el templo parroquial el lugar de concentración; es convocado el pueblo cristiano en bloque. La misión es pastoral de masas, a diferencia de otros actos particulares de devoción, la misión convoca a todos y en conjunto. Los actos misionales fuertes son para el pueblo reunido; todos están llamados a salvarse y todos oyen las verdades de salvación.
Circunstancialmente la misión convoca en plazas, cuando hay actos más masivos; siendo insuficiente la iglesia, la plaza es la solución. Hay también atención a estados particulares; se convocan fuera de la masa para recibir ellos a parte iluminación evangélica particular.
La misión se prolonga durante una semana, es lo más ordinario; es más fácil, incluso, para la fijación de fechas y la distribución de los misioneros que, en campaña continuada, pasan de pueblo a pueblo. También se da la misión más extensa, de 10 y más días; hay santa libertad, según las circunstancias.
Después
Lo masivo se ha venido rompiendo, en parte, mediante la multiplicación de centros en la misma parroquia. Es frecuente que los centros estén fuera de lugar sagrado. En la misión de Cartagena, dada por la Fedap en 1958, se fijan 33 centros, con un cálculo de 4.000 personas por centro50; en la de Osuna (Sevilla), en 1965, se organizan los centros a tenor de 1.500 personas por centro51. Los centros se colocan no donde está el templo, sino donde vive el pueblo52; por eso, a la misión de Constantina (Sevilla), en 1950, se le critica el no haber puesto los centros en los barrios, que es donde está la gente necesitada53. Un salón, un cine, cualquier lugar cubierto puede ser adecuado. En la misión de Barcelona, en 1951, son 483 los centros; de ellos sólo 101 son en parroquias; 69 en iglesias de religiosos y en cines, salones,el Gran Price, capaz para 5.000 personas; 107 son centros sociales, salas de fábrica y talleres; 12 centros de barracas, varios al aire libre; 27 centros escolares, y otros más54. En la repetición de la misión, en 1961, la novedad son los entoldados; la insuficiencia de los templos se suple con 22 grandes tiendas de lona, capaces de albergar cada una a mil personas55.
Con el tiempo los misioneros se cuestionan la derivación de la evangelización de masas a la evangelización de grupos más pequeños. No se abandona la masa, sino que se cultiva desde los grupos; los grupos evangelizados evangelizan la masa. La razón del pequeño grupo es la mayor encarnación y comunicación; la persona está más cercana y más atenta; los problemas y orientaciones se detectan con más realismo y aparecen más al alcance. En grupo reducido de 15 a 30 personas, hay más posibilidad de diálogo e intercomunicación56. Es la fórmula más aceptable para la psicología de hoy; no se quiere ser masa; se quiere personalización y diálogo.
La misión actual viene intentando la desmasificación mediante las asambleas familiares cristianas. Son grupos de unas 20 personas,reunidas en casa familiar, en diálogo de amistad sobre temas humanos y religiosos a la luz del evangelio; según el número de habitantes de la parroquia, pueden formarse 10, 20, 80, 150 asambleas familiares en la misión. De esta situación se hizo eco el congreso de Evangelización y Hombre de hoy de 198557.
En Francia la misión idea el «hogar-eje» para los más alejados y no cristianos58. Un hogar cristiano, al que llaman «hogar-eje», invita a su casa, para un diálogo con el misionero, a alejados o no creyentes vecinos suyos; les invita a conversar libremente con quien le va a escuchar sin prejuicios y con el que podrá mantener un diálogo confiado, sin formulismos ni compromisos. La experiencia tiene resultado en proporción a la amistad que une a los vecinos.
La duración de la misión propiamente dicha o presencia de los misioneros en la parroquia ha ido más bien prolongándose. En el ambiente está que, a más población, más días, en general. Los misioneros recuerdan la lucha con los sacerdotes locales en la organización de la misión de Cartagena, en 195859; unos quieren ocho días sólo, otros alargan hasta diez, otros hasta doce; los misioneros de la Fedap logran que sean quince días de misión. Dos semanas viene siendo la duración de la misión normal de la misión actual en parroquias de, al menos, mil habitantes. Hay tendencia a practicar misiones de permanencia más larga, según las necesidades del lugar. Así se hizo, por ejemplo, en el barrio La Chancha de la ciudad de Almería60. La idea es permanecer en una zona hasta crear una estructura de evangelización que permita la continuidad pastoral.
5. Agentes de la misión
La dinámica de la misión parroquial resalta en la movilización de agentes para la acción misionera. Del ayer al hoy la misión viene solicitando las más fuerzas posibles y una acertada coordinación entre ellas.
Antes
En mirada retrospectiva, la misión aparece como obra clerical. En el primer momento son el párroco y el superior de los misioneros quienes se ponen de acuerdo sobre el sí o el no y el cuándo y cómo de la misión. Unas cuantas cartas, a veces una de cada parte, conciertan la misión. En la ejecución es la bina misionera o el misionero quienes llevan activamente esas jornadas. El párroco con frecuencia descarga toda preocupación en los misioneros y los seglares reciben pasivamente la misión.
En la planificación actúan con independencia cada casa religiosa o cada instituto. Es un potencial misionero en activo en muchos frentes parroquiales y cada frente sigue su propia dirección.
Después
La praxis misional ha descubierto otros agentes, y valiosos. El párroco actúa colaborando en la acción y siguiendo responsablemente la postmisión. Sacerdotes diocesanos se han convertido en misioneros, formando binas de predicación, como en Miranda de Ebro (Burgos) y su zona61, en Ciudad Real62, en Balaguer (Lérida) y su comarca63: son ejemplos de 1967; de antes y después hay otros muchos; ellos dirigen misiones, como la de Barcelona de 196164. La figura más notable del sacerdote diocesano misionero la ofrece la Hermandad Misionera de S. Vicente de Paúl, que predica grandes misiones, como las de Valencia, Málaga, Vitoria y otras65.
Las religiosas entran también en la plantilla misionera, con dedicación y ejempláridad. Si no dan los grandes sermones, sí preparan eficazmente el terreno; su siembra de amabilidad casa por casa y con grupos recoge tantos y más frutos que las predicaciones de los misioneros. Sólo unos botones de muestra. De la misión de Cartagena, en 1958, la crónica habla de la preparación inmediata de la misión por obra y gracia de ocho damas catequistas, que «hicieron durante veinte días de trabajo agobiante una labor realista, discreta, competente y a fondo»66. La misión de Miranda de Ebro y zona, cuenta con la colaboración de diez cruzadas de la Iglesia67 y Balaguer ve la presencia misionera nada menos que de veintidós religiosas68; en Rota (Cádiz) colaboran las misioneras del Redentor69. En la misión de Carmona (Sevilla), en 1964, veinte misioneras de diversos institutos religiosos visitan todas las casas las dos semanas anteriores a la misión; «la labor de las religiosas debe considerarse como de las más positivas»70.
Bien conocida es la habitual y fecunda colaboración que paúles e Hijas de la Caridad mantienen en las misiones populares. Las Hijas de la Caridad están demostrando un sentido pastoral acertado y penetrante que, en muchos casos, es lo decisivo para el éxito misional.
Los seglares entran igualmente en liza misionera. Hoy parece tan normal la intervención misionera del seglar; la teología del Vaticano II le revive su espíritu misionero desde su condición de miembro de la Iglesia71. La misión popular lo descubre con antelación. El cronista resalta como novedad de la misión de Sevilla, en 1941, «la movilización general del apostolado seglar»; de dos en dos se adelantaban en las parroquias preparando la presencia del misionero72. Todavía faltaban más de veinte años para la promulgación de la doctrina del Vaticano II73. En 1965 Sevilla vuelve a tener misión y repite «la colaboración de los seglares, tan nutrida y tan entusiasta»74. Y como en la capital del sur, en otras muchas del centro y del norte la misión moviliza al seglar misionero.
La importancia de estas colaboraciones en la misión motiva a los redentoristas la celebración del primer Cursillo de Auxiliares de misiones parroquiales; se celebra en Madrid en 1966 y reúne a participantes llegados de diversas provincias. Una de las conclusiones del cursillo dice: «Todos sentimos la necesidad de conseguir una auténtica formación, según las orientaciones conciliares, para hacernos eficaces apóstoles en el ministerio extraordinario de las misiones parroquiales»75. Es frecuente también que, en los días anteriores a la misión, se dé un cursillo a los que van a intervenir más directamente como auxiliares misionales; así se hace, por ejemplo, en la misión de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) en 196276 y en la de Miranda de Ebro77 y en la de Ciudad Real, en 196778.
La misión popular lanza misioneros y se cuida de su coordinación. En las últimas décadas los institutos misioneros se han organizado para mejorar la acción misionera; no es cada superior quien decide; al menos desde determinado volumen de habitantes, y por tanto de misioneros, la decisión y coordinación pasa a organismo provincial. A modo de ejemplo baste citar el caso de los redentoristas; en 1956 el Superior Provincial crea la Comisión Provincial de Ministerio Apostólico y le asigna el cometido de «organizar todas las misiones generales en que deban intervenir más de seis Padres pertenecientes a más de dos casas»79. Años más tarde es el Cesplam (Centro de estudios y planificación misionera) quien asume la responsabilidad de las misiones populares80.
A nivel nacional, la Confer crea la Fedap (Federación de Apostolado de la Palabra). A la Fedap pertenecen los institutos «que por su institución, bula o ejercicio» se dedicaban a la predicación»; era en 1956. A ella le corresponde la dirección de las misiones generales en las que intervienen varios institutos misioneros. Misiones de la Fedap son, entre otras, las de Almería, Andújar, Cartagena y Linares, en 1958, la de Murcia en 1961, la de Valladolid en 196281. Los misioneros en España no son mosaico de reglamentos de cada instituto, sino imagen cuidada de una coordinación general.
6. Los medios técnicos
En el correr de los tiempos la misión ha echado mano de los medios técnicos más a propósito para hacer llegar el mensaje. También aquí se advierte la mentalización progresiva.
Antes
En épocas pasadas la misión llega a conocimiento de todos; es noticia importante en la monotonía de una vida cerrada; por otra parte, una conciencia fundamentalmente cristiana impulsa a recoger el mensaje para recordarlo y vivirlo.
Después
La era contemporánea crea medios técnicos de difusión eficaces, y la misión los utiliza. Las grandes ciudades son las que más los necesitan y, por tanto, las que más los emplean. Un caso paradigmático puede ser la misión de Barcelona, en 1961. «Para la propaganda se emplearon todos los medios modernos de difusión: la prensa, la radio, la televisión, los carteles murales, los pasquines, las octavillas y hasta los coches parlantes o coches altavoces. Los seis periódicos de Barcelona abrieron ampliamente sus páginas a la propaganda misional. Las empresas de radio Juventud, radio Barcelona, radio España de Barcelona y la Voz de Cataluña ofrecieron generosamente sus antenas para difundir la idea de la misión. El Estado también colaboró con sus servicios de radio y televisión. Los carteles y octavillas se repartieron con verdadera profusión: 200.000 de los primeros llenaron los muros de los edificios de Barcelona y su comarca, y 2.000.000 de las segundas cayeron como una riada sobre las calles y sus plazas. Sesenta voluntarios vespistas recorrieron la ciudad sembrándola de octavillas; a ellos se unieron las avionetas del Aeroclub de Sabadell; cinco días volaron sobre Barcelona llenándola de propaganda misional. Como si esto fuera poco, también concurrieron los coches con sus altavoces, particularmente en las horas punta del día, para anunciar el gran acontecimiento de que iba a ser testigo Barcelona. Las empresas comerciales: Coca-cola, Pepsi-cola, Beter, Cadie y Damm pusieron gratuitamente a disposición de la propaganda misional sus coches con su chófer. Estos coches hicieron unos 65 servicios, con un recorrido de 1.500 kilómetros, anunciando la misión».
«Otros medios que empleó la Comisión de propaganda para formar ambiente misional en Barcelona fueron los pasquines transparentes colocados en todos los autobuses y tranvías de la ciudad; las proyecciones en las pantallas de todos los cines, quince días antes de comenzar la misión; 15.000 banderines para los coches, distribuidos por grupos de jóvenes y por la sección femenina, y 500.000 sellos distribuidos en los colegios y casas comerciales más importantes»82.
Es una muestra de una misión y de una época; en las grandes ciudades se trabaja así, y proporcionalmente en las poblaciones más pequeñas. Carta del obispo y carta del párroco llegan casi siempre a los hogares, invitando personalmente; charlas o noticias por radio y escritos en la prensa suelen ser medio comúnmente utilizado; el cine proyecta filminas: «Esto es el colmo, decía el gerente de una red de cines en la misión de Mérida. Vienen a hacernos la guerra y tenemos que ser nosotros los que les ayudemos a ganarla»83. Los carteles son la llamada que surge en cualquier pared.
La megafonía es la gran garganta misionera, en el templo y en la calle. Los altavoces tienen sus inconvenientes colocados en el exterior, sobre todo en la torre de la iglesia; en la misión de Cartagena, en 1958, el alcalde manifiesta que «el rango de Cartagena y la sensibilidad de los cartageneros no sufrían que los actos misionales resonaran en la calle a través de los altavoces»84. De la misión de Barcelona, en 1951, hablan de 3.800 altavoces, con un total de cien kilómetros de hilo telefónico85.
III. Contenidos de la misión
La misión ofrece unos contenidos estructurales y temáticos. Son densos y fruto de experiencia y estudio de generaciones. Pero es dificil sintetizarlos, porque cada instituto misionero ha desarrollado sus líneas en método misional propio. Muchos institutos misioneros, muchos métodos misioneros, muchas clases de misiones parroquiales dentro siempre de unos contenidos generales comunes.
Atendiendo a los contenidos estructurales, la misión es un proceso largo, incluso de años; tiene tres momentos: premisión o preparación de la misión, misión o presencia intensa de los misioneros, postmisión. Los contenidos temáticos se concentran, sobre todo, en la etapa de la misión.
1. La premisión
Es una etapa que se ha prolongado más o menos y que ha tenido mayores y menores contenidos86. En la misión de Ubeda, en 1957, el redactor redentorista compara esas diferencias de más o menos. «Hasta ahora, a nosotros —y digamos lo mismo de los misioneros de los otros institutos— llenos de un enorme optimismo sobre las favorables disposiciones de los pueblos, nos bastaba con que el párroco dijera en la misa del domingo anterior que iba a haber misión, para que, al sábado siguiente, nos presentáramos diciendo: «Ya estamos aquí. Pax vobis!». Tenemos que darnos cuenta de que esos tiempos han pasado. «Las misiones hay que prepararlas»87.
Al menos en las tres o cuatro últimas décadas, se da mucha importancia a la etapa de premisión, sobre todo en las parroquias más habitadas, y puede durar meses y un año y dos. Abarca tres momentos:
a) Preparación remota
Los responsables toman la decisión de la misión y los misioneros la aceptan. Se produce el primer encuentro para programar objetivos, conocer situaciones, planificar centros y número de misioneros,determinar fechas. Se ponen en marcha comisión y subcomisiones; la comisión central lleva la coordinación, las subcomisiones atienden áreas parciales. Por ejemplo, en la misión de Barcelona de 1961 son tres: la infantil, la de propaganda y la de hacienda88; en la de Ciudad Real de 1967 son seis: intendencia espiritual, caridad, medios de comunicación, juventud, liturgia, hacienda89.
b) Preparación próxima
A medio camino del comienzo, otro encuentro del misionero con sacerdotes y seglares; se intensifica la propaganda y se incorpora lo más posible a la gente seglar.
c) Preparación inmediata
A un tiro de piedra del comienzo, el último encuentro de preparación trata de que todo esté a punto para la llegada, ya próxima, de los misioneros. Reuniones con los responsables y compulsación de la efectividad de lo hasta el momento realizado.
En una etapa u otra se van incluyendo diversos actos. Acto inicial es la comunicación oficial de la misión por parte del obispo y del párroco o párrocos; para la misión de Barcelona, en 1961, el obispo publica escaladamente cuatro documentos90; para la misión de Valladolid, en 1962, el obispo publica varias pastorales y el vicario general envía también sus circulares91.
Acto importante es la oración; es una idea insistente. Se imprimen oraciones, que se rezan en particular y en común, se piden oraciones a las monjas y a los colegios. En la misión de Granada, en 1949, el obispo ordena oraciones y rogativas en la capital y en todas las iglesias de la diócesis; rosarios de la aurora concentrados en la ciudad92. La oración a la Virgen y la presentación de su imagen es signo preferido; por ejemplo para la misión de Mérida (Badajoz), en 1966, hacen una peregrinación al santuario de Guadalupe93.
La radio y la prensa juegan papel importante en la preparación con frecuentes intervenciones programadas. Importante también en esta etapa es la visita domiciliaria, los sacerdotes, religiosas y seglares pasan invitando personalmente; es un resorte de gran influencia; por ejemplo en Talavera de la Reina (Toledo), las religiosas hicieron maravillosa labor de captación en estas visitas casa por casa.
Trabajo importante en la premisión es el estudio sobre la situación sociorreligiosa de la población. En muchas misiones ha bastado una impresión general manifestada por el párroco; en los últimos tiempos se impone un estudio más a fondo; los cambios sociales han trastornado la situación religiosa y hay que conocerla; ha habido misiones que han elaborado estudios largos y con método técnico. A modo de ejemplo, el estudio premisional de El Escorial94 recoge el ambiente social, religioso, cultural y moral de la población; el estudio de Balaguer y su comarca recoge la situación de una zona en transformación social e industrial95.
Cuando se trata de misiones con participación de diversos misioneros, la dirección organiza reuniones previas con ellos para conjuntar principios y objetivos; así, por ejemplo, en la misión de Sevilla, en 196596, y la misión de Miranda de Ebro, en 196797. En todo caso, antes de comenzar la misión, cada misionero recibe una carpeta con el estudio sociológico, la organización de la misión y demás datos necesarios; frecuentemente forma un folleto respetable, como en la misión de Balaguer98.
Además de todo este movimiento preparatorio, un conjunto de homilías premisionales invitan y preparan los ánimos. Los domingos anteriores a la llegada de los misioneros, los párrocos de forma más directa y calurosa preparan a la gente para el paso del Señor en las jornadas misionales.
La premisión es etapa relevante; en gran parte la misión depende de la captación que esta etapa logra. Va creando ambiente, disponiendo actitudes, disipando prejuicios, sugiriendo medios, mentalizando para acoger al Redentor en sus enviados. La trascendencia indiscutible de esta etapa previa preocupa a los misioneros y la estudian; así, por ejemplo, el sexto congreso de misiones redentoristas, en 1968, adopta como tema central la premisión: noción, objetivos, agentes, etc.99.
2. La misión
Este es el momento más importante de la acción misionera. Es la misión propiamente dicha. Se inicia con la entrada de los misioneros en la parroquia y se extiende hasta el día de su salida.
En esta etapa hay unos contenidos de temática y de actos. Presentarlos en un escrito como éste es complicado, porque cada instituto suele tener su método misional propio, con sus peculiaridades y resulta muy dificil poder esquematizar tanta diversidad de actos y de temarios100. No obstante, sí es posible una síntesis de los elementos más comunes y de la evolución de la temática.
1. Temática
La misión es proclamación extraordinaria de la Palabra, exponiendo el mensaje de Cristo para la salvación del hombre; necesariamente un contenido fuerte es la temática o contenido de las predicaciones. Se puede distinguir una temática general, dirigida a todo el pueblo de Dios, y una temática específica, dirigida a estados o profesiones particulares.’
a) Temática general
Ha habido una rica variedad de exposición a lo largo del tiempo101. Como tipos de temática general se puede distinguir una temática anterior, hasta mediados de nuestro siglo; una temática reciente, que se va seleccionando hasta la década de los 80, y la temática actual, que parece ir prevaleciendo.
— Temática anterior
Tiene un objetivo concreto y es el de conseguir, a corto plazo, la conversión de los cristianos, que dejen su vida de pecado y que sean cada vez más fervorosos, y desde esta conversión conseguir la salvación: «¡Salva tu alma!», es la sentencia que suena machacona. Para conseguir este objetivo, la misión monta una trabazón temática de verdades eternas y de deberes de mandamientos y de sacramentos; el pecado es el enemigo. El P. Ramón Sarabia, célebre misionero redentorista102, publica, en 1936, un temario que puede ser representativo:
- Pláticas (mañana): penitencia, contrición, propósito de la enmienda, sinceridad, confesión general, deberes de los hijos, la oración, comunión general…
- Instrucciones (tarde): los enemigos de la misión, la historiá del Perpetuo Socorro (Patrona de la misión), el examen de conciencia, los mandamientos…
- Sermones (noche): excelencia de las santas misiones, la salvación del alma, el pecado mortal, la muerte, el juicio, el infierno, deberes de los padres, la blasfemia, ocasiones de pecar, la Virgen María, la cruz…103.
— Temática reciente
En torno a la mitad de siglo se intenta abrir la temática anterior. Soplan ya los aires renovadores que en la pastoral consagrará, años después, el Vaticano II. Por efecto del mismo concilio, desde la década de los 60 se busca una temática más conforme a la nueva mentalidad104.
Un aire fresco de renovación orea a los misioneros. Van dejando temas menos aptos, como los que se apoyan preferentemente en el sentimiento y en el temor, por ejemplo las verdades eternas, y colocan en su lugar temas renacidos de la teología actual. Se quiere ver al cristiano desde su ser en Cristo por el bautismo y sus existencia comunitaria como miembro de la Iglesia. Nacen temas sobre Cristo y sobre su Cuerpo místico, que es la Iglesia; cobra valor la parroquia como comunidad de fe, de culto y de amor, en la que vive el cristiano.
Para la renovación de la temática intervienen dos factores: la reflexión, mediante sesiones de estudio en congresos, semanas, cursillos, y la praxis o la aplicación progresiva de cambios en la misión. Son años fecundos de estudio y de experiencia. Ellos son los que generan la renovación revolucionaria que actualiza la misión y la salva. Todos están convencidos de la necesidad de renovación temática.
Reuniones de estudio revisan y renuevan la temática desde la teología conciliar. Los institutos misioneros conjuntamente celebran varios congresos de misiones parroquiales, en los que confrontan ideas y enfoques, y de los que salen propuestas de temarios105. Los institutos misioneros constituyen ya por estas fechas la Fedap y trabajan con–la fuerza que les da la federación. Otra reunión de ámbito nacional es la convocada por la Comisión Episcopal de Pastoral y celebrada en Majadahonda en 1968106.
Simultáneamente los institutos celebran sus reuniones internas de estudio. Los redentoristas, valga la referencia, estudian por partes, año tras año, los diversos temas y llegan a conclusiones prácticas107. Las semanas, cursillos y convivencias están abiertas a otros misioneros como ponentes y participantes. De estas reuniones salen temarios misionales totalmente renovados.
Alternando con las reuniones de estudio, los misioneros se aplican al ejercicio renovado de la misión; estudio y práctica corren a la par y así gana la misión. En la misión de Almería, en 1958, los misioneros de la Fedap siguen fundamentalmente el temario jesuitico108; en Barcelona, en 1961, la comisión central de sacerdotes elabora temario nuevo y lo somete a la opinión de los religiosos misioneros109; para cada día de la misión propone un motivo misional, como hito al que converger los esfuerzos de la jornada. En una reunión de misioneros en Valladolid, en 1961, los redentoristas deciden que «la predicación de la mañana en misión deberá hacerse, en adelante, o bien antes de la misa, o, mejor aún, después del evangelio» como homilía110; en 1965, formulan el acto de la noche como una celebración de la Palabra, con sus lecturas, homilía, signos-símbolos, preces111. En Alcázar de San Juan, en 1962, comienzan proclamando la paternidad de Dios112, dando así el enfoque prioritario de la misión. En El Escorial, en 1963, «se suprimen casi todos los resortes de la misión tradicional, aún el acto de desagravio»113. En Osuna, en 1965, emplean otro lenguaje, otras formas de expresión, un mundo de símbolos, otros cantos, otro tono; da la impresión de que la vieja misión desaparece114. En Miranda de Ebro y en Ciudad Real, en 1967, aplican temarios originales115.
En esta etapa de reelaboración temática van de la mano tradición y renovación; la renovación se introduce apoyada en la tradición; la tradición avanza en alas de la renovación. En los temarios se entremezclan títulos de ayer y títulos de hoy. «Se acepta por unanimidad —casi— el principio de centrar la misión en Cristo y desde Cristo. La misión no quiere ser otra cosa que preparar y realizar el encuentro con Cristo muerto y resucitado, que viene ahora a salvarnos en el marco de su Iglesia»116. Es principio asumido por el congreso misional celebrado por los redentoristas en Valladolid, en 1963.
Este congreso elabora temario para misiones de 20, de 15, de 12 y de 10 días117. Lo elabora en tres grandes bloques lógicos, con veinte títulos progresivos:
I. Sermones de presentación y conversión:
0. Saludo: Jesucristo, centro de la misión.
1. Jesús nos revela al Padre.
2. Dios Padre nos quiere salvar: Jesús, nuestra salvación.
3. El pecado, misterio de iniquidad.
II. Sermones morales y de santificación:
4. La muerte y el cristiano: muerte con Jesús y muerte sin Jesús.
5. Juicio: encuentro con Jesús, misericordia y juez.
6. Jesús nos libra de la amenaza del infierno.
7. Me levantaré e iré a mi Padre.
8. Creemos en la Iglesia, una, santa, católica.
9. En la Iglesia del Señor, el mandamiento nuevo.
10. Celebremos con júbilo el día del Señor.
11. La familia cristiana.
12. La prudencia cristiana: ocasiones para el bien y ocasiones para el mal.
13. En la Iglesia de Jesús, la Madre de Dios es nuestra Madre.
14. Oremos en el nombre del Señor Jesús.
III. Sermones de perseverancia:
15. La parroquia, comunidad de fe, de culto y de amor.
16. Apostolado cristiano.
17. El mundo, causa de tropiezo para el cristiano (escándalo).
18. Luchad y perseverad hasta el fin: fidelidad a Jesús y perseverancia en la Iglesia.
19. Ven, Señor Jesús: Esperamos la venida del Señor.
20. Con este signo venceréis: la cruz, misterio de redención.
Otros ejemplos de temarios de esta época pueden verse en la misión de Vitoria, en 1961, dada por la Fedap118 y el de la misión de Barcelona, en el mismo año119 y el de la misión de Pamplona, en 1964120.
— Temática actual
Por temática actual aquí y ahora se entiende la que parece que se está formulando hoy; no hay nada fijo ni consénsuado, pero sí hay atisbos o pistas que indican la dirección de los temas. Se parte siempre de la mentalidad que creó el Vaticano II y se abordan temas de actualidad. Ejemplos: Dios Padre, Jesucristo Redentor, la Iglesia, la parroquia, la caridad, el pecado, la Virgen María, la familia cristiana; bautismo y demás sacramentos; tercera edad; temas de matrimonio y familia, de juventud y adolescencia; diálogos sobre la fe, transmisión de la fe, la solidaridad humana, la responsabilidad profesional…
b) Temática especial
De la misión anterior da datos significativos el veterano P. Sarabia121. Además de la misión a niños, apunta conferenciar a hombres por la noche después del sermón grande; a media tarde, en días distintos, conferencias a doncellas —así se expresa el misionero—, a casadas y a viudas, a mujeres solas. Después de las charlas a cada estado, seguían las confesiones de cada grupo.
De la misión reciente hay datos suficientes en las crónicas de las campañas misionales. De hecho, la práctica es que cada misión dedica actos misionales a charlas a grupos particulares122. En la misión de Granada, en 1949, se quiso bautizar estos actos como «misión especial» para los destinatarios señalados; no cuajó el nombre, por no desmembrar la misión en misiones123. La misión es un acto general en la parroquia y ha de conservar una cohesión en todo su proceso. La contraindicación que frecuentemente se ha achacado a las conferencias especiales es que reducen el influjo de la misión; los convocados se contentan con esos dos o tres actos especiales para ellos y ya no participan en los actos generales; con esto, la misión se va reduciendo en actos participados, y las verdades universales cristianas no llegan a muchos sectores. Esta complejidad se la cuestionan los misioneros desde hace años; en una reunión celebrada en 1951 intentan encontrar soluciones desde la experiencia de los diversos institutos124; pero las cosas siguen igual.
La razón de las conferencias especiales estriba en la diversidad de aspectos personales que ha de iluminar la misión: aspectos generales de vida cristiana, aspectos particulares de estado, condición y profesión. Los aspectos generales encuentran iluminación en las instrucciones, glosas y sermones del acto general de misión; los aspectos particulares, en las conferencias especiales. Estas son complemento necesario de la misión, porque son las que llegan a lo más privativo de cada persona: su estado, su profesión, su circunstancia.
La convocatoria ha experimentado evolución en cuanto al lugar de encuentro: antes, preferentemente en el templo, después, en el templo o en el salón; en cuanto al grupo: antes, por separado hombres y mujeres, después, juntos. En la misión de Cartagena, dada por la Fedap en 1958, las charlas a matrimonios se dan a ellos y ellas juntos, e igualmente las charlas a novios se dan a ellas y ellos juntos. «De éxito extraordinario hay que calificar» esta experiencia, dice el cronista125. En Talavera, en 1961126, los jóvenes participan en las charlas juntos ellos y ellas. En 1961 ya es práctica común127, y los misioneros abogan por este sistema, pues ayuda mucho el oír juntos y oírse mutuamente y dialogar.
El número y variedad de conferencias varía según tiempos y circunstancias. Eran frecuentes charlas a niños (misión de niños), a casadas, a solteras y a hombres. Después se amplían a todos los estados y condiciones: estudiantes, profesores, funcionarios, empleados, sirvientas, obreros, patronos, militares, grupos apostólicos, religiosas, sacerdotes y siempre, antes y después, la atención a los enfermos. Es decir, que la misión va a todos y a cada uno; convoca a todos y convoca a cada uno y en cada convocatoria sirve el evangelio a la medida.
De la misión actual no hay datos que revelen originalidad creativa. Son atendidos estados más comunes como niños, jóvenes, matrimonios y tercera edad, y también los enfermos. En poblaciones grandes, charlas para profesionales, para monjas y pocas más.
2. Actos especiales
Quien recuerda alguna misión es frecuentemente por la impresión que le han dejado determinados actos más llamativos, actos especiales que rompen y continúan el ritmo progresivo de la misión. Estos actos se desarrollan en el centro misional, o salen a la calle. No todos ni siempre hacen lo mismo; el ingenio apostólico de cada momento puede crear nuevos recursos128. Hay algunos de aceptación más común.
a. Actos especiales más comunes
a) Apertura: La entrada de los misioneros se hace de forma solemne, cruz parroquial y procesión hasta la iglesia. Este rito se ha ido simplificando con el tiempo. El recibimiento se hace de formas diversas: en Constantina, en 1950, los misioneros son recibidos en la plaza de los colegios, inmenso gentío; desde allí se forma la procesión solemne hasta el templo parroquial129. En Barcelona, en 1951, la impresionante procesión de recibimiento recorre las ramblas desde el templo de la Merced a la catedral130. En Ciudad Real, en 1967, el acto de apertura es en plena plaza131.
b) La Virgen María: La Virgen marca su impronta en cada misión. Esta comienza, a veces, llevando su imagen en la procesión de entrada, como en Barcelona en 1951. Acto solemne es la proclamación de la Virgen Patrona de la misión. El rosario de la aurora: los rezos y cantos, los fríos y las lluvias, las filas devotas taconeando por las calles en las horas mañaneras son uno de los recuerdos de la misión que más perduran en la mente.
c) Procesión de niños: La misión de los niños llena los primeros días de la misión; ellos terminan con una procesión vistosa y propagandística. En la misión de Granada, en 1949, se juntan 26.000 niños132. En Barcelona, en 1951, los niños se concentran en el Nou Camp del Club de Fútbol Barcelona; forman una multitud de unos 70.000 niños133.
d) Viacrucis: Es un acto misional de mucho gancho para hombres; se reserva para ellos. En la citada misión de Barcelona, 10.000 hombres rezan y cantan aquella noche por las calles céntricas de la ciudad. En Valladolid, en 1962, millares de hombres; «¡Qué millares de hombres!», escribe el cronista134.
e) Comunión general: Para sanos, en acto concurridísimo, que es un poco el termómetro de la misión, y para enfermos, en acto solemne por las calles.
f) Acto sacerdotal: Los jesuitas lo resaltan, con tiempo para sacerdotes solos y tiempo con los fieles. Es un acto significativo de espiritualidad apostólica durante la misión.
g) Acto de juventud: En los últimos decenios los misioneros van más directamente por la juventud y para ellos programan y organizan actos de especial atractivo, por ejemplo, marcha de la juventud: acción itinerante hasta un lugar prefijado, en diálogo y reflexión religiosa; proceso a la juventud: autocrítica de la situación, valores y contravalores de la juventud.
b. Valoración de los actos
Puede achacárseles un tanto de triunfalismo a los actos en la vía pública; a veces los misioneros se dejan llevar del prurito de sacar la misión a la calle135. No obstante, los actos masivos y en la calle crean clima, pregonan la misión, contagian religiosidad. Demuestran que la vivencia religiosa no es sólo para el fuero interno o para el templo, sino para la vida, para la calle, para todos. Dan calor y variedad al proceso de la misión, enfervorizan a la multitud y son una demostración pública de fe y de adhesión a los valores que la misión representa.
Estos actos son válidos por las circunstancias en que se desarrollan, no son válidos desde sí mismos y siempre; entra de por medio una sensibilidad social y religiosa que es la que decide. A modo de ejemplo: las campanadas de la misericordia, el día del sermón de la muerte, y el desagravio, el día del sermón del infierno, parecen ahora menos oportunos.
A medida que ha ido avanzando la renovación, han ido quedando atrás determinados actos y se han introducido otros nuevos; por ejemplo, se concrentra a la juventud desde actos solidarios, como marcha por la paz, o encuentro mayores-jóvenes. Mientras tanto, a los actos celebrativos se llevan símbolos o acciones simbólicas, émulas de las de ayer y más en consonancia con las sensibilidades de hoy. El espíritu de captación y evangelización es el mismo de ayer, pero, en cuanto a su expresión, adopta formas diversas.
3. La postmisión
Es una parte importante de la misión. S. Alfonso, maestro de misioneros, la imposta en el proceso misional y la plasma con una estructura lógica y de contenidos. Su idea central es hacer perseverantes los frutos de la misión; la perseverancia la basa en la piedad, en la catequesis y en el ambiente comunitario, o sea las congregaciones devotas y apostólicas. Todo esto lo desarrolla al final de la misión en días dedicados a la «vida devota». Originalidad suya es la renovación de la misión, que todavía hoy siguen los redentoristas.
La misión es proceso largo. No termina todo con la despedida de los misioneros o, como se dice, con la «clausura de la misión». Más bien entonces se abre el período más interesante, el que recoge, encauza y potencia las reacciones espirituales que las etapas anteriores suscitaron. Aquellas etapas hicieron siembra en los surcos del hombre, esta etapa cultiva las semillas sembradas y ampara su desarrollo.
La responsabilidad de la postmisión pesa sobre los sacerdotes de la zona misionada. Ellos son los que continúan la misión. Los misioneros colaboran a su modo136. Por vía de ejemplo, he aquí tres misiones representativas de zona urbana, urbana-rural, rural, y su programación postmisional, en diálogo sacerdotes-misioneros.
Zona urbana de Ciudad Real, en 1967137. Planean para la postmisión la creación de capillas-escuelas en los barrios más abandonados, atendidas por un sacerdote y seglares comprometidos; la pastoral con la juventud, con cursillos prematrimoniales, con club de jóvenes, con semana anual de la juventud; la pastoral matrimonial, intensificando los cursillos de cristiandad y formando equipos de matrimonios.
Zona urbana-rural de Miranda de Ebro y zona, en 1967138. El estudio sociológico pastoral de Miranda y de su región natural inspira una postmisión organizada, que los misioneros esbozan. Abarca la pastoral sacerdotal, con la creación de tres nuevas parroquias en la ciudad, con la creación de un equipo pastoral de zona, integrado por sacerdotes, religiosos y laicos y reunido periódicamente, con la creación de una casa sacerdotal en Miranda; la pastoral de la juventud: cursillos prematrimoniales en los pueblos más céntricos, día de la juventud rural, club mixto juvenil con actividades culturales, religiosas, deportivas; la pastoral de la familia y el matrimonio, con equipos de espiritualidad matrimonial, cursillos de formación y semana anual de la familia.
Zona rural de La Valduerna, en 1969139. En unión de párrocos y misioneros, los sacerdotes nombran un consejo pastoral de zona, proyectan creación de comunidades pequeñas de fe o movimientos pastorales y promoción de laicos comprometidos. La planificación pastoral abarca cuatro sectores: sacerdotes, niños, jóvenes y adultos, con sus responsables y objetivos.
Motivación constante es que la parroquia es misionera y manifiesta sobre todo que lo es en la postmisión. «Esta es una exigencia que pide el misionero a la parroquia: la parroquia sea comunidad misionera… No puede existir una parroquia viva sin que al mismo tiempo sea misionera»140.
Conclusión
Las páginas anteriores han intentado bosquejar elementalmente la dinámica y los contenidos de la misión popular o parroquial. Después de esto, cabe preguntarse por el calificativo que habrá de aplicarse a la misión. Es habitual el lenguaje que califica a un tipo de misión como «misión tradicional» y a otro tipo de misión como «misión nueva» o «misión renovada». ¿Cuál es la misión tradicional, cuál es la misión nueva? ¿Qué contiene aquella y qué contiene ésta? Tras escribir estas páginas, yo no acertaría a definir la misión tradicional ni la misión nueva. La misión tradicional fue nueva ayer, y la misión nueva de hoy será tradicional mañana.
Del bosquejo de estas líneas queda patente una doble constatación que se da en la misión popular141: tradición misionera y tradición de renovación.
a) Tradición misionera
Desde el comienzo de la Iglesia hasta nuestros días la comunidad cristiana vive un espíritu misionero itinerante que la lanza a la misión. Cristo es misionero itinerante y los apóstoles le siguen en ese espíritu, yéndose a predicar a diversas partes del mundo; los Hechos de los Apóstoles recogen el espíritu misionero de Pablo, Bernabé y otros142; la Didajé refleja el paso misionero de apóstoles, las órdenes mendicantes reparten misioneros itinerantes. Desde el siglo XVI se perfilan los contornos de la misión parroquial o popular, que desarrollan los misioneros; los siglos siguientes hasta hoy han seguido dando misioneros a la misión itinerante.
La tradición misionera se cristaliza en métodos o formas diversas de realizar la misión; es el método de un misionero eminente o de una institución misionera, o de una nación o de una época. Todos encierran lo esencial, la tradición misionera popular, el espíritu misionero que evangeliza a la comunidad cristiana. Hay diversidad de expresiones concretas; pero lo permanentemente válido, que es el espíritu, es común. El espíritu misionero es lo tradicional; las expresiones que surgen circunstancialmente son lo novedoso y variable.
b) Tradición de renovación
La inquietud misionera no ha dormido satisfecha en ninguna fórmula o método de misión popular; está siempre en vela, como las vírgenes prudentes del evangelio; para lograr su objetivo está atenta a las modificaciones que se prevean más efectivas. De aquí que la tradición de renovación de formas o de métodos o de misión parroquial es algo permanente. Cuando se habla de renovación no se alude a la renovación del espíritu misionero —sí se puede hablar de la renovación del espíritu que vive el misionero o la institución misionera—, sino de la aplicación del espíritu misionero en las formas concretas. La renovación va al método, a lo circunstancial, a lo renovable.
Desde esta constatación de doble tradición, resulta comprometido aplicar calificativo a la misión. Toda misión popular es tradicional, porque el espíritu misionero la conecta con el ayer secular de la Iglesia, y toda misión es nueva, porque el espíritu de renovación le está inspirando a diario nuevas formas de pastoral. ¿La misión de comienzos de siglo es tradicional? Sí, y nueva también. ¿La misión de hoy es nueva? Sí, y tradicional también.
Es acertado el calificativo que se viene dando a la misión: «misión renovada». Es como la llama Juan Pablo II en varios de sus documentos143. Es la misión de siempre, con su tradicional espíritu misionero, pero renovada hoy en sus formas de aplicación popular.
- Mat 9, 35.
- Marc 16, 15.
- Hech 13, 1 ss.
- Nicanor Moriones, Por las misiones parroquiales. Edit. El perpetuo Socorro, Madrid 1959.
- Gratien de Paris, Historia de la fundación y evolución de la Orden de Frailes Menores en el siglo XIII. Traducción del francés por Vitoriano María Larráinzar, Buenos Aires 1947, p. 247.
- Marciano Vidal, La misión parroquial, hoy. Pentecostés 10 (1966) 116.
- Bernardino Llorca, Nueva visión de la historia del cristianismo, VIII. Edad moderna. Edit. Labor, 1956.
- Jean de Saint-Martin, La renovación de las misiones populares. Misión parroquial y Pastoral nueva. Edit. El Perpetuo Socorro, Madrid 1966, pp. 37 ss.
- Marciano Vidal, La renovación misional en los redentoristas españoles. Misión parroquial y Pastoral nueva, Madrid 1966, p. 84.
- Boletín de la Provincia Española, 83 (1965) 120. Publicación periódica de los redentoristas de España. Madrid. En adelante citaremos en abreviatura: BPE.
- Lumen gentium, cap. II, números 9-17.
- Veremundo Pardo, Pastoral de misiones parroquiales, Ed. Flors, Barcelona 1966, pp. 36-37.
- Jean de Saint-Martin, La renovación en las misiones populares. Misión parroquial y Pastoral nueva, Madrid 1966, p. 45.
- Marciano Vidal, La renovación misional en los redentoristas españoles. Misión parroquial y Pastoral nueva, Madrid 1966, pp. 76-77.
- Hec 13, 8.
- Código de 1917, canon 1349: «Los ordinarios deben velar para que, al menos cada diez años, procuren los párrocos proporcionar a los Piles lo que se denomina una misión sagrada, y los párrocos, cualquiera que sea su condición, deben atenerse a lo que mande el ordinario del lugar en lo referente a las misiones». Código de 1983, canon 770: «En ciertas épocas, según las prescripciones del obispo diocesano, organicen los párrocos aquellas formas de predicación denominadas ejercicios espirituales y misiones sagradas u otras adaptadas a las necesidades».
- Las voces surgen en varios países, como Bélgica: Les missions paroissiales. La pensée catholique. Liege 1947. Francia: H. Pennec: Oú va la mission paroissial?, 1951; colaboradores con el P. J.F. Motte: La mission général. Dix ans d’expérience au C.P.M.I. Paris 1961. Suiza: P. Hitz: L’annonce missionnaire de l’evangile, 1954; traducción castellana: Pregón misionero del evangelio. Desclée de Brouwer 1960.
- BPE, 64 (1958) 118 ss.
- Acta, n. 1589; Constituciones, núm. 893.
- BPE, 72 (1961) 120 ss.
- A estos participantes hay que añadir los alumnos del Instituto de Pastoral de la Confer, del Seminario Hispanoamericano y del Instituto Superior de Pastoral de Salamanca-Madrid; una audiencia que oscilaba entre las 230-250 personas. Con sus aportaciones intuitivas de jóvenes podían romper horizontes y abrir nuevas líneas.
- BPE; 83 (1965) 115 ss.
- A modo de testimonio vaya este sólo dato sobre los redentoristas españoles: desde 1940, terminada la contienda civil, hasta 1957, tuvieron 15 reuniones de misioneros en análisis de adaptación de sus misiones populares. Cfr. BPE, 84 (1958) 105.
- Pedro R. Santidrián, Comienzos de la renovación de la misión en España. Misión parroquial y Pastoral nueva, Madrid 1966, pp. 60 ss.
- Lumen gentium, 1. «Y porque la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano, ella se propone presentar a sus fieles y a todo el mundo con mayor precisión su naturaleza y su misión universal».
- Marc 1, 15.
- S. Alfonso M. de Ligorio, Instrucción al pueblo. Edit. El Perpetuo Socorro. Madrid 1955. El título del texto original italiano es: «Instrucción del pueblo a cerca de los preceptos del decálogo y a cerca de los sacramentos, a fin de que aquéllos se cumplan mejor y se reciban éstos con mayor provecho. Para uso de párrocos, misioneros y de cualquier eclesiástico que se dedican a enseñar la doctrina cristiana».
- BPE, 60-61 (1957) 354-355.
- BPE, 92 (1970) 475.
- Exponente máximo de este enfoque es Bernardo Hñring, sobre todo en su obra La Ley de Cristo. Herder, 1968,
- Evangelización y hombre de hoy. Ponencia primera, Edice, Madrid 1986, p. 103.
- Evangelización y hombre de hoy. Ponencia segunda, Edice, Madrid 1986, p. 115.
- Pablo VI, Evagelii nuntiandi, núm. 2. Roma, 1975.
- Marciano Vidal, Pentecostés, 9 (1965) 291 ss.
- Evangelización y hombre de hoy, Madrid 1986, p. 128.
- Gál 6, 14-15.
- Fabriciano Ferrero, Antecedentes históricos de la misión parroquial. Misión parroquial y Pastoral nueva, Madrid 1966, p. 14.
- Era por los años 1618-1621. Veremundo Pardo, Pastoral de misiones parroquiales. Edit. Juan Flors, Barcelona 1966, p. 28.
- Theodule Rey-Mermet, El Santo del siglo de las luces, BAC-El Perpetuo Socorro, Madrid 1985, cap. 20, p. 229.
- BPE, 86 (1967) 329. La revista Ecclesia se hizo eco de la Semana en su número del día 17 de septiembre de 1966.
- BPE, 88 (1968) 40.
- BPE, 88 (1968) 44.
- Jean de Saint-Martin: Estructura de la nueva misión parroquial. Misión parroquial y Pastoral nueva, Madrid 1966, p. 318.
- Evangelización y hombre de hoy, Madrid 1986, p. 316.
- Jean de Saint-Martin, La renovación de las misiones populares. Misión parroquial y Pastoral nueva, Madrid 1966, p. 40.
- Evangelización y hombre de hoy, Madrid 1966, pp. 79-105.
- Gaudium et spes, 1.
- Gaudium et spes, 4.
- Gaudium et spes, 44; PO, 9; implícitamente la doctrina está contenida también en los numerosos textos que afirman que la pastoral ha de tener en cuenta los cambios profundos de la sociedad actual; cfr. números 4-10.
- BPE, 65 (1959) 173.
- BPE, 82 (1965) 49. No hay coincidencia en la asignación de habitantes por cada misionero o bina; unos señalan 2.000, otros 3.000. Cfr. BPE, 60-61 (1957) 365.
- BPE, 71 (1961) 74.
- BPE, 38 (1950) 316.
- BPE, 40 (1951) 378.
- BPE, 71 (1961), 69.
- BPE, 92 (1970), 484.
- Evangelización y hombre de hoy. Experiencia 6.°: Misiones populares renovadas. Centro de Estudios y planificación misionera (Cesplam), de los misioneros redentoristas, p. 316, Madrid 1986. Cfr. BPE, 93 (1971) 71 y 81 ss.
- Jean de Saint-Martin, Estructura de la nueva misión parroquial. Misión parroquial y Pastoral nueva, Madrid 1966, p. 328.
- BPE, 65 (1959) 173.
- BPE, 66 (1959) 232.
- BPE, 86 (1967) 331.
- BPE, 86 (1967) 341.
- BPE, 87 (1967) 421.
- BPE, 71 (1961) 66-79.
- Jacinto Fernández, Hermandad Misionera de San Vicente de Paúl, Madrid 1953.
- BPE, 65 (1959) 175.
- BPE, 66 (1967) 331.
- Diez Damas catequistas, diez Cruzadas de la Iglesia y dos de Jesús, María y José. BPE, 87 (1967) 421.
- BPE, 77 (1963) 151.
- BPE, 79 (1964) 244.
- Ha sido decisivo el Decreto conciliar Apostolicam actuositatem para relanzar a los seglares.
- BPE, 12 (1941) 18.
- El Decreto Apostolicam actuositatem fue publicado por Pablo VI el 18 de diciembre de 1965; tras un «largo, dificil y tortuoso camino», según lo describió el relator, llegó a la aprobación con 2340 «placet» contra 2 «non placet».
- BPE, 82 (1965) 46.
- BPE, 85 (1966) 263 ss.
- BPE, 75 (1962) 279.
- BPE, 86 (1967) 332.
- BPE, 86 (1967) 341.
- BPE, 60-61 (1957 365.
- BPE, 92 (1970) 485.
- BPE, 63 (1958) 57. Las cuatro primeras misiones fueron dirigidas por jesuitas (Enrique María Huelín (3) y Sebastián Puerto (1)); las dos últimas, por redentoristas (Jenaro Luis y José María Ibarrola), éste último reemplazando al P. Luis Francos, que cuando había iniciado los pasos como director de la misión de Valladolid, fue preconizado obispo de La Laguna (Tenerife).
- BPE, 71 (1961) 67-68.
- BPE, 84 (1966) 167.
- BPE, 65 (1959) 182.
- BPE, 40 (1951) 380.
- Veremundo Pardo, Pastoral de misiones parroquiales, Barcelona 1966, pp. 139 ss.
- BPE, 59 (1957) 287.
- BPE, 71 (1961) 67.
- BPE, 86 (1967) 340.
- Señala un lema, Cristo en todas las almas y en el mundo la paz. Es el lema del 35 Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Barcelona el año 1952. Cf. BPE, 71 (1961) 66.
- BPE, 74 (1962) 220.
- 35 (1949) 189.
- El 3 de octubre salieron varios autocares con 600 peregrinos. BPE, 84 (1966) 166.
- BPE, 77 (1963) 154.
- BPE, 87 (1967) 417.
- Hermandad Misionera de San Vicente de Paús: Sevilla, misión 1965. Edit. La Milagrosa, Madrid 1965. Contiene profusión de ilustraciones. Cf. BPE, 82 (1965) 43.
- BPE, 86 (1967) 332.
- Pastoral de una zona en transformación. Son 108 páginas, con dos gráficos: pirámide de edades y población de Balaguer. BPE, 87 (1967) 417.
- Se celebra en El Escorial del 26 al 30 de agosto. Cf. BPE, 88 (1968) 38.
- Veremundo Pardo, Pastoral de misiones parroquiales, Barcelona 1966, pp. 285 ss. Adjunta una exposición de los métodos y temarios misionales de dominicos, franciscanos, capuchinos, jesuitas, paules, redentoristas, pasionistas, oblatos y claretianos. Son exponente de lo que fue la misión parroquial en épocas pasadas.
- V. Pardo, Pastoral de misiones parroquiales, Madrid 1966, p. 166.
- Pedro R. Santidrián, El P. Sarabia escribe su historia. Medio siglo de misiones en España. Edit. El Perpetuo Socorro, Madrid 1963.
- Ramón Sarabia, Misiones redentoristas. Edit. El Perpetuo Socorro, Madrid 1936. Expone todo el temario de la predicación misional de entonces. Otras obras representativas: Eugenio Escribano, Predicación misionera. Sermones de la Santa Misión. Edit. La Milagrosa, Madrid 1942. Son 5 tomos, que recogen temática misional de los paúles.
- Pedro R. Santidrián, Temarios de predicación misionera. Edit. El Perpetuo Socorro, Madrid 1965. Un libro de historia y de temas de la renovación misionera.
- El primero fue en Loyola, en 1956. Cf. Primer Congreso de misiones populares. Sevilla 1957. Esta publicación recoge las ponencias que los institutos presentaron sobre sus métodos y temática misiónales. Recuérdese que es el año 1956; hoy seguramente introducirían cambios notables. El segundo fue en Madrid, en 1958; Cf. Segundo Congreso de misiones parroquiales, Edit. El Perpetuo Socorro. Madrid 1961; historia y ponencias. El tercero fue en Los Negrales (Madrid), en 1961 (Cf. BPE, 72 (1961) 121). Nótese que en el primer congreso se empleó el adjetivo «populares» y en los siguientes, «parroquiales».
- BPE, 88 (1968) 42.
- Congresos: 1.° Valladolid, en 1958: la renovación misional; 2.° Valladolid, en 1963: renovación de la temática, sobre todo los grandes temas; 3.° Valladolid, en 1964: las pláticas de la mañana; 4.° Vigo, en 1965: estructura misional del ejercicio de la noche; 5.° El Escorial, en 1968: la premisión. Semanas: 1.° Madrid, en 1965; confrontación misión anterior y misión renovada; 2.° Madrid, en 1966: la misión en la pastoral de conjunto. Primer Cursillo de auxiliares de misiones parroquiales, en Madrid, en 1966. Convivencia de misioneros en El Espino (Burgos), en 1970: problemas de la misión, comunidades de base, evangelización y parroquias.
- BPE, 63 (1958) 63.
- Temario «con cierta modernidad y novedad, en la forma y en la presentación, pero clásico y tradicional en sus líneas generales, en el fondo». BPE, 71 (1961) 67; en este Boletín se pueden encontrar los títulos.
- Se corrige así la costumbre de tener la plática durante toda la misa; se estaba adelantando la mente de la S.C. del Vaticano II. BPE, 72 (1961) 120.
- Cfr. Emilio Javier Alonso Hernández: Celebraciones misionales de la Palabra de Dios. Esquemas paralitúrgicos para los sermones misionales. Edit. El Perpetuo Socorro. Madrid 1965. Cfr. E. Kretz y P. Hitz, C.SS.R., Misiones populares y liturgia. Ed. Marova, Madrid 1962.
- BPE, 75 (1962) 280.
- Se adopta un tono de ejercicios espirituales, marcando con fuerza y extensión temas como éstos: Jesucristo, Iglesia, parroquia, caridad fraterna, recepción de sacramentos. Cf. BPE, 77 (1963) 155.
- ABC, 28 febrero 1965. Sevilla. Cf. 82 (1965) 48.
- Cf. BPE, 86 (1967) 331 y 340.
- El tema del congreso es: Los grandes sermones de misión. BPE, 78 (1963) 205.
- Hay bastantes publicaciones de institutos religiosos sobre temática misionera. Jesuitas: Gregorio Sánchez Céspedes: Directorio teórico práctico de misiones y ejercicios. Tres tomos, 3.’ edición. Sal Terrae. Santander 1961. Paúles y Hermandad Misionera de San Vicente de Paúl: Manual del misionero. Tres tomos. Edit. La Milagrosa, Madrid 1964.
- Cf. Veremundo Pardo, Pastoral de misiones parroquiales. Edit. Juan Flors, Barcelona 1966, pp. 201 ss.
- Fue elaborado por la comisión central, en la que no había ningún religioso; pero fúe presentado, antes de su publicación, a los institutos misioneros, recabando orientaciones. Cf. BPE, 71 (1961) 67.
- Javier Azagra, Misión de Pamplona. Centro diocesano de pastoral. Pamplona 1964. La misión fue dirigida por sacerdotes de la diócesis con la colaboración de religiosos.
- P. Ramón Sarabia, Misiones redentoristas. Edit. El Perpetuo Socorro, Madrid 1936.
- V. Pardo, Pastoral de misiones parroquiales, Barcelona 1966, pp. 205 ss.
- BPE, 35 (1949) 191.
- BPE, 42 (1952) 34.
- BPE, 65 (1959) 180.
- BPE, 73 (1962) 155.
- BPE, 72 (1961) 133.
- V. Pardo, Pastoral de misiones parroquiales, Barcelona 1966, pp. 239 ss.
- BPE, 38 (1950) 316.
- BPE, 40 (1951) 381.
- BPF, 86 (1967) 341.
- La concentración fue en el Embovedado. «¡Hermoso fue el acto!», exclama el cronista. Fueron todos, los niños elegantes de colegios de pago y los pobrecitos de barrancos, gitanillos descalzos y desharrapados. Niños, banderas, cantos… Cf. BPE, 35 (1949) 191.
- «Fue un cuadro espectacular y gratísimo»; se le dio mucha importancia. Entre otros obispos estaba presenté Mons. Fulton Sheen, Auxiliar de Nueva York. Cf. BPE, 71 (1961) 70.
- Iniciado en la catedral, concluyó en la plaza de España. BPE, 74 (1962) 24.
- Se hizo una valoración, en este aspecto, de las misiones de la Fedap. Cf. BPE, 63 (1958) 64.
- V. Pardo, Pastoral de misiones parroquiales, Barcelona 1966, p. 270.
- BPE, 86 (1967) 343.
- BPE, 86 (1967) 339.
- Pertenece a la diócesis de Astorga, y la zona misionada comprende 21 pueblos, todos pequeños y agrícolas. BPE, 89 (1969) 118.
- Casiano Floristán, Postmisión y comunidad parroquial. Misión parroquial y Pastoral nueva, Madrid 1966, p. 368.
- Marciano Vidal, La misión parroquial, hoy. Pentecostés 10 (1966) 115 ss.
- Cf. Hech 13, 1 ss.
- Catechesi tradendae, núm. 47, año 1979. Reconciliado et paenitentia, núm. 26, año 1984.






